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Los Amantes Son Dementes por misery_182

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Notas del capitulo:

Hey you! Hola, hola hehe :B

Este pues hoy 19 de septiembre, actualizando este maravilloso fic, con sus maravillosos lectores, que me dejan sus maravillosos reviews y con su maravillosa escritora, autora, editora y todo lo demás, o sea, yo :D xDDD

Advertencia: capítulo de "relleno" hehe xD

Bueno, los dejo leer y al final les cuento mis piña-aventuras :B

Disfrútenlo, sin más, ¡a leer!

 

Capítulo 16. Deseas muy fuerte que ya sea mañana

Hampstead, Londres. Octubre 2010 [6 meses antes]

-Dicen que esta embrujado y que sectas satánicas se reúnen ahí para hacer sus sacrificios- le dijo una voz femenina detrás de él, volvió su vista y su cuerpo viendo a una chica más o menos de su edad, con el cabello teñido de azul y vestida de negro.

-¿En serio?

-No, solo lo usamos para hacer fiestas- respondió sonriendo -soy Konan- se presentó extendiendo su mano.

-Deidara- estrechando su mano. -Con que fiestas, ¿eh?- pregunto interesado caminando de regreso.

-Sí, pero no todos pueden entrar, necesitan estar invitados o pagar una cuota,- sonrió de medio lado -habrá una mañana...

-¿De verdad? ¿Quieres que venga?- conqueteo devolviéndole la sonrisa. Por un efímero momento había olvidado a Itachi.

-No depende de mí, pero hablare con Pain- volvió a sonreír y se despidió dejándolo frente a su nueva casa, alejándose rápidamente de ahí.

La chica debía de regresar pronto a su casa, sino sus padres se molestarían... ¡qué va! Pero si sus padres no se preocupaban en lo más mínimo por ella, nunca nadie le decía nada por lo que hiciera o dejara de hacer, de lo único que debía preocuparse era de obtener buenas calificaciones y listo, nadie la molestaría con nada más.

Pero ella no sabía eso, se dio cuenta hasta que entro a la universidad. Durante sus años de secundaria se esforzaba en todo lo que hacía, incluso entro a clubs deportivos para obtener un poco de interés de sus padres, solo lo hacía por eso, aunque resultaba que era muy buena en todo lo que hacía, tal vez el hecho de desear tanto aquella atención la hacía esforzarse de sobre manera.

Durante la preparatoria cambio por completo, dejo de ser buena en los estudios y paso a ser de los que llaman "vagos", no hacía nada, ni se esforzaba por caerle bien a nadie. Se pintó el cabello de azul para llamar la atención y solo una persona la volteo a ver, Pein.

Desde el día que sacaron a Konan del salón de clase, y ella gritaba toda clase de improperios al profesor, diciendo que no sabía con quien se estaba metiendo y que su padre se encargaría de quitarle el trabajo. Pero el mayor hacia caso omiso, la empujo afuera y le cerró la puerta en la cara, cerrando con seguro por dentro.

La chica se dejó caer de rodillas, le importo muy poco que su impecable uniforme dejara de serlo, sus calcetas blancas se ensuciaran de tierra y su maquillaje se corriera a causa de las lágrimas que había estado reteniendo de hacía mucho tiempo. No pudo evitarlo ni un segundo más, se dejó derrumbar, había sido una carga muy pesada para sus 16 años.

Aquel peli naranja iba pasando por ahí y miro toda la escena, y al ver como lloraba se le partió el corazón. ¿Cuánto tiempo llevaba mirando a esa chica? Demasiado. Pero no se atrevía hablarle por la simple razón de que ella era demasiado tosca y, como un imán repele a un polo igual, ella lo hacía con los chicos. Una sola persona sabía que estaba enamorado de aquella chica, Kakuzo.

Se acercó y la ayudo a levantarse en contra de su propia voluntad, pataleo, grito, pero Pein no la soltó, levanto su mochila y se la llevo a rastras a uno de los jardines de la escuela. La sentó en el pasto bajo una agradable sombra y dejo su mochila a su lado, le ofreció una botella con agua pero recibió un manotazo. Él no era del tipo que pierden la paciencia así como así, se la volvió a ofrecer y paso lo mismo. Respiro hondo y se sentó a su lado.

-¿Para qué lloras?- pregunto, Konan no supo que responder, en verdad no supo. Su pregunta era diferente a la que esperaba que fuera, cualquiera le preguntaría porque, y ella podría responder algo como que sus padres no la querían y que su profesor la había sacado del salón, que no tenía amigos ni a nadie a su lado, que estaba a punto de reprobar el semestre. Pero él no le pregunto porque, sino para qué.

-¿Para qué...- susurro, dejo de llorar y se puso a reflexionar, ¿para que se ponía a llorar?

-No solucionaras nada con llorar- le dijo viendo al horizonte. La chica tomo la botella y bebió el agua tranquilizándose.

-Gracias- dijo y se puso de pie.

-¿A dónde vas?- la detuvo, era el primer acercamiento que tenía con ella y no iba a permitir que fuera tan corto.

-A mi cla...- recordó -demonios- se maldijo bajo, suspiro y se sentó donde mismo.

-Soy Pein- le tendió la mano y le sonrió como pocas veces lo hacía.

-Konan- tomo su mano y la estrecho. -¿Por qué me ayudaste?- pregunto luego de un largo silencio incómodo.

-Porque te vi- respondió.

-¿Qué clase de respuesta es esa?- lo miro con desaprobación, él rio y la miro.

-Fue por eso, porque te vi, sino te hubiera visto no te habría ayudado...- sonrió.

-Entonces reformulare la pregunta: ¿Para qué me ayudaste?- su sonrisa se borró de inmediato, ahora fue el turno de la chica de reírse. Pein se molestó, aquel ataque de risa no cesaba y decidió callarla.

-Para conocerte- dijo sacándole un gran sonrojo, la risa volvió a él. Era verdad, quería conocerla, pero más importante, quería tenerla cerca y jamás alejarse de ella, porque moriría si eso pasaba.

-¿Por qué...- susurro sin poder decir otra cosa.

-Por qué me gustas de hace mucho tiempo- el sonrojo se intensifico. -Es verdad- se adelantó a lo que sabía que venía, una negación. -Desde que entraste a esta escuela.

Desde ese día el joven y la chica se volvieron amigos, a petición de ella, poniendo la excusa de que debían de conocerse mejor. Lo cierto era que ese chico era uno de los más raros de la escuela: las perforaciones que tenía y su cabello naranja. Además de ser extremadamente serio y retraído, su altura e inteligencia le ayudaba a que los profesores quisieran que se integrara a varios clubs como basquetbol o al de ajedrez, pero siempre se negaba. No es que ella fuera la más normal, pero ese chico le daba miedo y, hasta cierto punto, le engendraba confianza y seguridad en ella misma.

Y unos años más tarde se volvieron pareja, una muy estable debido a todo lo que habían tenido que afrontar, juntos. Porque luego de aquel día, se volvieron inseparables, al igual que con Kakuzo. Se brindaban el apoyo que necesitaba cada cual, ni más ni menos, solo el indicado.

-¿Dónde estabas?- pregunto el peli naranja apenas la vio llegar a aquella esquina en la que siempre se veían y luego partir a algún lugar

-Venia de camino y me encontré con alguien...- respondió haciendo memoria -al parecer es el nieto de la vieja Tsunade- completo recordado el gran parecido y el lugar donde se había quedado el nombrado.

-Ya veo... lo invitaste a la fiesta, ¿cierto?- aseguro más que preguntar.

-No te enojes, pero es nuevo en el país, además se ve que es buena persona- se defendió, cruzándose de brazos.

-Lo mismo dijiste de Hidan y ahora míralo- se burló el mayor de todos, Kakuzo. Le encantaba hacer rabiar a ese chico. Que por su carácter y falta de madurez siempre explotaba y no sabía decir otra cosa que no fueran maldiciones dirigidas especialmente a él.

-Eres un idiota y un maldito infeliz- le dijo como ya se lo esperaba. Pein chasqueo la lengua y comenzó a caminar por la banqueta, dirigiéndose al centro de la inmensa ciudad.

-Entonces, ¿si me dejas llevarlo a la fiesta?- le pregunto sin moverse.

-Ya lo invitaste de todos modos- respondió, sin querer demostrarlo, celoso. No es que fuera posesivo con la chica, pero la amaba demasiado y había luchado tanto por estar a su lado que no permitiría que cualquiera se la quitara así como así.

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-Me alegra que ya hayas conocido a una chica Deidara- lo abrazo su abuela -pero hay mejores partidos sabes- el rubio la miro con fastidio mal disimulado, avanzaron dentro de la mansión -organizare una gran fiesta donde puedas conocer a las chicas solteras y de familias reconocidas, para que puedas elegir a alguna y salir con ella...- y siguió hablando sin que él le prestara mucha atención.

-Tsunade-sama- la llamo una muchacha con ropa de servidumbre -el té está listo ya- le informo luego desapareció en un abrir y cerrar de ojos. ¡Genial! ¡Era hora del té! Deidara odiaba el té, porque era caliente y sin sabor, a él le gustaban las cosas frías y dulces... e Itachi.

-Vamos Deidara, acompaña a tu abuela a tomar el té- le sonrió cálidamente haciéndolo sentir como si en verdad estuviera en casa. Ambos se sentaron en una pequeña mesa en una especie de recibidor, más grande que la sala de su casa en Japón. ¡Su abuela tenía una fortuna! Lástima que fuera una tacaña y amargada.

Apenas y ella abrió la boca y hablo, el joven comenzó a ver a la calle por la ventana que estaba justo a su lado, pareciera que fue puesta a propósito ahí, para que pudiera distraerse mientras le hablan de cosas que le importaban, en realidad, muy poco.

-¿Me estas escuchando?- le llamo la atención, dejando la taza sobre la mesa luego de darle un sorbo. El menor se ruborizo notablemente.

-Lo siento...- se disculpó, con la cabeza y la mirada abajo.

-Deidara- lo llamo seria -sé que no te gusta este país, pero hare todo lo posible por convertirte en un hombre de bien y sobretodo uno muy exitoso- le dijo entrelazando los dedos a la altura de su rostro y recargando los codos en la mesa, con los ojos cerrados. Ahora fue el turno de ver, en la mirada de aquella mujer, a la líder de un clan yakuza o de toda una ciudad.

-Pero, si no me gustara, no habría venido aquí contigo- dijo en su defensa, tratando de no ser demasiado obvio.

-Sé que no viniste porque te gusta este lugar, ni porque me quieres mucho- le dijo sonriendo macabramente, muy bien, su propia abuela le estaba provocando un miedo que no recordaba haber tenido antes. -Pero como te dije, hare de ti alguien de bien y estoy dispuesta, si tú lo estás también, claro- sugirió extrañamente.

-¿A qué te refieres?

-A que deberás de obedecerme y acatar todo lo que te diga sin decir una sola palabra durante seis meses...

-¿Que dices?- se alteró.

-Eso, harás lo que te diga durante seis meses.

-¿Y qué ganaras a cambio?- reformulo su pregunta -¿Que ganare a cambio?- la sonrisa de la mujer se ensancho. Aquel chico tenía la sangre Namikaze corriéndole por las venas, aunque tuviera el Uzumaki en su acta. Y ahora Deidara deseaba con todas sus fuerzas que esos seis meses pasaran.

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En uno de los tantos centros comerciales de la ciudad, se encontraba aquel grupo de amigos, se debatían quien debía ir por los adornos y quien por las bebidas y las botanas. Diciendo que aquella peculiar pareja debía de ir por los adornos, gracias al gusto que tenía la única integrante femenina del grupo; ganándose así un reproche por parte de los otros dos.

-¿Esperas que soporte a este tacaño de mier...- cuestionaba el peli plateado casi a los gritos, sin lograr decir aquella singular palabra gracias a la interrupción del peli naranja.

-No pienses que la hare de niñera el resto del día, Pein- dijo el otro en su defensa. El aludido y la chica suspiraron cansados, siempre era la misma cosa.

-Ya basta, parecen un matrimonio disfuncional- se quejó el muchacho. A lo que el menor se sonrojo a más no poder y el mayor no hizo más que bufar.

-Que Hidan venga conmigo- quizás fue el comentario más inteligente que pudieron decir en aquel momento.

-Bien, nos vemos luego- se despidió por todos, tomando cada quien su rumbo.

La peli azul y el albino caminaban por el segundo piso del lugar, viendo una que otra tienda, buscando lo que necesitaban. Prestando poca atención a su alrededor, aquel chico pensaba en lo que había dicho Pein, siempre que podía lo molestaba con eso, lo odiaba, pero no podía decir cuanta cosa pensara de él a su propia novia, seguro que lo mataba a golpes.

-¿Por qué Pein dijo eso?- le pregunto llevando unas cosas en los brazos, caminando dentro de aquella tienda.

-¿Qué cosa?

-Lo de que Kakuzo y yo parecemos un matrimonio disfuncional.

-Pein quería que se callaran, son muy molestos, ¿sabes?- tomaba otra bolsa de confeti.

-¡Oye!- le llamo la atención, molesto.

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Los otros dos llegaron a una tienda y decidieron comprar todo ahí, Pein lo decidió, no iba a ir y venir de cuanta tienda hubiera solo por ahorrar unos cuantos peniques. Él era mucho más práctico que eso, prefería comprar todo en un solo lugar y regresar temprano a casa.

-Esto está mucho más barato en...

-Cállate, te van a oír- reprendió al castaño.

-Que me escuchen para que bajen los precios- dijo viendo a donde se encontraba la caja, aun sin poder tener visión de esta.

-Quien deberías de hacer que te escuche es Hidan- dijo en voz baja aunque con intenciones de que lo escuchara, se agacho en la puerta de aquel enorme refrigerador tomando unos cuantos cartones de cerveza.

-Es un mocoso malcriado...- lo maldijo.

-Un mocoso malcriado que te gusta mucho- aclaro dándole dos de esos cartones.

-Deja de parlotear, no has tomado ni una gota de alcohol y ya estás diciendo bobadas.

-¿Bobadas? ¿Desde cuándo utilizas esa palabra?- siguió avanzando por la tienda, siguiendo el ritmo de aquella canción que sonaba de fondo, cantando una que otra parte.

-¿Desde cuándo conoces ese tipo de canciones?- cuestiono el otro viéndolo raro.

Se dirigieron a pagar, la cajera abrió grandes los ojos, sí que eran muchas, demasiadas, cosas para solo dos jóvenes.

-Parece que tendrán una fiesta- coqueteo a Pein, sonriéndole sin dejar de hacer su trabajo.

-Adivina.

-¿Acaso eso es una invitación?

-No.

-Pero, ¿no quieres que vaya?- el muchacho volteo los ojos y se alejó un par de pasos.

-Pierdes tu tiempo, tiene novia- explico el castaño.

-¿Y qué me dices de ti? ¿Quieres que vaya?- sonrió de medio lado. Vaya que era una chica fácil.

-Sigues perdiendo tu tiempo- dijo el otro, al tiempo que le pagaban.

-¿Y eso por qué?- tomaron todas las cosas, Kakuzo se adelantó.

-Porque es gay- se rió y salió del lugar. Alcanzó a escuchar lo que su amigo le había dicho, pero no era cierto, a él solo le gustaba Hidan, y eso no lo hacía ser gay, ¿o sí?

Aquella tarde que vio por primera vez al albino, creyó que era un mocoso desconfiado, irritante e inmaduro. Dos de tres. Inmaduro sentimental y psicológicamente; irritante, molesto, y lo que le sigue; desconfiado, para nada. A pesar de lo que había vivido, que a decir verdad no sabían que había sido ya que nunca se los había comentado, tenía bastante autoestima, rayando en lo narcisista.

Hacía frio y llovía, y como en Londres casi nunca llueve (nótese el sarcasmo)... el frío era intenso y no se suponía que debía de estar ahí, sino en su casa, estudiando para el próximo examen. Pero debido a sus queridos amigos, se encontraba en aquel expendio comprando algo para "entrar en calor", aunque la única y verdadera razón de que lo hubieran mandando a él era que querían privacidad.

Y en medio de aquella lluvia, solo deseaba poder regresar y darles aquella botella de vodka a sus amigos y luego largarse a su casa, porque seguro que lo ignoraban olímpicamente el resto de la noche, vaya par. Se lamentaba, muy en el fondo de su corazón, o no tan al fondo, de haber convencido a Pein de hablarle a aquella chica que lo traía loco desde hacía un buen tiempo. Se alegraba por ellos, pero en momentos como ese, preferiría que él estuviera solo e irse a tomar por ahí.

Y entonces lo encontró, ahí, debajo de aquel pórtico de uno de los restaurantes cercanos que, obviamente, a esa hora estaban cerrados. Tosía, estornudaba y estaba temblando de frío, ¿de verdad creyó que un simple y delgado suéter lo cubriría del frio de aquella ciudad? No es que siempre estuviera haciendo tanto frío como aquella tarde, pero, precisamente por eso porque casi nunca hacía frío, los habitantes no estaban acostumbrados y cuando las temperaturas descendían tanto era como si estuviese empezando una nueva era de hielo.

Se le acercó y le tendió una mano, sintiéndose ignorado al ver como el otro se ponía de pie y caminaba, lo tomo del brazo y empezó a caminar a su casa, no regresaría con esos dos, seguro que ya estaban bastante ocupados. Al contrario de como esperaba, el joven caminaba como si nada a donde Kakuzo le ordenaba, parecía ido, como muerto, y el que su piel fuera excesivamente blanca no tenía nada que ver; que sus ojos fueran de un extraño color violeta, no tuvieran brillo y estuvieran rojos e hinchados por el llanto, tampoco.

-¿Por qué?- pregunto cuando llegaron a la casa del castaño, viendo como le preparaba un baño, ropa limpia e incluso creyó verlo poner a cocinar algo.

-¿Por qué estabas ahí, en medio de la lluvia y a estas horas?- pregunto, sabía, pero no quería admitir porque ayudaba a ese chico.

-¿En dónde más podría estar?- le dijo al tiempo que le sacaba la camisa, lo miró interrogante -mis padres nunca están en casa, y cuando lo están suelen ignorarme, me dan dinero y regalos creyendo que con eso estaré bien- explicó bajo la atenta y verde mirada del otro. -Mi novia acaba de dejarme por mi mejor amigo, y quienes yo pensaba que eran mis amigos no me han hablado en semanas- bajo la mirada derrotado -apuesto a que me creen muerto- susurro.

-No digas eso- negó con la cabeza -date un baño, te espero abajo- le ordeno hablando más bajo de lo normal y con la mirada en el suelo.

-Espera- le pidió -¿Cuál es tu nombre?

-Kakuzo.

-Yo soy...

-Hidan- interrumpió.

-¿Cómo lo sabes...?- ellos dos nunca se habían visto, era poco probable que así fuera.

-Vas en la misma escuela que yo- dijo simplemente, caminando a la puerta.

-Kakuzo- volvió a llamarlo, el aludido se giró sintiendo como lo jalaba del cuello de su camisa, y luego algo húmedo en sus labios, lo estaba besando. Lo separó al poco rato, en contra de su voluntad y también la de él mismo, pudiendo ver las lágrimas que brotaban, de nuevo, de sus ojos violetas. -Por favor- suplicó.

No quería, no debía, pero aquella forma de suplicarle le era tan... no supo cómo ni cuándo, pero ahora podía escuchar aquellos gemidos y su nombre en susurros, rogándole por más. Eso no estaba bien, no era así como le quería, no era la manera para estar con Hidan. Él deseaba que le quisiese tanto o más de lo que él lo amaba. A morir. Y no que dijera su nombre en medio del éxtasis, sino con amor.

Luego de aquella noche fueron donde Pein y Konan, el castaño lo presentó como un amigo, aunque Pein supiera que no era verdad, la chica le rogó tanto que lo dejara quedarse y el ruego silencioso en los ojos del mayor le hicieron acceder. Diciendo que tendría que comprobarles que era de confianza. Konan grito de felicidad, Kakuzo también, pero dentro de su mente.

Y aunque el peli naranja supiera que no era sano para Kakuzo, pensó que tal vez le ayudaría a sentirse un poco menos solo. Sin tomar en cuenta que el choque de personalidades les obligaría a tener que soportar un sinfín de peleas interminables, en la que ninguno de los dos ganaba, ni ganaría. Hasta que su pusieran de acuerdo en cuanto a sus sentimientos, porque el amor que Kakuzo le tenía a Hidan no era recíproco.

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Ahora tenía nuevos amigos, luego de aquella fiesta, de la que prefería no hablar ni recordar si quiera, había vuelto a ver a los jóvenes, y de nuevo en contra de lo que Pein pensara o supiera, accedió ante las insistencias de su novia.

Y gracias a sus nuevos amigos podría, intentar, olvidar al pelinegro, aunque con cualquier detalle, por más mínimo que fuera, este volviera a su mente. Porque sin intención, o con ella, sin desearlo, o deseándolo, tenía a Itachi incrustado hasta la médula ósea, y aún más, el amor que le tenía.

 

Notas finales:

Ok, ok, tal vez no fue el mejor capítulo que he hecho o que contiene el fic, pero, debo admitirlo y aunque lo diga yo misma, es de mis preferidos :3

A ver, un anuncio importante, los reviews estan contestados ya, y tratare de responderlos en la semana, ya que cierta persona me tira mucha carilla porque duro mucho para responderlos, entiéndase Yuari ¬¬ ¿Contenta? u.U

¿Qué creen? Me lastime mi tobillo u.U Es que le estaba haciendo a la de beisbolista y pues, ustedes saben, esas cosas pasan hehe, ¿no? :D

Y me corté el cabello, me vestí de negro, me puse mis Converse me miré y era rocker... a no, ¿verdad? Así no va xDD

Este, pues no se si tengo tarea, pero le estoy ayudando a un amigo con la suya :3 haha xDD

Bueno ya me iré a ver que tengo de tarea haha xD Si, siempre la hago hasta la noche, no se preocupen, es totalmente normal xDD

Cuídense mucho, buen inicio de semana... (sonido de disco rayándose) ¡esperen! Aun falta un anuncio más que dar hehe es para aquellos que siguen mi otro fic de Explosión de un corazón, saben de que pues ya se que me retrase con la actu, pero es que aun no está lista, ya le falta... poqui-muchi hehe xD espero poder publicarla esta semana, se los prometo que no pasa de esta semanuca hehe ñ.ñ Ahora si bye, cuídense, buena vibra, aliméntense sanamente, coman frutas y verduras, este y eso, si :) besos. Smuak´s.

 

 

misery_182


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