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Los Amantes Son Dementes por misery_182

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Notas del capitulo:

Hey you!

Auu, ya vamos en el capítulo 18 y hay una de cosa que necesito comunicarles pero que no creo que sea muy necesario saber xDD Pero al final se las comunico xDD

Ya pues, vámonos con el capítulo, disfrútenlo, sin más, ¡a leer!

 

Capítulo 18. No me olvidé de yo preguntar: ¿dónde vives y como te gustará?

Lo odiaba, odiaba eso, esto y aquello. Ese día había amanecido particularmente hermoso, el sol brillaba, el cielo estaba tan azul como sus propios ojos, ni una miserable nuble en kilómetros, además de que habían anunciado días soleados y ni una gota de lluvia en tres días, los pájaros cantaban tan felices que deseaba tener la habilidad de hacerlos explotar con tan solo una palabra.

Sin embargo, se puso de pie y con todo su enojo tomo una ducha, y se vistió para ir con sus amigos. Debía despedirse y no cometer la tontería que hizo con Itachi, irse a la mitad de la noche, que inteligente.

-¿En dónde está Hidan?- fue lo primero que pregunto al no verlo en el sofá que siempre peleaban por ocupar.

-No sabemos, hace días que no aparece por aquí, pensamos que tu sabrías donde se había metido...- respondió la chica, viéndolo con preocupación.

Esperen, ¿días? ¿Cuánto tiempo había dejado de ir a ver a sus amigos?

-Mejor así, no tengo que estar aguantando sus insultos,- respondió despreocupado el castaño -que es lo único que sabe decir- completó por lo bajo.

-Necesito verlo.

-¿Y para que nos llamaste con tanta urgencia?- hablo de nuevo la chica sentándose junto al peli naranja.

-Bueno...- dudó viendo al piso -es que me quiero despedir.

-¿Despedir? Ah ya, te irás a terminar tus obras para alguna galería importante o algo así, ¿no?- aseguró la misma.

-No, voy a regresar a Japón- los presentes se quedaron más que serios, sorprendidos, sin poder auricular palabra alguna.

-De-déjate de bromas.

-No bromeo, Kakuzu- trago grueso.

Los ojos de la chica brillaron en exceso. Pein sudó frío y sus manos comenzaron a temblar levemente. Kakuzu se quedó petrificado. Le habían tomado un cariño muy especial a aquel artista, por su forma de ser tan espontánea, por no decir explosiva, hacía que casi cualquier persona lo amara, (incluido Hidan, aunque no lo admitiera).

-Entonces... te vas- su voz tembló, y sus ojos se encontraban desorbitados, viendo aquí y allá.

-Hidan.

-Qué bueno que estás aquí- dijo la chica acercándosele.

-Sí, bueno, solo quería decirles que me iré a...

-¿Tú también?- el castaño arqueó una ceja. -Por fin, la paz volverá a esta casa- agradeció viendo al cielo.

-Cállate Kakuzu- regaño el peli naranja.

-Me iré con mi padre a Liverpool- explicó dolido -volveré luego de un tiempo.

-Hidan- susurro el rubio -yo también me iré- sus ojos se encontraron -a Japón.

-¿Cómo?

-Mi padre quiere que regrese... larga historia.

-¿Y cuándo te vas Dei?- esta vez la chica se acercó al nombrado.

-Este viernes.

-Pero, ¿y tú fiesta de cumpleaños?- comentó preocupada la misma.

-De todos modos yo no quería una, ¿recuerdas?- le sonrió despreocupado pero triste. -Pospónganla para cuando Hidan regrese de Liverpool- sonrió de medio lado viendo al peli plateado.

-O para cuando tú vengas a visitarnos- completó el aludido.

-Puedes apostarlo.

-Venga, chicos. No digan eso, me hacen sentir melancólico- pidió Pein, haciendo ademanes con las manos, restándole importancia al asunto.

-Eso quiere decir que nos vas a extrañar- se burló el de ojos morados.

-Ah, Pein, sweety- llamó la peli azul.

En la vida, jamás, se había sentido tan avergonzado. Pero lo dejó pasar, sus dos amigos, que por ser menores, había llegado a considerar como sus propios hermanos, los que nunca tuvo, pero siempre deseó.

Y ahora que estaban por irse, volvería aquel silencio y tranquilidad que había habido en la casa. No sería paz, como dijo Kakuzu, sino soledad.

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Aquel Uchiha se despertó sintiéndose una de las personas más dichosas en la tierra, porque lo era. Se sentó dejando su pecho descubrirse por las sábanas y volteo a su derecha, viendo como su compañero dormía aún, tan pacífico, tan hermoso. Acarició su mejilla y suspiro con una sonrisa en los labios.

Se volteó por completo solo para sentir el sol dar en su rostro, cerró los ojos y bajó la cabeza, queriendo auto-convencerse que había sido por eso y no por el mareo que estaba teniendo. Parpadeó un par de veces y elevó el rostro viendo por la ventana aquel gran árbol que daba una deliciosa sombra, escuchó distraído el canto de los pájaros y respiro hondo sintiendo aquel singular olor matutino inundar sus pulmones.

Se puso de pié y caminó hasta el cuarto de baño, se miró en el espejo, ¿era él o estaba más pálido que de costumbre? A sus ojos les faltaba algo de brillo y se le empezaban a formar unas ojeras, tenía los labios secos y partidos. Los años, se había burlado Hinata una vez. Pero él no era viejo, apenas había cruzado los veinte años. Un suspiro más y entro en la regadera.

Apenas y sintió el agua recorrer su cuerpo recordó lo que debía hacer aquel día. Ir con Minato a pedirle la mano de su hijo Naruto. Trago grueso, sus ojos se abrieron a mas no poder, se le secó la boca y su corazón comenzó a latir tan fuerte que sentía le daría un paro cardiaco.

-Buenos días- susurraron en su oído sintiendo luego como lo abrazaban por la espalda.

-Buenos días- correspondió acariciando sus brazos. Entre caricias, besos y roces "inesperados" terminaron de bañarse, bajando para desayunar juntos. Se sentaron a la mesa en silencio y de no ser por la radio encendida que emitía una suave música un tanto nostálgica la casa habría parecido un funeral, o peor, un panteón de noche. Tétrico.

-¿Te pasa algo?- el pelinegro lo miró extrañado -estas demasiado serio- completó. No es como si Sasuke fuera un hombre de muchas palabras, pero siempre tenían un tema de conversación durante las comidas.

-No es nada- susurro. ¿Acaso tenía miedo? A decir verdad siempre había tenido miedo del Namikaze, pero no como para cambiar su forma de ser, ¿o sí? Tal vez se sentía un poco incómodo por su apariencia, no es como si fuera todo un ególatra que cuida su físico y dura horas para arreglarse antes de salir a casi cualquier parte... muy bien, si, lo era, ¿y qué? Pero no se refería a eso, sino al mareo que sintió esa mañana, o los que había estado sintiendo, a los tremendos dolores de cabeza que sentía de un tiempo para acá, a su palidez y a las veces que sentía un zumbido inaguantable en los oídos.

¿Se estaría enfermando acaso? Aunque siempre hubiese gozado de salud, a diferencia de su hermano, y tuviera una buena alimentación y todo eso que recomiendan para estar "fuerte y sano", existían las posibilidades de que enfermara, la pregunta importante era ¿de qué?

-Sino pruebas bocado significa que algo anda mal- dijo Naruto serio, tomado su taza de café. Sasuke elevó la cabeza junto con la mirada para ver su expresión. -Recuerda que hoy debemos de ir con mis padres para poner fecha a la ceremonia de compromiso- le dijo dando un sorbo de aquel líquido obscuro y amargo.

-¿T-tan pronto?- tartamudeó intentando ocultarlo.

-Sasuke- regañó.

-Es que...

-No me digas que te estás arrepintiendo de casarte conmigo- aseguro más que preguntar, con una expresión de terror y tristeza en el rostro.

-No- se apresuró a decir -por supuesto que no- confirmó -es solo que... no, nada.

Naruto suspiró y luego el Uchiha, se suponía que debían de estar más que felices porque pronto estarían felizmente casados, pero parecía que en lugar de eso, se habían echado una maldición, ¿cómo les pasaba esto a ellos justamente?

Cualquiera diría que eran la pareja perfecta, aunque detrás de esa perfección hubiera incontables peleas y discusiones que trataban de mantener dentro de su casa, no es que les gustara mentir a los demás, pero la mayoría de las veces eran tonterías como esa, o los celos descomunales del azabache, por eso, solo una vez habían dejado estar juntos, incluso de hablarse. La vez en que Sasuke se accidentó.

-Bien, llámalos y diles que iremos apenas salgas de la facultad- le pidió tranquilo, viendo su plato lleno aún.

-Sasuke- pronunció con amor, se puso de pie y le besó la mejilla saliendo de la cocina. -Ni pienses que te irás sin desayunar- dijo luego tomando las llaves de su auto. El azabache rió por lo bajo y revolvió los alimentos.

Naruto podía preocuparse demasiado por él, no le molestaba, al contrario, le hacía gracia el que alguien tan cambiante e hiperactivo se preocupara tanto por él, cuando ni siquiera se preocupaba tanto por él mismo.

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Dispuesto y seguro cruzó las puertas de aquel enorme edificio gris. Saludó a la recepcionista fríamente y subió al elevador completamente solo. Pareciera que un aura asesina lo rodeaba y que, instintivamente, alejaba a las personas a su alrededor.

Cuando bajó del elevador ocurrió lo mismo, las personas no osaban si quiera a posar su vista en aquel joven, menos en sus ojos, como si temieran que los asesinara con tan solo una mirada. Saludó a la secretaria de igual manera que a la mujer de antes y entró a la oficina de su padre, al encontrarla vacía dirigió su vista a la joven mujer, de nuevo.

-¿Dónde está mi padre?

-E-Esta en una junta...- tartamudeó indecisa -pero no puede pasar- alcanzó a decir antes de que pudiera abrir la puerta. Pese a eso el muchacho entró azotándola, llamando la atención de todos los presentes en aquella sala.

-Padre, tengo que hablar contigo- lo llamó entrando, con la joven secretaria tras él.

-Lo siento señor, no pude detenerlo...- se disculpaba avergonzada.

-Estoy ocupado...- ignoró a la mujer y pretendió prestar atención a sus socios.

-Ahora- sentenció viéndolo con determinación.

-Sin duda tu hijo será un excelente heredero y dueño de tu compañía, Fugaku- comentó uno de esos hombres.

-Discúlpenme un segundo- se puso de pie y entro a su oficina, seguido por su primogénito. -¿Qué quieres?- habló tosco y notablemente molesto.

-No me haré cargo.

-No es algo que puedas decidir tú, sino yo.

-Entonces...- vaciló.

-¿Entonces qué?- no deseaba negociar con su propio hijo, porque, tanto Itachi como Sasuke, no habían sido educados bajo una democracia, sino una dictadura, y él era el dictador a cargo de ella. Sostuvieron la mirada por largo rato.

-Entonces no me obligues a casarme con nadie- completó, sin deseos ni necesidad de negociar absolutamente nada. Si su padre lo obligaba a casarse, la compañía quedaría a la deriva, si lo obligaba a hacerse cargo de ella, los Sabaku tendrían que buscar otro prometido para el menor de su herederos. Así de simple, así de sencillo.

-Ya no importa de todos modos- rió por lo bajo dando un calada al cigarro que acababa de encender hacía cuestión de segundos.

-¿Qué?- Itachi lo miró confundido. ¿Acaso Sai y Gaara habían dado a relucir su relación? Eso era tan poco probable como que Deidara fuera a regresar de Londres, casi ríe por su pensamiento.

-El idiota de tu primo lo ha secuestrado- hablo como restándole importancia -desapareció hace como una semana, sino es porque Sasuke va a buscarlo a su departamento ni nos enteramos que se largó con el Sabaku- explicó rápidamente.

-Ya veo- susurró. -Entonces adiós- se dirigió a la puerta.

-Disfrútalo mientras puedas- se dijo a sí mismo cuando el menor salía del lugar, sin evitar que este escuchara -luego de lo que me has hecho pasar, sentirás lo que es el infierno en vida- dio otra calada y apagó el cigarrillo.

Ambos podían jugar, pero solo uno saldría vencedor. Fugaku sabía que Itachi no tenía posibilidades, estaba en desventaja, el solo hecho de enfrentarse a su padre era una de las tantas que podía mencionar. Itachi sabía eso, pero no se dejaría amedrentar por el mayor, sabía también, de lo que su padre era capaz por conseguir sus objetivos y no se tentaría el corazón si tenía que utilizarlos con sus propios hijos, así era él, así era Fugaku Uchiha.

Pero no por nada existe el dicho, de tal palo, tal astilla. Itachi tenía sus trucos bajo la manga. Y si ninguno de ellos funcionaba optaría por lo sano. Largarse de la ciudad con Deidara, igual que habían hecho su primo con Gaara.

Así debía de ser. Esa era la solución a la mayoría, por no decir todos, sus problemas.

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Un auto, solo eso se necesitaba en aquel momento.

Un camino desolado, uno en el que nadie pudiera decirles absolutamente nada sobre lo que pudieran hacer en el asiento trasero de ese auto.

Una noche, la primera fuera de casa, aunque no por eso sería la última ni la única.

Y dos personas que sentían la plena necesidad de estar juntas, de entregarse la una a la otra, de expresarse ese amor y que no necesariamente tenía que ser con palabras.

Una combinación perfecta según aquellas dos personas. Las dos más cambiantes, las dos personas más diferentes entre sí. Dos que no creían en el destino precisamente, pero algo o alguien, había hecho que se conocieran en algún momento de lo que suelen llamar, el camino de la vida, el largo, y nada sencillo al parecer de ellos y muchas otras personas, camino de la vida.

No es que no les gustara el rumbo que estuviera tomando su vida, pero hubiera podido ser más fácil, ¿no?

Sai no sabía lo sensible que podía ser una persona, en especial una persona como Gaara. Nunca había necesitado saberlo. Con su antigua pareja, la única que considero como una relación en realidad, no era necesario saberlo debido al carácter de ambos. Y con las demás personas que pasaban una, tal vez dos, veces por su cama tampoco, sería innecesario preocuparse por alguien que no volverás a ver en la vida.

Pero Gaara era diferente. Gaara era Gaara y punto. Un chico por demás bipolar, sin intención de ofender. Pero, demonios, su estado de ánimo cambiaba tantas veces en un día como solían cambiar de parecer su profesores en l secundaria. ¿Cómo se supone que debería de lidiar con una persona así, cuando él era por demás estable?

Y eso era lo que lo hacía especial, eso y su forma de besar y su forma de hacer... el punto es que eran la pareja más dispareja de la tierra. Empezando con Gaara y terminando con Sai.

Este último se disponía a dormir, pacíficamente, como no lo había hecho en días. Deseaba abrazar al pelirrojo y dormir el resto de la noche. Y lo hubiera logrado de no ser que lo notó raro, tenía dos opciones: ignorarlo y dormir como quería, o bien, preguntarle que le ocurría y, en el peor de los casos, desvelarse toda la noche escuchando una sarta de cosas sin importancia, para él por supuesto, pero muy, muy, importantes para el otro.

-Gaara... ¿estás bien?- eligió la última opción. Era su novio y debía de mostrar, por lo menos, un poquito de interés en él y sus problemas, ¿no?

-S-si- respondió en un susurro, sin poder ocultar su tono de voz quebrado y triste. Sai lo tomó por el hombro y lo giró para verle el rostro lleno de lágrimas, quedándose con la boca abierta. En ningún momento creyó posible el ver a aquel muchacho tan hundido en una miseria que, estaba seguro, era su culpa.

-Perdón...- lo abrazó -jamás debí pedirte que vinieras conmigo... esto es lo que yo quiero, no tú- se excusó intentando retener el llanto. No debía llorar frente a él, solo lograría hacerlo sentir peor.

-S-Sai...- intentó calmarlo. A fin de cuentas, él solo extrañaría a sus hermanos, aunque en el mejor de los casos, serían como unas vacaciones de ellos mismos. Su hermana dejaría de fastidiarlo con un montón de cosas que no le van. Y su hermano, de igual manera, dejaría de inventar cosas que en la vida ocurrieron ni ocurrirán.

-Perdóname.

-No te disculpes, te vez como un idiota- intentó cambiar el tema, ahora que lo pensaba, ya no le podía tanto el dejar su hogar.

-Mira que tratarme de ese modo no cualquiera- y en un parpadeó su estado de ánimo cambió, como si hubiese estado fingiendo aquello. Y decía que el cambiante era él, ¿eh?

-¿Entonces cómo? Eres idiota en verdad- volvió a burlarse haciendo que sonriera, como pocas veces lo hacía, sinceramente.

-Deja de llamarme así, me lo tomaré enserio si sigues- pidió medio en serio medio en broma.

-El cielo está hermoso hoy, ¿no crees?- volteó la cabeza hacia atrás, asomando la vista por la ventana medio empañada por sus respiraciones.

Sai no dijo nada. Ni diría nada más por esa noche. Había sido demasiadas emociones por un día, creía.

Tomó una manta y cubrió sus cuerpos desnudos, aun siendo el mes de abril con el verano en puerta, era una noche fresca y no deseaba enfermarse o que el menor enfermara por su culpa. Abrazó melosamente al de ojos verdes y se dedicó a escuchar su corazón latir en su pecho y su respiración acompazada.

 

Notas finales:

Ahora si, ¿Qué creen? Les tengo dos noticias, una buena y una mala, ¿Cuál quieren primero? -La buena- De acuerdo, la buena es que ya vamos llegando al review 100 :O bueno, faltan algunos, pero ya vamos llegando al número de tres cifras OwO Y quiero que sepan que es muy importante para mí, todo lo que han estado haciendo, el tiempo que se toman en leerme y dejar un lindo review, es inspirador, en serio sniff :'( xDD

-¿Y la mala?- La mala es que como se habrán dado cuenta, tenía los capítulo escritos ya, pero este es el último, es decir que de ahora en adelante empezare a escribir cada capítulo con forme lo vaya subiendo, o sea, si ¿quedó claro? Perfecto xDD Pero la verdadera noticia mala es que no tengo el capítulo 19 escrito xDD puum... (sonido de arma disparándose contra la cabeza de misery xD) Pero no se preocupen, en este mismo instante me pongo a escribirlo para tenerlo listo cuanto antes ñ.ñ

Bien, como ya terminé exámenes tendré algo de tiempo libre de hoy en delante hasta quien sabe cuando xD Me fugo, cuídense, besos. Smuak´s.

 

 

misery_182


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