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Los Amantes Son Dementes por misery_182

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Notas del capitulo:

Hey you! OMFG! Ya es sábado 12 de noviembre :O Hace frío, es de noche y sí, ya tengo listo el capítulo 19 de este fic del que tanta ilusión tenía por subir, lo subí y ahora, ustedes mis adorados lectores me hacen súper feliz por tomarse el tiempo de leerme y esperarme estas largas... ¿cinco o seis semanas? Fue mucho tiempo, lo se, pero aquí estamos de nuevo :D

Ahora les digo que es uno de los capítulos más largos que he hecho, alcancé las doce páginas de word (Y), así que espero que sea de su agrado, al final un anuncio importante, pero por lo pronto disfrútenlo y sin más ¡a leer se ha dicho! ¡Yeahp!

 

Capítulo 19. La fantasía duraría y no tendría fin

Por fin, esto era lo que querían, estar juntos sin importarles nada en absoluto, solo ellos mismos, como si no existiera un mundo fuera de ese apartamento.

Y aunque se pudiera observar toda una ciudad desde aquel balcón en lo alto de ese edificio, sabía que su verdadero mundo estaba ahí dentro, todos sus sueños y su amor se reducían a una sola palabra.

Gaara.

-¿Qué haces? Cuelga ya- pidió abrazándolo por la espalda, recargando la cabeza en su espalda para transmitirle un poco de su calor corporal, y aunque sus manos casi siempre estuvieran frías, encontraba la forma de calentarse entre sus brazos cada noche.

-Es él- continuó hablando, acariciándole las manos, que estaban sobre su pecho, -que se lo dije, y ahora está conmigo- sonrió feliz, aun sintiendo al pelirrojo detrás de él. -Gracias- rió algo nervioso -Dei, tengo que irme- se disculpó algo apenado -tenemos cosas que hacer- informó, volteando a ver al oji verde, que ya se encontraba frente a él. -Algo así- se rió -como unas vacaciones permanentes- seguía mirando sus hermosos y verdes ojos, grandes como la luna que los iluminaba en ese momento.

-Si no cuelgas ahora me voy a enojar, y no me quieres ver enojado, ¿verdad?- advirtió en un susurro.

-Hasta pronto Deidara- se despidió cerrando el celular lo más rápido que pudo para cortar la comunicación. -¿Qué me decías?- lo cargó al estilo nupcial, haciendo que se riera burlonamente. Era tan sencillo tener a sus pies a ese chico, que solo bastaba con ponerse él mismo a los pies del pelinegro.

-Nada- volvió a reír dejándose hacer por el chico.

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Trataba de auto convencerse de que era lo mejor. Además ya había tomado la decisión, no se podía echar para atrás, solo conseguiría más malas ideas por parte de... Sacudió fuertemente la cabeza, intentando alejar aquellos pensamientos, o más bien, a cierta persona de ellos.

-¿Estás listo, hijo?- escuchó la voz de su padre desde la puerta de la habitación, sonriéndole amablemente.

-S-si- tartamudeó -ya casi, voy enseguida- dijo devolviendo la sonrisa, claramente fingida. Se volteó de nuevo dándole la espalda, a lo que el mayor se retiró. El peli plateado se quedó mirando la maleta con sus cosas dentro durante un largo rato. Sus padres nunca lo había tratado de la mejor manera, pero Kakuzu tampoco lo había hecho, frunció ligeramente el ceño, ¿por qué se acordaba de él? ¿Por qué recordaba la forma en la que lo había tratado? No es como si hubiese tomado esa decisión de irse a estudiar leyes a Liverpool, igual que su padre, solo por él, es decir, por alejarse de él, ¿o sí?

Escuchó la puerta abrirse de nuevo, sacándolo de sus pensamientos, se dio cuenta que una lágrima amenazaba con salir de sus ojos, intentó limpiarla disimuladamente.

-Ya estoy listo, bajo en un minuto- se giró para sonreírle a su acompañante, quien creía era su padre, pero de que él lo creyera a que fuera verdad había un gran paso. Sus ojos se abrieron a más no poder, se le secaron los labios y el corazón se le detuvo por unos segundos, no sabía si llorar, sonreír o gritarle que se largara.

-Hola Hidan- lo saludó sonriéndole de medio lado, recargado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados a la altura del pecho y la pose despreocupada.

No era posible que estuviera allí, de todas las personas en el mundo, justo él, de quien menos lo había esperado, Konan, o Pein incluso, pero ¿él? ¿Kakuzu?

-¿Qué haces aquí?- cuestionó tosco, dándole la espalda para continuar guardando sus cosas.

-¿Qué clase de saludo es ese para un amigo que viene a visitarte?- negó levemente con la cabeza.

-Yo nunca te he considerado mi amigo- dijo tratando de ignorarlo -y tú nunca vienes a visitarme- agregó irónico.

-Eso es porque no sales de nuestra casa...- devolvió el comentario, si seguían así terminarían peleando -escucha- lo calló antes de que dijera algo más - no vine a pelear contigo, solo quiero hablar...

-¿Hablar? No tenemos nada de qué hablar- dijo sintiéndose uno de esos personajes de telenovelas que solo se dedican a sufrir.

-Bien, no hablemos, pero tendrás que escuchar lo que tengo que decirte- ordenó tomándolo del brazo para poder mirarlo a los ojos, y luego empujarlo sobre la cama.

-¿Qué mierd...- no le dio tiempo de insultarlo un poco más, que estaba siendo besado justamente por la persona que más mal le caía de las pocas que había llegado a conocer, pero también por quien le había ayudado aquella fría tarde, porque lo recordaba, y aunque nunca se lo hubiera dicho, se lo agradecía.

-Hidan escúchame- le pidió al separarse de él, dándose cuenta de la posición en la que habían terminado. El de ojos lilas completamente recostado en el colchón, con Kakuzo encima, bastante comprometedor.

-No quiero- se negó sin moverse ni un centímetro, el castaño se sorprendió, e intentó ponerse de pie. -No quiero escucharte, quiero que me vuelvas a besar, que me vuelvas a hacer el amor como aquella vez- pidió deteniéndolo por un brazo.

-No puedo...- poder y querer, había una gran diferencia en esas dos palabras, pero Hidan aún no lograba comprenderla.

-¿Por qué?- se incorporó un poco, solo lo suficiente para sentir su respiración chocar contra su rostro.

-Porque no quiero estar así contigo, demonios- se separó bruscamente, alzando la voz, el peli plateado lo miró sin comprender - ¿no te has dado cuenta todavía?- habló más tranquilo, el menor solo negó suavemente -la vez que te ayude, cuando estabas bajo la lluvia,- especificó -me preguntaste porque lo había hecho y no te respondí,- hizo el ademán de hablar pero Kakuzu no lo dejó -no te respondí porque no me sentía listo, dejé el tiempo pasar esperando que te dieras cuenta, pero luego yo me di cuenta de que nunca te llegué a agradar ni un poco, por eso preferí llevarme el secreto a la tumba...- soltó una risita débil, observaba por la ventana, dándole la espalda -solo quiero que sepas que te ayudé porque me gustas desde hace mucho tiempo, es más, estoy enamorado de ti, completamente...- terminó de hablar.

-¿Eso es lo que me ibas a decir?- preguntó sin saber muy bien porqué, Kakuzu lo miró ofendido.

-¿Acaso no entiendes? No quiero que te vayas, quiero estar contigo, quiero hacerte el amor, pero sabiendo que tú me amas como yo a ti, no porque me lo pidas de buenas a primeras- dijo mirándolo de mala manera.

Más Hidan no dijo nada, ¿qué le podía decir? ¿Qué siempre pensó que Kakuzu era quien lo odiaba? ¿Qué el mundo da de lo que recibe? Si Kakuzu se mostraba frío y distante con él, Hidan haría lo mismo, pero ¿para qué hacer las cosas a medias? Si iba a ignorarlo lo haría bien, haciéndolo desear jamás haberlo ayudado en la vida.

Y ahora estaba haciendo eso, ignorándolo y dejándolo como lo habían dejado a él una vez. Sin bien Kakuzu no tenía la culpa, pero él había podido ayudarle si hubiese querido, y como no quiso hacerlo como es debido, ahí estaban las consecuencias.

Extraña forma de pensar, sí, pero esa era su forma de pensar y ver las cosas. Y aún con todo eso, Kakuzu lo seguiría amando.

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De nuevo aquella voz, le recordaba el día que había dejado Japón, la diferencia es que ahora dejaba Inglaterra y volvía a casa, por fin, luego de seis largos meses volvería a ver a sus padres, a su hermano y su novio, y sobre todo a Itachi. Tragó grueso intentando alejarlo de su mente, solo porque dentro de unas horas lo tendría frente a él.

...

Abrió los ojos sintiéndose un tanto extraño, como si hubiese estado durmiendo por... mucho tiempo, días, meses quizá. No reconoció la habitación, un segundo antes de que la sola idea de ponerse en pie cruzara por su mente, siquiera, la puerta frente a la cama se abrió, dejando ver a un joven pelinegro y moreno, que reconoció de inmediato.

-¿Ita-Itachi?- susurró como pudo, tratando de que no se le olvidara respirar también.

-Dei, cariño...- susurró melosamente, ladeando la cabeza, dedicándole una dulce sonrisa -por fin despertaste, me estaba preocupando- dijo caminando hacia él. ¿Acaso estaba escuchando bien? ¿Ese era Itachi preocupándose, sonriéndole y diciéndole cariño a él?

-¿Preocupando?- habló con dificultad, intentando incorporarse. El Uchiha estaba sentado a un lado de la cama, viéndolo curioso.

-Si- se rió un poco acariciándole unos cabellos -es más de medio día- le mostró su muñeca con su reloj para que lo comprobara por él mismo, el rubio lo miró con desconfianza y luego tomó su mano para acercarla a su rostro y, efectivamente, eran casi las 3 de la tarde. Pero...

-¿... cómo?- susurró para sí.

-¿Cómo? ¿Acaso no lo sabes?- preguntó el moreno. Deidara lo miró pidiéndola una explicación coherente -esto es un sueño, necesitas despertar...- dijo haciendo que su vista se tornara borrosa, y luego obscuridad total.

...

-Joven- una azafata lo llamaba, tomándolo del brazo y sacudiéndolo suavemente -joven, debo pedirle que se abroche el cinturón de seguridad, estamos a punto de aterrizar- le sonreía amablemente, más el otro solo atinó a asentir torpemente y a acatar la orden.

Se talló los ojos queriendo desperezarse y se echó el fleco para atrás con una mano, parpadeó fuertemente un par de veces, para asomarse por la ventanilla y darse cuenta de que lo que le había dicho la mujer era verdad, estaban sobrevolando Japón. Una débil risita se le escapó de los labios, pronto estaría con Itachi, y no precisamente en un sueño, pero esta vez, para siempre, sin importarle nada ni nadie.

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Por fin, ahí estaban, en aquella sala elegantemente decorada, dando sorbos a su tasa de café más por los nervios que por querer disfrutar de su contenido. Viendo a aquel rubio sentado frente a él, escuchando a su hijo y segundos después de que este se quedara callado, a él mismo.

Las cosas estaban saliendo mejor de lo que pensó, es decir, no había estado tan mal, ¿o sí?

-¿Casarse?- frunció el ceño el mayor.

-¡Casarse!- exclamó la pelirroja sonriente -¡Pero que felicidad, hijo!- lo abrazó fuertemente, sonriendo de oreja a oreja, como si se le fuera la vida en el acto.

-¿Verdad que sí, mamá?- preguntaba el ojiazul menor a la mujer.

-¿No creen que son algo jóvenes para casarse?- preguntó Minato, un tanto molesto.

-Señor- habló el joven Uchiha -con todo el respeto que se merece, le puedo decir que amo a Naruto, y sin importar que tan jóvenes o viejos seamos lo seguiré amando, le daré el respeto que se merece y sabré cuidarlo como ustedes lo han hecho...- habló serio, tratando de persuadir, o convencer, al hombre sentado frente a él. Naruto y su madre detuvieron los festejos para escucharlo.

-Sasuke, es lo más lindo que has dicho en mucho tiempo- bromeó su pareja, abrazándolo por el cuello, dándole un beso en la mejilla, sacándole una ligera sonrisa de medio lado, algo arrogante, pero completamente sincera.

-Minato- llamó la mujer, viéndolo compasiva.

-No me mires así- pidió bajando la mirada, manteniendo los dedos entrelazados, y las manos al frente de su rostro, con los codos recargados en las rodillas, dándole un aire terriblemente amenazador.

-Papá- esta vez fue Naruto quien habló, e igual que su madre, lo miró con ojos de cordero a medio degollar, Minato conocía esa mirada, y sobra decir que Sasuke también, es una de esas a las que no se les puede dar un no por respuesta.

Lanzó un suspiró al aire, cerró los ojos y se masajeó el tabique con desgano.

-Eres un hombre responsable Sasuke- habló luego de unos segundos interminables de silencio -y confió en que cumplirás con lo que ahora me estás diciendo- sonrió un poco, mirando fijamente los pozos oscuros de su yerno.

-Puede apostar que así será- sonrió de medio lado, mientras que Naruto se abrazaba más al Uchiha al igual que Kushina de su esposo, regalándole un beso cariñoso en la mejilla.

-Estupendo, entonces tendremos la ceremonia aquí mismo- señaló la mujer poniéndose de pie, los tres hombres la miraron perplejos -¿qué esperan? Fijen la fecha y empiecen a llamar a la familia- les sonreía amablemente. La madre de Naruto a veces podía ser un poquito entusiasta.

-Pero antes habrá que ir por Deidara al aeropuerto- habló su esposo, serio.

-¿Deidara?- Naruto lo miró exigiendo una explicación, borrando su sonrisa, dejando de abrazar al pelinegro. - ¿Lo hiciste regresar?- preguntó molesto.

-Es lo que querías, ¿no?- cuestionó encarándolo, Naruto negó con la cabeza viéndolo con desaprobación.

-No, quiero que lo dejes en paz, que lo dejes estudiar lo que le gusta, estar donde él quiera y con quien quiera, trabajar donde le dé gana, no obligándolo a que se haga cargo de la compañía...- dijo mirándolo como una fiera.

-Eres igual que tu madre- suspiró el rubio mayor, bajando la cabeza, resignado. Los dos más jóvenes se pusieron de pie, para retirarse de la vivienda.

-¿Por qué siempre tienes que arruinar toda nuestra felicidad?- le preguntó hiriéndolo, dando media vuelta para irse.

-Con permiso- alcanzó a musitar el azabache, pidiéndole una disculpa a sus suegros con la mirada.

-Naruto- lo llamó su padre antes de que atravesara la puerta -si tantas ganas tienes de que tu hermano sea feliz, entonces hazte cargo de la compañía tú- le dijo al ponerse de pie para alcanzar a verlo. El rubio menor solo salió de la casa sin poder azotar la puerta porque su prometido venía detrás de él.

-Naruto, tranquilízate por favor- le pidió Sasuke, corriendo para alcanzarlo, tomándolo de un brazo para poder verlo a la cara.

-¿Cómo quieres que me tranquilice?- habló al borde de las lágrimas. -Sasuke- susurró dejando que las lágrimas fluyeran libremente por su rostro, sintiendo aquel reconfortante abrazo a cuenta de su novio.

-Shh, tranquilo- susurró, mientras le frotaba la espalda con una mano y acariciaba su cabello con la otra, depositando besos sobre su cabeza.

-Vamos a casa, por favor- pidió alejándose de él para verlo a los ojos.

-Lo que quieras- le besó la frente y le abrió la puerta del copiloto de su lujoso auto, para dirigirse al lado opuesto y arrancar en dirección a su apartamento.

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-Minato- llamó la madre del rubio, viendo el auto alejarse, desde dentro de la casa, levantando disimuladamente la cortina de una de las ventanas de la sala.

-No lo digas...- la calló arrepentido -ya lo sé- se puso de pie y se retiró a su estudio. La mujer suspiró largamente, siempre era difícil estar en su lugar, cuando algo pasaba no sabía exactamente a quien apoyar. Porque, aceptémoslo, tener a tres apuestos hombres, que además eran los que más amaba en todo el mundo, con opiniones casi completamente diferentes, cada uno con sus argumentos bastante convincentes, dentro de un mismo techo era complicado, y el que ahora estuvieran viviendo en lugares diferentes no lo mejoraba en lo más mínimo.

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Ahora que ya estaba aterrizando parecía que el tiempo iba más despacio, como si de pronto se detuviera para hacerle la vida aún más miserable de lo que sabía ya era, o sería.

Esperó su equipaje pacientemente, sin voltear si quiera a ver si alguien se había preocupado por ir a recogerlo para llevarlo hasta su casa, ¿qué más daba? Podía tomar un taxi de todas formas.

Agarró la maleta con desgano y se dirigió a la salida más cercana, deseando no perderse o encontrarse con alguien indeseado, no quiso si quiera imaginar quien sería esa persona indeseada. De un momento algo se le dio por levantar la vista del suelo, de los pies de alguien que creía conocer, para ser más específico.

-¡Naruto!- exclamó sorprendido -no sabía que tu vendrías a recogerme- expresó dándole un cálido abrazo.

-Si...- rió nervioso -quería darte la bienvenida hermano- sonrió solo como él sabía hacerlo -vaya haz cambiado- dijo notando lo cambiado que estaba, y lo bien que le sentaba, sobretodo.

-Si...- rió un poco avergonzado, tallándose la nuca con una mano, sosteniendo su maleta con la otra. Ambos tenían un algo que solo lograba encantar un poco más a cada uno de sus enamorados.

-Pero vámonos ya, mis padres te esperan en casa para comer... ya sabes cómo es mamá- agregó divertido, tomando su otra maleta para ayudarle a llegar hasta su auto.

Subieron a este en silencio para segundos después arrancar con dirección a su hogar, o más bien, el de Deidara. El mayor no pudo evitar fijarse como algo, algo nuevo, brillaba en uno de los dedos de Naruto, cosa que llamó su atención, tanto, que tuvo que tomar su mano para examinar más de cerca el objeto.

-¿Y esto?- señaló volteando verlo, y a su sonrojo -¿no me digas que...?- el menor asintió -¿de verdad? ¿Sasuke por fin se atrevió a pedirte matrimonio?- decía asombrado, dejando a la vista su perfecta sonrisa.

-Si- se sonrió feliz, mirando su anillo de compromiso, Dios, hasta pensarlo le sonaba extraño. Es que, estaba comprometido, ¡comprometido! ¡Con Sasuke!

-¡Dios mío! ¡Felicidades!- lo jaló de cuello para abrazarlo fuertemente -es estupendo, muchísimas felicidades- le sonreía acariciándole la nuca, y sin soltar su mano. -Cuéntame- pidió -¿qué más pasó en estos seis meses que me fui, ah?- preguntó acomodándose en su asiento de copiloto.

-Bueno, la última noticia que está en boca de todos es que Itachi, el hermano de Sasuke, ¿lo recuerdas?- preguntó volteando verlo, tenía los ojos abiertos como platos, la boca a medio cerrar, su garganta se secó y el aire batallaba para llegar hasta sus pulmones, hasta creyó que su corazón se había detenido por unos segundos. -¿Dei?- lo llamó preocupado, moviéndolo por el brazo.

-Si- atendió -¿qué pasa con él?- tartamudeó.

-¿Seguro que estás bien?- el mayor solo asintió -bueno, como digas- dijo desconfiado -ah, te decía  que se canceló su matrimonio con el Sabaku, mph...- pensó -¿cuál era su nombre? El del menor de los Sabaku, ¿te acuerdas? El pelirrojo...

-Gaara- susurró, por supuesto que se acordaba de ese pelirrojo que intentó competir con él por el Uchiha, y luego recordó a Sai.

-¡Si, él!- asintió eufórico -bueno, él, según me dijo Sasuke, lo dejó o se escapó o Sai se lo robó o no sé que cosa- decía sin interés.

-¿Sai? ¿Estás hablando del Sai que conozco?- interrumpió asombrado.

-¿Eh? Ah, sí, el chico con el que te ibas a casar, primo de Sasuke e Itachi, ese mismo- aclaró deteniéndose en un semáforo en rojo. -Me dijo que se habían ido de la ciudad hace un par de días...- dijo revolviendo sus cosas en busca de algo.

-Exactamente, ¿cuántos días?- preguntó preocupado, recordando una conversación telefónica que había tenido con el pelinegro, centro de su conversación.

-Pues, no lo sé- pensó -poco más de una semana, creo, no lo recuerdo, ¿por qué?- preguntó viéndolo para esperar su respuesta.

FLASH BACK

-¿Diga?- respondió el teléfono sin ganas y sin querer disimularlo a su interlocutor.

-¿Deidara? Soy Sai- escuchó la voz conocida de ese pelinegro, sintiendo como algo de energía llegaba a su cuerpo y hasta su boca, queriendo empezar a hablar.

-¿Sai? Hola- lo saludó -¿cómo has estado?- se sonrió.

-Hola- el pelinegro rió un poco -solo quería saludarte y decirte que...- Deidara prestaba atención total a su amigo.

-¿Qué haces?-escuchó la voz de un tercero del otro lado de la línea -cuelga ya- el rubio abrió los ojos, sorprendido.

-¿Con quién estas ahora, ah?- sugirió pícaro -pensé que le dirías a Gaara todo eso de que te gustaba y no se cuanta cosa...

-Es él- interrumpió dejándolo con la boca abierta.

-¿Qué?- atinó a responder.

-Que se lo dije, y ahora está conmigo- Deidara imaginó una sonrisa dibujada en el rostro serio y blanco del azabache. Mientras en el suyo solo había una mueca entristecida.

-Me alegro por ti... por ustedes- se corrigió rápidamente, manteniendo la vista clavada en la sobrecama.

-Gracias- volvió a reír algo nervioso -Dei, tengo que irme- se disculpó algo apenado -tenemos cosas que hacer- informó.

-¿Están de vacaciones o acaso en su luna de miel?- picó un poco más tranquilo.

-Algo así- se rió -como unas vacaciones permanentes- Deidara frunció el ceño más confundido que antes. Y quiso preguntar a qué se refería pero tardó demasiado en reaccionar. -Hasta pronto Deidara- se despidió dando por terminada la conversación.

-Adiós- sonrió una vez más, y al levantar la vista y posarla sobre su reflejo en el espejo pensó que necesitaba un cambio de imagen. Se sonrió de medio lado y se puso de pie. Tenía que hablar muy seriamente con su amiga Konan.

Y aunque algo le dijera que no sería la mejor idea de su vida, era buena, y apostaba a que haría enfadar a su abuela, y eso sí que le encantaba.

END FLASH BACK

-Dei- lo llamó preocupado ante su mudez. -Dei- lo sacudió un poco para hacerlo reaccionar.

-¿Sí?- parpadeó un par de veces saliendo de su ensoñación.

-Te pregunté qué... ah, olvídalo- volvió la vista al frente para arrancar de nuevo.

El camino que restaba transcurrió en silencio, sin ningún otro tema que incomodara al rubio mayor, ya habían sido demasiadas emociones, más bien sorpresas, por un día, ¡su primer día en Japón luego de seis meses! Podía sonar algo exagerado, pero así se sentía.

Se detuvieron frente a la gran casona en la que se habían criado ambos para luego bajar casi al mismo tiempo, el menor solo para ayudarle con sus cosas, mientras que Deidara se dedicó un segundo a observar su... ¿nuevo? hogar... ya no tenía idea de en donde estaba su verdadera familia.

Caminó un par de pasos, después de haber tomado su maleta, percatándose de que el otro no se movió de su sitio.

-¿Tu no vienes?- pregunto contrariado dando la vuelta para verlo.

-No- respondió volteando la cabeza -tengo cosas que hacer- mintió -además Sasuke me está esperando- dijo como disculpándose.

-Claro, que gusto verte hermanito- le revolvió los cabellos con una mano y sosteniendo su maleta con la otra -que te vaya bien, adiós- se despidió viéndolo subir al auto.

Dio un suspiro feliz por su hermano y luego dio media vuelta para entrar a su casa, y un suspiró más salió de su boca reflexionando sobre lo que su padre le diría, otra vez, algo como que se hiciera cargo de la compañía, y él como siempre se negaría, comenzaría una pelea y su madre, tan bondadosa como siempre, intervendría para detenerlos. A veces no entendía cómo podía seguir sonriendo después de todo lo que tenía que soportar con su padre, Naruto y él.

Tocó el timbre sonriéndose de medio lado, podría apostar a que se llevarían una gran sorpresa. Escuchó que alguien abría la puerta.

-¡Deidara!- exclamó su madre, jalándolo para abrazarlo y besarlo -mi niño, por fin regresaste, te extrañé tanto, ¿nos extrañaste?

-Hola mamá, este, sí, mucho- respondió atropelladamente.

-Pero pasa, no te quedes ahí- lo jaló dentro de la casa -Minato- grito a su esposo -tu hijo acaba de llegar, ven a que le ayudes con el equipaje- el rubio menor rió.

-Rayos mujer,- se quejaba el recién llamado -¿cómo que mi hijo...?- abrió los ojos desmesuradamente, quedándose parado bajo el marco de la puerta de la cocina, observando los ojos azules de su hijo, precisamente.

-Hola, papá- saludó deteniendo su risa, para solo dejar que una leve sonrisa surcara sus labios -estoy de vuelta- anunció lo evidente, con un extraño sabor de boca, aún no creía que había regresado a casa, que estaba con sus padres, que había visto a su hermano y que pronto, vería a Itachi.

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Su hogar se sentía tan tranquilo, tan silencioso, como para sentarse a leer un buen libro en el estudio que había diseñado precisamente para eso, y lo haría, comenzó a leer aquella novela que le habían recomendado, y sin leer si quiera el título empezó con su lectura.

Pero al cabo de unos minutos sintió un auto detenerse al frente de su casa, y luego la puerta principal abrirse y cerrarse, seguido de un murmullo de aquel que ya conocía.

-Que rápido regresaste- mencionó, luego verlo entrar a su estudio, más decaído de lo que se había ido -¿qué pasa? Pensé que ver a tu hermano te subiría el ánimo- frunció el ceño, despegó la vista de su libro esperando ver una enorme sonrisa dibujada en su rostro, y ¿qué fue lo que encontró? Un gesto depresivo que solo lograba preocuparlo.

-Sasuke- lo llamó sin haber escuchado nada de lo que le había dicho.

-¿Si?- atendió, prestándole atención, viendo cómo se sentaba a su lado, haciendo que él mismo se incorporara un poco para darle espacio.

-Estuve pensando...- se detuvo un poco para suspirar -estuve pensando que tal vez... tal vez si debería hacerme cargo de la compañía yo...- terminó por hablar.

-¿Estás hablando en serio?- abrió los ojos tan grandes como le fue posible, se quitó los lentes y lo observó a los ojos.

-Si- respondió levantando un poco la cabeza -digo, estudio administración de empresas, pronto me graduare, y tal vez no sea un trabajo muy de acuerdo a mi licenciatura, pero no estaría mal... bueno...- lo pensó un poco -no tan mal- hizo énfasis en la segunda palabra, tratando de que no sonora como que lo haría más a fuerzas que con ganas.

-¿Es lo que quieres? Quiero decir, ¿en verdad es lo que quieres para ti? No lo hagas solo por querer ayudar a Deidara...

-¿Ayudarlo?- interrumpió frunciendo el ceño notablemente molesto. -¿Por qué piensas que lo hago por querer ayudar?- dijo a los gritos poniéndose de pie, sin poder contenerse, el nivel de estrés que tenía en esos momentos no ayudaba y menos que Sasuke cuestionara su forma de pensar y de sentir, de alguna u otra forma lo estaba haciendo.

-Y si no es por eso...- habló tranquilo, mirándolo a los ojos, hacia arriba -¿entonces por qué?- cuestionó.

-Yo... yo solo...- su voz bajó de nivel,  al igual que su mirada, se quedó observando la alfombra roja que cubría parte del piso de aquella habitación en la que tanto le gustaba pasar su tiempo libre, solo o al lado de -Sasuke...- pronunció sin ocultar como su voz se había quebrado.

-Naruto...- el nombrado se puso de pie y fue a abrazarlo protectoramente -no tienes que hacerlo si no quieres, tu padre tiene que comprender que Deidara quiere dedicarse a su arte, así como mi padre entendió que yo quiero estar contigo y que quiero ser chef...- le besó la cabeza.

-Solo quiero que me tome en cuenta- habló con dificultad dejando en blanco al azabache. Pero claro, ¿cómo no lo había notado antes? Naruto tenía casi el mismo complejo que él mismo había sentido cuando niño, las comparaciones que hacía su padre de él con su hermano solo lograban hacerlo sentir menos, sentir un coraje tan grande que lograba que se encerrara en el gimnasio a golpear el costal cuantas veces le fueran necesarias para desquitar su ira, o ir a correr tantas vueltas quisiera a la pista para despejarse y olvidar, aunque fuera por un instante, la presión bajo la que vivía continuamente.

Eso hasta que salió de casa y se fue a vivir a Nueva York durante un año, en uno de esos intercambios escolares que hacían durante la preparatoria. Fue ahí donde se dio cuenta de lo que era sentirse un poco libre, ser un poco más independiente, de lo que ya de por si era, donde se dio cuenta de lo que en verdad le apasionaba, donde conoció a un ángel verdadero del que se enamoró perdidamente sin siquiera saber su nombre, donde conoció el verdadero amor.

Donde conoció a Naruto.

-Tranquilo- pidió dejándose caer en el sillón que había estado ocupando, con el oji azul en brazos. -Te toma en cuenta, solo que no lo externa- recordó las palabras que su madre le había dedicado unos minutos antes de que abordara aquel avión con destino a la gran ciudad en los Estados Unidos. Si en verdad lo tomaba en cuenta, entonces quería decir que...

-¿De verdad?- interrumpió sus pensamientos.

-Si... es más- continuó limpiando sus mejillas con una mano, sin soltar la otra de su cintura -te ama, es tu padre- agregó dedicándole una sonrisilla amable. Que en verdad lo amaba.

-¿Y tú...- preguntó -me amas?- lo abrazó por el cuello, juntando sus frentes, sintiendo su aliento caliente chocar.

-Con todo mi corazón, toda mi alma y todo mi ser- se relamió los labios y un segundo después comenzó a besarlo en los labios delicadamente. Le encantaba estar así con Naruto.

 

Notas finales:

Aww, ¿Acaso no creen que Sasuke es un amor? ¿Qué Naruto es el mejor hermano del mundo? ¿Qué Minato es un desgraciado pero buen padre al final de cuentas? ¿Qué Hidan es un hombre muy estúpido? ¿Y que Kakuzo no se queda atrás? ¿Qué Gaara es un gran novio bipolar? ¿Y que Sai o es muy estúpido o lo ama demasiado por soportarlo con todo y sus celos sin sentido? xDD Okno, ignoren eso hehe... :D

Ya saben, respóndanme en un review si están de acuerdo conmigo, si no lo estás igual déjame un review, si tienes algún otro punto de vista déjame un review, si quieres darme una crítica constructiva déjame un review, si tan solo quieres charlar un poco agrégame a FB o déjame un review y yo te busco ;D xDDD

Espero hayan logrado comprender que la primera parte, SaiGaa, fue algo así como en el pasado, y a partir de la de KakuHidan se volvería el "presente", exceptuando el Flash Back de Dei que, bueno, ya saben ñ.ñ xDD Cualquier duda, amenaza o sugerencia háganmela saber en un review :3 (Ah pero como pido reviews yo, ¿verdad? xD )

Y ahora, el gran anuncio importante del que les hablé antes, allá arriba ^ Bueno, el punto es que me iré por un tiempo de la ciudad, un par de asuntillos escolares hehe, pero ustedes tranquis tranquis que yo regresaré luego de un par de días.

Espero no estar completamente incomunicada, tal vez pueda revisar FB y twitter, solo tal vez, no aseguro nada, ni tampoco diré nada sobre mi correo, aunque si quieren dejarme algún mensaje de auto ayuda o algo por el estilo para que cuando regrese me ponga a escribir inmediatamente, será muy bien recibido xDD

En fin, ya me alargué y ya me tengo que ir, cuídense muchísimo, le mando muchos besos y abrazos. Smuak´s.

 

 

misery_182


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