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Los Amantes Son Dementes por misery_182

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Notas del capitulo:

Hey you! ¿Cómo están mis queridos lectores? No me odien, no me golpeen, no me hagan daño con muñecos vudú ni nada de lo que estén pensando que me pueda hacer daño, si es cualquier otra cosa, bienvenido sea xDD

Aquí el capítulo 20 de este gran fic abandonado pero que pienso terminar, no es la gran cosa y es un poco corto teniendo en cuenta lo que tardé para subirlo, si encuentran algún error de tipeo o alguna cosa de esas, háganmelo saber por favor n_n

Ah, por cierto, sé que le dije a algunas personas que iba a haber lemon, pero ¿adivinen qué? Que no va a haber, adivinaron hehe perdón, pero si me ponía mis moños de querer incluírlo en este capi no lo iba a terminar nunca, que no les sorprenda, viniendo de mí ya se lo esperaban, no se atrevan a negarlo xDD

Ahora pasen a leer, nos vemos abajito, disfrútenlo y ya, ¡a leer!

Capítulo 20. Dame tu mano, pongámosle fin al sufrir.

Era tan aburrido, tan, pero tan aburrido estar ahí, en la oficina de su padre, con su padre hablándole de mil y una cosas sobre la compañía, de la que se haría cargo quisiera o no.

-Itachi- le llamó la atención, el nombrado se había estado dedicando a observar por el ventanal, olvidándose de donde y con quien se encontraba, para sumergirse en aquella bella vista de la ciudad y en una canción que no podía sacarse de la mente.

El más joven suspiró sonoramente y le prestó atención a sus palabras, y a unos papeles delante de él. Pero en lugar de comprender lo que leía, solo podía ver el nombre de Deidara por todos lados. Se sintió una adolescente, de esas que escriben el nombre de su enamorado en las últimas páginas de sus libretas escolares, soltando suspiros de vez en cuando.

La puerta se abrió dejando ver a la joven secretaria de su padre, le agradeció eternamente que le dijera que tenía que salir por algún asunto en el que él ya no tenía importancia.

Creyó oír a su padre decirle que se podía retirar, la sorpresa en su rostro no se hiso esperar, ni tampoco la leve sonrisa que surcó sus labios, de la que su padre se dio cuenta. Ya aprendería que no siempre podría escapar de sus deberes como primogénito. Pero ¿qué más daba? Por fin había aceptado que se haría cargo de la compañía, y eso era más que suficiente para Fugaku, por ahora.

Itachi salió del edificio rápidamente sin reparar en despedirse de absolutamente nadie, subió a su auto y se aflojó la corbata, nunca le había gusta usarlas. Decía que eran completamente innecesarias, y en verdad lo eran, aunque pensándolo bien, solo servían para apretarle el cuello y darle la sensación de que se estaba ahogando.

Tendría que acostumbrarse, imaginó a su padre diciéndole eso y frunció el ceño. Cerró los ojos y se recargo lo más que pudo en el asiento, estuvo a punto de quedarse dormido, de no ser por el insistente, y monótono, timbre de su celular.

-¿Qué?- atendió deseando que no fuera su progenitor para hacerlo volver.

-¿Itachi?- era la voz de su hermano menor, suspiró un poco aliviado.

-Dime, Sasuke- pidió tranquilizándose.

-Solo quería que supieras que… bueno, que le he pedido a Naruto que se case conmigo- Itachi abrió grandes los ojos, nunca pensó que eso pasaría, pero estaba un poco celoso de su “hermanito” –y aceptó- completó, el pelilargo podía imaginar una sonrisa dibujada en su rostro.

-Bien por ustedes- pudo decir –quiero decir, felicidades, es magnífico- agregó.

-Bueno, la cena de compromiso “oficial” será en un par de días, solo para que lo supieras- dijo apenado.

-Claro, gracias por decírmelo y… felicidades- le dijo antes de colgar.

-Gracias- cerró su celular dejándolo sobre el asiento del copiloto, mirando, sintiendo la soledad. Su hermano estaba a punto de casarse y él ni siquiera podía decirle lo que sentía a la persona que amaba. Se sentía tan… patético.

Sacudió la cabeza un poco y se estiró para abrir la guantera del auto, sacando la caja que contenía aquellas hermosas joyas que le había comprado a Deidara seis meses atrás, ni siquiera recordaba porque las había subido a su auto. Observo por largo rato, pensando que jamás podría entregárselas, a menos que el rubio regresa a Japón, pero eso era muy poco probable, tal vez para la boda su hermano con Naruto, claro… pero, siempre tenía que haber un pero, la boda sería hasta dentro de un par de meses, que en realidad deseaba que no fueran tantos.

Y después una leve pero sincera sonrisa se formó en sus labios. Y rezó, cosa que en realidad nunca hacía, rezó porque Deidara regresa, porque pudiera verlo pronto y porque correspondiera a sus sentimientos.

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Aquel había sido el recibimiento más extraño que jamás había tenido, ni siquiera cuando conoció a Konan le pareció tan raro, es decir, solo charlaron un poco, hubo una especie de invitación no formal y listo, luego conoció a los chicos y fue todo.

Pero con su padre fue muy diferente a como lo había esperado, lo saludó como había hecho cada mañana desde que vivía en esa casa, luego le dio un extraño sermón sobre su perforación y después lo obligó a ir a su estudio para “terminar con esa conversación” según el mayor.

¿Cuál conversación? Todo había sido, más bien, un monólogo de su padre, y luego puso el pretexto que los jóvenes de hoy en día… la madre del joven suspiró queriendo intervenir, pero su marido no la dejó hablar, diciéndole que les llevara algo de tomar a su estudio.

Y así lo hizo, dejó una taza de café sobre el escritorio en frente de cada uno, miró al rubio mayor con preocupación y después a su hijo, sonriéndole maternalmente, feliz porque había regresado a casa, Deidara le devolvió la sonrisa, sintiendo como le acariciaba el rostro. Después se retiró sin decir nada, esperando, deseando que no empezaran una discusión, como solía hacerlo con Naruto.

-Me enteré que Naruto por fin se va a casar…- intentó hacer plática, luego de que la puerta se hubiese cerrado.

-Sí, ellos se acaban de ir, de hecho- corroboró interrumpiéndolo el mayor, haciendo que frunciera el ceño, más por interrogarlo que por molestia –vinieron a decirnos lo de la boda y eso…- completó distraído. Minato no lo veía, es más, le estaba dando la espalda, fingiendo que miraba a través de la ventana, que no tenía una buena vista, por cierto.

-Sí…- el menor suspiró por enésima vez, revolviendo aún más distraído, su taza de café, que a decir verdad le sabía un poco amargo, después de seis meses tomando el té con su abuela… ahora solo esperaba que su padre le dijera lo que ya sabía.

-Le he dicho a Naruto que se haga cargo de la compañía él…- dijo de pronto, sorprendiéndolo.

-No puedes hacer eso… es decir él, no… es que tu…- balbuceaba alterado.

-Creí que como tú no te querías hacer cargo, podría heredársela a él…- dijo girándose para verlo, conteniendo una sonrisa burlona.

-Le arruinaras la vida, como ya lo has hecho conmigo- agregó molesto, de pié, a la ofensiva.

-Por supuesto que no- se defendió, totalmente ofendido –no le arruinaré la vida ni te la he arruinado a ti.

-Claro que sí, ¿crees que mandarme a Inglaterra me hizo mucho bien, o qué? Porque si lo crees así estás muy equivocado…

-Hable con tu abuela, y ella dijo que te la estabas pasando muy bien en compañía de unos chicos sin oficio ni beneficio, hijos de empresarios- la remedó, haciéndolo omitir una carcajada –y que además disfrutabas mucho pintar los paisajes de Londres…- agregó viéndolo de reojo, el menor de los dos abrió grandes los ojos, siempre lo había sabido, sin embargo, nunca le había dicho nada, ¿por qué? –Como sea- continuó –ahora que solo tendrás la mitad de mi fortuna, supongo que tendrás que ser un muy buen pintor…- le dijo sorprendiéndolo aún más, eso significaba que su padre lo dejaría estudiar lo que le gustaba –o casarte con alguien muy rico…- esta vez lo hizo sonrojarse fuertemente. –Por cierto, no me has dicho con quién estabas saliendo…- quiso saber curioso.

-Me mandas al otro lado del mundo y quieres que conserve una relación semi formal, no soy un dios ni nada por el estilo- mintió sonriendo burlonamente.

-¿Entonces estas libre?

-Sino fueras mi padre creería que me estas coqueteando- el mayor rió.

-¿Seguro que no te drogaste estando allá?- bromeó.

-Por supuesto que no- negó Deidara molesto, aún a sabiendas que era una simple broma.

-¿Y a qué se debe el maquillaje, la perforación y los tatuajes?- preguntó sentándose delante de él, cruzando los brazos con autoridad.

-Un cambio de imagen, solamente- respondió echándose el flequillo para atrás.

-No me gusta- admitió solo para molestarlo.

-Sabes bien que me viene importando muy poco si te gusta o no- se terminó el resto del líquido obscuro que quedaba en su tasa, despidiéndose en silencio, para irse a desempacar.

-Avísame si vuelves a salir con alguien…- alcanzó a decir antes de que cerrara la puerta. Su padre podía ser un desgraciado al mandarlo con su abuela, o por querer obligarlo a hacerse cargo de la compañía familiar, pero podía ser muy divertido cuando se lo proponía.

-Deidara, hijo- lo llamó su madre preocupada -¿qué pasó?

-Nada mamá- le sonrió para tranquilizarla –iré a desempacar- subió las escaleras hasta su cuarto. Mas la mujer solo pudo verlo contrariada.

-Minato- llamó a su esposo con temor, entrando en el estudio -¿qué ha pasado? ¿Por qué Deidara se veía tan…

-¿Contento?- completó el hombre, la pelirroja asintió –larga historia mujer- se puso de pie –muero de hambre, podría comerme una vaca entera, ¿qué has preparado para hoy?- le preguntó dejándola atrás, pero Kushina seguía confundida, ¿Qué había pasado? ¿Por qué nadie le decía nada? ¿Y por qué ella no podía dejar de sentir esa extraña sensación de que algo malo ocurriría?

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¿Acaso estaba mal? No, no estaba mal, se estaba sintiendo mal, que es diferente, estaba sintiendo culpa, sí, pero era una especie de culpa inducida, gracias a las palabras de él… el odio y desesperación que sintió tan solo al recordarlo se vieron reflejados en la botella de plástico que sostenía, antes era una botella, ahora solo un pedazo de plástico hecho basura.

Suspiró por enésima vez tratando de tranquilizarse y convencerse de que era lo correcto, tratando de aquellas palabras dejarán de afectarle como lo estaban haciendo en ese momento.

-Pasajeros con destino a Liverpool, favor de…

-Vamos hijo, tenemos que irnos- lo llamó su padre tocando su hombro intentando darle ánimos.

-Si…- atendió saliendo de su ensoñación –iré al baño rápido- el mayor lo miró con severidad –volveré rápido, lo juro- sonrió apenado y luego dio media vuelta para salir corriendo. Y aunque no podía creer lo que estaba a punto de hacer, no se detuvo, ni siquiera para meditar su decisión, siguió corriendo. Sentía que la gente se le atravesaba a propósito como para detenerlo, pero no lo haría, no se detendría.

Salió del aeropuerto y se detuvo apenas cruzó las puertas de vidrio, agarraba aire por la boca debido al esfuerzo, pero tan pronto como divisó un taxi vacío se subió sin importarle si alguien más lo iba a ocupar.

-¿Sí…- el conductor se giró sobre su asiento para verlo, queriendo preguntar a donde lo llevaría. Pero Hidan no lo dejó hablar, sacó el billete de mayor valor que traía consigo, el hombre se sorprendió.

-¿Ve esto?- preguntó moviéndolo de adelante hacia atrás –se lo daré si me lleva lo más rápido posible a esta dirección, no pregunte, solo conduzca- le dio un papel doblado y luego le tocó el hombro para tranquilizarlo e intentó recuperar el aire en ese momento, volteando a ver hacia atrás, cerciorándose que su padre no había mandado a alguien a buscarle.

-Por supuesto, joven- se acomodó su gorra y puso en marcha, el aludido solo asintió poco amable con la cabeza, formando un extraño gesto con los labios, recargándose en su asiento, echando la cabeza hacia atrás tratando de no quedarse dormido.

Abrió los ojos y observó hacia el cielo a través de la ventana, estaba nublado, como aquel día, recordó. Una gota que rebotó contra el cristal, también llovía, como aquel día, un suspiro agotado salió de sus labios. Tal vez ahora que estaba un poco más tranquilo podría reflexionar un poco sobre lo que estaba haciendo…

-Demonios- maldijo el conductor por lo bajo, el más joven se incorporó para ver el gran embotellamiento que había en una de las calles principales, observó cómo las personas avanzaban más rápido caminando que en auto, así que sin pensarlo mucho tomó el dinero y se lo entregó al hombre.

-Gracias- alcanzó a decir antes de bajar y empezar a correr, de nuevo. Y no se detendría hasta haber llegado a aquella casona en la que solían pasar el tiempo, porque suponía que Kakuzu debería de estar ahí, le encantaba ese lugar más que otra cosa.

Al dar la vuelta en una de las esquinas pudo observar a lo lejos luz dentro del lugar, ahora estaba más seguro que lo encontraría ahí. Abrió la puerta haciendo más ruido de lo esperado, llamando la atención de los ahí presentes.

-¿Hidan?- habló la mujer viéndolo de pies a cabeza -¿qué estás haciendo aquí? ¿No deberías estar en un avión o algo así de camino a Liverpool?

-No importa Konan- habló con las respiración agitada -¿Dónde… -tragó saliva –está Kakuzu?- ambos lo miraron confundidos -¿En dónde está Kakuzu?- repitió molesto.

-No está aquí, cariño, tranquilo- intentó calmarlo la peli azul.

-¿Intentaste buscarlo en su departamento?- le dijo Pein sin moverse, Hidan levantó la vista, claro, su departamento… dio media vuelta y volvió a correr por las calles de Londres, con la lluvia mojándolo, pero sin que eso le importara mucho en realidad, haciéndolo sentir que corría más lento, sin embargo ya faltaba poco, podía observar la casa al cruzar la calle, pronto estaría… ¿qué pasaría cuando lo encontrara? ¿Qué iba a decirle?

Se detuvo por completo, recargándose en la pared más cercana, cayendo hasta el piso mojado, con lágrimas saliendo de sus ojos, aunque no se notaran por la lluvia. ¿Qué debería de hacer? Esperar a que fueran por él o ir hasta la casa de ese hombre que lo hacía querer meterse una bala por la cien y decirle… lo que sea que le fuese a decir.

Se puso de pié sin siquiera darse cuenta y empezó a caminar por la calle sin rumbo, según él.

-Lo siento- musitaba subiendo unos escalones, sin saber por qué –Kakuzu- susurró levantando la vista del piso, viendo una puerta de madera delante de él, suspiró, cerró los ojos y tocó el timbre con la mano temblorosa.

-¿Si… Hidan- la persona que abrió era justo a quien quería ver pero ahora que lo tenía en frente pensaba que más bien quería estar muy, muy lejos de ahí.

-Kakuzu… yo- susurró completamente apenado, bajando la vista, con las mejillas rojas, mientras que el aludido solo se dedicaba a observarlo –lo lamento- dijo en un suspiro lo suficientemente alto para que lo escuchara. El mayor solo pudo abrir grandes los ojos, sorprendido del todo. –Lamento haberme comportado así el otro día, lamento haberte dicho lo que te dije, - habló atropelladamente -lamento haberte tratado como lo hice todo este tiempo, lamento que por mi culpa no hayas podido decirme lo que sentías por mí,- levanto la mirada hasta los ojos verdes del contrario –pero lamento aún más que ahora me odies por lo que hice, que yo me tenga que ir porque no supe controlar esta situación, que… que…- ya no sabía que más decirle, no podía recordar que otra tontería había hecho por la cual debía disculparse –lo siento- repitió acompañado de un suspiro cansado. -¿Crees que todo pueda volver a ser igual que antes?- le preguntó esperanzado, sosteniéndole la mirada lo mejor que podía.

-Ya nada es igual Hidan, lo siento- se disculpó apenado, el menor bajo la vista entristecido, todo lo que había tenido que hacer ahora ya no importaba, ni el regaño que recibiría por escaparse así del aeropuerto, ni siquiera la lluvia, nada… sintió una mano abrazarlo por la cintura y la otra levantarle el rostro, era Kakuzu, -ya no es igual porque, porque creo que ahora te amo más-agregó contra sus labios, besándolo castamente, el menor apenas y pudo corresponderle.

-Espera, ¿qué?- lo separó como pudo para verlo a los ojos, ahora sí que no entendía nada.

-Yo nunca podría odiarte- respondió sonriéndose –y menos ahora que has madurado…

-¿Madurado? ¿Eso es único lo que puedes decir después de todo lo que hice para encontrarte?

-¿Y qué hiciste?- preguntó interesado.

-Bueno…- no se suponía que Kakuzu debía de saber eso –huí de mi padre, que seguramente está en el aeropuerto buscándome como loco, creo que a estas horas ya perdí mi vuelo a Liverpool…- el castaño lo interrumpió besándolo en los labios.

-Sí, has madurado- confirmó cuándo se separó -lo único que esperaba que dijeras aquel día era un lo siento, ahora lo has dicho y me alegro que no sea demasiado tarde…

-¿Demasiado tarde?- interrumpió confundido.

-Sí, tú sabes, te irías lejos y yo me quedaría aquí, solo, deprimido, esperando a que regresaras y que no hubieses conocido a ningún otro tipo con el que pudieras salir…

-¿En serio me habrías esperado?- interrumpió de nuevo.

-Todo el tiempo que fuese necesario- respondió, recordando que la lluvia seguía cayendo sobre la ciudad y sobre ellos –vamos entra- lo jaló, cerrando la puerta detrás de él.

-El que haya venido hasta aquí para disculparme contigo no significa que también esté enamorado de ti…- advirtió soltando su mano.

-¿Ah no?- se giró para verlo a los ojos, alzando una ceja con incredulidad. El menor negó con la cabeza –ahora lo veremos-se dijo a sí mismo, -¿crees que no estás enamorado de mí?- lo miró de pies a cabeza, queriendo desvestirlo, y no solo con la mirada.

-Por supuesto que no- negó volteando la mirada junto con la cabeza hacia alguna parte de la sala. El de ojos verdes se sonrió de medio lado, caminando hasta estar lo suficientemente cerca para sentir sus respiraciones chocar, acorralándolo contra la puerta, apoyando una mano a la altura de su cabeza y la otra a un lado de su cintura.

-Dime, Hidan- dijo en un suspiro, rozando intencionalmente su nariz contra su cuello -¿qué fue lo que me dijiste cuando fui a verte a tu casa?- empezó a besarlo y poco a poco bajó hasta topar con su camiseta que no hacía otra cosa más que estorbar.

-N-nada- tartamudeó tratando de no gemir, si seguía.

-¿Nada?- preguntó asombrado en la misma posición, tomándolo por las canillas para que no lo detuviera, desabrochándole la chamarra con su mano libre, notando como su camiseta mojada se pegaba a su delgado cuerpo –será mejor que te quite la ropa mojada- olvidó su conversación anterior, dedicándose a verlo lujuriosamente. Hidan tragó grueso pero se dejó guiar inocentemente hasta la planta alta.

 

No había tenido sexo en un largo tiempo, de hecho, la última vez había sido con él, con el castaño que ahora lo estaba embistiendo firme y profundamente, le había dejado marcas en el cuello que no quería que se borraran, y si lo hacían, quería que le hiciera unas nuevas, por supuesto que nunca se lo diría.

-Hidan…- lo llamó de pronto, deteniéndose un segundo solo para que el aludido agarrara aire para responder.

-Dime Kakuzu- pidió acariciándole el rostro y el cuello, mirándolo fijamente a los ojos.

-Te amo- el ojiverde sonrió por la expresión del menor, no había podido descifrarla, pero fue divertido verla. En seguida reanudo las embestidas para evitar algún comentario estúpido.

-Ah… Kakuzu…- gimió el peli plateado, como le encantaba escuchar su nombre salir de los delgados labios de ese chico. Y luego sintió como su miembro era presionado deliciosamente, sintió la característica corriente eléctrica recorrerle la espina dorsal, podía morir sintiendo eso si fuera necesario y él habría podido decir que su vida fue buena.

En seguida se dejó caer encima del de ojos lilas, agarrando aire y aun besando castamente su pecho y acariciando sus costados levemente, sin querer volver a excitarlo, aunque si eso pasaba no le iba a molestar.

-Pesas mucho- se quejó el menor de los dos pero sin hacer algún intento por quitárselo de encima. Kakuzu sonrió levemente y cerró los ojos, escuchando con atención como se controlaban los latidos de su corazón. Luego de unos segundos se incorporó, le besó la frente y se recostó a su lado, abrazándolo protectoramente, sin decir nada, se quedó dormido.

Y en seguida Hidan, que había esperado para poder aferrarse a su cintura, como temiendo que en algún momento su padre fuese a llegar y decirle que lo dejara. Pero no lo haría, ya no le importaba nada ni nadie, excepto Kakuzu.

 

Notas finales:

¿Qué tal? En serio espero que les haya gustado, y en serio lamento haber tardado tanto, pero he estado pensando en otros proyectos, en otras cosas y en otras personas, que bueno… ustedes saben. ¿No sintieron que la parte en la que Hidan se disculpa quedó un poco, no sé, tan no Hidan? ¡Pues yo sí! DD; Siento que no es el Hidan que comencé a escribir, también se me pasó la azúcar con Kakuzu, creo xD

Ayer fue mi cumpleaños, no hubo fiesta y no creo que vaya a haber, pero me la pase de puta madre por si preguntan xD (No suelo escribir este tipo de palabras aquí, pero créanme que si me conocieran creerían que no me he leído un mugroso libro en toda mi vida, bueno tal vez si, tal vez me juzguen mal pensando que por usar palabras ”inteligentes” soy una lambiscona, barbera o esas cosas xDD La verdad es que soy muy majadera, demasiado para ser una chica que no le permiten maldecir, no como decir demonios o maldición sino… bueno ya saben xD)

En fin, yo me quedo aquí con calor y con mi música a todo volumen, ustedes lean lo que les guste de por aquí, dejen review y no me deseen el mal porque aun voy a tardar otro tanto en actualizar C:

Cuídense mucho, los quiero, besos. Smuak’s.

 

 

misery_182


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