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Los Amantes Son Dementes por misery_182

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Notas del capitulo:

Hey you!

(Ya sé, es un milagro, va a nevar.) ¿Cómo están? Yo arrepentida por no haber actualizado, pero como ven no he dejado el fic, ni de escribir ni de leer ni nada, solo tuve una crisis o algo así xDD Y antes de que me maten, lean el capítulo, tengo una excelente excusa, en serio.

Disfrútenlo, sin más ¡a leer!

Capítulo 21. La distancia dejaría de existir.

El teléfono lo interrumpió pero no por eso dejó de hablar.

Seguía diciéndole un montón de cosas sobre lo que debía y lo que no de hacer, que necesitaba comportarse a la altura si quería seguir con el primer puesto entre todas las demás empresas, como si él quisiera estar ahí en primer lugar.

La puerta se abrió luego de que tocaran un par de veces, cosa que Fugaku había ignorado, su secretaria entró y una anciana que creía conocer detrás, y luego una joven rubia a la que sí reconoció.

-Fugaku- saludó la mujer, el nombrado se dio la vuelta mirándola sin expresión.

-Itachi, por qué no llevas a la señorita a conocer el jardín- ordenó, quiso decir que no, no tenía ánimos de hablar con nadie, y menos con una chica con la que no se llevaba bien, pero solo asintió dejándola pasar primero para cerrar la puerta detrás de sí mismo.

Tomaron el elevador y bajaron en completo silencio, porque ni siquiera la estúpida y monótona música ambientalista que había fue suficiente para hacer más ameno su viaje.

Apenas y salieron por la puerta trasera, la que llevaba al jardín como había ordenado su padre, Itachi se relajó, respiró hondo sin querer llamar la atención.

-¿Cansado?- dijo mirándolo de reojo y luego al frente. El pelinegro murmuró algo inentendible, Temari suspiró molesta pero siguió caminando en completo silencio.

Ella era diferente a las demás mujeres que había conocido por obligación de su padre, no era molesta y no le estaba coqueteando, así que era bienvenida en las oficinas cuando quisiera. Se quedaba callada porque sabía que Itachi no quería hablar y sería en vano intentar hacerle plática.

-Será mejor que regresemos- dijo creyendo que ya había pasado el tiempo suficiente.

Caminaron un poco más rápido que al principio y llegaron a la entrada principal, Itachi agradeció que su padre ya estuviera ahí despidiendo a la abuela de la chica.

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¿Llamarlo o no llamarlo? Esa es la cuestión.

Naruto le había dicho que por él estaba bien, que no había problema y lo sabía, porque él lo apoyaba en todo. Entonces decidió dejar de ser un cobarde y parecer un idiota adolescente que no se decide si llamar a la chica que le gusta o no, y llamarlo.

Solo era su primo, ¿qué cosa mala le podía pasar? No es como si fuera a contestar su novio, ¿verdad?

-Diga…- reconoció la voz, pero se negó a aceptar que quien había respondido no era el pelinegro.

-¿Sai?- el pelirrojo se sorprendió, conocía esa voz y no sabía que decir.

-Él… no se encuentra- le dijo al final un tanto apenado, era normal, pensó.

-Oh… lo siento Gaara… ¿tu… sabes cuándo…- intentó disculparse, tragando grueso con nerviosismo.

-¿Quieres que le diga que te llame… o algo?- sugirió interrumpiéndolo.

-No, escucha…- Sasuke suspiró –esto es una tontería…- dijo para si mismo pero audible para el pelirrojo –mira llamé para… bueno para…- titubeó –para decirle que Naruto y yo nos vamos a casar…

-¿En serio?- quiso comprobar sorprendido, algo aún mas normal –felicidades- intentó sonreír, pero no le salió, suerte que solo estaban hablando por teléfono.

-Si…- y no pudo evitar sonreír –pediré su mano este sábado y quisiera que viniera… y tu, si quieres- agregó apenado.

-Eh… bueno, no lo sé, la forma en la que Sai y yo nos fuimos de la ciudad no fue la mejor, sabes…- intentó explicar, y sus intentos parecían funcionar.

-Claro, lo sé, es solo que en caso de que te animes a venir… eres bienvenido.

-Gracias Sasuke- se sonrió un poco.

-Claro, bueno, eso es todo, salúdame a Sai, por favor, adiós.

-Seguro, adiós.

-¿Adiós? Si apenas voy llegando- se burló una voz familiar dejando las llaves en la mesita que tenían designada exclusivamente para eso.

-Bienvenido- lo saludó sonriendo pero sin moverse.

-¿Bienvenido?- preguntó deteniéndose a medio pasillo, llamando la atención del Sabaku -¿solo eso recibo después no haberte visto en todo el día?- preguntó con molestia fingida. Gaara se rio.

-Lo siento- se puso de pie y caminó hasta él para abrazarlo y besarlo como acostumbraba, pero Sai no era estúpido, notaba algo, algo raro en su novio.

-¿Qué te pasa?- le cuestionó, esta vez, preocupado.

-No es nada- le sonrió un poco intentando tranquilizarlo, cosa que en realidad no logró.

-¿Nada? Si claro…- dijo con sarcasmo -¿Qué pasó?- insistió logrando que el pelirrojo se separará de él. –¿Llamó alguien?- intentó adivinar, esperando que no hubiese sido la abuela del chico o su hermana con malas noticias.

-No… bueno si, pero no importa…- dijo dubitativo.

-¿Si o no?

-No… s-si- tartamudeó confundiéndolo haciendo que frunciera el ceño.

-Gaara- lo llamó preocupado.

-Llamó tu primo- el nombrado suspiró y respondió mirando a otro lado –Sasuke- completó antes de que el otro preguntara cual de los dos.

-¿Y bien?- apremió -¿qué te dijo?

-Que se va a casar con Naruto y que quiere que vayas al compromiso…- habló por fin tranquilizándolo.

-¿Querrás decir “vayamos”?- se le acercó de nuevo, abrazándolo por la cintura.

-No… no creo que sea buena idea- admitió mordiéndose el labio inferior, sin corresponderle ni mirarlo ni nada.

-¡Rayos!- maldijo por lo bajo pero bastante molesto. No lo recordaba, sinceramente se le había olvidado como es que habían terminado juntos y huyendo de Tokio, –algún día tenemos que volver…- dijo sin tratar de disimularlo.

-Si ya lo sé, pero aun es muy pronto, no creo que sea el mejor momento…

-Dios, ya hemos hablado de esto- caminó por la habitación desesperado.

-Ya lo sé- repitió subiendo un poco la voz –pero…

-¿Pero que?- levantó la voz y agitó violentamente las manos. No podía evitar molestarse, quería ir con su primo y felicitarlo pero también quería llevarlo, también quería que lo felicitaran a él por tener una relación con la persona que amaba.

Gaara se le quedó mirando, abatido y triste. Siempre que salía el tema terminaban discutiendo y aún no entendía muy bien porqué. Sai se sentó en una de las dos sillas del pequeño comedor que tenían, no estaba bien mantener en secreto su amor, pero desafortunadamente no tenían otra opción.

-Sai- lo llamó acercándosele lentamente –ya sé que algún día tenemos que regresar pero no hoy- dijo con voz comprensiva –tal vez no mañana, pero algún día, te lo prometo- le tomó el rostro para que lo mirara a los ojos.

El pelinegro lo miró en medio de un largo silencio, le sostuvo la mirada, su triste y verde mirada con sus melancólicos y negros ojos.

Apenas podía creerse que dos hombres como ellos, tuviesen miedo de sus propias familias, pero era razonable, ¿no? A él prácticamente lo habían desterrado y a Gaara, bueno… lo que le pasaba a Gaara era su culpa.

Asintió en silencio y se preguntó porque no todo podía ser perfecto. Porque si no hubiera tristeza en el mundo, no se conocería la verdadera felicidad.

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No le dio tiempo de descansar, ni siquiera de acostumbrarse al cambio de horario, todo porque su hermanito tendría su compromiso en esa misma casa en menos de una semana. Estaba feliz, claro que si, pero ¿era mucho pedir descansar un poco antes de empezar a hacer cualquier cosa? Para su madre si.

Acomodando arreglos, comprando la comida que iba a dar, un refrigerio más bien, contratando a los meseros, comprando las bebidas… él podía ocuparse de eso y de comprobar que fuera vino de calidad ¡no iba a dejar que sirvieran vino de segunda en el compromiso de su único hermano!

Su madre volvió a regañarlo, alegando que no se abriría ninguna botella hasta el sábado.

Y no quería imaginarse el día de la boda, pero seguro que la madre de Sasuke iba a ayudarle e iban a tener muchas cosas que hacer antes que regañarlo a él, todo por quedarse sentado dos minutos en el sofá.

El regaño se repitió. Ella decía que no había tiempo y él que estaba exagerando. A su padre no lo veía, que suerte que él no tenía que sufrir.

-Tranquilízate- le pidió Deidara a la mujer, tomándola por los hombros, sentándola en una se las sillas que había contratado para los invitados. –Todo saldrá bien, además, ¿qué no dijo Naruto que sería algo sencillo con poca gente?- lo citó.

-Treinta personas al menos…- quiso gritar. Treinta personas no era lo que él entendía como poco, y el jardín trasero de su casa con tantos adornos tampoco era lo que se definía como sencillo. –Pero tienes razón, todo saldrá bien- la pelirroja sonrió y se puso de pie para besarle la mejilla.

Seguro que su madre tenía algún trastorno mental o algo, porque luego de haber estado gritando como loca que se levantara así como así no era normal. Nada normal.

Como fuera, la semana pasó lenta y tortuosamente, su madre estaba igual o más alterada que el primer día y descargaba todo su estrés con él, su hijo mayor, porque no podía hacer nada para perturbar a Naruto, decía que él ya estaba bastante ocupado y nervioso como para que todavía, ella se pusiera a darle ordenes y pedirle que hiciera esto o aquello, como a él.

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Lenta y tortuosa, si, en resumen así había pasado su semana. Soportando a su padre y a los inútiles trabajadores de la oficina, quienes creían que por ser joven no tenía “carácter” ni experiencia. Que poco lo conocían, en verdad.

Pero todo tiene una recompensa, ya fuera al final del día, del año o de la vida… por suerte para Itachi, él no tuvo que esperar tanto.

Como la semana había terminado, significaba el fin de semana libre para él solo… o eso creía hasta que recordó el compromiso de su hermano. No, claro que no lo había olvidado, solo que no era su prioridad en ese momento. Estaba pensando, más bien, en tomar un avión que lo llevara hasta Londres, y buscar a cierto rubio de ojos azules que le robaba el sueño. Si, Itachi iría a buscar a Deidara… eso hasta que recordó a su hermano.

Y decidió que tal vez, el día domingo no era tan malo para viajar en avión. Iría a la fiesta, haría el famoso brindis y luego desaparecería, buscaría a Deidara y regresaría el lunes temprano por la mañana, con él, antes de que a su padre se le ocurriera la grandiosa idea de mandarlo a buscar por media ciudad. Era el plan perfecto.

Pobre Itachi, si solo supiera que su amado rubio lo estaba esperando en la dichosa fiesta. Si él lo supiera no habría comprado aquel boleto, no habría empacado un par de cosas y no habría estado mintiéndole a su hermano, diciéndole que estaba muy feliz de ellos (aunque eso si era cierto) y que se quedaría toda la noche acompañándolos.

Pobre Sasuke que había estado tratando de decirle que no importaba y que podía irse antes si quería, porque sabía lo estresante y molesto que podía ser pasar más de una hora al lado de su progenitor.

Y Naruto, que le había pedido a su novio que no le dijera nada, que estaba bien, que le serviría para distraerse y olvidar un poco, todo. A Deidara, al trabajo y a su padre. Aunque con el primero sería más difícil.

Todo estaba bellamente decorado, las flores y todo lo demás estaban bien, como si estar en ese lugar le produjera felicidad. Y no era así, no lo era hasta que entre todas las personas en aquel lugar, logró notar aquella seductora mirada azul, reconocería aquellos ojos en cualquier parte.

Quiso seguirlo, hablarle y abrazarlo, pero su madre lo jaló del brazo para llevarlo a la mesa principal o algo así, solo para hacer aquel bonito brindis, solo para poder mirar mas de cerca a Deidara, que le había sonreído disimuladamente, le guiñó el ojo y le sonrió coqueto.

No pudo evitar que la sorpresa se viera reflejada en su rostro, y el rubio volvió a reír, esta vez divertido. Itachi no quería sonreír, no quería que él supiera que estaba feliz, pero una sonrisa de medio lado se dibujó en sus labios, que bien pudo ser tomada por la felicidad de ver a su hermano casarse. Pero Deidara sabía que no era por eso.

El rubio desvió la mirada hacia su hermano, viéndolo sonreírle y le devolvió el gesto, levantando la copa al centro, después de aquellas emotivas palabras de Sasuke y de su padre, su madre no lloraba, pero podía apostar que durante la boda si que lo haría.

De pronto no lo vio por ningún lado, se había esfumado, como si todo hubiese sido una alucinación o algo por el estilo, pero no había sido así, Deidara estaba de regreso, él lo había visto y Naruto le había sonreído, no podía ser solo un… sueño.

Sintió que tocaron su mano, solo un rose que lo hizo reaccionar y luego volvió a ver esos bellos ojos azules y esa sonrisa coqueta dirigida solo a él. Caminó despacio, escurriéndose entre las personas que estaba ahí y se empeñaban en obstruir su camino, quería entrar y que Itachi lo siguiera, y como tal así lo hizo, lo siguió disimuladamente hasta adentro de la casa.

Logró distinguir la punta de su cabello, había subido las escaleras, ¿Qué pretendía Deidara? ¿Qué tuvieran “sexo de rencuentro” en su habitación, en la casa de sus padres y en medio de aquella fiesta que apenas comenzaba a ponerse interesante?

Y se sintió muy avergonzado y estúpido, cuando, luego de cruzar la puerta de su habitación, encontró la luz apagada y la puerta del balcón abierta. Suspiró para agarrar fuerzas de Dios sabía donde y salir a hablarle o lo que fuera que el rubio pretendía que hicieran.

-¿Es mi imaginación o me estabas coqueteando?- dijo en forma de saludo acercándose lentamente, pero no lo suficiente como para verlo a los ojos.

-Tienes una imaginación muy creativa…- respondió sonriéndose el rubio.

-Deidara…- dijo en un suspiro muy suave pero audible, saboreando cada letra al pasar por sus delgados labios. El nombrado cerró los ojos sonriéndose, de nuevo, era hermoso escuchar su nombre de aquellos labios, con esa voz profunda y sensual.

-Es una bonita noche, ¿no crees Itachi?- le preguntó mirando al cielo, el aludido lo imitó y notó por primera vez, en su vida probablemente, lo bello que era el cielo de Tokio. Pero ninguna belleza natural podía compararse con el ser que tenía a su lado. Así que bajó la vista y se dedicó a admirarlo, se lamió los labios y tuvo que hacer uso de todo su autocontrol para no besarlo.

Imaginaba que algún día podría hacerlo sin que le pareciera raro, porque aseguraba que si lo hacía en ese momento, su relación –cualquiera que fuera—se iría al carajo. Porque dentro de esta había jurado silenciosamente que no habría sentimientos de por medio, que no habría amor, ni besos en los labios, porque a pesar de ser uno de los contactos mas humanos también era uno de los que mas sentimientos trasmitía y no estaban preparados para afrontar todas aquellas emociones. Al menos él no, no hasta hacía seis meses.

Porque…

-¿Qué pasó en Londres?- le preguntó sacándolo de sus pensamientos, y saliendo de los propios, antes de tener un ataque de locura.

-Nada- reaccionó e intentó sonreír, y lo logró pero le era sumamente difícil.

-Algo malo- casi aseguró, podía fingir una sonrisa, pero su mirada, sus ojos se veían tristes sin importar nada.

-No fue bueno- se encogió de hombros queriendo restarle importancia. Porque no quería hablar de eso, no quería hablar del amor no correspondido de Kakuzu con él, con su propio amor… con Itachi. Sentía pena por Kakuzu, pero en ocasiones sentía que él era aún más patético que su inglés amigo.

-Pero ahora estas de regreso- sonrió sincero, el rubio intentó levantar los ojos pero no pudo, era demasiada la tristeza como para sostenerle la vista. –Sasuke me dijo que Naruto se hará cargo de la compañía de tu padre- quiso cambiar el tema, porque no soportaba verlo así.

-Si, eso si no se le ocurre cambiar de opinión, de nuevo- arqueó una ceja e hizo una mueca, también rodó los ojos con descontento, Itachi se rio. –Lo siento- se disculpó apenado y divertido bajando el rostro.

-Supongo que tienes suerte, yo no he podido librarme de esa responsabilidad tan fácil como tu, dentro de poco seré el único y total dueño de Uchiha Corp.- mencionó con sarcasmo mal disimulado. No podía evitarlo, había sido la peor noticia de su vida desde que le habían dicho que el rubio ojiazul que tenía enfrente había tomado un avión en dirección a Inglaterra.

-¿Y eso es malo?- el mismo interrumpió sus pensamientos.

-Solo no es bueno- respondió sacándole una amplia sonrisa, esa que no había visto en tanto tiempo. Y se quedaron en silencio, viéndose a los ojos, perdiéndose en los posos negros de uno y en los mares del otro.

Y en medio del silencio se dieron cuenta que esa había sido la única y verdadera conversación que habían tenido a lo largo del tiempo, de su relación. ¿Podía considerar aquella una verdadera relación? Probablemente si, probablemente no, pero no encontraba otra palabra con cual definirla.

-Deidara- lo llamó serio –quería hablarte de algo- dijo asustándolo, tal vez ya no quería que se siguieran viendo, tal vez había conseguido una chica linda con quien casarse y darle gusto a su padre… las posibilidades era infinitas y ninguna de las que se le habían ocurrido era favorable para él.

-Dime- asintió despacio, tragando saliva.

-Esto… lo que tu y yo… antes de que te fueras…-balbuceaba, no tenía idea de por donde empezar, era demasiado difícil hablar de algo que en realidad nunca había existido, ¿o si?

-Si lo que quieres saber es si…- intentó ayudar.

-¿Si seguía habiendo algo entre nosotros?- dijo al final sorprendiéndolo, y no lo disimuló.

Se quedó callado, nervioso, apenado y feliz, contento porque no sabía si de verdad Itachi lo había esperado, o había hecho una de esas cosas que hacen los chicos en las películas de romance, las que en realidad odiaba. No todo era tan perfecto. No siempre había un final feliz.

-Deidara- escucharon que lo llamaron desde adentro y el rubio respingó -¿puedes venir?- parpadeó un poco descolocado, ya ni siquiera recordaba que le había preguntado Itachi, era difícil con todas esas emociones alojadas en su cerebro y su corazón.

Frunció un poco el ceño y empezó a caminar adentro de la casa y luego recordó. Se dio la media vuelta para mirar al Uchiha, con interés y curiosidad, este no lo miraba, tenía la cabeza agachada y la mirada puesta en alguna parte del suelo.

-Te veo mañana- le sonrió coqueto y cómplice, e Itachi aceptó en silencio, sonriendo sin mirarlo. Y es que todo lo que ellos tenían o no se había basado en el silencio.

Un silencio sepulcral que se veía opacado por los suspiros y gemidos de placer que le provocaba al tocar todo su cuerpo por las noches. Pero ya no más, pensó. El silencio seguiría siendo parte de su rutina y el placer del sexo también, solo que esta vez iría acompañado por las palabras de amor que le susurraría cuando lo tuviera debajo de él, tan sumiso y sensual.

Y volvió a sonreír. Prefería el silencio, pero había cosas que no quería callar, por ejemplo, el amor que le tenía a Deidara.

Notas finales:

Verán, el otro día iba caminando por el boulevard de los sueños rotos y en eso una lechuza llegó y me entregó la carta donde me aceptaban en Howards, y luego intenté llegar hasta mi casa para decirles a mis padres, pero entonces me encontré a Mario y me pidió que le ayudara a rescatar a la princesa, y cuando íbamos a rescatarla me caí en una alcantarilla y los chicos cocodrilo me quería comer pero llegaron las tortugas ninjas a salvarme y me sacaron, entonces escuché a la princesa Zelda gritar por ayuda y tuve que ir a buscar a Excalibur para rescatarla, pero me encontré con Thor en el camino y le pedí prestado el Mjolnir pero en eso llegó el maestro Yoda y me dijo: “que la fuerza te acompañe”, y una nave llegó y me llevó al espacio y luego peleando contra Saruman me di cuenta de que él es mi padre y me pidió que le entregara el anillo, pero yo no sabía donde estaba y entonces llegó Rocky y lo golpeó y luego terminé de escribir :3

Espero que eso los haya convencido, porque sinceramente no sé que otra cosa decir. Y no, no es mentira, los Gryffindor no mentimos (tomé prestada esa frase de algún fic, es genial y será mi lema de ahora en adelante). Y discúlpenme, yo no soy muy de pedir disculpas, por eso les dejo excusas tontas…

Ah si, hoy fue mi primer día de clases, si apenas, y me sacaron del salón… y sé que es en vano decírselos, pero en serio voy a ponerme a escribir en cuanto termine mi tarea hehe y espero esta vez no tardarme tanto hehe.

¿Qué tal un bonito review para esta mala persona? :3

Los amo y ya. Besos. Smuak’s.

 

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