Capítulo 9. El dolor jamás se marchara.
-Itachi- susurro viéndolo fijamente. Pero, ¿de qué se sorprendía? Sasuke era su hermano, era de imaginarse que debía estar ahí, al pendiente de su hermano menor, en caso de que fuera Naruto, él estaría ahí cuidando de él. Salió de su trance y camino a con una enfermera.
-Disculpe, quisiera saber sobre...- comenzó a hablar.
-Deidara- lo llamo el mayor de los Uchiha.
-Hola, Itachi-san- dijo viéndolo.
-¿Qué haces aquí?- acercándosele muy lentamente y con caminados muy sensuales, Deidara lo veía hipnotizado, o más bien idiotizado.
-Vine porque Naruto quiere saber sobre el estado de Sasuke- respondió desviando la mirada.
-Claro, será operado mañana por la mañana, está muy grave, lo tienen en terapia intensiva- explico el mayor.
-¿Tan grave esta?- dijo sorprendido el rubio.
-Eso parece ser- caminando a la cafetería, cosa que el ojiazul no sabía. -Y ahora que ya sabes sobre su estado ya le podrás decir a Naruto...
-¿Tanto apuro tienes porque me valla de aquí?- pregunto haciéndose el ofendido.
-No, Deidara...- estaba a punto de decirle algo importante, por lo menos para él lo era.
-¿Si?- interesado.
-Te invito un café- habían llegado a el comedor sin siquiera haberse dado cuenta, bien se lo pudo haber llevado a un hotel de paso y él ni en cuenta, y aunque se hubiese dado cuenta, no iba a negarse a nada, bueno, casi nada.
-Está bien- dijo en un suspiro.
-Ve a sentarte, luego te alcanzo- le ordeno.
-Claro- obedeció -¿Desde cuándo soy tan sumiso?- se preguntaba mentalmente, de repente se acordó del motivo por el cual estaba ahí: Naruto y Sasuke, Sasuke y Naruto. Saco su móvil y marco a su casa.
-Itachi-san- la peli rosa se acercaba al nombrado, este le sonrió amablemente.
-¿Qué pasa Sakura?- le pregunto.
-Lee ya está bien, está fuera de peligro- le dijo sonriendo ampliamente.
-Me alegra.
-¿Y cómo esta Sasuke-san?- preguntó tímida por la respuesta.
-Sera operado de emergencia, se encuentra grave- explicó.
-Lo lamento tanto- dijo.
-Descuida.
-¿Te puedo invitar un café?- le preguntó coqueta.
-No lo creo- dijo sonriendo divertido viendo la expresión de la chica -¿Vez a aquel rubio de haya?- apunto a Deidara.
-¿Qué hay con ella?- Itachi la miró con enfado fingido -es decir, él, discúlpame, pero en realidad parece una chica...- divertida.
-Bueno, él es el rubio del que te hable...
-¿En serio?- agudizando la vista para distinguirlo -pues feo no es, ¿puedo conocerlo?
-No lo creo... no quiero que vea a nadie más que no sea yo- le dijo divirtiéndola.
-Claro, comprendo- veía como guardaba su teléfono en la bolsa del pantalón -bien, pues me iré, cuídate, y espero que Sasuke-san se recupere pronto- le dio un besito en la mejilla y se fue rápidamente del lugar. Dejando a un ojiazul algo celoso, había podido ver el pequeño cariño que había tenido a para con Itachi, SU Itachi. Se levantó enfadado de la mesa, caminando a la salida se encontró con el pelinegro quien llevaba dos vasos de café.
-¿Deidara? ¿Qué pasa? ¿A dónde vas?- extrañado.
-Tengo que regresar a casa, porque no te quedas con esa chica, al parecer te hará buena compañía...- mostrando claramente sus celos.
-¿Sakura?- se preguntaba.
-Sí, Sakura- pronuncio su nombre con un tono con bastante, digamos... ¿enojo? ¿Frustración? Dejémosle en: celos.
-Ella es la chica que choco con mi hermano- le dijo, el rubio lo miraba algo molesto -por favor quédate, no quiero estar solo el resto de la noche- le pidió, más bien le rogo. Sin decir nada, el menor fue a sentarse a donde estaba antes con el Uchiha en frente, tomándose lentamente el café.
La mañana llego y junto con ella la familia Uchiha, faltaba poco tiempo para que la operación comenzara. Sai estaba ahí, se veía cansado y algo distante, la razón: la noche anterior había estado con el pelirrojo de nuevo, también había visto algo que no le traía muy buenos recuerdos.
FLASH BACK
Gaara salía de la alcoba del pelinegro, otra vez se había quedado viendo la puerta que permanecía cerrada.
-Entra, si quieres- dijo Sai detrás de él, recargado en el marco de la puerta, con solo el pantalón y el dorso descubierto.
-¿Qué te hace pensar que quiero entrar?
-El hecho de que es la segunda vez que vienes y también la segunda vez que te le quedas mirando- respondió.
-Pues no es así.
-¿En serio?- el otro asintió con el rostro en alto, el pelinegro rio bajo, lo tomo de la cintura y lo empujo a la habitación -pues yo sí quiero- le susurró al oído, abriendo lentamente la puerta y en seguida encendiendo la luz.
El pelirrojo veía todo a su alrededor, el piso cubierto con algunas mantas blancas, caballetes con pinturas a medio acabar, en las orillas, recargados en las paredes, varios cuadros terminados al óleo, en el centro una especie de cómoda con varios cajones y cubierta con mantas. Sai soltó al menor para que pudiera observar todo mejor, se acercó a la cómoda sentándose en ella, tomo una cajetilla de cigarros, confirmo que aún había tomo uno y después comenzó a inhalar y exhalar el humo cómodamente, viendo al pelirrojo entretenido.
-Que... bien pintas- le dijo en un susurro sin verlo, el otro no respondió. Gaara se paró enfrente de un caballete aún más grade que los otros, con un cuadro de no muy grandes dimensiones, tapado por una sábana blanca, aunque empolvada por el tiempo. Veía intentando descifrar lo que se suponía estaba plasmado en la tela, sin ningún éxito. Tomo la orilla de la sábana para destaparlo y poder ver otro de las magníficas obras del artista.
-Mph- bufó el otro deteniéndolo, Gaara lo miró interrogante, ¿Qué había dibujado ahí que ni siquiera el mismo autor se atrevía a ver? Se preguntó mentalmente. Sai cerró los ojos meditando unos segundos -adelante- le dijo dándole a entender que podía ver la pintura, Gaara dudó viéndolo a los ojos, aunque cerrados no decían mucho. Sin más, retiró la manta viendo algo que jamás creyó haber visto.
En el cuadro aparecía un pelirrojo de mirada perdida, color entre miel y amarillo, facciones muy bien definidas que lo hacían parecer de porcelana, se encontraba sentado debajo de un árbol, detrás un bello paisaje, alguna especie de barranco o algo por el estilo, la luz reflejaba que apreciaba un atardecer. Gaara observaba como cada línea había sido puesta con toda la intención de plasmar aquel bello ser, haciendo creer, al espectador, que se podía palpar.
-Es hermoso- musito por lo bajo -¿Quién es?- se giró rápidamente para verlo y esperar respuesta, Sai observaba la pintura como si nunca la hubiese visto, lagrimas amenazaban con salir de sus ojos. -Lo siento, no debí preguntar- se disculpó viendo lo que había provocado.
-Descuida- trago grueso sintiendo un nudo en su garganta. Se levantó y camino lentamente hasta estar frente al cuadro, sin dejar de verlo. Al notar cómo era ignorado, sin intenciones por parte del otro, Gaara se despidió y salió sin prisas del departamento, dejando que el pelinegro se desahogara solo, permitiéndole conservar su orgullo y dignidad.
END FLASH BACK