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Hmp por Eruka Frog

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Mi increíble parecido a un hombre asiático casi joven logra confundir a algunos, pero no soy Kishimoto, por tanto, Naruto no me pertenece (después de un tiempo llega la resignación u.u).

Notas del capitulo:

Supongo que el fic habla por si solo.

Sólo valen las palabras. El resto es charlatanería.


Eugene Ionesco (1912—1994)


 


 


Hmp


Por: Eruka


Le sobraban las palabras hermosas.


 


Tenía tantas que lo normal hubiese sido que se le desbordaran una por una y fueran a parar a su boca, y de ahí saltaran al corazón al que daría todo por llegar. Pero en realidad no era así ni estaba cerca de serlo. No ahora, al menos.


 


En general al menos podía sacarlas cuando se lo proponía y tenía una pluma y una hoja al frente o, en el moderno caso, un teclado delante. Pero desde hacía cerca de dos meses (¡largas y tormentosas 9 semanas!) que no había nada dentro ni fuera de él. O si las había dentro  (lógicamente) estaría realmente adentro. Hasta el tuétano. No, hasta allá en donde se encuentra el espíritu, o en la mitocondria misma de sus células, porque las palabras siempre le habían dado energía y desde que se le escondían ya no la sentía.


 


Hermoso, bello, efímero.


 


Nada, las palabras de las que se acordaba no tenían ningún sentido en ese contexto.


 


Necesitaba las otras, las que guardaba y que, esperaba, estuvieran listas para salir apenas se presentara una oportunidad verdaderamente apremiante.  Podía buscar en el diccionario, revisar un libro de sinónimos o consultar en cualquiera de las páginas de internet a las que rehuía tanto, pero no tendría ningún caso. Las palabras, cuando no aparecen a causa de las emociones, carecen de vida. Son como pajaritos muertos  a los que sólo una determinada emoción logra revivir.


 


Impetuoso, ágil…


 


No, tampoco servían porque les faltaba la oración que les diera coherencia gramatical. Asustado, se percató de que ahora también se le escapaban hasta las más pequeñas. Las más insignificantes. Quizás de ahí en adelante comenzaría un olvidar progresivo, un olvido que desembocaría, irremediablemente, en su propia muerte a manos del silencio.


 


Silencio…


 


Era algo parecido a eso. Silencio des lo que siento por ti. No, así no… ¿silencio es lo que me haces sentir? Tampoco…  ¿silencio es no tenerte al lado? ¡ni hablar!... ¿silencio es que tu faltes? No era una niña enamorada…


 


¡Silencio es lo que siento!


 


Así, simplemente. Naruto tendría que saber porqué lo decía. Si él era incapaz por el momento de darle significado a sus palabras, el rubio tendría que hacerlo. Tendría que aprender a moldear sus frases hasta que fuera capaz de moldearlas solo. Así, cuando le dijera al rubio algo tan vano como “hola”, el de ojos como el cielo tendría que abrir y sacar de su interior (sí, de las entrañas de la trivial palabra) exactamente lo que querría que Sasuke  le dijera. Así de fácil, si el blondo no estaba de acuerdo… bueno, habría problemas para él.


 


¿Te amo?


 


Cliché cuando no se dice en el momento y con la entonación especial para que la palabra misma no importe tanto como el sentimiento. Él podría buscar el momento y seguro daba con la entonación, pero sin las palabras todavía se sentía perdido. ¿Perdido como un perro? Más cliché. Quizás el resto de las personas, aquellas que no creían que las palabras era la ÚNICA manera  de expresar algo, jamás lograrían entender como de desolado se sentía. Porque en realidad, las palabras son la única manera de vivir.


 


Si, las palabras son la vida misma. Sin ellas, evidentemente, no la hay.


 


No se trataba sólo de que fuera un escritor o lo que sea, sino más bien que, al ser tan parco, siempre había necesitado conocer muchas palabras para, ya que no podía hacerlo de otra forma, expresar de forma muy precisa lo que deseaba, lo que quería y lo que necesitaba. Su cuerpo no era lo bastante expresivo para que la gente lo entendiese sólo con verlo, y tampoco era capaz de lograr la empatía de los demás para que lo adivinaran, así que finalmente volvía al mismo punto: sin palabras, estaba perdido.


 


 


Había estado buscando material para informarse y todo eso.  Poesía, drama, novela… todo eso que por lo general le daban el punto de inicio para que las palabras comenzaran a desfilar una por una, de su mente a su mano derecha y todo comenzara a tomar forma otra vez, las cosas se colorearan simplemente por acordarse del significado de cada color y las personas volvieran a ser personas sólo porque recordaba sus adjetivos.


 


Pero esta vez no funcionaba.


 


Ni eso ni la música clásica, los arrumacos felices o cualquier cosa miserable que le diera ese empujoncito que, sino obtenía rápido, iba a dejarlo en el doloroso abismo del silencio. Esa era una buena oración… pero no servía tampoco porque no la sentía desde adentro. Si, podía recitar los conceptos y esa mierda completa, pero no terminaban de tomar forma.


 


Eran palabras lineales, aburridas y tristes.


 


No, tristes no, porque nada que sea aburrido puede ser tan pasional como la palabra tristeza. Mejor dicho vacías. Así se sentía él.


 


En realidad, y a pesar de toda su palabrería, lo que más le preocupaba era que Naruto se alejara de él, asustado por la idea de que hubiera dejado de ser importante para él. Algo imposible a sus ojos, pero que para el histérico rubio era, aparentemente, una idea con mucho sentido. Era imposible, pero si no encontraba pronto las palabras de amor eterno que el rubio necesitaba en su ansiedad de dependencia enfermiza (de eso sí se acordaba), entonces para el rubio le parecería una realidad cercana. Así que, con toda esa presión sobre él, necesitaba que  las palabras se desbordaran de una vez.


 


—Teme—escuchó llamar. Ese era Naruto en la puerta de su codiciada biblioteca, y lo veía desde su corta altura que, sin embargo, lo rebasaba porque él estaba tirado en medio de un mundo de cojines.


 


—Hmp—eso, entre los dos, iba a tener que significar “te escucho”.


 


—¿Todavía nada?—interrogó con gesto preocupado. Negó con la cabeza, el blondo hizo una mueca y luego suspiró resignado—al menos puedes bajar a tomar sopa… preparé una con esos pedacitos de pan tostado—


 


—Crutones—respondió. Se acordaba de esa palabra, pero quizás era sólo porque le encantaban.


 


—Eso… ¿la tomamos juntos?—


 


—Hmp—también iba a tener que significar “vale, pero espérame un segundo”. Suertudo él, porque Naruto lo entendió y dio la vuelta, informándole que lo esperaba abajo.


 


Se estiró un rato, sintiéndose como un gato grande y arisco, relación que francamente funcionaba perfecto. Antes de bajar se miró en el espejo para comprobar que, aunque llevaba   horas sin dormir, todavía era más atractivo que la media. En realidad, y de acuerdo con todas las mujeres que tenían la gracia de conocerlo, tendría que volver a nacer para dejar de ser tan arrebatadoramente guapo.


—¡Ya deja de mirarte como idiota, idiota!— bueno, es que si era idiota ¿de qué otro modo iba a mirarse? Si es que el idiota ahí era otro. Aunque las dotes adivinatorias de Naruto no dejaban de sorprenderlo. Al final iba a ser que era un lumarias.


 


—Hmp—anda, también iba a tener que significa “déjame ser”. Pero si lo decía de piso a piso, iba a tener que averiguar como subirle el tono.


 


Bajo las escaleras de su bonita casa estilo occidental, esperando encontrar a su revoloteadora pareja preparando la mesa, pero se llevó una sorpresa al notar que ya estaba lista y Naruto sólo lo esperaba sentado, a ver cuando su culo se dignaba a aparecer (palabras del rubio, palabra). La sopa estaba buenísima, lo que sorprendía porque el de ojos azules en la cocina producía resultados tan espeluznantes como Mary Blood en pleno tratamiento de belleza. Los crutones flotaban aquí y allá y el los devoró antes de que perdieran consistencia, que después ya no le gustaban.


 


—¿Y cómo vas?—hasta que el otro habló, no se dio cuenta de que estaban cenando en silencio.


 


—Voy—repuso. A dónde  se lo calló, que sino luego el rubio entraba en uno de sus discursos de “por eso mejor deberías descansar un rato”, que ni le servían a él ni mucho menos al otro.


 


—¿Todavía no tienes el tema, al menos? Tienes un mes de plazo—le recordó la memoria de elefante del rubio. Es sarcasmo, por si caben dudas.


 


—Hmp—Ni modo, también tendría que significar “vete al diablo”.


O mejor que eso no lo entendiera, porque el hipersensible rubio luego armaba una que ni Kurt Cobain en medio de un arrebato artístico.  Miró el rostro de su pareja, solo para comprobar aliviado que a esa no le había atinado. Sin embargo, la parte mala del asunto es que lo observaba consternado.


 


—¿Otra vez las palabras no surgen?—ah, claro, porque no era la primera— ni la última—¡wow! El rubio ahora leía la mente, quizás era consecuencia de su actividad cerebral superior. Como la tuya en estos momentos si es que no has notado, otra vez, el sarcasmo de la frase.


 


—Hmp—“No”.


 


—¿Ya intentaste inspirarte?—


 


—Hmp— “Sí”.


 


—¿Puedo ayudarte en algo?—


 


—Hmp—“¿Crees poder?”.


 


—Bueno, pues podría intentarlo… pero nada de noches fogosas ni “una hora de todo lo que puedas tocar”—advirtió enseguida de haberlo propuesto y milisegundos después de que a él se le ocurriera.


 


—Hmp— “Entonces no”.


 


Se miraron. Larga e intensamente. Ya iba asomándose en los orbes del rubito aquella turbulenta ansiedad de afecto que, lo admitía, tanto lo había atraído desde el principio. Al final, para sorpresa de ambos,  fue él quien bajó la mirada y suspiró. O bufó, ya ni siquiera podría asegurar que hizo. Quizás bufó, porque lo sintió en la nariz.


 


—Te amo—


 


No, no fue el momento adecuado ni el sentimiento único lo que le devolvió las palabras, sino la sonrisa adecuada y única que le dirigió Naruto. Esa que, incluso si sabía que era imposible, era sólo de él.


 


—Pensé que “hmp” sería lo único que le saldría a su majestad desde ahora—admitió, acercándose a él para darle un besito en la nuca.


—Lo pensé…— confesó, sin apenarse.


 


Se miraron, pero esta vez de otra manera, aunque igualmente intensa y fija. Naruto rozó su nariz contra la suya y luego lo besó, dulce, tranquila y amorosamente. Ahora recordaba esas palabras y, aunque no fueran las más maravillosas, la verdad de las emociones las hacía dejar de ser pajaritos muertos para convertirse en alegres golondrinas.


 


Las palabras, pues, eran el reflejo de lo que sentía.


 


Al contrario de Naruto, para quien las caricias eran la forma de sentirse vivo.


 


El caso es que los dos los sintieran.

Notas finales:

Ojalá les gustara, creo que ahora mismo me siento como Sasuke, sólo que no tengo a un rubio mono que me saque del abismo del silencio interior u-u

 

Kissus ^x^


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