Nowaki miraba distraídamente las nubes pasar, era su día libre pero no tenía ánimos de salir así que se quedó en su apartamento.
Suspiro mientras la figura de cierto jovencito castaño invadía sus recuerdos. Aun no sabía con exactitud lo que sucedía con el pero de alguna manera se volvieron amigos y esperaba descubrirlo pronto para ayudarle en todo lo que pudiera.
“Y con el tiempo quizás…”
Tomo un sorbo de su delicioso café y por una razón desconocida bajo la vista hacia la calle arrepintiéndose en el momento. A la entrada del edificio se encontraba Hiroki tratando de “convencer” al portero de que le dejara entrar lo cual por fortuna no sucedería; después de un incidente con otro vecino el pediatra rogo al personal que no le permitieran ingresar.
“Sufre Hiroki, sufre”
Sonriendo se retiró del balcón donde estaba apoyado, repentinamente le entraron ganas de salir por ahí ¿y qué mejor compañía que la del chico que últimamente ocupaba sus pensamientos?
Era una tarde muy tranquila, casi no había gente en aquel parque lo cual les permitió hablar con total libertad. Llevaban cerca de hora y media conversando y caminando pero no se sentían cansados, el estar junto al otro los hacía sentirse bien, como si un viento cálido los envolviera y se llevara todos los problemas.
Se sentaron en una banca, vieron a un grupo de niños correteándose entre sí, padres paseando con sus hijos y la añoranza los invadió, nunca hicieron lo mismo.
Nowaki sacudió la cabeza queriendo desechar esos pensamientos, extendió los brazos y apoyo las manos en la banca pero no se dio cuenta de que el castaño había hecho lo mismo así que una de sus manos quedo sobre la de él. Una pequeña descarga eléctrica le recorrió al sentir el contacto (como el que sentía con Hiroki, pero mejor); sabía que debía separarse pero hizo todo lo contrario, entrelazo sus dedos con los de Shinobu y este no se apartó.
Corrían buscando donde refugiarse, nunca les cruzo por la mente que así pudiera terminar su día. Primero estaban en el parque disfrutando de un lindo momento ¿y ahora esto? Maldito clima que se les puso en contra. Apenas se dirigían a tomar el tren un fuerte chubasco comenzó a caer no dejándoles otra opción que buscar donde esperar a que pasara.
El pelinegro se pasó una mano por el rostro apartando el agua que había en él, disimuladamente miro al joven que a su lado intentaba hacer lo mismo pero con su cabello.
Piel blanca, cuerpo pequeño y delicado facciones finas, ojos grises que reflejaban inocencia y misterio; ahora mismo un apetecible sonrojo cubría sus mejillas aunado a su agitada respiración producto de la carrera que habían hecho. Shinobu era alguien que podía tentar a cualquiera.
– ¿Sucede algo Nowaki-san? –Al parecer su chequeo no fue tan disimulado.
–Nada –sonrió mirando al cielo, contrario a lo que esperaban la lluvia arrecio. – Parece que no terminara pronto. ¿Qué hacemos entonces, arriesgarnos a una pulmonía? –Pregunto viendo aun el cielo.
– ¿Y porque no? La estación del tren está a un par de cuadras.
OoOoOoOoOoOo
La botella choco contra la pared estallando en múltiples pedazos que no tardaron en cubrir el piso gracias a la gravedad. Lucho para que su respiración desbocada se regularizara, cuando lo logro se sentó en el suelo mirando los vestigios de su arranque de furia. Llevaba unas cinco cervezas en su haber aquella tarde pero aun no quería parar, sin embargo sabía que necesitaba mucho más que eso para olvidar lo que quería olvidar: a Shinobu.
Por más que lo intentara, los litros de alcohol que consumía, los cigarrillos que fumara o con quien se acostara nada podía enterraba el recuerdo del ojigris, nada podía solo aumentaba la tristeza y la ira por no estar más con su lindo terrorista.
–Shinobu no pudo dejar de amarme, pasamos muchas cosas juntos ¡simplemente no puede dejarme así como así! Pero… ¿y si alguien lo quiere apartar de mí? Si eso debe ser, alguien se le insinuó y Shinobu solo está confundido el aún me ama, debo recuperar su corazón así recapacitara y nunca mas se apartara de mi lado.
Una maquiavélica sonrisa se formó en sus labios, de una u otra forma recuperaría a Shinobu.
OoOoOoOoOoOo
–Nowaki-san... –un suave suspiro escapo de sus labios rojos, se habían separado un poco por aire pero inmediatamente el mayor volvió a besarlo.
El castaño esta aprisionado entre la pared y el fuerte cuerpo del pediatra; después de correr y abordar el tren se toparon con que el vagón iba vacío a excepción de ellos dos. Antes de que Shinobu diera un paso para sentarse Nowaki lo arrincono y se apodero de sus labios así sin más.
Shinobu sentía su cuerpo muy ligero, como si estuviera flotando; y Nowaki sabía que debía detenerse, que no era correcto… pero no quería hacerlo, deseaba permanecer así con el menor.
Sus labios se movían lentamente en un beso por demás cariñoso, las manos de Shinobu se enredaron entre los negros mechones del mayor mientras que la diestra del ojiazul se posó sobre la sonrojada mejilla y la otra en su cintura.