-¿Alguien recuerda cuales son las cuatro características de las normas jurídicas?
-Heterónomas, bilaterales, externas y coercibles-respondió sonriente una chica castaña.
-Muy bien, la coercibilidad es la característica principal y la que hace a las normas jurídicas diferente de los otros tipos de normas. Ahora bien, ¿qué es la coercibilidad?
-El castigo que te impone el Estado-dijo otro joven.
-No, eso sanción-corrigió el profesor-, ¿alguno de ustedes podría decirle a su compañero el concepto correcto de coercibilidad?… ¿qué tal tu Shinobu-kun?-le pregunto sonriéndole amablemente.
-Coercibilidad significa que de no ser cumplidas el sujeto se hace acreedor a una sanción-explico mecánicamente el mencionado-. Es decir, si no se acatan el Estado te da una sanción.
-Excelente Shinobu-kun, se nota que tu si estudias. Bien clase eso es todo por hoy que tengan una agradable tarde-los alumnos comenzaban a retirarse pero detuvo a uno de ellos.- ¿Podrías quedarte un poco Shinobu-kun?
No tenía otra opción más que obedecer.
El castaño recogió todas sus cosas para no perder tiempo y salir rápido después de que… no sabía para que lo había detenido el profesor. O más bien no quería aceptarlo. Cuando el salón quedo vacío excepto por ellos dos, el profesor se acercó lentamente al menor, acechándolo. Después de todo habían sido muchos días sin ver a su pequeña adoración de ojos grises. Shinobu trataba de mantener la calma y no salir corriendo o gritar pero le era muy difícil permanecer tranquilo cerca de ese sujeto. Le hacía estremecer con solo verlo… pero no era atracción lo que sentía por el sino pánico. El profesor acaricio delicadamente la pálida mejilla sintiendo como se estremecía por el simple toque, eso le hizo sonreír soberbiamente, sabía que podía provocar eso y más en su alumno.
-Dime Shi-kun, -era el mote preferido que tenía para el menor. Claro, después de “mío”- ¿te agrado el regalo especial que deje en tu puerta?
El estómago del castaño se revolvió al recordar el cadáver destripado que había encontrado en aquella caja de cartón, pero aun así no dijo nada mi demostró ninguna emoción, no quería darle la satisfacción de hacerle ver que le temía.
-Oh vamos Shi-kun, ¿no me extrañaste? Porque yo a ti si-susurro acercándose más para besarlo. Eso fue lo último que pudo soportar el castaño, salió corriendo del salón antes de que Kaito-sensei cumpliera su objetivo.
Una siniestra carcajada se escuchó en el desocupado salón, aunque el joven no hubiera querido demostrar miedo con su última acción lo hizo. Y a pesar de que él no quería que le temiera le hacía gracia ese desasosiego que provocaba en su frágil cuerpecito.
Kaito Shion era un joven licenciado, muy bueno enseñando y bien parecido. Era alto, de piel sumamente blanca, sus ojos y cabello eran de un azul marino intenso y obscuro. Cualquier hombre o mujer quisiera estar con él; cualquiera excepto Shinobu Takatsuki. ¿Por qué su lindo gatito no quería permanecer a su lado? No importaba, tarde o temprano lo estaría.
Por las buenas o por las malas.
OoOoOoOoOoOo
Se detuvo en un callejón jadeando, cuando salió corriendo del salón no paro por más que sus compañeros lo llamaran tan solo hasta que sintió su pecho arder y las piernas flaquear; no deseaba volver a ver a ese demente pero por desgracia era su profesor así que era imposible.
“Maldita sea ¿porque me pasa esto a mí?” Pensó tratando de recuperar el aliento. Una vez conseguido echó a andar hacia la biblioteca para comenzar con su tarea pero en su mente se repetía una y otra vez el encuentro con el profesor haciendo que sus nervios empezaran a alterarse.
Que pésimo primer día. ¿Cuánto faltaba para que terminara el curso?