Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Pereza por Lady_Atenea

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Como dije en mi anterior Fic (Lujuria) dejé mi anterior cuenta Aley_chan, e inicié esta: Lady_Atenea.

 

En la anterior cuenta ya había subido este par de fics, así que solo quiero aclarar que no es plagio, sino un cambio de cuenta.

 

 

Notas del capitulo:

 

 

Ya se que lo de "Profesor-Alumno" está muy visto, pero me gusta este genero, así que aquí os lo dejo para que lo disfruten.

 

 

 

 

 

 

 

Soy perezoso, lo admito. Me paso el día viendo la televisión, jugando o metido en Internet. Mi habitación es un asco y en los estudios estoy fatal por no hacer mis deberes ni prestar atención… pero de allí a que mi madre me quite mi ordenador, mi PSP, mi Play Station 3 y que, para colmo, me castigue sin poder salir... ¡es pasarse de la raya! ¿No?

 

¿Sabéis lo que es llegar a tu habitación y darte cuenta que te la han ordenado, vale que eso no sea tan malo, y que no encuentras nada, sobre todo con lo que te sueles entretener cada día? ¡Un asco, eso es lo que es!

 

-¡Ethan, baja inmediatamente!- Y ahora qué más quería mi madre si ya me había aburrido la existencia.

 

Bajo con desgana hasta el recibidor donde encuentro a mi madre junto a un hombre, no tan mayor, seguro que no llegaba a los treinta. El tipo tenía pinta de modelo con ese brillante cabello negro, con sus felinos ojos verdes y centellantes, con su piel color perla sin imperfecciones y con esa sonrisa tan perfecta que me parecía… ¿seductora?, no encontraba una palabra para catalogarla mejor.

 

El caso era que no lo había visto en mi vida. Creo que mi madre notó mi desconcierto, porque inició las presentaciones.

 

-Hijo, este es el señor Macon, que de ahora en adelante será tu profesor.- Vale, me había perdido algo ¿Profesor? ¿Mío? ¿Por qué? –Como ya te habrás dado cuenta, tus notas van bajando en picado y no me hace nada de gracia que repitas curso, así que he decidido contratarte un profesor particular para que te ayude antes de que sea demasiado tarde.

 

-¡¿Qué?! Estas de coña. Empollo en el insti y después tengo que venir a empollar a casa. Tía, tú te has fumado algo.- Puede que no fuera la mejor manera de decirlo, tampoco acostumbraba a hablar de esa forma a mi madre. Tarde me acordé del porqué: al sentí un jalón de oreja por parte de ella.

 

-Uno: si “empollaras” en el instituto de verdad no tendría que haber contratado a nadie- me dijo aumentado la presión de su agarre, jalándome hacia abajo. –Dos: ¡Soy tu madre, así que no me llames tía, respeta! Y tres: ¡o haces lo que te digo o todos esos aparatitos que tanto te gustan se van a la basura, te quedas sin un centavo y estarás castigado sin salir de casa hasta que cumplas los dieciocho!... Tú elijes.

 

-Vale, vale, vale. Joder pero suéltame ya que me vas a arrancar la oreja.- sentía mi pobre oreja caliente y palpitante por su culpa.

 

-Siento todo esto Macon, es que este chico me saca de quicio.

 

-No se preocupe señora, le entiendo- no sé si fue su tono burlón, esa estúpida sonrisa pintada en su cara o que le diera la razón a mi madre, pero empezaba a odiar a este tipo.

 

-Macon, puedes ser tan duro como lo consideres con él, solo has que mejore, por favor.

 

-Haré todo lo posible señora, no se preocupe.

 

-Muchas gracias. Compórtate bien y haz lo que Macon diga- eso estaba claro que iba para mí -Yo me tengo que ir ya, espero que mañana no me tengan ninguna queja ¿me estás escuchando Ethan?- mi madre trabajaba de enfermera y había temporadas, como la de ahora, en las que le tocaba hacer guardia de noche, así que hasta la mañana siguiente no la vería.

 

-Siiii mamá.

 

Vi a mi madre coger el bolso y la chaqueta para después salir de la casa dejándome a solas con mi nuevo "profesor". Que ilusión, nótese el sarcasmo.

 

-Muy bien Ethan ¿dónde quieres que empecemos?- por mí en ningún sitio, pero sabía que eso era imposible.

 

-Sígueme- le dije, arrastrando las palabras. Qué asco, y yo que pensaba salir con mis amigos. -Oye ¿de verdad eres un profe? Porque no tienes la pinta- lo escuché reír a mis espaldas mientras subíamos las escaleras, así que me volteé ¿qué le hacía tanta gracia? Algo que odio con todas mis fuerzas es que se burlasen de mí.

 

-¿Cuál es tu estereotipo de profesor? ¿Gordos, arrugados y con gafas?- He de admitir que había dado en el clavo. Me frustró descubrir que soy tan simple que hasta un desconocido puede saber lo que pienso. -Eres muy predecible.

 

-Ya, y seguro que tu estas estafando a mi madre diciendo que eres un profe cuando ni tan siquiera tienes carrera.- no creo que no tuviera carrera pero, joder, el tío se estaba burlando de mí, tenía que defenderme de alguna forma.

 

-Tengo una licenciatura en Matemáticas y Ciencias. Si quieres el próximo día te traigo los títulos.- esa estúpida sonrisa suya que me decía <> me ponía verdaderamente cabreado.

 

-Aaahh, así que… eres un empollón. Que divertido.- dije sarcástico -¿Cuantos años se supone que tienes?

 

-"Supuestamente" veintisiete.- odio el sarcasmo de este tipo. -Pon las cosas donde quieras- le dije cuando estuvimos en mi habitación. -¿Cuantos días vendas a darme las clasecitas estas?

 

-Lunes, miércoles, viernes y sábados.

 

-¡¿Qué?! Cuatro días. Mi madre realmente me quiere joder.

 

-Saca tus libros del instituto. El año que vienes vas a bachillerato ¿cierto?

 

-Según cree mi madre, no.

 

-Yo estoy aquí para que ella piense lo contrario.

 

-Aja...- saco mis libros de la mochila, tienen hasta polvo de lo poco que los uso. -¿Por qué impartes clases a particulares? Tienes la pinta de ser el típico profe de novela por el que las alumnas suspirarían- me golpeé mentalmente al decir eso. Mi intención no era aumentar el ego a este tío, pero había de admitir que parecía más un actor o modelo que un profesor. Es realmente apuesto, aunque no es algo que tenga pensado decir en voz alta.

 

-Porque sois más fáciles de uno en uno. En grupo, los adolescentes os creéis superiores. Además, si sabes cómo montártelo se gana más como profesor particular.

 

El tipo era listo. Es cierto que en grupo somos más fuertes, no por nada la profesora de mates siempre se daba de baja dos meces antes de acabar el curso. La mujer ya no aguantaba más y tenía a su psicólogo de testigo.

 

-Vale ¿por dónde comenzamos?- no es que tuviera ganas de empezar a estudiar, pero sí de acabar.

 

 

Macon era buen profesor, eso no lo podía negar. Con él las cosas se hacían más entendibles y sencillas. Bueno, tampoco es que yo fuera tan mal estudiante. Mi problema era la pereza que siempre me podía.

Las dos horas de clase trascurrieron bástate amena, pero al acabar surgió el problema.

 

-¿Cómo que deberes? En el insti ya me ponen.

 

-No se te caerán las manos por hacer algo más, te hace falta para ponerte al día.

 

No los pensaba hacer, me importaba un pepino sus argumentos. Los deberes no eran lo mío, no hacía ni los del instituto, tampoco iba a hacer los de él ¿Qué me haría? ¿Castigarme? No era algo que me importara demasiado después del castigo de mi madre.

 

 

Cuando Macon llegó a casa el miércoles por la tarde lo primero que hizo fue pedirme los deberes que él me había puesto. Se los entregué tal y como él me los había dado: en blanco.

 

Pensé que me iba a reprender o a decirme algo. Pero no lo hizo, recibió los deberes y comenzó la clase como si nada.

 

Me ayudó con los ejercicios del instituto y me explicó lo que no entendía. Cuando llegaron las ocho de la noche me dio una hoja de deberes diferente a la de hacía dos días y se marchó.

 

¿Qué le hacía pensar que iba a hacer esta si no había hecho la primera?

 

 

 

Pasaron más de dos meces así: el me daba una hoja de ejercicios cada día y yo se la devolvía en blanco. Pero nunca me decía nada… hasta ese día.

 

Ya eran las ocho y recién acabábamos con un trabajo escolar que me costaba entender. Me entregó la hoja, la cogí con pereza y la dejé sobre mi escritorio sin ningún interés, como siempre.

 

-Ethan, la paciencia de las personas tiene un límite- he de admitir que me sorprendió, en los dos meces que llevaba viniendo a darme clases nunca me había hablado tan… serio. Siempre me decía que tenía que ser responsable, educado y esas cosas que siempre te dicen los mayores, pero nunca en ese tono.

 

-¿Qué quieres decir?

 

-He tenido a varios estudiantes como tu: con un gran potencial pero que necesitan ayuda para aprender a explotarlo al máximo. Todos han sabido cuanto parar de hacerse el tonto… y cuando es hora de empezar a pensar un poco en su futuro. ¿Tú piensas alguna vez en tu futuro?

 

-No ¿para qué? El futuro ya llegara, no me gusta romperme la cabeza en esas chorradas.

 

Creo que lo que dije no le gustó ya que me miró con el ceño fruncido y de forma un tanto amenazante.

 

-Los deberes. Mañana me toca venir, espero que reflexiones y que los tengas hechos.

 

No dijo nada más, cogió sus cosas y se marchó.

 

Mi cabeza se quedó dando vueltas en lo que había dicho ¿me había amenazado o había sido mi imaginación? Es cierto que con él había mejorado en el instituto, hasta los profesores lo había notado y me felicitaban. Sé que para muchos de ellos yo ya tenía el año perdido, pero ahora me daban un voto de confianza. Hasta mi madre me había levantado el castigo y todo gracias a Macon, pero por alguna razón encontraba estúpido hacer los deberes que él me dejaba, no lo hallaba necesario y me daba pereza hacer algo que no creía me serviría para nada.

 

Simplemente Macon no me podía suspender, solo venía aquí para ayudarme.

 

El sábado, a eso de las dos de la tarde, Mark, mi mejor amigo me vino a buscar. Al parecer había organizado una cita doble con un par de chicas que estaba buenísimas. Yo no me hice de rogar y aún faltaban varias horas para que llegara mi profesor, así que nos fuimos.

 

Las chicas realmente eran muy lindas, un poco cortas de ceso como le gustaban a Mark, pero estaban buenas al fin y al cabo.

 

Nos fuimos a comer y a dar una vuelta, pero por alguna razón no me podía quitar de la cabeza que cada vez faltaba menos para que Macon llegara a casa y no quería hacerlo esperar.

 

Si, lo sé, me estaba volviendo loco. Estoy aquí, con una chica a la que evidentemente le gusto y yo solo podía pensar en ir a casa para recibir clases particulares. Ningún adolescente normal haría eso.

 

Mark se fue con su chica y me dejó a solas con… Elisa, creo que así se llamaba.

 

-¿Me estas escuchando?- me preguntó. Estábamos caminando por el parque que había cerca de casa, una idea mía para no estar muy lejos cuando llegara la hora de mi clase. Ella me miraba con un puchero, como si fuera una niña pequeña.

 

-Perdón ¿qué decías?

 

-Que si podemos quedar otro día… los dos solitos- mientras me decía eso jugaba con un mechón de mi cabello castaño, acercándose cada vez más a mi rostro.

 

Extrañamente sentí un jalón en mi brazo que me apartó de ella bruscamente. La cabeza me dio un par de vueltas por la fuerza con la que me habían jalado. Elisa tenía los ojos abiertos como platos. Yo volteé a ver a mi agresor y mi sorpresa fue igual o mayor que la de la chica. Parado frente a mí y sin soltarme del brazo estaba Macon con aire de pocos amigos.

 

-Pero qué…

 

No alcancé a decir nada, Macon empezó a caminar llevándome con él y alejándome de mi cita.

 

-¡Ethan!

 

La escuche llamarme pero aun no alcanzaba a reaccionar, no entendía que pasaba hasta que estuve frente a la puerta de mi casa.

 

-Abre- ese tono gélido no parecía el del profesor que me había estado dando clase todo este tiempo. Un escalofrío me recorrió el cuerpo entero y obedecí sin pensarlo dos veces.

 

Macon me cogió del brazo de nuevo y me arrastró hasta el piso superior. No entendía a que venía esa actitud tan agresiva ¿qué había hecho para que estuviera tan enfadado?

 

-Espero que hayas hecho lo que te mandé ya que tienes tiempo de sobra para estas haciendo el imbécil en la calle.

 

-¿Qué?- allí reaccioné ¿me había dicho imbécil? -¿Quién coño te crees para meterte en mi vida?

 

Me miró largo y tendido. El no tenía ninguna razón para estar así, el cabreado debería de ser yo por cómo me había arrastrado a casa sin dejar que me despidiera de Magi.

 

-Tu profesor, eso soy.

 

-Exacto. Por lo tanto lo que yo haga con mi vida privada es cosa mía. Si prefiero follar a hacer tus putos deberes, lo hago- no es que tuviera pensado enrollarme con Elisa, para ser sincero no me atraía demasiado, pero eso no significaba que me iba a dejar manipular por él. -¿Qué vas a hacer, decírselo a mi madre? Que miedo.

 

Vi como Macon apretaba la mandíbula con fuerza, seguramente se estaba haciendo daño al hacer eso. Seguía sin comprender el por qué estaba tan furioso. Vale que no hubiera hecho los deberes otra vez y que me hubiera encontrado con una chica en vez de estar en casa esperándolo, pero aun no era la hora por lo tanto no me había tenido que esperar. Seguro que cuando me había encontrado en el parque apenas venía para la casa.

 

Vi como se acercaba a mí lentamente, pero no retrocedí, no me iba a dejar intimidar. Grande fue mi sorpresa al sentir que me agarraba fuertemente del brazo y me lanzaba a la cama sin ninguna contemplación.

 

-¡¿Qué coño te crees que haces?!- apenas acabe de preguntar cuando sentí todo su peso sobre mí. –Pe…pero ¿qué…?

 

-Tu madre me dijo que podía ser todo lo duro que fuera necesario ¿no es así?- no entendí que quería decir. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo y traté de empujarlo, pero era imposible, por mucho que tratará de quitármelo de encima no podía. –Acabaste con mi paciencia ¿quieres follar?... Pues vas a follar.

 

-¿Qué? ¡No! ¡No quiero, no así!- me asusté, lo empujé con más ímpetu y me removí bajo el, pegándole, pero no conseguí que se moviera. Todo lo contrario, parecía más enfadado. No podía ser ¿Iba a ser violado por mi profesor? ¿Por un hombre? Sentí como me cogía de las muñecas y me las ataba con una camisa que había dejado tirada en la cama antes de salir, después ató la otra manga a la cabecera, reduciendo mis posibilidades de escapatoria. -¡Suéltame, no me puedes hacer esto!

 

Sí que podía y yo lo sabía… pero no lo aceptaba.

 

Al no poder mover mis brazos, traté de darle patadas pero me las cogió, separándolas y poniéndose él en medio. Tenía miedo, mucho miedo. Nunca me imaginé en una situación como esta, solo de pensar lo que me iba a hacer… me aterrorizaba.

 

Lo vi abrir el cierre de mis jeans y de un rápido movimiento bajarlos junto a la ropa interior hasta quitármelos, para después arrojándolos en el suelo. No me había dado tiempo ni de oponer resistencia.

 

En esos momentos Macon me parecía un animal… y yo era su presa.

 

Temblé al sentirme expuesto, desnudo de cintura para abajo. Volví a gritarle que me dejara, que no quería eso, lo insulté, pero el parecía no escucharme. 

Apartó aún más mis piernas, traté de juntarlas pero él era más fuerte que yo. Lo sentí tocar mi miembro que en esos momentos se encontraba flácido, como debía de ser. Sentí que como movía su mano de arriba abajo, masturbándome.

De piedra no soy, así que sin quererlo mi cuerpo acabó respondiendo a sus caricias. Estaba avergonzado ¿Cómo me podía empalmar en un momento como ese? ¡Estaban a punto de violarme!

 

Un gemido demasiado sonoro para mi gusto se escapó de mi boca al sentir algo húmedo, caliente y suave rozando la punta de mi pene ¡¿Macon me estaba haciendo sexo oral?! 

 

Cerré con fuerza mi mandíbula para no dejar escapar ningún sonido. No pensaba darle el gusto de escucharme gemir, pero era muy difícil. Ya me habían hecho felaciones anteriormente, pero ninguna de las chicas había sido tan buena como lo era él. Sabía perfectamente que velocidad usar, cuanto apretar… era demasiado bueno para que yo me pudiera contener por mucho tiempo.

Así fue, un par de minutos después me acabé corriendo. Las chicas siempre se apartaban antes de que explotara, pero el no, todo lo contrario, parecía complacido de que hubiera terminado en su boca.

 

Por un momento pensé que no haría nada más, ya me había humillado y creí que sería suficiente para él.

-¿Ya… estas contento?- le pregunté con evidente enfado. –¡Ahora suéltame desgraciado!

Grabe error por mi parte, creo que mi altivez lo incitó a acabar lo que había empezado.

 

Me giró sobre la cama, poniéndome boca abajo, estaba a punto de reclamar cuando sentí como algo entraba dentro de mi ano.

No podía ser… ¡Sí que me iba a violar!

Apreté la mandíbula fuertemente, no iba a llorar, no delante de él. Sentí como empezaba a mover su dedo en círculos, supuse que para dilatarme, aunque… si me iba a violar ¿por qué me dilataba?

Un segundo dedo entró con facilidad. Era extraño, imaginé que dolería más, pero no sentía nada de dolor, es más, aunque me de vergüenza admitirlo… lo único que sentía era un extraño gustillo.

Cuando retiró sus dedos de mi interior me aterroricé, sabía lo que venía. Me moví inquieto, pero él me cogió de las caderas para que estuviera quieto.

 

-Eres tan lindo, me di cuenta desde que te vi por primera vez- me dijo al oído, en un todo tan caliente que me estremeció. Estaba excitado, lo podía sentir en su voz, en su aliento, en la temperatura de su cuerpo y finalmente lo sentí cuando rozó mis nalgas con su ardiente miembro. –Pero a la vez tan perezoso, tan… altivo. Es difícil acabar con mi paciencia, pero…   tú lo has conseguido.

 

Cerré los ojos. Puede que él tuviera razón en lo que decía, pero eso no excusaba lo que me estaba haciendo. Estaba a punto de decírselo cuando sentí que algo mucho más grande que un par de dedos entraba en mí. Un grito sordo salió de mi boca. Dolía, eso sí que dolía, era demasiado grande. Sentí mis mejillas húmedas por las lágrimas que se me habían escapado, no solo por el dolor, sino por la impotencia que sentía en esos momentos.

 

Me di cuenta de que algo extraño pasaba.

 

Solo había entrado en mí y después se había quedado quieto. No podía entender lo que pasaba por la cabeza de Macon. Sentí su mano en mi pene de nuevo, haciendo que mi libido aumentaba y la excitación se hiciera presente en mi cuerpo otra vez.

 

Sus embestidas empezaron suaves y delicadas. Era como si no me quisiera hacer daño. Ya no sentía ese escozor horrible de cuando ingresó en mí, solo un pequeño dolor punzante pero más soportable.

Yo no decía una sola palabra ni dejaba escapar ningún jadeo o gemido, me mordía el labio mientras lo sentía moverse sobre mí, excitado, caliente.

En una de sus embestidas sentí algo extraño, algo que no había sentido en toda mi vida y aunque me cueste reconocerlo… me encantó. Sin quererlo, un fuerte gemido que no tenía nada que ver con el dolor escapó de mi boca, y a ese le siguió otro y otro. No sabía lo que Macon estaba haciendo, pero me segaba de placer, no podía parar de gemir aunque sabía que estaba mal.

Decidí dejar de pensar y dejarme llevar por ese placer embriagante que me estaba recorriendo todo el cuerpo.

Él aumentó el ritmo, acertando más seguido en ese lugar que me volví loco de lujuria.

No podía más, en cualquier momento iba a acabar… y así fue, me corrí sobre las sabanas de la cama. Mi ano se contrajo en ese momento y sentí una explosión caliente. Macon se había corrido dentro de mí y aunque pareciera extraño, había sido placentero.

Me encontraba fatigado. Sentí como salía de mi interior y me daba la vuelta. Tenía la mirada borrosa y el cansancio me podía. Vi su expresión de tristeza y de ¿culpa? No lo se, lo único que sé con certeza en que se acercó a mí para después posar sus labios sobre los míos en un rose suave y superficial.

 

Después de eso, nada…

 

 

Me desperté desconcertado. Por la ventana de la habitación vi que el cielo estaba oscuro. Las 22:16 marcaba el reloj de la mesita de noche.

Al quitarme la sabana de encima noté mi desnudez. Todos los recuerdos de lo que había pasado con Macon volvieron a mi como en una película. Me levanté de la cama, un pequeño dolor se hizo presente en mi trasero.

Tenía que bañarme.

 

Me dirigí al baño. Sentí el agua caliente recorrer mi cuerpo, relajando mis músculos uno a uno. Al mirar mis muñecas noté que estaban algo enrojecidas, pero no dolían. ¿Macon me había desatado? ¿Cuándo? Mi cabeza daba vueltas, me dolía.

 

Macon, mi profesor particular, me había violado.

Yo… ¿había disfrutado?

Sí.

Al principio tuve miedo… pero acabé disfrutando como nunca.

Sabía que estaba mal, bebería ir a la policía y denunciarlo. Yo era un menor y él había abusado de mí. Si hacía eso seguro lo meterían preso y no lo volvería a ver… Como debía de ser.

 

 

 

Escuché el timbre sonar. Tan puntual como siempre. Sabía de ante mano que mi madre abriría así que salí de la cocina rápidamente.

-Buenas tardes Macon ¿Qué tal está?- mi madre, como siempre, lo recibió con una sonrisa.

-Ehm… Bien- ¿estaba desconcertado? Eso me gustaba.

-Bueno, me voy. ¡Adiós Ethan!

-Mamá, estoy aquí.

-Oh, perdón cariño, no te había visto. Adiós, estudia mucho- mientras se despedía empecé a subir las escaleras. La puerta se cerró y escuché como él subía detrás de mí.

Me senté en el escritorio a esperar que entrara, pero no lo hizo, se quedó en la puerta de mi habitación sin decir nada. Giré junto con la silla y le extendí una hoja. Se acercó desconcertado y con nerviosismo. Me encantaba verlo actuar así.

-Esto es…

-Los deberes… que eran para el sábado- mi rostro no mostraba expresión alguna y sabía que eso lo ponía aún más intranquilo. –Ya que los he hecho, al menos siéntate y corrígelos- le dije, levantándome de la silla para dejársela libre.

No protestó, se sentó y cogió un bolígrafo rojo que yo tenía encima. Estaba a punto de comenzar a corregir, pero al parecer cambió de opinión. Soltó el bolígrafo y levantó la cabeza, fijando su mirada en un punto fuera de la ventana, como si no hubiera más interesante que hacer.

-¿A qué juegas? ¿Por qué no se lo has contado a tu madre?

Mamá ¿a que no sabes? mi profe, si, ese que tu contrataste, me ha violado. ¡Si claro! no tenía yo nada mejor que decirle a mi madre para que se pusiera a llorar.

Me acerqué a donde él estaba y me puse detrás, posando mis manos en el respaldo de la silla.

-¿Tienes miedo, Macon? ¿Quieres que te denuncie?

-Se perfectamente lo que hice… y estoy dispuesto acarrear con las consecuencias.

-No me has contestado a ninguna de las preguntas.

Se giró aun sentado y me encaró por primera vez.

-¿Qué quieres que te diga? ¿Qué si tengo miedo? ¡Claro que tengo miedo! ¿Qué si quiero que me denuncies? ¡No, claro que no!... Pero sé que me lo merezco.

Lo quedé mirando por largo rato. Él apartó la mirada, impaciente, supuse que quería escuchar mi respuesta, lo que pensaba hacer.

-No te denunciaré.- le dije convencido.

-¡¿Qué?! ¿Estás loco?

Vaya, pensé que se alegraría, no que me tomaría por un loco.

-No, creo que estoy bastante cuerdo. No te pienso denunciar… pero a cambio quiero que hagas algo.

-¿Algo? ¿Qué?- no sé qué clases de cosas se le pasaron por la cabeza, pero desconfiaba de mi proposición.

-¿Es verdad que te parecí lindo desde la primera vez que me vistes?- al escuchas la pregunta se ruborizó y volvió a apartar la mirada -¿Y…quisiste follarme desde la primera vez que me viste, también?- ahora sí, parecía un semáforo en rojo. Llevó su mano derecha a la boca, tapándosela, sin saber que responderme; realmente lo había puesto nervioso. –Deduzco que si a las dos preguntas.

Cogí su mentón para que me viera de frente y me acerqué para besarlo. Si algo no hicimos el sábado fue besarnos como Dios manda. El abrió los ojos como platos, seguramente pensó que de verdad se me había ido la olla, y ahora que lo pienso… puede que fuera verdad.

Me senté a horcajadas en él, pasando mis brazos alrededor de su cuello.

-¿Por qué haces esto?

Solté una risilla. El por qué ni yo mismo lo sabía… pero era lo que quería.

-Digamos que, aunque me violaste… disfruté mucho, demasiado diría yo. Además, profe perversito, si me hubieras seducido, habría caído en tus redes de todas formas, porque yo también pensé que estabas buenísimo la primera vez que te vi.

-Perdóname por lo que te hice- aunque me estuviera sonriendo, lo dijo con un todo de tristeza, y por alguna razón, me dolió verlo así.

-Te perdono solo por COMO lo hiciste, ya que yo no me arrepiento. Solo te pido que no me vuelvas a atar las manos.- él se rió, contagiándome la risa –Estos días… le di muchas vueltas a todo, al principio no sabía que pensar y menos que hacer, pero a medida que recordaba el tiempo que había pasado contigo y lo que me hacías sentir… me fue imposible denunciarte. Solo podía desear que llegara rápidamente el lunes para podes verte. Hasta hice tus deberes.

Nos reímos juntos, disfrutando mutuamente de la compañía. Macon me acarició el rostro con delicadeza, como si tuviera miedo de que me rompiera… o que me esfumara. Nos besamos, un beso que me pareció el mejor de toda mi vida. Macon era muy bueno besando, pero yo no me quedaba atrás. No sé cómo pasamos de un beso suave y romántico, a uno salvaje y desenfrenado. Era una lucha de leguas y jadeos mientras él me masajeaba el trasero y yo me pegaba más a él para poder sentir su erección rozarse contra la mía.

-Ahora te parece malo que sea perezoso.- susurré, mientras rompía el beso.

-¿Qué?

-Gracias a que soy perezoso nos conocimos… y ahora podemos estar así, ¿no?

Nos volvimos a reír.

Definitivamente… me encanta ser perezoso.

 

 

 

...Fin…

 

Notas finales:

Bueno, espero que les haya gustado, hasta la proxima.


 


 


"Lady Atenea"


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).