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Complejos de Padre por -Mikunami-

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Abuelos que dan miedo

 

Los fines de semana eran muy divertidos; en especial cuando sus padres lo dejaban a cargo de la dulce señora Kushina.

De no ser por las atenciones de la Uzumaki, seguramente ahora estaría sufriendo a causa de su primo mayor Obito, el típico familiar fastidioso, que se la pasaba lanzándole papelitos y quitándole sus juguetes. Tampoco podría disfrutar de una rica nieve de limón al lado de su amigo rubito -el que por cierto, tenía el ochenta por ciento de la cara cubierta de helado, sin contar ropa-, o aspira a aprovechar la matiné de los sábados.

— Es hora de volver niños —comunicó la pelirroja, a los pequeños que observaban a los pichones, casi matarse, por obtener alguna miga del pan que les lanzaban. Sano entretenimiento.

De verdad que se amenizaban sus días compartiendo con el rubio y su madre.

La bermeja estaba la mar de felicidad; desde el alba hizo planes para con su hijo, últimamente no había compartido con él lo que quisiera, además de que -como ya era casi costumbre- Sasuke los acompañaba por los dos días a sueldo.

Qué bueno que se le ocurrió darle la "pócima del tranquilo sueño" a su querido marido, de otra forma se la hubiese pasado molestando al albino neko, durante toda la función a la que asistieron. Aparte Minato necesitaba descansar, y ella como el pilar responsable de la familia, tenía todo el derecho de decidir cuando era justo que su esposo se quedara en casa.

¡Pero qué buena mujer!

Los niños la siguieron rumbo al auto; planeando que harían al llegar. Videojuegos o construir una ciudad. Difícil decisión.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

— ¡Vamos Sasuke! A que te gano de aquí a la entrada —dijo el blondo, una vez que hubieron arribado a la cálida morada.

El Uchiha sabía que era más veloz que el rubio, después de todo, sus piernas eran más largas y los intensos entrenamientos de los que era presa, ayudaban a mantener su condición física óptima. Decidió darle la ilusión de que por una vez lo podía superar, un acto de calidad, al fin y al cabo, la entrega de boletas estaba cerca y ahí sí que aplastaría al rubio.

Naruto estaba a punto de tocar la puerta de su casa, lo que marcaría la victoria definitiva, cuando sorpresivamente ésta se abrió, dando paso a un hombre grande y robusto, con el cabello totalmente cano y que miraba alegre al pequeño.

— ¿Cómo está mi nieto favorito?

— ¡Abuelito! —expresó dichoso el angelito. Hace tanto que no veía al mayor, además de que eso significaba que también… Un brusco empujón y el anciano salió de la vista de todos, mostrando a una rubia, de mirada caramelo, que alzó en brazos al zorrito.

— Mira como has crecido mi niño, estás más bonito de lo que recordaba —Naruto sólo reía, entre los besos que su querida Oba-chan le proporcionaba, con suerte le dejaría algo de su carita, sin el labial rojo que acostumbraba.

— ¡Como eres brusca Tsunade! Ya déjalo, él quiere estar con su abuelo, para que estar con una vieja aburrida como tú. Además con tanto maquillaje que le dejas va a parecer payaso.

— ¡Quiero oírte repetir eso decrepito!

Benditos gritos. Naruto estaba contento de que sus abuelos se siguieran llevando tan bien como recordaba. Si no estaban peleando, significaba de manera inequívoca, que algo andaba mal. Era mejor verlos querer matarse. Y no sólo con la mirada.

— Jiraiya-san, Tsunade-san que gusto que nos visiten —la pelirroja se acercó, cargando algunos víveres que había comprado. Sin otra salida conveniente, y ya que Naruto seguía apresado por los mayores, Sasuke no tuvo mejor idea, que buscar protección tras Kushina, después de todo, hasta ahora era el único adulto en aquella casa que le daba confianza —. No me digan que Minato ya despertó.

— Así es cariño y no sé por qué razón está molesto. Pero de todas formas mi hijo es un caso perdió, mejor lo puse a que nos hiciera el almuerzo y… ¿Pero quién es este niño tan lindo?

El pequeño Uchiha apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que sus mejillas fueran cruelmente masacradas, como odiaba eso, ni su propia madre le profería mimos—. Él es Sasuke y es mi mejor amigo-ttebayo —tonto Naruto, ahora esos dos adultos dementes se tomarían aún más libertades para con él.

— Ah los niños de ahora son una ternura, como me gustaría tener otro lindo chiquillo correteando por la casa —suspiró soñadora. Le encantaban los infantes no podía negarlo, lo único que la fastidiaba era que irremediablemente crecían.

— Pues yo lo intenté Tsunade, no es mi culpa que seas tan infértil; gracias a mis heroicos esfuerzos es como pudimos tener a Minato.

— De que hablas anciano del demonio, tú eres el que no tenía ni pisca de vitalidad, acéptalo, no tienes peces en tu fuentecita.

Y de nuevo volvían a la guerra. Era la única manera de poder mantener su relación a flote.

— Papá, mamá, dejen de hablar así frente a mi hijo —y haciendo acto de presencia, el miembro que faltaba para poner orden en el asunto. Es que sus padres lograban ser exasperantes. Que no entendían que con sus riñas absurdas podían corromper la sacrosanta mentecilla de su retoño—. Ahora. Cariño ¿Dónde fueron? —preguntó a su dulce nenita, tratando de apaciguarse. Después de todo su mañana había sido horrible.

Minato despertó con todo el buen humor del que era capaz, considerando que una presencia maligna -entiéndase Sasuke- decidió pernoctar otra vez en su casa. Pero vaya sorpresa que se llevó al notar como su esposa, no permanecía junto a él al despertar, que su hijo también había desaparecido y que le adefesio chibi -felizmente- tampoco estaba. Aparte de que todos los relojes de la casa marcaban pasado el mediodía, cuando él era un hombre que acostumbraba madrugar. En parte porque le gustaba ir al cuarto de Naruto a preciar como dormía su ángel, y de paso asegurarse que fuera lo primero que el niño rubio viera al despertar.

El punto era que su familia felizmente se paseaba sin él, y en compañía del chiquillo piojoso. Únicamente se enteró de los planes de la pelirroja por una nota en el frigorífico.

Para colmo sus padres -en una de sus odiosas visitas sorpresa-, llegaron a su casa pasando de él como si no estuviera, además de que su madre lo puso a cocinar. Y dios era testigo de que cuando su madre daba una orden lo más sano era cumplirla sin rechistar; aun recordaba aquella vez que su padre terminó con todos los huesos rotos y daños a órganos internos.

— Vamos mi vida, sólo salimos a pasear un rato, no te perdiste de mucho.

— Lo que sea. Minato ¿Ya está el almuerzo?

— Sí, mamá —contestó fastidiado.

Sasuke miraba divertido. Hasta que alguien ponía en su lugar a Minato-san, mínimo no notaria su presencia por un rato, lo que lo dejaría estar tranquilo y cómodo.

— Verdad que mis abuelos son geniales —comentó Naruto, aun quitándose el labial con un pañuelo—. ¿Cómo son tus abuelos Sasu?

— Pues nada más tengo uno y apenas lo he visto, así que no sé. Mi aniki dice que es mejor que no me tome muy en cuenta —dijo recordando las escasas ocasiones en las que por obligación, lo habían llevado a una de las galantes cenas que organizaba su familia, y en donde por entre todos los invitados destacaba Madara-sama, el patriarca de los Uchiha. El cual sólo llegaba a entablar conversación o con su hermano o con su padre.

— Oye Naruto ¿Quieres que te de vueltas? — Jiraiya aburrido de ver como todos discutían, fue donde su nieto, después de todo aquel niñato vivas siempre le sacaba una sonrisa.

— Sip ¿Después también le puedes dar una Sasuke? —preguntó por su amiguito; si Sasuke no sabía lo que era tener un abuelo divertido, entonces su obligación era mostrárselo.

— Claro muchacho —el cano hombre, antes que nada se alejó de la vista de los demás presentes -en especial, de cierto hijo suyo con instintos paranoicos-, era un hombre bastante alto y fornido, pese a la edad, la cual en realidad apenas superaba los cincuentas. No le costó nada de trabajo, levantar al liviano chiquillo por encima de su cabeza, para comenzar a simular que era un avioncito, intercalando los movimientos con rápidas piruetas.

— ¡Papá, no! —gritó desesperado el Namikaze, arrebatando a su tesoro de las descuidadas manos de su progenitor.

— Oh vamos, no seas aguafiestas Minato, si a Naruto le encanta —argumentó el mayor.

— No voy a permitir que tires a mi hijo —rebatió de inmediato. Aun recordaba perfectamente como unos años atrás, su padre hizo lo mismo en una salida al parque, unas muchachas que lo distrajeron, y luego su bebé yacía tirado en el suelo, con una fisura en su cabecita. Tres puntos le tuvieron que dar a su nene precioso para cerrar la herida. Ese viejo debía agradecer que aún le permitiera tocar a su hijo.

— Una vez que pasa y te condenan de por vida.

— A mí me tiraste como en quince ocasiones —y como dolieron cada una de ellas. Es sorprendente que haya llegado a los treinta con tales cuidados.

— ¡Y eso te hizo un hombre fuerte! ¡Eres un desagradecido!

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

Por fin la paz había regresado, ahora todos se encontraban comiendo felizmente; Minato discutiendo con su padre, que ni muerto seguiría su ejemplo de crianza, Kushina hablando tranquilamente con Tsunade, y Naruto formando un castillo de puré de papa con Sasuke. Aprovechando que nadie les ponía atención

— Te digo que lo estás haciendo muy blando, lo que el niño necesita es un poco del mundo real.

— Sí ¿Cómo cuando me abandonabas horas afuera de bares? —le recordó sarcástico—. O cuando me sacaste la identificación falsa, para que te pudiera acompañar a tus viajes por que no permitían menores.

— Te encanta hacerme quedar como el malo ¿Verdad?

— También aquella ocasión en la que no sabías que todo lo que había era alcohol, y terminé con el peor dolor de cabeza que recuerdo, y así fui a presentar un examen —sin lugar a dudas era un milagro que fuera un hombre tan íntegro y decente.

— Sabes que ese viejo es un sin vergüenza, no sé cómo no me he divorciado de él. Yo era la responsable de la correcta educación en la casa —intervino Tsunade.

— Mamá, un día te pusiste mala copa y me apostaste —le dio escalofríos de recordar al abominable hombre que se quería sacar el premio. Un antiguo "amigo" de sus padres, el cual conocía perfectamente la debilidad de la rubia por las apuestas y el alcohol. Afortunadamente su viejo había llegado en el momento justo, indicándole que todo fue un mal entendido, y el otro admitiendo que tan sólo era una broma. Claro una broma, si a esa serpiente rastrera se le veían las intenciones de todo menos de estar jugando.

— Todos cometemos errores Minato; el punto es saber perdonar.

Kushina miró comprensiva a su marido, pidiendo que por favor no se pusiera a despotricar en contra de sus padres.

Cuando recién estaba de novia con Minato, éste le dejó muy en claro, que cuando fuera padre le daría a su hijo toda la atención del mundo. Haría todo lo contrario a lo que sus padres habían hecho con él. Quizás esos dos eran un reconocido escrito, el hecho de que fuera sólo material para adultos, no le quitaba méritos. Y su madre una prestigiosa médico, con seis especialidades y la mejor cirujana del país. Pero eran el epitome de la irresponsabilidad.

— Además no importa cuánto te lastimaras, siempre curaba todas tus heridas con todo mi amor.

— La mayoría eran por su culpa —suspiró cansino el rubio hombre.

— Eso no me impedía hacerlo con todo mi amor.

Quizás era verdad que sus padres se la pasaban ignorándolo o exigiéndole, pero Sasuke estaba seguro -podría apostar su misma alma- a que los prefería, a tener encima las vivencias del Namikaze. Ahora sabía de donde salieron tantos complejos.

— Pasando a otras cosas —comentó Jiraiya—. ¿Qué tal te ha estado yendo Naru? —preguntó a sabiendas que el tierno niño siempre amenizaba el ambiente.

— ¡Muy bien-ttebayo! Es muy divertida la primaria y aprendo mucho, pronto seré tan listo como mi Oto-chan —expresó el zorrito para ternura de terceros.

— Sabes hijo, el otro día una paciente me dijo, que sí quería, podía facilitarme el que el niño entrada a la primaria del Anbu. Es la más prestigiosa escuela de la zona. Sería bueno para el desarrollo de Naruto.

— ¡No! —el grito aterrado llamó la atención de todos los adultos, fijando la vista en el niño azabache—. Lo siento —se disculpó por el arrebato.

Sasuke había hecho hasta lo imposible por permanecer al lado de su mejor amigo; rogándolo a su Aniki intervenir en la decisión de sus padres. En un principio a él también lo quisieron mandar a esa escuela. Un recinto donde se cultivaba a lo mejor. Pero eso significaría alejarse de aquel incontrolable usuratonkachi, el que le llenaba el corazón de alegría. No quería siquiera imaginar que su dobe se fuera lejos.

— Yo tampoco me quiero ir a otra escuela ¡Quiero estar donde esté Sasuke!

— ¡Ohh que ternura! —ante tal muestra de afecto, Tsunade no pudo más que acometer con una nueva ola de besos, ahora Uchiha incluido—. No te preocupes cielo, nadie te enviara lejos del morenito.

También Kushina y Jiraiya, veían enternecidos la sólida amistad, que habían truncado esos niños de parvulario.

— Madre, para la próxima mejor me dices esa información en privado.

Primera vez que a sus padres se les ocurría algo decente, y tenían que arruinarlo por hablarlo frente a ese infernal chiquillo y sus ataques de pánico.

 

Notas finales:

Como ustedes lo pidieron, puse todo mi empeño para tener el capítulo lo antes posible ¡Si vieran como se resistía! Espero que no se sienta muy forzado.

La verdad es que la trama no es la de esta ocasión, si no la del próximo capi. Pero como lo tenía mucho más adelantado y me dije, al demonio ya casi es navidad, pues preferí poner este argumento. De todas formas no afecta a la secuencia planeada.

Me estoy muriendo de sueño así que sólo me queda agradecer a todas las personitas maravillosas que se molestan en dejarme un review; de verdad que no me esperaba tantos, muchísimas gracias:

Grazi-chan; HopeUchiha; Ab1Le; neonsan; Kana_chan; Kotori-Sensei; melissa y Karu6277.

¡Cuídense mucho y muy felices fiestas!


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