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Complejos de Padre por -Mikunami-

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La niña de rosa

 

Todo daba la pinta de ser un día cualquiera en la vida del pequeño Naruto.

Sasuke estaba leyendo algún aburrido texto como de costumbre, matando tiempo en lo que el profesor llegaba; Sai tenía una revista que mostraba accesorios para mascotas, permanecía muy concentrado buscando cual sería el regalo idóneo para Anbu, pronto cumpliría otro año siendo dueño del roedor y tenía la obligación moral de festejar a su hámster -algo curioso es que no festejara el cumpleaños de su padre- y Gaara se entretenía con el zorrito; Naruto había aprendido hace poco a jugar al dominó, su abuelo le había dado todos los consejos necesarios para que se convirtiera en un experto, así que el rubio no se explicaba como su bermejo amigo pudiese estar ganándole ya seis veces seguidas; las fichas tenían que tener algo raro.

El Uchiha ya estaba fastidiado de esperar a Shikamaru, su nuevo tutor de grupo; el tipo había llegado y tan rápido como dejó su portafolio volvió a irse alegando que tenía algunos asuntos que resolver. Vaya profesionalismo que se cargaba el sensei, cuando no era eso, se quedaba dormitando en clases mientras les dejaba una carga monstruosa de tarea.

— ¡¿Te volvió a salir la mula de seis? ! —exclamó Naruto frustrado; este juego del mal lo estaba haciendo quedar en ridículo ¿Cómo era posible que el sábado hubiese vencido en todos los partidos a su abuelo y ahora perdía tan fácil en contra de Gaara? Porque el viejo no lo había dejado ganar ¿Verdad?

— Quizás revuelves mal las piezas —dijo el pelirrojo, algo incómodo con las cascadas que bajaban de los cielos del blondo chiquillo.

— Yo creo que Naru-chan simplemente es malo en el juego; si te enfrentas a Anbu posiblemente le logres ganar.

— Nadie te preguntó Sai.

Si era otro día perfectamente normal.

Era.

— Niños tomen sus asientos; tengo un anuncio importante —al final llegó el sensei, haciendo gala de autoridad, cosa rara en el perezoso maestro. Todos los infantes acataron de inmediato la orden, esperando lo que el Nara iba a comunicarles—. Es algo extraño por la época del año, pero les informo que una nueva estudiante se unirá a nuestra clase, así que más les vale tratarla bien… —comunicó con un matiz de advertencia, mientras más problemas se evitara en la vida mejor para él, lo último que quería era cargar más disturbios de críos—. Ok, puedes pasar —dijo Shikamaru a la figura que permanecía expectante desde el corredor.

Una tierna niña de rosada cabellera e intensa mirada esmeralda, entró al aula con nerviosa actitud, inspeccionando a todos y acercándose cautelosa al frente de la clase—. Hola, mi nombre es Sakura Haruno, espero que pueda llevarme bien con ustedes —se presentó con una pequeña reverencia y mostrando una gran sonrisa, mientras sujetaba fuertemente su caja de obentou, esperando la aceptación de sus nuevos compañeros.

Casi todos los chiquillos le dieron un cálido recibimiento, y más de una nena la invitó a que tomara asiento a su lado, el que una nueva pequeña se les uniera era muy emocionante. A excepción de Sasuke el cual consideraba el evento demasiado trivial como para darle la mínima importancia; sí, una chica igual a las otras trece que había en su clase ¿Qué era exactamente lo espectacular de ello? Con el rubio, su primo y el mapache, tenía más que suficiente.

Pero también había otros casos, en los que la novedad no sólo se quedó como un interés pasajero; como aquel querubín rubito que ahora yacía totalmente callado e inmóvil en su lugar, sintiendo como las mejillas se le coloreaban de un discreto y acogedor carmín.

¿Era la imaginación del zorrito, o todo a su alrededor había adquirido la misma tonalidad del cabello de su nueva compañera? Porque, en cuanto percibió los vividos mechones, no pudo evitar un intenso bombeo que se disparó en su pecho. Esa niña era… ¿Linda? No sabía en realidad la palabra que estaba buscando pero tenía un no-se-qué, que hacía imposible el querer quitarle la vista de encima.

Quizás su llegada marcaría más cambios de los que cualquiera se imaginaba.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

Educación Física; era por mucho la materia favorito del niño sol, en donde siempre tenía puesta una sonrisa, y la cual le ayudaba a relajarse para no perder el control durante el resto de las aburridas clases. La parte predilecta era cuando Anko-sensei después de una calentamiento de muerte, les dejaba tiempo libre para que ellos pudieran jugar a lo que quisieran. Se supondrían que en esos momentos Naruto estaría con el balón de futbol, dando su mejor esfuerzo para derrotar al equipo contrario; no que permanecería como zombi a media cancha siguiendo los movimientos de cierta cabeza coronada con el rosa, que optó por un partido de voleibol.

No se percató de que era un inerte y muy provocativo objetivo. Perfecto para una jugarreta.

— ¡Quítate dobe! —no tuvo tiempo de reaccionar a la advertencia cuando sintió como su cuerpo caía irremediablemente, apenas su instinto le mandó la orden de cerrar los ojos por la acción que lo tomó tan desprevenido. Pero al contrario de lo que esperaba, no sintió el doloroso golpe seco, o las piedritas incrustarse en su dermis; cayó en cuenta de que alguien lo envolvía entre sus brazos, mientras ambos cuerpos se precipitaban.

— Sasuke…

— ¡¿Qué diablos te pasa, por qué no te quitaste? ! ¡¿No viste que esa pelota iba justo a tu cara? ! —le rugió el Uchiha, incrédulo de que ese blondo mentecato pudiese ser tan distraído. Ambos estaban tirados, pero Naruto seguía sobre el torso de su mejor amigo, que se puso a sí mismo de barrera para evitar que algo le pasara al cabeza hueca. Y Sasuke no sólo recibió el golpe del balón, que estaba provocando ya el moretón en su cara, sino también que al momento de la caída se había raspado el brazo y la espalda, produciendo que su playera terminara desgarrándose y que un poco de escandalosa sangre sobresaliera de su impoluta piel blanca.

— ¡Sasuke! ¡¿Estas bien? ! —Sai se acercó alarmado a la escena; una cosa es que le gustara fastidiar a su primo y otra que no sintiera nada cuando lo veía pasar por algún incidente.

— ¿No te paso nada Naruto? —también Gaara se aproximó rápidamente, esperando auxiliar a sus amigos.

Inmediatamente los demás niños de la clase, se acercaron curiosos para enterarse de lo ocurrido, entre ellos una mirada verde esmeralda que observaba preocupada; no todos los días el todopoderoso Uchiha Sasuke terminaba magullado y herido. Más el neko no le prestó el mínimo de atención a la bola de entrometidos, tenía algunas cuentas que saldar con cierto tarado bravucón.

— ¿Cuál es tu problema Kimimaru? Viste que el dobe estaba distraído ¡¿Por qué diablos le lanzaste el balón? ! —exclamó furioso, enfrentando a un albino creído que desgraciadamente compartía clase con él, y a quien desde hace un año había notado las malas intenciones que tenía hacía su persona, dañando cualquier cosa que le importase -porque sí, el rubio era una cosa que le importaba-.

El de blanca cabellera sonrió autosuficiente, excusándose con un "No fue mi intención".

Sasuke estaba que reventaba, no se necesitaba de mucho para hacerlo rabiar, y ese desgraciado lo estaba llevando a límites insospechados del cólera.

Naruto lo sostuvo del brazo para evitar que su compañero cometiera una locura; él había sido el causante de todo y no iba a permitir que Sasuke manchara su perfecto expediente por una riña sin sentido. Ya después, ambos podrían planear la venganza.

— ¡Naruto, Sasuke a la enfermería! ¡Los demás vuelvan al salón de inmediato!

Apenas la voz de la Mitarashi les llegó a tiempo, quizás unos segundos más de retraso y se hubiesen soltado los golpes. Todos los curiosos críos no tuvieron otra alternativa que acatar las órdenes de la profesora; nadie se atrevía a desobedecer a la siniestra mujer, especialmente cuando ésta se cabreaba.

 

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No se la podía sacar de la cabeza. Durante todo el día sus ojos únicamente encontraron lugar para observarla desde la distancia; de seguir así empezaría a creer que se encontraba enfermo, y seguramente esa chica era portadora de una virus maligno que lo dejaba embobado. La explicación más coherente que había hallado hasta el momento.

Todavía se sentía terrible por lo ocurrido durante el partido; por más que se trató de disculpar con el moreno, éste se la pasó restándole importancia al asuntó, diciendo que después de todo tenía que proteger a un usuratonkachi como él. Lo peor es que nunca se había descuidado por ninguna persona, en general era distraído, pero no por quedársele mirando a una niña. Una que para mal, no le puso atención en ningún momento.

No había sentido el impulso de correr hacia ella y proclamarse su amigo, como en antaño hubiese actuado; hace tiempo su abuelo le comentó que a las mujeres se les debe tratar diferente, con calma, y entonces ellas le darían los placeres de la vida; la verdad no le había puesto demasiada atención y unos segundos después su querido Oto-chan había arribado a su lado, le tapó los oídos y luego sólo vio como los hombres estaban discutiendo como de costumbre. ¿Qué tenía de especial Sakura para que la quisiera tratar diferente? En general no le gustaba juntarse con las niñas, eran muy ruidosas, desprecian sus juegos y él los de ellas, se preocupaban por infinidad de cuestiones insignificantes, y siempre querían aparentar ser muy maduras.

Abandonó sus cavilaciones cuando sintió como apretujaban su cintura. Como en cantidad de ocasiones ese viernes Sasuke se quedaba a dormir en su casa; siempre habían compartido la cama, sus cuerpos aún eran lo suficientemente pequeños para acomodarse en el mismo lecho sin tener incomodidad alguna. Volteó el rostro mirando fijamente al de su mejor amigo. Era una costumbre en Sasuke, abrazar su cuerpo tan pronto se quedaba dormido, una realidad que al Uchiha le daba por negar al llegar el alba. Naruto se quedó un rato contemplando el brazo de Sasuke, el cual todavía debía dolerle, esperaba que no le quedara una cicatriz muy fea.

— Sasu —susurró dudativo. Lo que le despertaba Sakura era diferente al sentimiento que le nacía al ver a Sasuke ¿Si no quería que la chica lo viera como a un amigo, entonces que quería de ella?

— Minato, ya deja de actuar como nena y copera.

— Me duele la cabeza y estoy cansado, no podemos dejarlo para otra ocasión.

— De verdad que eres sorprendente y no en el sentido que me gustaría. Últimamente tienes muy abandonada a tu esposa.

— ¿Eso quiere decir que me dejaras dormir?

Lo siguiente que el chiquillo blondo escuchó fue el golpe sordo de algo que se estrellaba contra la pared. ¡Sus padres seguían despiertos! quizás ellos lo podrían ayudar con la confusión en su mentecilla.

Se liberó cauto del abrazo del bruno, ya muchos inconvenientes le había causado en el día como para despertarlo a mitad de la noche. Salió de la cama y sin siquiera ponerse sus pantuflas de rana, rápidamente atravesó el pasillo que lo separaba del cuarto de sus progenitores, abriendo la puerta sin siquiera tocar.

Llegó en bueno momento, mejor ver como su madre le asestaba un golpe en la cabeza a su Otou-chan, que encontrarlos más entrados en otro tipo de acción ¿No?

— ¿Mami? —inquirió bajo, llamando la atención de los adultos. Ya que Kushina seguía muy entretenida pateando a su esposo contra la pared.

Minato no pudo más que agradecer el haberse negado a realizar "ejercicio" con su querida taheña; moriría de vergüenza -quizás literalmente- si se supiera el causante de ensuciar la casta inocencia de su amadísimo retoño.

— Cariño, es tu padre y yo… pues, estábamos practicando defensa personal, pero no es algo que tu debas de aprender —se excusó rápido la bermeja incorporando a su marido, el cual también asintió enérgico ante la blanca mentirilla—. Pero ¿Qué haces despierto tesoro?

— No puedo dormir, algo raro me pasa —comunicó el angelito, componiendo una cara de circunstancias.

— ¿Qué tienes cielo? —dijo el rubio mayor al tiempo en que tomaba en brazos a su bebé, dándose cuenta del peso que había ganado últimamente, ya no era tan fácil acomodarlo en su regazo como anteriormente, de verdad que los años pasaban veloz.

— Es que… yo —no sabía de qué manera explicarse, vio las caras expectantes de sus padres, ansiosos por ayudarlo en lo que pudieran—. ¿Están bien si de repente alguien te cae muy bien y no sabes por qué?

— Pues así es como se forman las amistades mi niño —explicó su madre cariñosa; ella no veía el problema, todas las personas de las que su hijo se encariñaban, terminaban convirtiéndose irremediablemente en sus amigos -quisieran o no-, ese era el encanto de su dulce nene.

— Pero… yo no siento que mi corazón lata muy fuerte cuando veo a Sai, y no me pongo rojo y me distraigo cuando juego con Gaara, y ellos son mis amigos —expuso, quizás más para sí mismo que para sus padres.

— Naru ¿A qué te refieres exactamente con que alguien te cae muy bien? —cuestionó preocupado el Namikaze, no era posible que lo que estuviese pensando fuera el dilema de su pequeño; todos menos eso, aún era muy pronto, no estaba preparado psicológicamente para evitar querer degollar a quien se atreviese a arrebatarle un cariño especial de su tesoro.

— Pues no lo sé, creo que es cuando alguien te gusta ¿Cómo se siente eso papá? —preguntó inocente esbozando una de sus tiernas muecas. Sin percatarse que acababa de desatar el horror en el -ahora- desdichado hombre que era su padre.

¡Por todo lo bello y bendito de la vida -entiéndase Naruto- que alguien le dijera que tan sólo era una horrible pesadilla, una broma, un sueño de coma! ¡Lo que fuese menos la realidad!

— Ehh… cariño ¿Por qué no hablamos de esto en la mañana? Creo que tu padre está un poco indispuesto ahora; además ya es muy tarde para que permanezcas despierto —Kushina estaba consciente que tenía unos pocos segundos, antes de que su conyugue quisiera salir a golpear, a quien fuese el humano que se atrevió a "seducir" a su niño. Mejor controlarlo mientras aún permanecía en ese extraño estado de estupefacción.

Despachó rápida a su querubín, interponiéndose en la puerta para que la bestia no pudiese efectuar su movimiento. Dándole un reconfortante beso de las buenas noches a su niñito rubio antes de cerrar definitivamente la puerta.

— ¡¿Cómo se llama, donde vive, cuántos años tiene, donde se conocieron? ! —justo a tiempo. Minato estaba luchando escarnecidamente contra su princesita para alcanzar a su niño—. ¡Naruto!

— ¡Minato por dios! ¡Es sólo un gusto de niños!

— ¡Pero amor, no sabes todo lo que podría desencadenar! ¡Esto podría terminar con la vida como la conocemos!

— ¿Y eso sería malo? —la pelirroja pagaría lo que fuese si alguien le lograra quitar todas las manías y exageraciones a su esposo.

El pequeño rubiales, escuchó unos gritos extraños provenientes de la habitación de sus padres, pero no le dio importancia; luego de comentarle su dilema a los mayores cierta parte de sí se sentía más tranquila; apostaba lo que fuera a que su papi y mami hallarían la forma de resolver la telaraña en su cabecita.

— Hey Naruto ¿Qué haces fuera de la cama dobe? —escuchó el quejido proveniente de su mejor amigo, el cual adormecido se tallaba perezoso un ojo, adecuando su vista a la obscuridad del pasillo.

Sasuke al no sentir el calor que emanaba el suave cuerpo del rubio, no tuvo más opción que ir a buscarlo, después de todo, lo que más disfrutaba de quedarse en la casa del blondo era precisamente compartir la coma con él, se sentía perturbadoramente tranquilo al lado del niño con los cielos, disfrutando de dulce sueños. Estúpido rubio que se salía a pasear a mitad de la noche, ahora por su culpa tenía los pies helándose.

— Nada, ya vamos a dormir, Sasu —le dijo tomándolo del brazo, por un momento olvido la pequeña magulladura que portaba el Uchiha, hecho que recordó al ver la ligera expresión de incomodidad en Sasuke, apartando rápidamente sus manos de él—. Sasuke, lo siento —se excusó apurado recobrando el desazón.

— Ya te dije que no fue nada, además mi cuerpo se movió solo —batió como excusa, en parte era cierto, seguramente por ninguna otra persona se hubiese expuesto a recibir el más mínimo rasguño.

Naruto sonrió amplio, mostrando esa blanca dentadura, contento por poseer un amigo tan especial como lo era el moreno; quizás él también lo ayudaría a entender lo que sentía por Sakura.

Antes de que ambos terminaran de adentrarse a su recamara, el niño trigueño le dio un inofensivo piquito en la mejilla al morocho, sacándole un tenue sonrojo y una sonrisilla embobada. Categóricamente a Sasuke le encantaba dormir en la casa del blondo

Kushina se quedó pasmada en la puerta viendo la muestra de afecto entre los niños; unos centímetros más de perspectiva, y su esposo hubiese presenciado todo el acto ¡Por dios que estaban desquiciados esos chiquillos! ¡No comprendían con quien compartían su casa!

Por el bien de Sasuke-kun, la pelirroja rezaba porque él no fuese la persona especial de su niño. O su rubio marido quedaría más traumado de lo que ya estaba.

 

Notas finales:

Ahora sí me apuré, dos capis en menos de una semana; espero que dentro de poco tenga más actualizaciones, ahora de otros fics.

Muchas gracias a todos por su apoyo, de verdad que me levanta mucho el ánimo recibir sus comentarios;

Pikacha; luna; belu84; Valo; melissa; Kana_chan; shao_kino; gta; lullubell; chelki naru; nerryvick; Chat Noir, Midorico y Girl_Infernal.

Ya saben, si encuentran alguna incoherencia o falta de ortografía me avisan.


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