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Complejos de Padre por -Mikunami-

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Clases de natación

 

La ansiedad lo carcomía; revisaba apresuradamente en su lista que todo estuviese en orden, cada cosa cumplida en tiempo y forma. Luego desviaba la vista a su querubín asegurándose de que el infante se mantuviese a, no más de cinco centímetros de él. Uno no podía saber; un descuido y todo se iría por la borda.

— Minato, no era necesario el protector solar de nivel sesenta y cinco —comentó la pelirroja al ver a su cónyuge esparciendo la loción en el cuerpo de su pequeño.

— Cariño, tú sabes que la capa de ozono está deteriorada y no me voy a arriesgar, a que mi bebé contraiga cáncer de piel o alguna horrorosa enfermedad.

— Lo digo, porque las piscinas y demás instalaciones son techadas.

Prefirió ignorar el comentario de su esposa, suficientes nervios ya tenía con el hecho de saber que una piscina de cuatro metros de profundidad se encontraba al lado de donde los chiquillos aprendían natación. El que tuviera una barda y advertencias no le quitaba en absoluto el inminente peligro.

Hace años que su esposa quería que Naru tomara las clases para saber nadar, mientras más pequeño aprendiese, desarrollaría mejor las habilidades de dicho ejercicio. Lástima que Kushina tuvo que desistir por una temporada; fue mucha ganancia el que su esposo se hiciese a la idea de que era necesario llevar a su querubín a la escuela; una batalla a la vez.

Y por fin, a sus gloriosos seis años, el niñito áureo se sumergiría, y aprendería lo suficiente para ir más allá de una profundidad de treinta centímetros.

Ahora la feliz familia, se encontraba en el centro comunitario; todos con sus trajes de baño puestos y demás equipo preparado. Minato únicamente quería comenzar la convivencia con su adorada esposa e hijo. Relajarse -si es que eso era posible- en el agua y dejar salir el estrés.

— ¡Sasuke! —lástima que el grito de su hijo lo sacó de la ensoñación. Volteó la mirada aun no queriendo afrontar la realidad, únicamente para percatarse de como el pequeño demonio de negro cabello, caminaba alegre a su dirección en compañía de su hermano.

Seguramente hizo algo muy malo en su otra vida, quizás dejar a su querido niño desamparado en el mundo y con una horrible maldición a sus espaldas -algo de verdad cruel-, para que en esta existencia lo pagara teniendo que soportar a un horrible esperpento miniatura.

¿Cómo era posible, que se encontrara con el pequeño Uchiha, hasta en las salidas familiares?

— Itachi-kun, Sasu-chan que gusto ver que pudieron venir —saludó la pelirroja alegre, a los recién llegados.

Claro. Su amadísima princesita era la responsable. En momentos como estos es cuando Minato se ponía seriamente a considerar el divorcio; o por lo menos encontrar una manera en que su querida nenita dejara de producirle bilis ¿Era tan difícil de entender que el rubio quería pasar tiempo sólo con ella y Naru?

— Gracias por la invitación Kushina-san —mencionó cortes Itachi, ya con el bañador puesto, llevando de la mano a su hermanito—. Minato-san —se notaba que el Namikaze, ni concepción tenía que ellos se aparecerían. Pero eso en absoluto perturbaba a Itachi, él estaba ahí para hacerle pasar un buen rato a su otouto.

Naruto daba brinquitos entusiasmado, ahora podría cubrirse del transparente líquido en compañía de su mejor amigo. Sasuke a su vez, aguardaba impaciente el poder disfrutar del agua junto al zorrito, también quería construir algo en los areneros de la terraza que vio al entrar al complejo, ya tenía miles de planes. Quizás ese edificio no fuese el exclusivo club al que llegó a asistir con su familia, aquel lugar que albergaba instalaciones de punta, con cientos de personas cumpliendo los caprichos de los adinerados huéspedes; pero sin lugar a dudas el ambiente era mucho más cómodo, sin miradas de reproche de parte de su padre, y sin tener que contenerse de querer disfrutar las piscinas como lo haría cualquier niño de su edad.

— Ahora que ya estamos todos reunidos ¿Qué les parece buscar un buen lugar para dejar las cosas? —propuso la bermeja, tomando del brazo a Minato, una silenciosa advertencia de que no emitiera ninguna protesta.

Definitivamente un descuido y todo se fue por la borda.

 

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Por lo menos ahora tenía un momento a solas con su adorado querubín, Kushina yacía tomando el sol en las instalaciones al aire libre mientras los Uchiha estaban perdidos por ahí, la verdad no era importante su localización.

Gracias a kami que el niño pegote ya sabía nadar, por lo menos durante la clase no fastidiaría.

El instructor, un amable hombre de nombre Iruka, les estaba dando las rutinas a los padres, para que ayudaran a sus retoños a desenvolverse lo mejor posible.

Ahora practicaban un ejercicio de pataleo, en el cual tenían que agarrar las manitas de los niños, mientras estos intentaban avanzar en el agua.

— Y recuerda, no te sueltes de mí en ningún momento —declaró el rubio adulto, la profundidad era de apenas un metro, casi todos los niños superaban dio parámetro; aun así Minato prefería sentir a su hijo a cada instante, además Naruto cooperaba con todo lo que le dijeran e intentaba seguir cada instrucción lo mejor posible; él quería ser capaz de adentrarse en el mar en sus próximas vacaciones y nada lo impediría.

A varios metros de ahí Sasuke observaba al rubio, que se esforzándose por flotar; el neko yacía sentado en un chapoteadero cerca de los trampolines, pese a que su Nii-san le ofreció su compañía para meterse a nadar, prefirió esperar paciente a su zorruno amigo. Unos gritos lo sacaron de su estupor.

— ¡Ohh dios mío es guapísimo!

— ¡Es como ver a un ser divino!

— Y yo que casi perdí mi fe en los hombres.

Vio como un grupo de chicas estaban absortas en la alberca de enfrente, dirigió la vista a lo que ellas observaban, encontrándose con su hermano, que practicaba sus perfectos clavados y que al momento de salir del agua, muchas mujeres se le acercaban. No le agradaba que tantas niñas fastidiosas atosigaran a Itachi.

Bien sabía que su hermano tendía a ser un individuo que gustaba de la soledad, y que si se permitir rodearse de gente, era, o por obligación, o por hacer un pequeño sacrificio para alegrarle el día a su hermanito. Era una pena que el Uchiha llamara la atención a donde fuese.

Sasuke estaba a punto de intervenir en la situación, después de todo, estaba al tanto de que ninguna fuerza influenciaba sobre Itachi como él, cuando sintió un abrazo que le rodeaba el cuello, tirándolo directo al agua y cortándole la respiración.

— Nee Sasu ¿Viste que bien lo hago? —exclamó el pelirrubio, sujetándose del azabache. Aprovechando que el instructor les había dejado media hora libre para reponer fuerzas, le rogó a su padre el poder ir acompañar a su amigo—. Muy pronto seré mejor que un pez—emitió dichoso, imaginándose como sería la vida bajo el océano—. ¿Tú no vas a tomar las clases?

— Yo aprendí a nadar desde hace como dos años, dobe—declaró el bruno niño, recuperando el aliento—. Antes mi mamá me acompañaba a las clases, pero luego dejó de tener tiempo; mi Nii-san intentaba llevarme pero también estaba ocupado, pero aun así, sé nadar muy bien —dijo orgulloso, salpicando al blondo—. Hasta te puedo enseñar unos trucos geniales —comentó con su sonrisilla de superioridad.

A Naruto le brillaron los ojos expectantes, enumerando las posibilidades de aventuras que podría tener al lado de su nadador amigo ¿Cómo resistirse ante tal ofrecimiento?

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

No era la mejor opción del mundo que su niño fuese a jugar con el Uchiha, pero por lo menos le daría el tiempo suficiente para aclarar algunas cosas con su esposa.

La divisó tranquila, bronceándose sobre un camastro, ajena a todas las miradas libidinosas que se le dirigían. A veces, olvidaba lo hermosa que su esposa seguía siendo. Y todo lo que ello implicaba.

Kushina era capaz de derrotar a mano limpia a diez hombres, sin mayor esfuerzo, su nenita podía ser simplemente aterradora, aun así, odiaba que la vieran con malas intenciones, como si el anillo en su dedo anular no significase nada.

— Cariño tenemos que hablar —llegó hasta su mujer, dirigiendo miradas de advertencia de paso, por si había algún osado que se atreviera a no apartar la vista.

— Me tapas el sol mi vida.

— ¿Por qué los invitaste? —cuestionó sin más, esperando la respuesta por parte de la pelirroja.

— No te alteres amor; pensé que sería más divertido para Naru aprender a nadar en compañía de su amiguito —comentó distraída—. Además se están pasando muy bien el día, tan sólo quiero crearle lindos recuerdos a mi hijo, cuando sea mayor, rememorara su niñez y se reirá por tantos felices días que pasó gracias a su padre consentidor.

— Igual puede tener lindas memorias, donde los únicos extras seamos nosotros.

— Yo creo que Sasu le añade un plus a su diversión —era imposible hacer razonar a la Uzumaki, cuando una idea se le metía en la cabeza, todas las posibilidades de hacerla cambiar de opinión se le agotaban—. Por cierto ¿Dónde está Naruto?

— Lo dejé un rato en el chapoteadero con el mini diablillo, Itachi los vigila así que no creo que haya ningún problema, pero mejor me regreso.

— ¡Recuerda no exaltarte cielo! —le gritó conciliadora.

Como si eso fuese posible.

Quizás era momento de comenzar a tolerar más a Sasuke, después de todo, no era la culpa del niño el no poder haberse resistido a los encantos de su hijo, es decir ¿Quién no aceptaría la amistad de tan tierno angelito? Únicamente un idiota. El chiquillo albino, no era del todo desagradable, quizás si lo hubiese conocido bajo otras circunstancias no lo despreciaría tanto, hasta se le haría simpático. No hablaba mucho, era educado, sabía comer utilizando cubiertos y por lo que había llegado a reparar, no lloraba.

Sí, le constaba que si en ese preciso momento no hubiese notado a su precioso hijo, abrazando al neko, ambos infantes totalmente pegaditos y con medio cuerpo sumergido en la alberca, mientras el Uchiha sostenía de la cintura al rubio, seguramente Minato hubiese reconsiderado la forma en que trataba a Sasuke.

— Naruto ya te dije que no te debes sostener así de mí, me tiras —exclamó adolorido el moreno, al sentir como tiraban de su cabello, y por momentos perdía el equilibrio.

— Pero quiero subirme a tus hombros, así tú serás mi caballito de mar-ttebayo —soltó el otro niño, que tenía que aprovechar la habilidades de su amigo y conquistar la alberca.

— Usurantokachi.

— ¡Aleja las manos de mi niño! —gritó el rubio colérico acercándose a los chiquitines.

¿Por qué Minato-san parecía enfadado con él? Todo era culpa del dobe, y sus ridículos deseos de convertirlo en su mascota acuática, maldito el día en que le dijo que era sorprendente nadando.

— Otouto te traje la pelota que querías —anunció Itachi, llevándole el inflable a su hermanito, distrayendo con aquel acto las ansias que tenía Naruto por trepar en Sasuke, para que lo llevase por toda la alberca; e interponiendo de paso, en el camino de Minato. No era en absoluto la intención de Itachi, ver como arruinaban la diversión de su otouto. Así que prefirió sacar ahora que tenía ánimos, el plan de contingencia—. ¿Y qué tal nada usted sensei? —preguntó como no queriendo la cosa, logrando que la atención del Namikaze se centrara momentáneamente en él.

— A decir verdad muy bien —dijo, aun sin apartar los ojos de su bebé, que ahora se divertía lanzando la pelota por todo el chapoteadero, en compañía de Sasuke.

— Seguro que fue muy bueno en su época — ¿acaso Itachi estaba insinuando que ya no era bueno?

— Te asevero que no sólo en mi época Itachi-kun —contestó molesto, por el descaro del joven.

— Únicamente digo, que es inevitable llegar a un momento, en que los jóvenes superan las habilidades de alguien ya con tanos años encima —básicamente le estaba llamando viejo ¡¿Quién diablos se creía? ! Minato era un joven adulto en el esplendor de su vida ¡Hasta podría pasar por veinteañero por todos los cielos!

— Te gustaría comprarlo Itachi-kun, en una sencilla competencia amistosa, después de todo aquí hay piscinas de cien metros con cronometro —le demostraría quien era el de capacidades inferiores.

— Sería todo un placer —el rubio era más ingenuo de lo que imaginó, por lo menos estaba seguro que estarían entretenidos por un buen rato. Así Sasuke jugaría en paz. Y también sería entretenido competir con su sensei en otro tipo de actividades más allá de las académicas.

Unos metros de ahí. Kushina veía divertida la escena. Convulsionándose ligeramente ya que se estaba aguantando reírse a pleno pulmón. Seguramente Minato ya estaba entrando en crisis de los treinta, hace un par de años se hubiese puesto a analizar mejor la situación en lugar de caer en el juego de un adolecente.

Al ver como los hombres se alejaban decidió ir por su hijo, ya que en unos minutos las clases se reanudarían.

— Naru, ya es hora de seguir con la lección de nado, mi vida —pronunció llamando la atención del infante.

— Pero mami, estoy jugando con Sasuke —dijo con una expresión de circunstancia, apretando el balón ansioso y mirando a su amiguito que también acongojó ligeramente su rostro ¿Por qué hora que se entretenía tanto, debía volver?

Kushina sonrió comprensiva.

— Nee Sasu ¿No quieres acompañarnos donde Iruka-sensei? No importa que ya sepas nadar, podrías practicar tu pataleo o quizás te enseñe como zambullirte mejor —ofreció cariñosa, dándole la mano a los niños para que salieran de aquella alberca.

Al instante los pequeños, ahora entusiasmados, siguieron a la mujer, impacientes por las instrucciones que les darían.

En otra de las piscinas, Minato ya estaba con las respiración errática y el pulso al máximo, era la quinta vuela completa que daba a la alberca y seguía en empate con el Uchiha. Ambos se veían cansados, pero sus orgullos eran muy grandes para darse por vencidos.

Ya luego, como en dos horas, se daría cuenta que el resto del día lo pasó ajeno a su familia, y entonces comenzaría con el berrinche. Otra vez.

 

Notas finales:

¡Ohh por dios, me retrase tanto!

En general este es el fic que más se me facilita escribir; pero ahora tuve un inmenso bloqueo. Así que yo no puedo juzgar como me salió el capítulo, ya que básicamente me obligue a mí misma a terminarlo, lo tenía sin avanzar desde hace como dos semanas; no tenía ni el ánimo ni la inspiración para redactar absolutamente nada.

Por cierto, los trajes de baño se los dejo a su imaginación, sólo aclaro que todos los hombres llevan bermuda.

Muchas gracias por leer, sobre todo para quienes se toman la molestia de comentar:

Hakkusyo San; temari1277; 130 8a kiku; Ab1Le; shao_kino; lullubell; Chat Noir; gta; sofica; Kana_chan; Karu6277; belu84; melissa; desi_chan; Eikou y blaze.

Cuídense mucho y espero leernos pronto.


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