Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Excarcelación por Eruka Frog

[Reviews - 66]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Gao. He aquí un nuevo cap de esta historia. Es curioso, me resulta sencillo escribir este fanfic, pero me resulta muy complicado corregirlo ._.

 

Contesto los reviews en un momenito, gracias a todos los que dejaron =)

 

 

Nuestras virtudes y nuestros defectos son inseparables, como la fuerza y la materia. Cuando se separan, el hombre no existe.

Nikola Tesla

 

Capítulo VII: Responsabilidad

—¡Sakura!— su voz, habitualmente neutral y un poco lacónica, se deformó hasta llegar a la auténtica alegría. De los amigos que tenía, Sakura seguramente estaba entre las mejores. Era una chica alta y alocada (su cabello teñido de rosa chicle era muestra de ello), artista también y dueña de la sonrisa más encantadora que conocía. La muchacha sonrió con alegría ante de entrar a  su departamento. Miró todo con aprobación, deteniéndose en un par de fotografía de Geishas que tenía justo en el recibidor, y abrió mucho los ojos.

 

—Creí que las geishas serían un punto muerto en tu carrera, Sai, pero me equivoqué—reconoció. El moreno sonrió en respuesta y la condujo a la sala, donde la muchacha se dejó caer en el sofá más grande, con su gigantesco bolso a su lado —¿cómo te va? –interrogó.

 

—Excelente –respondió. No le había contado a ninguno de sus amigos acerca de Gaara, así que se guardó el “no tan bien” que tenía atorado en la garganta.

 

—Ah, claro, es el excelente que Naruto y tú utilizan para decir “me va pésimo, pero me creo tan genial que lo voy a solucionar yo solo” –refunfuñó—No voy a obligarte a hablar, pero me duele que no confíes en mí –aseveró.

 

—No es eso. Hay cosas que es mejor no hablarlas, porque se convierten en vergonzosamente reales.

 

—Huy, suena bien –casi podía verla relamiéndose ante la perspectiva de un acontecimiento maravilloso.—Debes contármelo después.

 

—Claro –se rindió al final.

 

—Y ahora, a lo que estamos –la muchacha comenzó a revolver en su bolso, hasta sacar un sobre—Me pediste que revisara las pertenecías de tu hermano y te entregara sólo lo que juzgara insoportable regalar—en su tono había una mota de ironía mal disimulada con fastidio. –Los secretos de tu hermano –dijo, poniendo el sobre en la mesita de té.

 

Intrigado por sus palabras, sacó del sobre amarillo y grande, como los usados en paquetería, un pequeño ajado de papeles.  Eran estados de cuenta. Los observó sin  entender muy bien a qué venía todo eso. Lo más llamativo eran los retiros exorbitantes de dinero, pero realmente no lo sorprendían, pues al ser el único benefactor de su hermano, estaba al corriente de la excesiva cantidad de dinero que  gastaba mensualmente.

 

—Al principio creí que tu hermano, como muchos otros hikikomoris, simplemente compraba cosas inútiles por internet, pero no había tantas cosas en su piso como para confirmar la teoría, así que después, francamente con un poco de hastío, me imaginé que seguramente estaba obsesionado con la pornografía de paga. Investigué un poco y resultó que sí, tu hermano estaba obsesionado con la pornografía. Aunque con un tipo de pornografía diferente a la que yo pensaba. Ahora, Sai, hay algo que me preocupa, pero más por ti que por tu hermano –Sakura respiró hondo antes de seguir. Era evidente que se había pasado un tiempo pensando la mejor manera de abordar el tema. —¿Está aquí por tu hermano? –sorprendido, negó con la cabeza y frunció el ceño.

 

—¿Cómo podría estar aquí por él?

 

—Mira, Sai… si no me quieres contar, vale. Creo que como el adulto que eres, sabes qué hacer con tu vida, pero como tu amiga, te aconsejo que no sigas ninguna clase de bobería , ni siquiera en nombre de tu hermano, así que…

 

—Espera, espera –interrumpió. Sakura parecía ligeramente trastornada, y él comenzó a preocuparse de verdad —¿de qué hablas?

 

—¡No finjas!—gritó por fin, harta –nunca se trató de las geishas, ¡viniste aquí para vengarte!

 

Sorprendido, arqueó las cejas con auténtica curiosidad. Sakura se retorcía las manos, a la par que lo observaba con fijeza. Su amiga siempre había sido un poco chillona, pero aquello le parecía excesivo.

 

—No tengo idea de lo que estás diciendo –aseguró, despacio, para remarcar cada palabra. La muchacha lo observó en silencio durante un rato más y luego se llevó las manos al cabello, estaba tan nerviosa que terminó por levantarse.

 

—¿Me lo juras? –interrogó.

 

—Te lo juro… ¿de qué hablas?

 

—Francamente… si no sabes nada de esto… lo mejor quizás sea que las cosas sigan así. Confía en mí –suplicó. Sus manos seguían retorciéndose, y ella parecía a punto de ponerse a gritar otra vez.

—Joder, escúpelo y acabamos con la tontería –pidió, ya irritado. La de ojos verdes suspiró fuertemente, y Sai estuvo segura de que la muchacha estaba analizando algo muy importante.

 

—Bien… pero debes prometerme que no harás ninguna tontería—suplicó. Él asintió confiado y la chica volvió a sentarse.—Verás, cuando me di cuenta de que tu hermano estaba gastando una cantidad ridícula de dinero en una página en particular, me pareció de lo más repulsivo, pero lo dejé pasar. Supongo que eso hacen los chicos que se encierran en sus casas—No era un secreto lo mucho que su vivaz amiga repudiaba a esa clase de gente.—pero luego encontré una nota. No la conservo, claro… ufff, estaba manchada de semen, ¿vale? Apenas podía leerse—un escalofrío la recorrió—sólo en consideración a ti, voy a creer que tu hermano estaba tan angustiado y herido, que no pensó con mucha claridad las cosas.

 

—Pero qué…

 

—Espera, espera… deja que termine. Mira, la carta decía algo acerca de lo mucho que la amaba, que había salido de su “jaula” sólo para ir a verla… y que cuando lo rechazó de aquella manera tan tajante, no se le ocurrió un solo motivo para continuar una vida en la que ella era lo único que importaba.  Tu hermano compró con su tarjeta de crédito dos boletos de tren. Uno hacia aquí, Kioto, y otro de regreso a casa. Es evidente que cuando menciona que salió de su jaula, se refiere a que vino hasta aquí, a ver a alguien, lógicamente. Alguien que lo rechazó.

 

—¿Y quién era ella? –preguntó consternado. Si su hermano había salido de esas cuatro paredes, aventurándose incluso a tomar el tren y viajar, no podía tratarse más que de algo grave.

 

—Yo quería saber eso mismo… así que comencé a buscar algún indicio en el departamento de tu hermano, y encontré una fotografía que estaba  en el mismo estado que la carta… te juro que intenté hacerme la fuerte y no destruirla, pero como igual era irreconocible, terminé por deshacerme de ella. Detrás sólo decía un par de palabras, su nombre y una dedicatoria, claro… le pedí a un par de amigos que investigaran un poco, pero no fue necesario, porque ellos la conocían. Parece que es realmente famosa, ellos también están obsesionados…

 

—Mi hermano vino a verla –algo en toda la historia lo estaba mareando.

 

—Y ella lo rechazó… joder, Sai, cuesta trabajo creer que no lo sepas, porque has venido a Kioto apenas murió tu hermano y… ¿De verdad no la estás buscando? Porque no sé cómo tu hermano averiguó su dirección, pero es así… porque por lo que entiendo, el vino hasta aquí seguro de encontrarla.  Y bueno, yo… no estaba segura de decírtelo, por eso he tardado tanto en venir.

 

—No tenía idea—aseguró. Tenía la sensación extraña de necesitar sentarse aún cuando ya estaba sentado, cómo si necesitara doble apoyo. Se masajeó las sienes con cansancio, y esperó a que la chica continuara, pero ella parecía haberse quedado muda, así que terminó por preguntar —¿cuál es su nombre? –Sakura pareció sobresaltarse, y de nuevo pareció intentar analizar algo.

 

—No lo sé… pero por lo que sé, la llaman(o mejor dicho, lo llaman, porque resulta que es chico) Gaara.

 

Claro. Era su castigo, un castigo a muchas de las negligencias cometidas hasta ahora, cuyas consecuencias se habían encargado de entrelazarse hasta  formar un solo y doloroso camino del cual no podía escapar. Debió haber obligado a su hermano a salir de su encierro, debió obligar a sus padres a responsabilizarse de él, debió respetar el encierro voluntario de Gaara. Pero por sobretodo, debió haber responsabilizado al pelirrojo de la, ahora evidente, desgracia que seguro había significado para decenas de sujetos miserables que, como su hermano, habían encontrado en él una resplandeciente luz tras los barrotes de su oscura y voluntaria prisión.

Una luz que no había resultado otra cosa que el fuego que terminaría por consumirlos.

 

A duras penas consiguió mantenerse impertérrito mientras Sakura  lo observaba clavada en su sitio. Necesitó el doble de fuerzas para salir a comer con ella y charlar de temas triviales luego de asegurarle que, aunque le sorprendía, pensaba que era inútil buscar a una persona así. La muchacha finalmente había tomado el último tren a casa, pues aseguraba que no podía quedarse más tiempo por compromisos de trabajo.  Eso le sentó de maravilla, porque él no podía soportar una hora más fingiendo indiferencia.  Condujo hasta su piso y se dispuso a esperar, sentado a la penumbra de la única lámpara que había encendido. Cuando lo juzgó conveniente, se puso en pie y se dirigió hacia el sitio que hasta hacía unas horas le había parecido el centro del universo.

 

—¿Por qué has golpeado tantas veces? –se quejó Gaara cuando abrió la puerta. Parecía haberse vestido a toda prisa; todavía tenía brillo en los labios, y probablemente el afrodisiaco utilizado en aquella ocasión guardaba todavía su efecto, porque parecía agitado y sonrojado—¿qué ocurre? –inquirió.

 

—¿Sabes quién es Sora? –soltó. Se sentía como si le hubieran dado un violento golpe en la cabeza y no fuese capaz de pensar con claridad.

 

—No –negó, confundido. Sí le sonaba de algo, pero no debía ser importante o relevante, porque no lograba ubicarlo.

 

—Me lo imaginaba –sostenía el pomo de la puerta, aunque Gaara había hecho varios ademanes para dejarlo  entrar. –Era mi hermano, y tiene una gracia tremenda que no recuerdes quién es, porque seguramente sus últimos momentos los vivió pensando en ti.

 

—¿Qué quieres decir?

 

—Lo que quiero decir, hijo de puta, es que mi hermano se suicidó porque a ti no se te ocurrió otra cosa que jugar con un montón de sujetos débiles y necesitados para pagarte una vida que, francamente, no te mereces.

Cerró la puerta con tanta fuerza que casi se llevó por delante los dedos pequeños y aparentemente inofensivos de Gaara.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

A muchas personas no les gusta Arjona. A mí sí, aunque admito que tiene ciertas lagunas bastante feas, pero en una de sus canciones dice algo como "si te gusta la rosa tienes que aprender a vivir con las espinas". Igual puede que sea una expresión popular y yo ni enterada xD A veces pasa, y me ha pasado, que nos enamoramos e idealizamos, algo realmente injusto para la persona, porque luego no pueden cumplir con nuestras expectativas y claro, nos molestmos. Creo que eso le pasó a Sai, que no se molestó con la profesión de Gaara hasta que se dio cuenta de cómo lo afectaba. No crean, yo no culpo de nada Gaara, pero me gustaría que se pusieran en el lugar de Sai.

 

Espero que dejen un comentario, es genial conocer su opinión. Oh, y si alguna lee alguno de mis otros fics, ¿cuál debería actulizar primero? ._. estoy perdida.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).