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Excarcelación por Eruka Frog

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Notas del capitulo:

¡Gao! Espero que les gust este capítulo que, como ya les dije, es de los últimos.

 

El hombre nace libre, responsable y sin excusas.

Jean Paul Sartre

 

 

Capítulo VIII: Liberación

 

“El aislamiento forma parte de mi plan maestro.

Ya, que seguro pensaste que no era más que uno de esos tipos tontos que se encierran en su habitación para pensar en todo lo patéticos que son, mientras viven a expensas de sus honorables familias y se masturban en el baño mientras contemplan la imagen de la erololita del momento, comen sopa instantánea a diario y están más gordos que la bola roja con tendencia a deslizarse por las chimeneas. En realidad, rompo con el estereotipo de freak que se encierra en su burbuja cuadrada a esperar que por algún milagro le llegue la muerte.

 

Mi nombre es Sabaku no Gaara, para empezar. Quizás mi apellido e sonó desde el principio, cosa normal, puesto que mi familia al pleno salió hará unos años en los periódicos de todo el país y una buena parte de los extranjeros: asesinados a sangre fría mi hermano y mis padres; condenados a una vida llena de terror mi hermana y yo. La versión amarillista cuenta que el asesino cosió a mi madre al colchón de la cama, la violó repetidas y salvajes veces, procedió a tirarle encima aceite hirviendo y luego la clavó a la pared junto a mi mencionado hermano. Ella murió rápido, pero para él la muerte le llegó algo tarde. Eso, curiosamente, es mejor que la verdad.  Y nadie la cuenta, porque la verdad tiene la graciosa propiedad de avergonzarse de sí misma.

 

Detente ahí, pintorcillo. No, no me encierro en mi agradable apartamento  porque el trauma de mi horrenda desgracia me haya marcado de por vida. Sucede que yo era joven  y si no fuese por las fotografías, ni siquiera recordaría la cara de mis familiares. Crecí al lado de mi hermana, Temari, en casa de unos tíos que nos cuidaron… así que si lo veo por ese lado, en realidad no perdí nada. No estoy marcado por ese incidente porque ni me importa ni me despierta repentinos instintos de cualquier índole.

 

Es un hecho pasado, y como prueba de ello no lo volveré a mencionar a menos que sea estrictamente necesario. Punto.

 

Decía que me llamo Gaara y  rompo los esquemas del resto de los hikikomoris. Es más, me atrevo a decir que soy único en mi especie. Verás, una vez (hace dos años justos)  desperté una mañana y me di cuenta de que no quería ir al colegio. Ese día no bajé a desayunar, ni a cenar ni a nada. A ese día le siguió la semana completa y a ella un mes entero. La tía me obligó a salir cortándome los suministros, pero apenas me abastecía de ellos, volvía a mi cueva cúbica. Jugamos un rato, hasta que me percaté de algo que si bien era obvio, fue un comentario agudo de mi tía lo que me hizo notarlo de verdad:

 

Para mantenerme ahí, necesitaba ser autosuficiente.

 

Así fue como comenzó el jueguito de la lolita erótica (a que no te lo esperabas, ¿eh?). Aproveché  una corta salida de mis tíos, en la cual la casa estaba desierta y yo era libre de vagar sin que me tocaran las pelotas, así que primero saqué de la alcancía de mapache toda la pasta que tenía (que no era mucha) y luego me fui al  centro comercial. Es sorprendente lo fácil que un mocoso como yo pudo convencer a su hermana de acceder a cierto favor del tipo bancario. A lo que iba, que compré la utilería que ya me había hecho a la idea de utilizar y regresé a mi triste guarida.

 

Ahí comenzó el espectáculo.

 

No soy el paria gordo y grasoso que se masturba en el baño con la foto de la ero—lolita del mes, porque yo soy la ero—lolita del mes.  Tampoco soy ese que vive de su familia porque ellos jamás se habrían permitido un gasto tan tremendo como el que implicaba pagar el apartamento en el que vivo sólo para que yo esté a mi reverendo gusto, ni mucho menos  soy aquel que dedica su día a pensar cuan miserable es.  Al contrario, yo soy feliz (¿eso es posible?) con la vida con la que, ya sea por situaciones externas o propias, me mantiene en pie.

 

 

Yo, Sabaku no Gaara, no necesito a Sai.

 

Puedes culparme por haber llevado a la muerte a tu hermano, como si yo fuese responsable de la existencia de otro ser aparte de mí mismo. Yo no le pedí a Sora que me amara, que creyera en mis palabras pagadas o, para empezar, que decidiera sentirse inferior  su hermano.  Yo, Sai, no te pedí que me amaras. No te pedí que me ayudaras, no te pedí nada. Tu hermano, en realidad, tampoco.  Él habría sido más feliz si tú hubieses dejado que  tus padres, como pudieran, se encargasen del problema. De él. Porque habrían tenido que reconocer su existencia. Te crees el bueno del cuento, pero la única realidad es que tú le quitaste la posibilidad de ser el hijo de alguien.

 

Sora me amaba, o eso creía. Se masturbaba con mi imagen, soñaba con mis gemidos y, más importante aún, pagaba por mi tiempo. Pagaba con tu dinero, lo que significa que arriesgaba su valor ante tus ojos por media hora conmigo. Tu hermano, en otras palabras, era un vil cerdo. Ansiaba mi amor no para compensar el suyo, sino para desprenderse del tuyo. Tu hermano no se suicidó porque yo no lo amara, se suicidó porque ni siquiera el plan al que le había dedicado tanta pasión dio resultados. Porque se dio cuenta de que, al igual que con sus padres, amarme no le daba derecho a ser amado. Porque nunca iba a deshacerse de tu sombra.

 

Yo no tuve la culpa ni, es muy importante que lo sepas, la intención de herirte indirectamente. Quizás no lo creas, porque yo mismo lo he negado e insistido en no mostrarlo, pero yo, Sabaku no Gaara, el hikikomori  único en su especie, estoy enamorado de ti. Porque ya te dije que no te necesito, porque necesitarte me convertiría en una carga para ti y yo no quiero que cargues conmigo.

 

PD: Si te sirve de algo, tu hermano ha conseguido vengarse de mí; me ha quitado lo que no quise darle.”

 

 

 

 

Terminó de escribir y suspiro. Sabía que estaba siendo desagradablemente sincero, pero había perdido el tacto después de tanto tiempo de no practicarlo. No sabía si Sai lo seguiría queriendo, o si  esa carta serviría de algo más que enfurecer al moreno, pero quedarse sentado ahí, perdiéndolo, era indiscutible. Amaba a Sai, era el único sentimiento del que estaba seguro. Y casi podría hacer un huracán sólo de ese amor, sería fácil teniendo en cuenta que ya se había hecho una vida, construido valor y moldeado decisión sólo con quererlo.  

 

Dobló las tres hojas que había escrito con la firmeza que sólo la perdida otorga, y tomó la pesada mochila en la que guardaba su conato de vida. Sin dudarlo un segundo, abrió la puerta de su apartamento y no se molestó en sentir miedo, porque el mundo exterior podía comérselo vivo después,  pero ahora él tenía que ir a buscar a Sai. Bajó las escaleras y llegó por fin ante la puerta blanca que, pese a ser gemela de la suya, le pareció diferente.  Decidido, llamó. Sabía que Sai estaba ahí, porque había escuchado ruido desde arriba, y estaba también seguro de que abriría.

 

—¿Qué demonios quieres? –interrogó el moreno, que estaba impecablemente vestido y bien aseado. Contrario a él, que llevaba dos días sin tomar una ducha y estaba hecho un asco en todo sentido. Perdiendo un poco el aplomo, pero recuperándolo con pura voluntad, le tendió la misiva. El bruno observó su mano con profundo despreció, y él tuvo que tragarse el sentimiento para lamentarlo después. No más cerecita, princesita, cariño ni nada. —¿Ni siquiera tienes el valor para hablar de frente? –se burló, sin tomarla.

 

—Estaré frente a ti todo el tiempo –replicó—si escribí es sólo porque no quiero que me interrumpas ni, mucho menos, dejarme llevar por el dolor que me causa tu despreció.

 

—¿Ahora sientes dolor? –desdeñó, aún negándose a tomarla.

 

—Se podría decir –repuso. Por fin, Sai tomó la carta y comenzó a leer.  Desde el primer momento, su cara varió en expresiones. Pasó de la indiferencia al desdén para luego saltar al dolor. Mientras, él se apoyó en el umbral, deseando entrelazar sus manos, besar sus labios o, al menos, perderse en sus ojos. Pero tenía que mostrar valor si quería ser amado de nuevo, y no quería nada más que eso.  Cuando terminó, Sai lo miró largo rato, y él se obligó a no rehuir su mirada.

 

—No sé qué buscas –terminó diciendo, tendiéndole de vuelta la carta –ya sabía que Sora me odiaba –añadió.

 

—No te odiaba –negó, paciente—no es que yo sea un experto, pero creo que te admiraba tanto que se sentía frustrado.

 

—Mira, Gaara… francamente, lo sé… sé que tú no mataste a mi hermano, también sé que no podías amarlo sólo por no herirlo, sin embargo… no puedo perdonarte –Sai se recargó en la puerta y terminaron uno frente al otro, aunque no se observaban.

 

—Es que no vine a pedirte perdón –terció al fin.  El mayor le dirigió una mirada de despreció—vine a ofrecerte una ofrenda de paz y a hacerte entender todo lo que estoy dispuesto a hacer por ti. Aunque, bien pensado, si lo que quieres es que lo lamente, te juro que lo haré. De verdad, me voy a arrepentir  –le tendió la pesada mochila, que el otro tomó sin entender. La abrió dubitativo, y al observar lo que llevaba dentro, lo observó con curiosidad.

 

—¿Cámaras de video?

 

—Mis cámaras de  video… no puedo hacer que tu hermano ni el resto de los chicos me perdonen  por las falacias que les vendí, pero puedo dejar de hacerlo.

 

—Pensé que no era una disculpa –señaló.

 

—Y no lo es… o no conscientemente, al menos.

 

—Luces diferente. Más seguro, más persona –parecía un informe de daños, por lo que terminó por esbozar algo parecido a una sonrisa.

—Siempre pensé que yo no tenía sentimientos, pero actuaba como una persona profundamente deprimida. Y ahora, que estoy seguro de uno al menos, creo que actúo como si no sintiera nada ¿no es extraño? –sin embargo,  sentía sus ojos llenarse de lágrimas. Sai se acercó con cautela, todavía no del todo seguro. –Estoy seguro, Sai, estoy completamente seguro de que te amo. Y no me importa el aislamiento, ni nada más.

 

—Bueno... pues hay que darle otra razón a Sora para admirarme –humor negro, Sai volvía a ser él mismo. No el postmuerte de su hermano, ni el inter—encierro—muerte, sino Sai.

 

Y algo le decía que ambos podrían quitarse las cadenas de encima.

 

 

 

 

 

Notas finales:

Pues eso. Igual se esperaban algo más dram´tico, pero la vrdad es que escribí esa carta antes que el fic en sí. e hecho, iba a empezar por ahí, pero al final retrasé muchos meses. Faltan pocos capítulos, y probablemnte se estarán preguntndo de qué van a tratarse si ahora todo parece estar muy claro. Bueno, ¿no odian los finales del tipo "y vivieron felices por siempre", te hacen preguntarte que pasói después, así que eso será. Una nueva etapa de este fanfic OwO

 

Estoy publicando varias cosas hoy, ojalás las lean todas, y de paso se pasen por mi nuevo blog HadaSinSueño >.< ahí iré publicando historias originales, reflexiones y eso. Vamos, un blog normal xDD

 

Kissus ^x^


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