CAPITULO 6
La tormenta no supo en que momento había caído victima del sueño, solo sabía que así había sido, pues el sol ya comenzaba a salir de su escondite tras las montañas del oriente, mientras su cuerpo le reprochaba el haber dormido en una posición tan incomoda, todo le dolía, en especial el cuello y la espalda ahora le pasaban factura de las sucesos ocurridos el día de ayer.
Miro al japonés que dormida cómodamente sobre sus piernas, como un pequeño de 5 años que había ido a dormir con su madre después de una pesadilla, en busca de consuelo, paz y amor.
Por fin era sábado, eso le agradaba demasiado, no quería ver a Hibari, no después de lo sucedido el día de ayer, por un momento creyó que tal ves, solo tal ves ellos en verdad podrían tener una relación “normal” pero, los celos, los hechos ocurridos en el futuro, era una barrera que el prefecto no lograría brincar fácilmente..
Comenzó a acariciar la corta cabellera negra de su acompañante, esperando a que este despertara, o tal ves solo trataba de que no lo hiciera, que continuara con su sueño, dentro de aquel mundo que Morfeo crea para nosotros cada noche al descansar, aquel que simplemente nos resulta perfecto.
Su mirada verde esmerada permanecía clavada en la pared de su habitación, aquel cuadrado color blanco que llevaba viendo desde hace un tiempo atrás, aquella pared era su vista al despertar, tan distinta a la que tubo en el futuro, así como la frialdad y la calidez entre un amanecer y otro…
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-¿Por qué haces todo esto Kyoya? ¿Por qué te complicas tanto la vida?- preguntó un italiano de rubia cabellera a su joven aprendiz
-hmp, no te metas en lo que no te incumbe-
-no seas inmaduro, solo lo estas alejando de ti-
-nadie esta pidiendo tu opinión herbívoro-
-…. Lo sé… lo sé…- contestó resignado el jefe de la familia Cavallone, sabia lo inmaduro, terco y necio que era su alumno y nada ni nadie lo haría cambiar de opinión, no hasta que fuera demasiado tarde y el mismo notara el error.
No se daría cuenta de lo mal que esta hasta que aquel beisbolista de ojos castaños le quitara a la peligrosa y confundida tormenta.
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El japonés despertó debido a las cómodas caricias que recibía, sin embargo no dijo nada, se quedó callado, fingiendo aun dormir, ocultando su presencia en busca de información, como lo hace un espía del FBI.
La tormenta por su parte, se levantó con cuidado, para después dirigirse a la cocina, tenia hambre, el día de ayer no recordaba haber comido y mucho menos cenado, ahora su estomago le demandaba algo de alimento.
La lluvia lo vio marcharse por aquella puerta y desaparecer en el pasillo, nunca imagino despertar de aquella manera, en la casa de la tormenta… aunque para ser sinceros, no le gustaba del todo su amanecer, a pesar de las caricias del italiano, lo seguía sintiendo frio, a pesar de haber dormido en la misma cama, sentía como un enorme abismo los separaba…
Abismo que tenia nombre y apellido
Hibari Kyoya….
Salió de aquella cama y fue detrás del joven albino, no quería perderlo, quería atarlo para siempre a su lado, después de todo, en las tormentas siempre estará la lluvia, sin embargo también las nubes… un maldito triangulo amoroso, un ciclo sin fin en el cual nunca podrán ganar… no por completo…
Camino por aquel pasillo hasta ver como el menor tomaba un vaso de leche, de pie junto la barra, tan distraído, se encontraba perdido, navegando en sus pensamientos, tratando de encontrar tierra firme, algo a que aferrarse de ahora en adelante… un nuevo hogar.
Se acercó lentamente y lo abrazó por la cintura, sintió el leve escalofrió que recorrió el cuerpo de la tormenta por tal acción, no sabia si por que aquel movimiento lo había tomado por imprevisto, o acaso era por que era EL, Yamamoto Takeshi quien lo abrazaba, y no cierto japonés de ojos azules, solo esperaba que fuera la primera, pues a pesar de estar consiente de el amor que le tenia la tormenta a la nube, el quería seguir soñando, con despertar cada mañana a el lado del ser amado, sin un tercer actor sobre el escenario.
Permanecieron en aquella posición un largo rato sin decir nada, pues no había nada que decir, esto no era fácil, para ninguno de los dos… aquel viaje al futuro, les ayudo a volverse mas fuertes, a salvar a la humanidad… sin embargo… ¿a que precio?, su felicidad, su hermoso futuro como pareja se había esfumado ante sus ojos, se había desvanecido de una manera tan fácil, algo que llevo años forjar, ellos lo habían derrumbado con solo una noche.
El joven italiano estaba consciente de ello, de que había echado por la drenaje aquel futuro que Hibari le mostró, no culpaba al prefecto de sus acciones, el le había dicho lo que tendría en 10 años, sin embargo aquello no le importó, dejo ir aquella vida por un poco de felicidad y amor… ahora comenzaba a pensar si aquello había estado bien
Cupido no es que sea malo, solo que, solamente le a tocado ser el líder del sentimiento mas hermoso..
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Subió hasta la azotea del lugar, no me agradaba seguir escuchando al potro, sabia que había estado mal lo que izo, que no estuvo bien el intentar abusar de aquel cuerpo, pero los celos lo invadían, las imágenes de el italiano bajo su cuerpo, quería verlo con sus propios ojos, lo enloquecía la idea que alguien más lo tuvo y el no, aquel pensamiento lo atormentaba.
El no quería actuar de aquella manera, quería a la tormenta, deseaba despertar cada mañana a su lado, pero cuando lo besaba… todo aquello se esfumaba, y aquellos recuerdos del futuro volvían a su mente y lo hacían perder los estribos.
Sabía que de seguir así terminaría por perder al italiano, y no quería eso, ya había visto como seria su futuro si lo dejaba ir, una soledad total… cambiaria eso, no se convertiría en ese Hibari Kyoya.