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I will... forget you por karlaa miichellee

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CAPITULO 8

 

FUTURO

Había pasado cerca medio año desde que derrotaron a byakuran había terminado con el samurái, no tenía caso seguir fingiendo, continuar con un amor que ya no existía, ahora que descansaba entre los brazos del ex prefecto, se preguntaba si en verdad, en algún momento amo a aquel moreno, o tal vez, simplemente, se refugiaba en él.

Nuevamente amanecía en aquella cama, en el otro extremo de la base Vongola, en una habitación al más puro estilo japonés, cubierta de refrescantes telas y caros muebles.

Sintió aquel brazo sobre su cintura, aferrándose a él con una extraña fuerza que contenía extrema delicadeza, amaba a ese japonés de ojos azules, le importaba un carajo la hora, lo único que quería era seguir durmiendo, disfrutando de aquel agarre, el trabajo podía esperar.

 

PRESENTE

Yamamoto se levanta nuevamente de aquella cama, buscaba su ropa entre en desastre de la habitación.

Extrañamente, comenzaba a cansarse de eso, el menor solamente le buscaba para tener sexo, en un principio, él tenía la estúpida idea de que hacían el amor, que equivocado estaba.

Ahora, lo veía todo, el italiano de ojos verdes solo lo usaba, tenían sexo todo el día para que este mantuviera ocupada su mente y no recordara aquellos momentos en el futuro, cuando solía dormir con una persona que en verdad amaba.

Miró detrás de él, ahí estaba Hayato, recostado en la cama, completamente desnudo y exhausto, sabía que ese niño lo usaba y el…. Le amaba, amaba ser usado…

¿Cuánto tiempo continuarían así?

Mintiéndose, engañándose, lastimándose.

Mientras tanto, en otra parte de la ciudad, un japonés de ojos azules descansaba bajo la sombra de un enorme árbol.

Ya habían pasado meses desde que observo al menor con el beisbolista, y aún, por momentos, aquella imagen regresaba a su mente, el italiano desnudo con el cuerpo de aquel herbívoro entre sus piernas.

Idiota

Le había perdido

Ahora lo aceptaba, lo admitía, pero no  lloraría

Lo hecho, hecho estaba.

Sintió a alguien acercarse, no se inmuto por mirar, reconocía aquel torpe andar la perfección, era él, Yamamoto Takeshi.

-Hola-

-¿Qué quieres?-

-Hablar, solamente hablar Hibari- extrañamente, aquel hombre no parecía contento, era de las pocas veces en que le veía en aquel estado... estaba triste

-No luces bien-

-No lo estoy- que estaba haciendo, el deportista seguía preguntándose por que había ido hasta ahí, porque había termino con aquella enfermiza relación que mantenía con el bombardero, porque había esperado hasta ahora. – terminé con Hayato esta tarde

-¿Y? ¿Qué tiene que ver eso conmigo?-

-creí que lo amabas-

-te equivocas, mi yo adulto le amaba, mi yo adulto le besó y lo hizo suyo, no yo-

-él te ama… a ti… por eso aceptó la relación en el futuro-

-…- no recibió respuesta, ¿Qué debía responder?

Tenía imágenes de Hayato siendo poseído por dos hombres, uno su yo adulto y dos aquel beisbolista, ¿Qué debía de hacer? Olvidar aquello y correr a los brazos de aquel italiano que ya contaba con demasiada experiencia sexual y poca inocencia.

-tal vez, yo nunca le ame… fue solo, una obsesión, un “¿Qué se siente estar en aquel  interior?”, tal vez, solo buscaba darle sensaciones a aquellas imágenes desabridas que se mantenían en mi cabeza-

-Hibari, no seas idiota, no le pierdas-

-pensé que tú le amabas locamente herbívoro-

-pero él no me ama a mí…-

 

Futuro

Hibari se levantaba, o al menos lo intentaba, pues el italiano de ojos verdes se pegaba a su espalda, queriendo obligarle a volver a la cama.

-tengo trabajo-

-no mientas Kyoya-

-convénceme de quedarme-

Como respuesta el menor comenzó a besar el cuello del nipón, mientras recorría aquel pecho tan tonificado con sus suaves y pequeñas manos.

Paso sobre el cuerpo del japonés con una agilidad sorprendente, como la misma que Uri cuando se escabulle entre la mansión.

Se sentó  a horcadas sobre el hombre de cabellos negros, el cual, aprovechando la desunes de la tormenta, comenzó a acariciar su cintura, sus caderas, sus glúteos, sus piernas, hasta llegar a sus rodillas y volvía a subir, retrocediendo por el camino acababa de recorrer.

Se besaron, unieron sus labios, mientras buscaban volver a unir sus cuerpos.

En el futuro…todo marchaba bien.

 

PRESENTE

Hayato continuaba acostado en su cama, desde que el beisbolista se había marchado seguía en la misma posición, le había botado, terminado.

Pero, extrañamente, no le importo… solo le importaba alguien…

Sintió una ráfaga de viento frio acariciarle el cuerpo, miro hacia la ventana y le vio.

Hibari Kyoya

Estaba de pie, junto al marco de la ventana, mirando la blanca piel del joven extranjero, este al notar los ojos del prefecto sobre su cuerpo, recordó su estado, jaló la sabana y cubrió su cuerpo, mientras escondía su mirada entre su mata de cabellos plateados desordenados.

Se encontraba avergonzado, no quería que Hibari le mirara así, quería que se marchara, pero a la vez que se quedara, no sabía que es lo que deseaba.

Lentamente, pero con paso decidido el japonés se acercó a la cama, y tomó el rostro del menor, miró aquellos ojos verdes

Estaba asustado, avergonzado, confundido.

-ve a darte un baño- ordenó la nube

El joven aceptó, se levantó, envolviéndose en aquella sabana, adoptando el viejo estilo de los griegos y camino rumbo al cuarto de baño.

Una vez que el chico pasivo  desapareció tras aquella puerta, se puso de pie y vio el desastre de la habitación, comenzó a ordenarlo todo, él amaba el orden, era un limpiador compulsivo.

Se puso de pie y comenzó con su labor, Hayato estaba mal y en parte, era su culpa, si no se hubiera dejado dominar por sus celos, tal vez, hubieran podido llevar una relación normal y las cosas no se abrían salido de control como ahora.

 

En la regadera, un italiano limpiaba su cuerpo, tomo el jabón con aroma que rara vez usaba y se jabono con él, por alguna razón, quería parecer presentable, borrar la patética imagen que Hibari había visto de él hace uno momentos atrás, que idiota había sido, jugo con el beisbolista, lo usó como juguete sexual prácticamente.

Lavó su cabello hasta hacer espuma y dejar que aquel aroma le penetrara los sentidos, se sentía tan bien la espuma sobre su cuerpo, la manera en como esta resbalaba por el efecto del agua cayendo sobre de él.

Termino, se envolvió en una toalla limpia y salió, tratando de cubrir todo su cuerpo, por estúpido que pareciera, se sentía avergonzado de que Hibari lo viera con tan poca ropa, a decir verdad, sin nada de ropa.

Hibari miró a el italiano salir de la ducha, ocultando su desnudes tras una toalla color verde y con un tono carmesí poblando sus mejillas, la mirada baja y sus cabellos plateados pegados a su rostro por la humedad del agua.

El chico alzó un poco la vista para ver la habitación, estaba ordenaba a la perfección, pero aun así, evitaba que sus orbes verdes se toparan con aquel chico, que sabía estaba sentado en la esquina derecha de la cama, mirándole.

El japonés se levantó y se acercó al cuerpo ajeno, hasta quedar frente a él, besó su frente y aspiró su aroma a lima.

Lo tomó por la cintura y lo acercó a su cuerpo, el otro obediente, no se negó y aceptó tal movimiento.

El joven nipón, guio al italiano hasta el armario, abrió uno de los cajones y sacó un cambio de ropa interior, después tomo las manos del menor y le hizo soltar la toalla, necio y nervioso, aceptó tal acción, la tela resbaló por su cuerpo y calló hasta el suelo.

-que… ¿qué planeas?- interrogó nervioso al terminar desnudo frente al japonés

-nada malo… solo quiero… ayudarte a cambiarte-

Fue la simple explicación del prefecto, mientras caminaba alrededor de ese joven y se colocaba detrás de él, tomó el par de ropa interior limpia, se agachó.

-vamos-

Nervioso, el menor introdujo sus piernas dentro de la prenda, después sintió como aquel chico iba subiendo, acariciándolo hasta llegar a su cintura y colocar el bóxer en su lugar, besó aquel cuello, aspiró nuevamente esa fragancia.

Volvió a abrir el armario, esta vez sacó la parte de arriba de la pijama del menor.

Le colocó una manga, después la otra, le dio la vuelta y comenzó a abrochar botón por botón, lentamente, ante la nerviosa mirada verde que observaba sus movimientos.

Terminó de abotonar la prenda, levantó la mirada, buscando aquellas orbes color esmeralda, pero estas continuaban huyendo, tomo el mentor del menor y le obligó a mirarle

Verde esmeralda y azul metálico

Sin soportarlo más, el menor abrazó aquel cuerpo del azabache, comenzó a llorar

El japonés correspondió el abrazo y acarició aquellas hebras plateadas

-lo siento-

-no, yo lo siento herbívoro-

 

 

 

 

Notas finales:

bueno eso fue todo


gracias por leer!


bye besos! ;D


PD:


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