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Ladrón De Almas por Vampire White Du Schiffer

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Notas del capitulo:

Ay, perdón, ;____; no merezco su comprensión (?). Bueno, no encontraba el punto exacto para empezar el lemon, hoy se explican las cosas que no se entendieron el cap anterior xD así que... me disculpo en las notas de abajo! xD

Capítulo VI.

Despertó en un lugar extraño. Le dolía el cuerpo entero. Pasó su mano izquierda para relajar su cabeza tallándola levemente, dejando que sus cabellos rubios se acomodasen como siempre. intentó estirarse, todavía no reparaba en condiciones. Emitió un corto bostezo y se encontró en u en cavilaciones, parpadeó varias veces. Era el campo, verde y fresco, tal y como lo había visto hace poco tiempo con su reciente amiga…

-¡Ophe-chan! –se intentó incorporar, pero su cabeza le dolía al punto de causarle un mareo tremendo, se tambaleó se acercó a un árbol, se masajeó las sienes. Miró el amplio cielo, y de nuevo quiso emprender camino.

-Yo que tu no me movería –la voz varonil retumbó en la mente de Gin hasta causarle más mal.

Se apartó del lugar inmediatamente. Sus ropas seguían siendo las mismas.

Y las de Ban también.

Solo que los cabellos del ilusionista, en lugar de estar en puntas alocadas como siempre, todos caían laciamente hacia los costados, dándole un aspecto extraño. Tan conmemorativo.

-Ban… -quiso ir con él, pues había aparecido frente a él; el moreno puso su mano en el bolcillo del pantalón.

-Vámonos, Ginji –murmuró dándose la vuelta.                              

-No –respondió de inmediato –. Dime ¿Dónde rayos estamos? O talves sea mejor preguntar… ¿por qué Ophe-chan no…?

-Regresamos a Japón –respondió mirándole de perfil –¿Entiendes?

-Ba-Ban… pero yo… -la voz de Ginji iba bajando considerablemente de nivel –. Me alegra que estés bien –apretó sus puños –, pero yo no puedo dejar un trabajo a medias.

El moreno regresó hasta ponerse a cinco centímetros lejos de la cara de Gin.

-¿Por qué? ¿Por esa chica? –lentamente levantó su mano y atrapó el mentón de Ginji.

-Estás actuando raro y sigo sin entender que pasó en la Cueva.

-No tienes necesidad de saberlo –se miraron a los ojos.

-Dímelo, o iré a averiguarlo yo mismo –con su mano apartó a Ban –, no parece que esté muy lejos –temblaba porque no sabía como actuar frente a su compañero, después de todo habían discutido, y Ban se presentó ante él como su enemigo, además de que su mente estaba confundida algo le decía que talves le había traicionado, esa posibilidad le taladró el alma de manera dolorosa.

-¿Sabes a dónde ir?

-No –se limitó a responder –, pero sé que no me lo querrás decir –sus ojos castaños evitaban ver a Ban.

-Te lo puedo decir

Gin le miró súbitamente.

-Pero tendrás que pagarme para ello.

-No cabe duda de que ese Ladrón de Almas te cambió, pero no quiero nada que pueda provenir de ti, traidor –murmuró.

-¿Ahora deseas llamarme así? –se echó a reír –, creí que el título te quedaba mejor a ti, después de todo –se encogió de hombros –, decidiste irte con ella antes que seguir conmigo. Dime, Gin, ¿Te gusta esa mocosa?

Ginji frunció el ceño, no entendía el alcance de dicha pregunta.

-No volveré a cruzar palabra al respecto –quiso cortar de tajo la conversación.

-Oh, pero yo si.

-Ya basta, Ban. No sé por qué tienes celos o por…

El moreno al escuchar esa palabra “tabú” estampó al rubio contra el frondoso árbol.

-Gkh, si son celos, pero eres demasiado tonto como para capar los motivos –masculló manteniendo  una mirada torva.

-Deja de hacerme perder el tiempo –dijo, sobándose la nuca, no había alternativa, debía ser todavía más frío con su amigo; un zumbido en su corazón le causaba un grado de desconcierto que no pudo manejar.

-Te llevaré de regreso a la fuerza entonces.

-¡No quiero volver a pelear contigo! ¡Entiende! –leves chispas azules salieron de los puños de Ginji.

-Ahora estás sumamente débil, ni siquiera servirías de calentador –se burló.

-De acuerdo, Ban, has el favor de explicarte, ya estoy harto de que hables sin decirme nada cierto.

-¿Quieres saber por qué te traicioné? ¿Quieres saber por qué vendí a esa niña por el doble de lo que nos ofrecía? ¿Deseas enterarte por qué el Ladrón de Almas pudo manejarme ayer sin que yo estuviera de acuerdo con ello?

-Eres un desgraciado, Ban –dicho esto, le dio un trancazo en la mejilla, cosa que solo logró que el moreno virara la cabeza –, ella está sola ahora, ella quiere ayudar este lugar, y el ladron tendrá sus motivos, eso no quiero saberlo, lo que me intriga eres tu –eso sorprendió.

El moreno guardó silencio un minuto.

-¿Recuerdas lo que te dije aquella vez en la Casa? –inquirió con aire sombrío. Ginji vibró al hacer la remembranza.

-Discutimos

-Ojalá solo hubiera sido eso –se hincó ante Ginji, le tomó por las mejillas, y escudriñó en los bellos ojos color chocolate claro –, pero –suspiró – cuando dije “Me gustas” no lo hice para que confirmaras mi amistad por ti –declaró con dolor –lo hice para que supieras lo que he intentado decirte todo este tiempo.

No será necesario especificar el estado de Ginji salvo en aclarar que se quedó estático cual piedra.

Y antes de que empezara a balbucear, la serpiente le cubrió la boca con la propia.

Un beso.

Tan anhelado.

Corto pero efectivo.

Acorralado entre Ban y el árbol.

La serpiente le acarició con vehemencia la clavícula y quiso descender.

Ginji, por su lado, tenía un maremoto de emociones bullendo en su interior.

¿Era asco? ¿Desagrado?

¿Sorpresa?

¿Calor? ¿Cariño?

¿O talves… deseo?

-Ba-Ban… -se separó con dificultad, la lengua del moreno se había colado en su boca y le había hecho atenta invitación a continuar en una danza larga.

-¿Ahora entiendes? –soltó en medio de una sonrisita, se mordió el labio inferior y quiso seguir cerca de las comisuras de Ginji.

 Lanzó su aliento cálido a la oreja del trueno.

-Aunque no te diré cuánto tiempo llevo así –dijo socarrón –, no quiero compartirte con nadie más. Te vi tan emocionado al venir aquí, pero las personas te miraban, querían acercarse, te querían apartar de mi lado, eres lo único que tengo, Gin…

El rubio se ruborizó.

-Ellos no pensaron eso; pe-pero tu si –su balbuceo se extendió más de lo imaginado; de nuevo ese zumbido, pero ahora se le sumaba el tamborileo de su corazón.

-La verdad –continuó –, no esperaba confesarme, pero este lugar me causó un pánico enorme –miró la copa verde del árbol –, es tan diferente, allá te podía apartar de todos porque ya los conocía; pero aquí… todo parecía querer devorarme, me sumí en una desesperación tonta…

-Es que eres un tonto –murmuró por pronta respuesta –, eso siempre me ha enfurecido de ti –frunció el ceño y la serpiente enmudeció –,  crees que existes solo, pero yo te prometí cuando nos conocimos que iba a estar contigo siempre, pero, al parecer, no me escuchaste –apretó los labios –, si me hubieras dicho lo que sentías antes…

-No quiero que me correspondas –cerró el alegato.

-¡Pero no habrías actuado tan infantil!

-¡Ten por seguro que si! ¡No soporto la idea de que te importen los demás antes que yo!

-¡Eres incoherente!

-¡Por tu culpa! ¡¿Tú crees que esperaba enamorarme de mi mejor amigo?! ¡No es como si yo lo hubiese decidido! –se aferró de lo hombros del trueno -. Te metiste en mi corazón primero, como el primer desconocido que me dio la mano, y luego mi mente lenta y estúpida fue acaparada por solo pensamientos dedicados a ti, ¡Me enferma! ¡Me vuelve débil!

-¿Me-Me amas?

-Fuiste el Emperador y eres más ingenuo que un paje –le respondió.

-No-No es mi culpa

-Ah, deja de tartamudear –se golpeó la frente. Ya se iba, pero Ginji le detuvo abrazándolo.

-¿Me dejas?

-¿No es lo que quieres?

-No me respondas con una pregunta –le regañó y respiró hondamente –yo –se tocó el pecho –, estoy… confundido –agachó la cabeza –, yo te quiero, mucho –y aunque el Trueno no se dio cuenta Ban se sonrojó ligeramente –, me preocupo por ti, y me enojo cuando cometes estupideces, tampoco me gustaría que te desaparecieras de mi vida, pero ignoro si eso es el amor que tu quieres…

-Por el momento, me basta –decía “seguro”, pero no esperaba recibir una ancha sonrisa de Gin –, olvídalo, no puedo –por mucho que lo pudiera ocultar también estaba nervioso, tener el cuerpo de Gin tan cerca suyo… ah, había comenzado a divagar sobre mantenerlo en sus brazos para dedicarle mil besos, cien caricias y…

-Espera, espera ¿Dónde estás tocando? –se juntó al árbol al punto de mejor abrazarlo a él –, tienes una mirada de violador –se transformó en su forma chibi y lagrimeaba patosamente.

-Ah –suspiró y se rascó la cabeza, cosa que hizo recordar al trueno el cabello de Ban.

-Me gusta –murmuró trepando y terminó en una de las ramas más altas de ese enorme monumento de la naturaleza.

-¿Qué dijiste?

-Nada –se dedicó a mirar por el horizonte, verde, por todos lados –, te propongo un trato –dijo bajando la mirada para encontrarse con la de Ban –, iré por Ophe-chan, resolveré este encargo y después volveré contigo a Japón, o a donde tu quieras.

-Acepto.

Ginji mantuvo su sonrisa de sol.

-Solo espero que esté bien.

-Abdón no le hará nada malo –respondió Ban emprendiendo camino.

-¿A dónde vas? –bajó de donde estaba, había encontrado el pueblo, no estaban lejos.

-Te mostraré el camino, ¿Qué no es obvio?

Minutos después.  

-Ahora, sino es mucho pedir… -el rubio se aclaró la garganta –lo de ayer…

-Ah, resultó que me encontré con Kazuki y…

-¡Cierto! –recordó y se abalanzó hacia Ban –¡¿Te pasó algo?! ¿Cómo es que ellos llegaron aquí?!

-Cálmate, nos enfrentamos, pues fueron contratados por el Ladrón, me llevaron ante él y me propuso un intercambio: dinero y tu libertad a cambio de la moc… de la chica.

Gin le miró con cara de pocos amigos.

-Bueno, bueno, no tenía muchas opciones –continuó –sino le hubiera obedecido terminaría encerrado en ese feo anillo.

-Por un momento así lo creí.

-No, yo fingí trabajar para él; te di un golpe y terminaste inconsciente. Todo era su plan, dio que tu eras demasiado fuerte incluso sin tus “poderes”, y que al verme traicionándote serías lo bastante útil como una piedra en el camino –apartó con su mano derecha la maleza

-Ya lo recordé –le asesinó con la mirada –le agradeceré a Abdón-chan en cuanto lo vea –castañeó los dientes.

-Si no te importa, quisiera encargarme yo de él –dijo deteniéndose para mirar a Gin.

-¿Razón?

-Sigues siendo un civil cualquiera; además el tiene facha de hechicero, deja que este ilusionista se haga cargo.

-¿No has usado ya el Jagan?

-Solo una vez.

-¡Pero…!

-Tranquilo –sonrió confiado –, tengo un plan. Dejaré que Abdón abriera la caja. 

Notas finales:

Si, no hubo Lemon, pensé en incluirlo, pero si lo hacía en esta situación tan pronta Ban iba a violar a Gin e_______e y sinceraente no quiero, amo demasiado a Gin como para lastimarlo de esa forma ;___; espero les haya gustado~
En el siguiente, nos acercamos al final (? El ladrón de Almas hace alarde de... ¡Apoderarse el cuadro! 


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