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Ladrón De Almas por Vampire White Du Schiffer

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Notas del capitulo:

Hoy, la guía con sus dos nuevos compañeros van a un poblado...

 

*Al día siguiente*

Los tres estaban a bordo del humilde vehículo.

-Y… ¿Ésta cosa es su medio de transporte? –Preguntaba sarcásticamente la chica.

-Si no te parece, hubieras tomado un avión.

-No seas idiota, al pueblo al que vamos ni siquiera llega la señal de los celulares. Aj, pero creo que ni tienes uno.

-¿Por qué no mejor te callas?

-No te pago para que me calles.

-El que paga todo es tu hermano.

-Pue-Pueden dejar de pelear. –intentaba conciliar el rubio que iba de copiloto.

-Está bien. –Respondía Ophelia.

-Eres una convenenciera.

-Y tú un tipo que aún no se anima para salir del closet. –Dio en el blanco demasiado rápido. Ban se alteró y se notó, pues por la carretera comenzó a dibujar curvas inexistentes.

-¡¡Waaa!! ¡Ban-chan! ¡Ban-chan! –Gritaba Ginji. -¡Concéntrate! ¡Vamos a chocar!

*Hora después*

-Y así fue, como el estúpido de Ban-chan se fue por el camino equivocado y paso por una zona de clavos. Eres genial, profesor. Deberías enseñarme a conducir. –La chica sacaba un par de sodas y hacía un brindis mientras el oji azul cambiaba las refacciones.

-Aghr, ya cállate, mocosa.

Ginji mientras se estaba estirando. Estaba asombrado, no habían pasado más de dos horas y ya estaban en medio de la nada. Todo era campo verde. La época de lluvias estaba sobre ellos. La carretera seguía hacia adelante, no había más caminos hechos de petróleo, lo demás era pura y llana terracería. El sol se colaba entre un par de nubes.

-Es sorprendente. –Alababa Gin.

-Aún no ves nada. Cuando lleguemos, los llevaré a nadar. –le decía animada.

-Hey, ya acabé. Y nada de planes. Estamos en camino para recuperar la pintura, no para divertirnos. –Contrarrestaba el serio Ban.

-¡Pero, Ban-chan! ¡Sería divertido! Hace mucho que no vamos a nadar.

-Primero acabemos con eso, y después veremos.

-Eso es como decir: no. –Reclamaba el rubio.

-Oye, oye. –Intervenía la chica. –Está bien. No puedes culpar a Ban-chan, después de todo. Si fuésemos a las cascadas, por más hermosas y grandes que fueren, no se podría concentrar en divertirse.

-¿Por qué no? –Preguntaba el rubio. Y el moreno respingó. Ya sentía la maldad impresa en aquellas palabras.

-Porque Ban te iba a ver en traje de baño. ¿Te imaginas? Tú semidesnudo, debe ser toda una divina aparición. No y no. Ya lo pensé bien, y no los llevaré a nadar.

-¡No seas mala, Ophe-chan! ¡Quiero ver cascadas grandes!

-Pero es que, Ban-chan el celoso. No quiere que nadie te vea semidesnudo.

-¿Eh? –Algo lento para entender-Pero Ban-chan no tiene problemas con eso ¿verdad, Ban-chan?

-Ah… pues… mejor vámonos.

Después de que se calmasen las cosas respecto a aquel asunto. Ban miraba por el espejo interior del carro a Ophelia que venía entretenida escuchando música.

-“Esto no va a ser lindo. Esa mujer le está metiendo ideas a la cabeza a Gin”. –Pensaba el conductor y miraba de reojo a su compañero, que venía durmiéndose plácidamente abrazando a una pequeña almohada. Mido no pudo evitar sonreír. Hacía mucho tiempo que Ban estaba enamorado del rubio, pero si nunca se lo había dicho era porque realmente no tenía planes de hacerlo. Pensaba que así estaban bien los dos. Pero claramente se estaba comenzando a tambalear su decisión, aquella mujer lo había descubierto con sus celos y eso no era buena señal.

Ban siguió manejando y tomando el camino según lo señalamientos, que en verdad, eran muy pocos y a veces ambiguos (cruda realidad) podrían haberse perdido sin remedio sino hubiese estado allí la chica.

El cielo se volvió de color negro.

-Diablos. –Masculló el mayor de todos.

-¿Qué? ¿Qué? –Preguntó Ginji.

-No quiero seguir manejando bajo la lluvia.

-¿Miedo?

-Claro que no. Es precaución.

-Ah, Ban-chan siempre es considerado. –Se burlaba la castaña. –Pues podemos quedarnos aquí mientras la lluvia pasa. –Aún no comenzaba a caer el agua. –Conozco un mirador cerca de aquí, ¿Quieren venir? –El rubio desapareció del auto antes de que Ban dijese que no.

-Esos dos. –Ban se golpeó con el volante. Apagó la máquina y salió dejando las cosas en orden. Encontró a su mejor a migo  y a su guía debajo de un enorme techo de cemento. Frente a ellos se extendía la llanura. Densos y múltiples árboles. Campo iluminado por los últimos rayos del sol.

-¡Waaaaa! –Ginji estaba sobre el barandal de piedra. –¡Una laguna! ¡Y allí! ¡Ban! ¡Mira aquello!

-Si, si. –Llegaba el serio con las manos en los bolcillos. –Son pirámides, Gin. Ruinas arqueológicas.

-¡Quiero ir allí! –Pedía en su forma chibi, encima de Ban. –Llévame~ -Ban sintió una punzada en su corazón que hizo que se alocara y echara humo por la cabeza.

-Cu-Cuando acabemos el trabajo. –Le contestó sin verlo.

-Yay~ -Ginji volvió su mirada al profundo y verde paisaje. Entonces el ventarrón arrancó la sonrisa del rubio. La densa lluvia cayó de golpe. Pero aún era una maravilla todo aquello. Cuando disminuyó, Ban notó que la jovencita se había dormido en un rincón del mirador. Con mirada maligna se dirigió a Ginji.

-Déjenosla. –Dijo maquiavélico.

-No podemos. –Contestó Gin, extrañado. -¿Te molesta, Ban-chan?

-Ah, no es eso. ¿Pero qué tal si ella tiene planes más importantes que guiarnos? Además, el lugar ya no queda lejos de aquí…

-Nop, ya sé. Pero quiero que Ophe-chan nos lleve a nadar.

-Y sigues empeñado en eso. –Suspiró.

-Además, no conocemos a su primo.

-Arg, buen punto. Entonces despiértala. –Dijo secamente. La chica despertó cuando Gin la llamó.

-Tuve un buen sueño. –Comentó animada mientras se estiraba y veía que el sol comenzaba a resurgir entre las penumbras. Y con sus poderosos rayos comenzaba a clarear y a penetrar en la humedad. –Soñé que Ban-chan al fin se declaraba. –Mido se volvió de piedra.

-¿Eh? –Declaró alterado el rubio. -¿Se declaro? ¡¿Te declaraste, Ban-chan?! ¿A quien? ¿A quien? Anda, dime, dime~

-Juro que te mataré. –Masculló Mido. Retomaron el camino y cuando el sol se marchaba por órdenes de la luna, arribaron a un pueblo. Uno pequeño, de calles angostas, de casitas humildes pero de buena construcción.

-Hey, profesor. Si giras por la derecha verás un cuartel. –Se arrimaba y apuntaba ligeramente.

-Sé perfectamente cuál es mi derecha.

-¿Entonces por qué vas a la izquierda? No me digas que estás distraído pensando en Gin con ropas obscenas. –Mido frenó de golpe.

-Auch, Ban-chan ¿Qué pasó? –Preguntó Ginji sobándose la cabeza.

-Eres pésimo conduciendo. –Dijo la chica. –Pésimo, pésimo. Pero de verdad pésimo.

-¡Ya cállate! –Murmuró tratando de calmarse. –No giré por aquí por equivocación.

-Jo~ ajá. –La chica le ignoró. –Entonces, querido profesor, he de suponer que te haz detenido porque hay un par de corpulentos tipos que nos están bloqueando el camino ¿Me equivoco?

-¿Eh? ¿Tipos? ¿Dónde?

-Cálmense los dos. –Ordenó el castaño. -¿Los conoces? –Miró de reojo a la mujer.

-Claro, y ellos a mí. –Los sujetos se venían acercando con ánimo de inspección. –Pero no somos buenos amigos.

-Ah, entonces, se comienza a poner interesante. –Entonó Ban ensanchando una sonrisa. –Quédate en el auto. –Le ordenó a la chica. El rubio y el moreno bajaron. –Buena noche. –Entonó en un perfecto español. -¿Podemos servirles de algo? –Se ajustó los lentes.

-Queremos a la mocosa.

-Con gusto, llévensela.

-¡Ban-chan!

-CofcofIdiotacofcofcof. Ay, creo que me dará tos. –Ophelia se reclinó en el asiento del conductor.

-Quiero decir, no podemos dársela, es nuestra guía.

-No nos interesa. –Uno de los ostentosos sujetos sacó un filoso machete, mientras el otro sacó una pistola con silenciador.

-Waaa, Ban-chan, eso parece peligroso para este lindo y tranquilo lugar. –Ginji chiflaba y se terminaba de poner sus guantes. –Déjame a uno.

-De acuerdo. –Dicho esto, ambos fueron al encuentro de sus respectivos contrincantes. Los armados se sentían seguros, pensaron que Yuriel iba a ser más inteligente y que enviaría a su hermana con guardaespaldas, no con un par de mocosos. Pero al primer golpe, supieron que los habían subestimado totalmente. Ban mandó a volar al pistolero, antes de que lograra disparar, de una sola patada. Y Ginji sólo tomó de la mano al del machete cuando lo tuvo cerca. Dándole un ligero choque eléctrico que le causó pánico al desconocido.

Ambos, en el suelo mirándose entre sí, sumamente confundidos. Exigieron saber la identidad de los ganadores.

-Mido Ban y Amano Ginji. Puedes decirle a Abdón-chan que lo estaremos esperando para que nos regrese la pintura por voluntad propia, claro. –Se sacudía las manos. –Eso si no quieren que yo mismo los vaya a sacar de su madriguera. –Los sujetos se largaron corriendo despavoridos.

-Wouuu, eres increíble, Profesor. –Ophelia salía del Volkswagen. –Y Ginji, de verdad, creí que ibas a volver foquito de navidad a ese tipo.

-No haz visto nada, Ophe-chan. Ban-chan es más increíble. –El moreno de avergonzó.

-Oye, mocosa. ¿Debemos esperar una bienvenida más cálida?

-Talves. En realidad, no pensé que me vinieran a recibir en primer lugar. Me preocupa. –Mientras tanto. Dos siluetas permanecían ocultas. Observando tranquilamente a los tres chicos. Uno de ellos sostenía un par de binoculares. Sus cabellos eran largos y de un precioso castaño claro. Con un par de cascabeles, arreglaba su cabellera. Y a su lado, un chico de cabellos de castaño más oscuro. Corte en forma de hongo. De toque más varonil que el primero. Con un par de lentes oscuros sobre sus ojos ciegos.

-Parece que seremos rivales de esos dos. –Decía en medio de una sonrisita. 

 

Notas finales:

jiojojojoj demosle la bienvenida a este par (?) 


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