Entre gemidos y suspiros, el azabache besaba todo a su paso, llegando al pantalón, quitándolo junto a la ropa interior, se incorporó para poder verlo.
-Trampa, sigues vestido- dijo infantilmente. El otro se levantó, quedando desnudo ante la atenta mirada del rubio.
-Listo- dijo volviendo con lo suyo: causarle placer, mucho placer, al rubio, a SU rubio. Y únicamente de él, de eso estaba seguro, le había quitado la virginidad en la preparatoria, en su último año.
Extrañamente, Deidara había sido quien lo invitara al baile de fin de año, él no tenía pensado ir, pero ahora que tenía a esa belleza para él solo, ¿Cómo negarse? Puntual llego a su casa, para irse al dichoso baile. Habían bailado toda la noche, y aun no quería separarse de él, si bien, el Uchiha no se caracterizaba por tener relaciones largas, solo hasta que consiguiera acostarse con sus parejas, y listo, no deseaba volver a verlas. Pero esta vez quería algo más que sexo. De camino a la casa del rubio, tuvo la necesidad de preguntar una cosa, más bien, varias.
-Pensé que los de primer año no podían asistir al baile de graduación- le dijo.
-Solo si van en compañía de algún graduado- explico.
-¿Por qué me has invitado a mí? Si querías ir al baile pudiste invitar a cualquier otro- estacionando el auto en un lugar ajeno a su casa, incluso alejado de la ciudad.
-¿Por qué te detienes aquí? Llévame...- no termino la frase, medito un rato y prefería seguir al lado de ese misterioso ser.
-¿A dónde quieres que te lleve?- dirigiendo su mano a la llave para encender de nuevo cuenta el auto.
-A ningún lado, quisiera estar contigo un rato más, si es posible, claro- bajando la mirada.
-Mph- bufo poniéndolo en marcha, dando a entender que no lo sería. Pasado un tiempo detuvo de nuevo el auto, sin que el ojiazul se diera cuenta habían llegado a un lugar desconocido.
-¿En dónde estamos, Itachi-san?- viendo a su alrededor. El otro no respondió y bajo del auto, se recargo en el cofre y encendió un cigarrillo, el rubio lo alcanzó luego. Se paró a su lado, abrazándose a sí mismo, temblando levemente.
-¿Tienes frío?- le pregunto exhalando el humo.
-Sí, un poco- respondió sacudiendo la cabeza por el humo con los ojos cerrados. Vio al Uchiha sin el saco, extraño, pensó, luego noto como estaba en sus hombros, más extraño, pensó de nuevo. -¿Por qué lo haces? No te lo pedí y no somos nada, apenas nos conocemos.
-Porque tienes frio- respondió tirando el resto del cigarro al suelo, o mejor dicho, el cigarro completo, pisándolo para apagarlo. -No has respondido- dijo tras un largo silencio.
-Tu tampoco- viendo al suelo.
-Eres bastante interesante, niño- dijo cerrando los ojos. El menor extendió el brazo con el saco del mayor para entregárselo. -Póntelo- ordeno sin mirarlo.
-No- respondió sorprendiendo al mayor -quiero irme, ahora.
-Cambie de opinión, no eres interesante- eso molesto al ojiazul -eres... ¿Cómo decirlo?- se preguntaba, tomo el saco, el menor le dio la espalda esperando a que quitara los seguros del auto para que pudiera subir. -No logro encontrar la palabra correcta- le dijo al oído, acomodándole de nuevo la prenda. -Tal vez puede ser, ¿Lindo? ¿Sensual? ¿Sexy?- le susurraba, pensando que lo haría enrojecer de la vergüenza.
-Tú eres el sexy- girando la cabeza para verlo de reojo, haciendo que perdiera concentración, se giró, pasó los brazos por su cuello y atrapo sus labios en un beso, apasionado, nada inocente como pensaba que seria. El Uchiha respondió con ganas, abrazándolo por la cintura.
-¿Y eso?- preguntó cuándo se separaron, sin verlo a los ojos.
-Tu regalo de graduación- respondió sensual, volvió a besarlo.
-Eres sensual, niño- le dijo cuando volvieron a separarse.
-¿Nos podemos ir a otro lugar?- dijo con inocencia, el otro trago grueso.
-C-claro- respondió para ir al otro lado del auto, a punto de irse, le echo un vistazo al rubio; con su saco se veía adorable, le quedaba grande, tapando la mayor parte de sus manos, dejando solo a la vista la punta de los dedos, y como jugaba con ellos nerviosamente. -Lindo- susurro para sí llamando la atención del otro, quien tenía un agradable sonrojo. -Violable- pensó tragando grueso para contenerse de abalanzarse contra él.
-Te... llevare a tu casa- le dijo poniendo en marcha el auto.
-¿Quién dijo que quería ir a mi casa?- sonriendo de medio lado.
-Ah... Itachi...- gemía el menor al sentir dos dedos en su interior -por favor- pedía.
-Aun, no...- respondió el otro sonriendo de medio lado, acercándose para besarlo.
-Ita...- gimió al sentir como la punta de uno de los dedos del nombrado alcanzaba esa parte que lo hacía delirar.
El azabache sonrió con malicia y arranco a toda velocidad, ¿A dónde podrían ir? Claro que a donde pudieran tener algo de privacidad, pero antes, quería saber un poco más de él, tener una leve idea de cómo y quién era en realidad, y saber porque lo había invitado justo a él, claro era que por ser el más guapo y sexy de ultimo año.
-¿Y a donde vamos, Itachi-san?- pregunto viéndolo. Nunca había escuchado su nombre de esa manera, tan sensual, con esa voz tan dulce, escucharlo sí que era un placer; ahora podía imaginárselo gemir su nombre, debía de ser tan espectacular, magnifico, seguro que ninguna de sus parejas podría gemir como lo haría él. -Itachi-san- lo llamo.
-Sorpresa- dijo al saberse descubierto, ¿cómo se pudo haber quedado pensando en esas cosas, mientras conducía?
-Malo- dijo el otro inflando las mejillas, girando su rostro a la ventana, el mayor rio acelerando.
-Ah... ah... Ita ah...- "decía" el rubio sintiendo las violentas embestidas del mayor. De pronto dio en un punto específico para el rubio, haciendo que el Uchiha sonriera victorioso. -Ahí... más- grito.
-Llegamos- dijo estacionando el auto afuera de un pequeño bar.
-¿Qué hacemos aquí? Pensé que iríamos a...- se avergonzó, no podía terminar la frase, Itachi pensaría que solo lo invito para tener sexo, pero no fue así, era uno de los objetivos, pero no quería ser tan directo.
-Creo que estas algo... ansioso- bajo del auto cerrando la puerta enseguida, llego al otro extremo y abrió la otra, tendiéndole una mano al rubio para ayudarle a bajar.
-No soy una chica- le dijo viendo la mano.
-No dije que lo fueras- el rubio bajo dejando al mayor con la mano des tendida. Negó con la cabeza levemente, cerró la puerta y alcanzo al otro, que estaba a punto de entrar al bar. -Vamos- lo tomo de la cadera y lo hizo avanzar.
-¿Pero qué te crees?- reprocho el menor.
-Tú me has invitado al baile, ¿recuerdas? Lo que significa que eres mi cita...
-¿Cómo? P-p-pero yo...- intentaba soltarse, pero hacia que el Uchiha lo abrazara cada vez más fuerte. Se sentaron en una mesa libre, una linda mesera se les acerco.
-¿Qué van a tomar?- mostrando una linda sonrisa y cerrando los ojos. Al abrirlos ni se inmuto al ver como el azabache abrazaba posesivamente al rubito.
-¿Vino?- pregunto al rubio al oído, este asintió tratando ignorar la cercanía. -¿Tinto?- volvió a asentir.
-En un segundo- respondió ella caminando a la barra, había poca gente, lo normal para un lugar como ese.
-Sigues sin responder, ¿Por qué me invitaste a mí?- pregunto viendo como intentaba alejarse de él -no servirá.
-Pues veras...- el ruido de vidrio quebrándose los distrajo, haciendo que voltearan la mirada al frente, la situación era esta: la joven mesera llevaba las copas con su orden, por accidente choco con un tipo, que casualmente, vestía un traje blanco, y que, desafortunadamente, era muy caro.
-¡Espero tengas dinero para pagarme jovencita! ¡Este traje es muy caro!- gritaba el tipo a la mesera, que se encontraba en el suelo, levanto la mano para soltarle una cachetada, la chica esperaba el fuerte golpe con los ojos cerrados, un poco más, nada, el golpe nunca llego.
-¿Estás bien?- pregunto una voz masculina tendiéndole la mano.
-S-sí, g-gracias- con la vista pegada en su salvador.
-Itachi-san- susurro el rubio acompañante del nombrado desde la mesa.
-¡Págame de una vez! O tendré que cobrarme yo solo...- acercándose para acariciarle el rostro.
-No te atrevas a tocarla- amenazo el otro - ¿Cuánto vale el traje? Yo lo pagare- sacando su billetera.
-Mil quinientos dólares- respondió.
-Es algo caro para ser un traje tan feo, pero si eso dices que vale, está bien- le tendió el dinero -ahora lárgate- cuando lo tomo, el tipo salió complacido.
-No tenía por qué hacerlo- dijo ella levantándose.
-Yo ordene el vino, no es problema.
-Le llevare su pedido en seguida, y descuide, va por la casa- le sonrió.
-No te apures, ya nos vamos- le hizo una señal con la cabeza al rubio que miraba desde la mesa, este se levantó y se apresuró a estar a su lado, se aferró del brazo del mayor viendo a la chica. El Uchiha dejo el dinero de la cuenta en la barra, más un monto extra. Por lo observador que era, pudo notar que esa chica era la hija del señor que atendía, y que una anciana mujer que se encontraba al fondo del salón, era la madre o abuela, tal vez, de la joven. El dinero no era problema para él, así que, ¿Qué más daba?
-Ah... ya ah... ya me c... ah ¡corro!- grito el rubio rasguñando la espalda del mayor, aprisionando el miembro de este. Segundos después, el azabache se corrió en el interior del ojiazul. -Ya... tengo sueño- bostezo, cuando el mayor salió de su interior.
-No dije que había terminado- dijo con lujuria viéndolo.
-Itachi... no...- pidió siendo ignorado por completo.
-¿Por qué hiciste eso?- pregunto curioso el rubio arriba del auto, viendo la frustración del otro.
-Ya no importa- respondió arrancando su auto por tercera vez en la noche. El rubio iba serio, casi ausente. -¿Qué pasa?- pregunto viéndolo, sacándolo de sus pensamientos.
-Nada...- contesto dudoso -¿A dónde me vas a llevar ahora?- pregunto cambiando el tema.
-¿A dónde quieres ir?- mirándolo con picardía. Sabía a donde quería ir, solo quería escucharlo de sus labios, de esos deliciosos, delgados y bien delineados labios.
-Bah- bufó como respuesta, el otro rio divertido. Dirigió su mano a la palanca de velocidades y la prolongo hasta llegar a la mano del menor, que se encontraba entre sus piernas. Entrelazo los dedos y sin soltarla tomo de nuevo la palanca, metiendo el cambio, después hasta su rostro, besando el torso de esta, dando una pequeña lamida, saboreando su piel.
-Delicioso- musito -¿me pregunto si el resto de tu cuerpo sabrá igual?- dirigiendo su mirada a los azules ojos del menor.
-Pues tendrás que imaginarlo- respondió volviendo la vista al frente.
-Si no es por las buenas...- imitándolo -...será por las malas- volvió a verlo, notando la leve expresión de terror que demostraba, sonrío de medio lado.
Estaba entrando de nuevo en él, por segunda vez, y quien sabe cuántas más serían, de algo estaba seguro, sería una larga, pero muy larga noche para él.