-oto-san cuentame el cuento de la bella y la bestia
-ese no me lo se fugami
-bueno...entonces inventa uno haci
-como quieras
Èrase una vez... un mercader que, antes de partir para un largo viaje de negocios, llamó a sus tres hijos para preguntarles qué querían que les trajera a cada una como regalo. El primero, de nombre sasori pidió un kimono de seda, el segundo, llamado nagato un collar y el tercero, que se llamaba deidara y era el más gentil, le dijo a su padre:
-Me bastará una rosa cortada con tus manos.
El mercader partió y, una vez ultimados sus asuntos, se dispuso a volver cuando una tormenta le pilló desprevenido. El viento soplaba gélido y su caballo avanzaba fatigosamente. Muerto de cansancio y de frío, el mercader de improviso vió brillar una luz en medio del bosque. Amedida que se acercaba a ella, se dio cuenta que estaba llegando a un castillo iluminado.
-Confío en que puedan ofrecerme hospitalidad -dijo para sí esperanzado.
Pero al llegar junto a la entrada, se dio cuenta de que la puerta estaba entreabierta y, por más que llamó, nadie acudió a recibirlo. Entró decidido y siguió llamando. En el salón principal había una mesa iluminada con dos candelabros y llena de ricos manjares dispuestos para la cena. El mercader, tras meditarlo durante un rato, decidió sentarse a la mesa; con el hambre que tenía consumió en breve tiempo una suculenta cena. Después, todavía intrigado, subió al piso superior.
A uno y otro lado de un pasillo larguísimo, asomaban salones y habitaciones maravillosos. En la primera de estas habitaciones chisporroteaba alegremente una lumbre y había una cama mullida que invitaba al descanso. Era tarde y el mercader se dejó tentar; se echó sobre la cama y quedó dormido profundamente. Al despertar por la mañana, una mano desconocida había depositado a su lado una bandeja de plata con una cafetera humeante y fruta. El mercader desayunó y, despues de asearse un poco, bajó para darle las gracias a quien generosamente lo había hospedado.
Pero al igual que la noche anterior, no encontró a nadie y, agitando la cabeza ante tan extraña situación, se dirigió al jardín en busca de su caballo que había dejado atado a un árbol, cuando un hermoso rosal atrajo su atención. Se acordó entonces de la promesa hecha a deidara, e inclinándose cortó una rosa. Inesperadamente, de entre la espesura del rosal, apareció una bestia horrenda que iba vestida con un bellísimo atuendo, de pelaje negro y ojos negros; con voz profunda y terrible le amenazó:
-¡Desagradecido! Te he dado hospitalidad, has comido en mi mesa y dormido en mi cama y, en señal de agradecimiento, ¿vas y robas mis rosas preferidas? ¡Te mataré por tu falta de consideración!
El mercader, aterrorizado, se arrodilló temblando ante la fiera
-¡Perdóname!¡Perdóname la vida! Haré lo que me pidas! ¡La rosa era para mi hijo deidara, al que prometí llevarsela de mi viaje!
La bestia retiró su garra del desventurado.
-Te dejaré marchar –dijo –con la condición de que me traigas a tu hijo.
El mercader, asustado, prometió obedecerle y cumplir su orden.
Cuando el mercader llegó a casa llorando, fue recibido por sus tres hijos, pero despues de haberles contado su terrorífica aventura, deidara lo tranquilizó diciendo:
-Padre mio, haré cualquier cosa por tí. No debes preocuparte, podrás mantener tu promesa y salvar así la vida! ¡Acompáñame hasta el castillo y me quedaré en tu lugar!
El padre abrazó a su hijo:
-Nunca he dudado de tu amor por mí. De momento te doy las gracias por haberme salvado la vida. Esperemos que despues podamos hacer lo mismo por ti
De esta manera, deidara llegó al castillo y la Bestia lo acogió de forma inesperada: fue extrañamente gentil con el
-bienvenido –le dijo la bestia –mi nombre es itachi y este es mi palacio, siéntete a gusto
al principio había sentido miedo y horror al ver a itachi, pero poco a poco se dio cuenta de que, a medida que el tiempo transcurría, sentía menos repulsión.
Le fue asignada la habitación más bonita del castillo y el muchacho pasaba horas y horas bordando cerca del fuego y leyendo.
itachi sentado cerca de el, lo miraba en silencio durante largas veladas y, al cabo de cierto tiempo empezó a decirles palabras amables, hasta que deidara empezó a gozar de la conversación.
Los días pasaban y sus confidencias iban en aumento, hasta que un día itachi osó pedirle a deidara que fuera su esposo.
deidara, de momento sorprendido, no supo qué responder.
Pero no deseó ofender a quien había sido tan gentil y, sobre todo, no podía olvidar que fue el precisamente quien salvó con su sacrificio la vida de su padre.
-¡No puedo aceptar! -empezó a decirle el muchacho con voz temblorosa -Si tanto lo deseas...
-Entiendo, entiendo. No te guardaré rencor por tu negativa.
La vida siguió como de costumbre y este incidente no tuvo mayores consecuencias. Hasta que un día itachi le regaló a deidara un bonito espejo de mágico poder.
Mirándolo, deidara podía ver a lo lejos a sus seres más queridos. Al regalárselo, el monstruo le dijo:
-De esta manera tu soledad no será tan penosa.
Deidara se pasaba horas mirando a sus familiares. Al cabo de un tiempo se sintió inquieto, y un día itachi la encontró derramando lágrimas cerca de su espejo mágico.
-¿Qué sucede? -quiso saber el monstruo.
-¡ Mi padre está muy enfermo, quizá muriendose! ¡Oh! Desearía tanto poderlo ver por última vez!
-¡Imposible! ¡Nunca dejarás este castillo! -gritó fuera de sí itachi, y se fue.
Al poco rato volvió y con voz grave le dijo a deidara:
-Si me prometes que a los siete días estarás de vuelta, te dejaré marchar para que puedas ver a tu padre.
- ¡Qué bueno eres conmigo! Has devuelto la felicidad a un hijo devoto -le agraceció deidara feliz.
El padre, que estaba enfermo más que nada por el desasosiego de tener a su hijo prisionero de itachi en su lugar, cuando lo pudo abrazar, de golpe se sintió mejor, y poco a poco se fue recuperando.
Los días transcurrían deprisa y el padre finalmente se levantó de la cama curado. deidara era feliz y se olvidó por completo de que los siete días habían pasado desde su promesa.
Una noche se despertó sobresaltado por un sueño terrible. Había visto a itachi muriéndose, respirando con estertores en su agonía, y llamándolo:
-¡Vuelve! ¡Vuelve conmigo! -Fuese por mantener la promesa que había hecho, fuese por un extraño e inexplicable afecto que sentía por el monstruo, el caso es que decidió marchar inmediatamente.
-¡Corre, corre caballito!" decía mientras fustigaba al corcel por miedo de no llegar a tiempo..Al llegar al castillo subió la escalera y llamó. Nadie respondió; todas las habitaciones estaban vacías.
Bajó al jardín con el corazón encogido por un extraño presentimiento.itachi estaba allí, reclinado en un árbol, con los ojos cerrados, como muerto.
deidara se abalanzó sobre el monstruo abrazandolo:
-No te mueras! No te mueras! Me casaré contigo! Te amo! -Tras esas palabras, aconteció un prodigio: el horrible hocico de itachi se convirtió en la figura de un hermoso joven.
-¡Cuánto he esperado este momento! Una bruja maléfica me transformó en un monstruo y sólo el amor de un joven que aceptara casarse conmigo, tal cual era, podía devolverme mi apariencia normal. –dijo itachi, que era un joven de cabellos negros, ojos negros y piel blanca, y era príncipe de aquel reino.
Se celebró la boda, y el joven príncipe quiso que, para conmemorar aquel día, se cultivasen en su honor sólo rosas en el jardín. He aquí porqué todavía hoy aquel castillo se llama "El Castillo de la Rosa".
-fin -dijo sasuke
-0.0 y por que mi tio ita-chan y dei-chan -dijo el menor
-por que fue el unico que se ocurrio
-pues mañana me cuentas el verdadero pero contigo y oto-chan
-como quieras...ahora a dormir
-esta bien -y se acosto