CAPÍTULO 1
- Esto no es Clow.
- Jiji. No, no lo es.
- Idiota. ¡Has vuelto a equivocarte, mago de pacotilla!
- ¿Quieres intentarlo tú, Kuro-listo?
- Tsk. Descansemos por hoy, te ves agotado. Y yo me muero de hambre.
- Ya me parecía a mí...
Los dos hombres habían llegado a un nuevo mundo después de tres días sin parar de viajar intentando llegar a Clow. Empezaron a andar buscando un sitio donde pasar la noche. El nuevo mundo al que habían llegado era moderno, con unos cacharros metálicos que se movían por las calles a los que el mago llamó coches. Se parecía a un mundo en el que había estado antes, pero no sabía si era el mismo, aunque le era familiar. El ninja se veía incómodo, como cada vez que llegaban a un mundo más avanzado que el Japón al que estaba acostumbrado. Se encontraban en una zona bastante oscura, pese a las farolas que alumbraban cada pocos pasos, pero aún así parecía un lugar bastante tranquilo.
No habían recorrido ni un par de calles cuando cerca de ellos se oyó, y sintió, una explosión. Por instinto, Kurogane cubrió a Fye para protegerlo a la vez que echaba mano a la katana que llevaba al cinto.
- Tenemos mirones - se oyó una voz femenina, divertida -. Será mejor tener cuidado.
- ¿Me encargo de ellos? - preguntó otra voz, ésta masculina y más seria.
- No hay tiempo. Tenemos que acabar con esas cosas antes de que destrocen media ciudad.
Tras esto, los viajeros vieron aparecer, como si cayesen del cielo, a dos muchachos de unos 25 años. El chico vestía de negro, con ropa ligeramente ajustada, pelo negro no muy corto y una gran espada en la mano. Sus ojos violetas, con los párpados entrecerrados, escrutaban la oscuridad. A su lado una chica un poco más baja, con el pelo rojo casi incandescente medio cubierto por una capucha y ojos color miel con rastros rojizos, vestida de forma parecida, portaba otra espada algo más pequeña. En su espalda llevaba cruzada la vaina de la espada, junto con otra espada.
- ¿Dónde han ido? - preguntó a su compañero, ignorando a los dos amigos.
- Creo que han vuelto a las cloacas.
- No sé, aún apesta a "E" por aquí.
- ¡¡Detrás de vosotros!! - se oyó la voz de Fye.
Los muchachos tuvieron tiempo justo para volverse y ver cómo aparecían dos seres monstruosos tras ellos. Saltaron cada uno hacia un lado para esquivar el ataque de uno de esos monstruos y se lanzaron a por ellos, espada en mano. En poco más de cinco minutos, cada uno de los chicos se hizo cargo de uno de los seres, cortándoles finalmente la cabeza, tras lo cual los monstruos desaparecieron, convertidos en ceniza.
El muchacho se acercó a la chica para comprobar que estaba bien. Tras asegurarse de ello, se volvió hacia Kurogane y Fye.
- ¿Qué hacemos con ellos? - preguntó señalándolos con la cabeza.
- Tendrás que modificarles la memoria - contestó echando a andar hacia ellos.
- Perdonad, pero preferiríamos que no nos tocaseis la memoria - respondió Fye, con una sonrisa, interponiéndose entre el chico y Kurogane.
- Eso no es decisión vuestra - contestó la chica, descubriéndose la cabeza en el momento en que Fye iba a replicar, dejándolo momentáneamente sin habla.
- ¿...Val? - susurró por fin tras unos segundos de observar a la chica.
- ¿Fye? - preguntó ella, deteniéndose frente a él.
- ¿Fye? - le preguntó el chico -. ¿Fye como tu padre Fye, el que te crió?
- Exactamente mi padre Fye - contestó ella, lanzándose a sus brazos y dejando al ninja boquiabierto.