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Morir durante un Orgasmo por HuMi-ChaN

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Notas del fanfic:

"Memorias de un secreto" y "Murder the Gaa". Porque cada vez que escribo cosas como esta ─o el simple hecho de algo que tenga que ver con Gaara y Sasuke─ me hace acordarme de ellos. En especial a Revs, porque no conocería esa pareja de no ser por ella.

DISCLAIMER: Los personajes de este fic no son míos. Son del respectivo autor. Sin embargo, la idea, la trama y el montaje son completamente de su servidora (esa soy yo) Y llegan a ustedes gracias a la magia del fiction.

 

La luz titilante de los televisores en el escaparate llamó su atención.

No era de la clase de personas que fijaban en aquellos detalles, demasiado insignificantes a su criterio como para importar y siquiera ser dignos de su vista o cualquiera de sus sentidos; pero aquello le figuró diferente, como si debiera mirar.

Como si, simplemente  estuviese destinado a escuchar lo que el reportero, indiferente ya de cualquier hecho, causa de los gajes de su oficio, estaba por decir.

 

Quizá influía el hecho de que, pese a la hora ─ No tan tardía─ y aun cuando aquella tienda permanecía, riesgosamente abierta a los transeúntes, la calle se encontraba vacía. Extrañamente fría y vacía.

O a que él mismo se sentía más vacío de lo normal.

 

Miró por un rato la pantalla cuando esta permaneció estática en la intensidad y tonalidad de los colores. La escena parecía haberse congelado y una exclamación de sorpresa se atoró en su garganta antes de ser sustituida por una sonrisa vaga y placentera.

 

Así que era eso… Entonces estaba muerto.

Muerto de verdad. Incluso podía ahora ya, mirar su cadáver; yacía del otro lado del monitor, expuesto, completamente desnudo sobre aquella amplia cama que apenas conocía, pues no era ni remotamente suya.

Y podía recordarlo. Cada segundo, cada tacto, cada roce con su piel. Cada gota de sudor recorriendo su cuerpo. Ahora podía recordar incluso cada variación en su voz. Y en la contraria.

 

“Chico caucásico, pelirrojo, se estima que de no más de veinte años de edad. Estatura promedio, complexión delgada y facciones finas. Ojos claros y evidente uso de maquillaje oscuro.

Fue encontrado a tempranas horas de la mañana por la recamarera, ya que, aparentemente, la habitación debió ser desalojada una hora antes de que ella se presentara a realizar la limpieza.

El gerente no ha dado más información, salvo el hecho de que el acompañante del occiso, un hombre joven, tenía apariencia oriental, ojos y cabello negro, y piel extremadamente clara.

Los detectives y médicos forenses presumen haya sido un posible crimen pasional, ya que se han encontrado restos de reciente actividad sexual. No se han encontrado las pertenencias, por lo que no ha sido posible identificarle…”

 

El presentador asentía ante las palabras directas de la escena del crimen, pero a él ya poco le importaba, puesto que ni siquiera tenía una familia; poco relevante era si lo identificaban o no.

 

Un aire frío se mezcló con él, y por un momento pudo sentirse parte del viento. Se sintió estremecer, sin saber si aquello era realmente posible ahora que, al fin y al cabo, estaba muerto.

Pero muerto y siendo aire, el estremecimiento no cedió, trayendo remembranzas de su noche pasada, del calor que se siente en vida. Del último éxtasis que recorrió su cuerpo.

 

Morir durante un orgasmo.

 

Lo había pensado así antes de salir de casa aquella mañana, y lo olvidó en el transcurso de su decadente y monótono día.

Lo único relevante que puede tener la vida son los aires que la muerte se permite entremezclar con ella. Porque no hay nada más seguro y excitante que la muerte.

 

Pero aquellos pensamientos matutinos se sumergieron en la jornada de aquel viernes, arrastrados en el olvido hasta un bar, revolcados en alcohol y ahogados en un callejón. Acallados por los besos de un extraño; furiosos y penetrantes como aquella mirada ébano.

 

Se sentía enfermo de sí mismo. Bajo, vil, ruin… Pero poco le importaba. Él quería aquello como el orgasmo que iniciaría su fin de semana. Uno que, por esta vez, no terminaría.

 

Un motel de mala muerte y un par de copas más. Menos ropas de por medio y caricias sueltas aquí y allá.

Era doloroso, pero placentero; y por un momento se sintió lleno.

Cada gota de sudor sobre su cuerpo, el tacto indeleble  y febril. Rudo y poco sutil. Una lengua, dos pares de labios y una serie de fluidos ─ sintéticos y humanos─. Gritos, gemidos, jadeos y suspiros volátiles.

Como un extraño atractivo, atrayente y llamativo, que te arrastra de un bar a un callejón u de ahí a un motel promedio y barato.

 

Un frufrú insistente entre sonidos húmedos.

Se sentía sucio y sodomizado. Pero sólo así completo, lleno, satisfecho.

 

La sangre se acumulaba como en una cascada ascendente, estancándose y preparando para hacer explotar en un murmullo suave y siseante. Se estremeció con un gusto afable y un calambre suave.

Un dolor punzante se instó en su cuello antes de llegar, pero el mar de sensaciones lo arrastró junto con él, entremezclándolo en una ola de placer.

Lo sintió, sólo por unos segundos antes de rendirse por completo en una vorágine vomitiva, espasmódica, pero tranquilizante.

 

Un punto oscuro se apareció ante sus ojos; pudo reconocer aquel par de pupilas que se expandieron en la negra neblina de un gemido claro y agonizante.

 

“Morir durante un orgasmo”

 

Entonces recordó su absurdo pensamiento de aquella mañana.

 

“… La causa de la muerte ha sido un suave veneno inyectado directamente sobre su nuca. Se teme que este le haya hecho agonizar durante varios minutos antes de sumergirlo en la inconsciencia…”

 

Oh, sí. Morir en la tortuosa agonía del éxtasis.      

Morir durante un orgasmo. 

 

Notas finales:

 

Ya saben, se aprecia su opinión, correciones y críticas.

Es lo que hace uno a las dos treinta de la mañana, bajo las cobijas, en un cuaderno de notas a la escasa luz del celular, jodiendose los ojos mientras no puede dormir :/

 


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