En lo lóbrego del cuarto, su mano se alzo a lo que según su percepción era el techo, que ahora, en la oscuridad, no era más que una parte de aquel negro absoluto que le rodeaba y por el que apenas lograba dilucidar su cuerpo, su mano extendida. Una lagrima, solitaria y agria se deslizo por su mejilla, una sola, tan solo una, que quería ser el preludio de cientos de mas que ansiaban salir, anhelantes por expresar aquel dolor que aquejaba su pecho, oprimiéndole cada vez más, hasta el punto, que a veces se sentía morir asfixiado; pero ni una mas siguió a la solitaria gota ahora perdida en la almohada, porque Sasuke Uchiha no llora, porque Sasuke Uchiha ya no le allá el sentido al llorar.
¿Qué puede arreglar de todos modos?
Desde la tragedia de su familia, desde la traición de su hermano, un sufrimiento lacerante había destrozado su corazón, porque una flor sin la luz del sol se marchita, porque una flor si recibir el roció del agua se seca, Sasuke se fue consumiendo, sin nadie a su alrededor, habiendo perdido todo aquello que una vez soñó cierto y eterno.
Sasuke se sintió vacio.
Se sintió morir aun estando vivo.
Y fue entonces... cuando aquellas palabras gatillaron un deseo, un propósito que le diera sentido a una flor marchita, un propósito... que aplacara aquel desesperante vacio.
"Ódiame, corre, sobrevive y cuando tengas los mismos ojos que yo, ven a mi"
Desde que esas palabras penetraron su conciencia, se volvieron en su razón de vida.
El propósito que lo mantenía respirando: matar a Itachi Uchiha, su hermano.
Se convirtió en un ninja prodigio y pronto, al finalizar la academia se integro a un equipo, se integro a una "nueva familia", una que por un momento, por un instante, pareció perturbar aquella interminable oscuridad en la que se sumió desde que perdió a sus seres queridos.
Pero uno entre todos, uno entre aquellos tres, más que intentar revivir la luz en su vida, creo otra luz, un nuevo sol surgió para el, cuándo aquella sonrisa de aquel irritante personaje irrumpió en su escabrosa paz. Y una nuevo flor, pequeña y jubilosa por desarrollarse hasta convertirse en una gloriosa planta, se abrió paso entre las cenizas, entre el caos que era su mente y alma, una flor que le devolvió la sonrisa.
Y entonces, sintió que la venganza no era su único motivo para vivir, aquel cálido sol y esa dulce "rara familia" se convirtieron en precursores, de lo que pudo haber sido una nueva época clara en su vida.
Pero los sueños no son más que eso, tiernos deseos que se entretejen en el inconsciente, deseos que por más necesitados que sean, no se harán realidad, porque son sueños, partes de una fantasía.
Naruto...
Ese nombre y su significado, el nuevo comienzo que significaba en su vida, se vieron ocultos, aun sin su consentimiento, detrás de nubes grises, y la oscuridad regreso. Y ya no hubo vuelta atrás.
Después de muchos años de vivir en agonía, de vivir ignorando aquella oportunidad y aquella flor que sin luz, había detenido su crecimiento, cumplió el objetivo que desde pequeño se había propuesto.
Mato a su hermano.
Y el vacio que dejo su muerte, se convirtió en lava hirviendo en su pecho al descubrir el motivo de todo, al descubrir aquella cruda verdad.
Se sintió ruin, se sintió morir.
Y aquel odio por su hermano, se convirtió en una filosa cuchilla, un arma que le obligaron a portar a base de mentiras, un arma que solo le trajo dolor. Un arma que no era nada, nada más que una ilusión cuidadosamente construida.
Y ahora estaba allí, en una habitación cualquiera, tendido sobre una raída cama, mirando el vacio oscuro que le proporcionaba la noche, perdido en pensamientos, en recuerdos tristes, sin siquiera explorar en aquel cielo gris, donde en lo profundo, se hallaba aquellos cálidos recuerdos, aquella latente oportunidad que por miedo a saberla perdida, su abstenía, en la seguridad de la noche, a soñar con que aquella pequeña flor reanudaría su crecimiento y terminaría por abrir sus pétalos, sus gloriosos pétalos rojo sangre, tan agresivos y brillantes.
Un halo de luz, de improvisto, sin hacerse avisar, irrumpió en su silencioso mundo de sombras, silencioso y furtivo, nacido de la abertura de la puerta. Una figura teñida de negro por el contraste se alzaba en su dirección, inmóvil, observándole aun cuando no podía hacer lo mismo con el desconocido. La puerta se volvió a cerrar, y la oscuridad volvió a inundar el cuarto que ahora, contaba con una persona más.
-¿Quién eres?- cuestiono, sin una real preocupación por el extraño y el peligro que podría significar, después de todo... ¿Qué podría perder?.
-Ya no me reconoces Sasuke?-risueña, cálida y vigorosa, la traviesa voz acompañada de una cristalina risita, hizo que sus ojos entreabiertos, se abrieran de golpe por la impresión.
"Recuperando la vida en cada beso, me vas tejiendo una alfombra de sueños nuevos, te vas metiendo despacio entre mis huesos, y la pasión como un árbol va floreciendo."
-Naruto...- susurro, aun incrédulo. Y la pequeña flor en su interior, pareció temblar ante una cálida brisa.- Como es que...?-
-¿Cómo es que estoy aquí?, eso es fácil Sasuke, te amo. Y tú a mí, el encontrarte, aun mas cuando tú me llamas en silencio, no es difícil en esas condiciones.- sonrió, y aun a pesar de la oscuridad, Sasuke vio su luminosa sonrisa, y su corazón, adolorido y envuelto en lava hirviendo, retumbo en un sordo y doloroso latido.
Porque aun cuando aquel sol se sobrepusiera a las esponjosas y grises nubes, hay heridas que ni la mejor medicina pueden curar.
Y Naruto era consciente de eso.
Porque hay marcas que se llevan toda la vida, y el no era indiferente a eso.
Pero sin importar cuán profunda sea la herida, parar el copioso sangrado y reducirla a una cicatriz no era imposible.
Y él iba a hacerlo, cicatrizaría aquellas profundas heridas en el pelinegro, lo consentiría en su abrasador calor y lo arrullaría con su voz, lo alejaría de todo aquel sufrimiento y se convertiría en su sol, en aquel poderoso astro imposible de ocultar. No dejaría que la historia de hace tantos años, se volviera a repetir.
No lo dejaría volver a hundirse.
A paso calmo se acerco a la cama, en la que ahora sentado, yacía el pelinegro, sus miradas, incrustadas la una en la otra, no se separaron desde que se volvieran a encontrar, comunicando a través de ellas, todos aquellos sentires que quejumbrosos y anhelantes se reproducían en un constante pasar por sus mentes.
En silencio, y tan solo hablándose en una muda comunicación visual, sus labios por tanto tiempo separados volvieron a unirse, y un abrasadora calidez se propago como una descarga eléctrica por el cuerpo de Sasuke y la lava, aquel espeso mar rojo pareció por momentos retroceder, querer guarecerse en el interior de la fisura de aquella gran herida en su corazón.
"Como el carbón al fuego, me vas quemando lento..."
Aquellas manos morenas que por tanto tiempo extraño su posaron en sus mejillas, en un ínfimo contacto en el que el cariño y la suavidad du su roce se hacían patente. Sus brazos, inmóviles a los lados de su cuerpo, permanecieron quietos, permaneció sin ejecutar ninguna acción tan solo recibiendo aquella dulce medicina, anhelante de que mermara su dolor.
Con suavidad, el cuerpo del rubio se fue superponiendo paulatinamente al suyo, recostándolo nuevamente en la cama, haciendo más íntimo el roce entre sus cuerpos. Filtrando el deseo en cada suspiro, en cada tierna palabra pronunciada, en cada caricia que no ya se limitaban tan solo a su rostro, que fueron bajando por su cuello, acariciando su torso.
"Me llenas, me llenas de ti, me rompes la coraza, esparces tu raíz, me llenas, me llenas de ti, y siento la esperanza resucitando en mí, acuéstate en mi alma y quédate a vivir."
Una de sus manos, sin soportar el seguir privada de la piel de Naruto, se elevo hasta enroscarse en el cuello del rubio, atrayendo mas aquellos labios a los suyos; sus ojos, que hasta ese momento habían permanecido abiertos se cerraron, ansiando sentir en su totalidad aquellas tiernas caricias, aquel tierno amor al que por tanto tiempo se negó. Las lágrimas, que por tanto tiempo permanecieron reacias a salir, se vieron libres de represiones y fugaces y sin control, se deslizaron por sus mejillas.
Después de mucho tiempo, sintió que el frio en su corazón cedía ante una avalancha de calor, después de mucho tiempo.
Se volvió a sentir realmente vivo.
La polera que cubría la parte superior de su cuerpo, fue lentamente retirada por el de ojos azules, en tanto, furtivos besos eran depositados en su piel a medida que esta se iba descubriendo. Se ahogaba en suspiros, deslizando sus manos por la chaqueta naranja de su rubio amor, haciendo descender el cierre, deslizando la prenda por sus hombros morenos y luego, quitando la oscura playera.
Las caricias eran un constante regalo mutuo y los besos, promesas de un amor eterno.
Porque su amor traspasaba todas las barreras.
Porque su amor, era su misma esencia.
"Como dos aves bailando en pleno vuelo, así me llevan tus manos cerca del cielo, voy dibujando caricias sobre tu cuerpo, y lo convierto en un lienzo de mis deseos."
Sus cuerpos desnudos, el uno sobre el otro, inquietos, ansiosos. Las manos de Sasuke, intranquilas, se aferraban a la espalda morena, repartiendo inseguras caricias, buscando asegurarse que aquello no era un sueño, una ilusión de una mente destruida, una locura de un corazón anhelante. Sus ojos, entreabiertos, buscaban los azules, aquellos que ahora, se perdían en su cuello junto a aquellos cálidos labios carnosos, repartiendo suaves besos, acariciándolo, en un intento de brindarle aquella necesitada seguridad al ojinegro, confiriéndole en pequeños gestos, la veracidad de lo que estaban haciendo, fue entonces, que unas manos pálidas lo sacaron de aquel cálido recoveco, obligándolo al entrecruce de su miradas, y fue entonces, que desde la ultimas vez, de pequeños, vio sonreír, en una tímida expresión, a Sasuke.
Ahora era él el que lloraba.
"Entra, entra en mi corazón, lléname con tu amor, te abro la puerta"
Se volvieron a fundir en un beso, aun más necesitado, aun más veraz y apasionado.
Cuando reticentes separaron brevemente sus labios, con las respiraciones aceleradas. Aun con el camino de las salinas lagrimas en sus mejillas Naruto sonrió, una gran y amorosa sonrisa, una que expresaba la felicidad que le embargaba, el alivio. La esperanza.
"Entra y deja tu huella, entra, dame tu calor"
Nunca, aun con sus diecisiete años, habían experimentado lo que era hacer el amor, jamás habían fundido su cuerpo con otro, jamás habría podido compartir algo tan íntimo con alguien que no fuera él con el que ahora confundían su piel.
Porque sus cuerpos siempre tuvieron dueño, porque sus corazones nunca existieron sin el otro.
En medio de un beso, demandante y conciliador, amable. Naruto penetro el interior de Sasuke. El resquemor de un contacto nunca antes sentido, si vio aplacado por el elixir de saberse unidos.
Se sintieron en la cumbre del placer, el corazón del pelinegro rebotaba en su pecho, su corazón magullado de pronto rejuvenecido, con cicatrices cruzando de extremo a extremo, cicatrices que con caricias dulces parecían por momentos desaparecer. Sasuke durante todo aquel momento...
Olvido el dolor.
"Entra en mi corazón...en mi mundo, lléname con tu amor...hazme tuyo"
Palabras entrecortadas, se escapaban musitadas de entre sus labios, susurrando aquello que ya sabían, confundidas entre cándidos gemidos, sus cuerpos aferrados el uno al otro, moviéndose al compas de cada vez más intensas embestidas. Sus cuerpos se fundieron, compartieron su dolor, compartieron la alegría, compartieron la esperanza de la que hacia preludio aquel encuentro.
Se sintieron morir y revivir en el cuerpo del otro.
Se sintieron llenos, se sintieron dichosos y contentos.
Creyeron que aun no teniendo alas, habían tocado el cielo.
Y sus cuerpos llegaron al climax de aquel encuentro, temblaron, sintiendo una corriente eléctrica recorrer su bajo vientre y explotar , bañar el cuerpo contrario ahora teñido de blanco, llenar el cuerpo el cuerpo contrario del liquido seminal. Pero aun mas que simplemente eyacular, aquella era la huella de lo que había sido el momento más dichoso de sus vidas. El momento en que las cicatrices se volvieron invisibles un momento eclipsadas por el amor.
En la lóbrega habitación dos cuerpos sudorosos y agitados se confundían en un abrazo, con los ojos cerrados y una sonrisa en los labios. Y Sasuke volvió a llorar, hundido en el pecho del rubio, volvió a sentir un intenso resquemor en el pecho.
El miedo le consumía, el miedo de que en cualquier instante aquel cuerpo moreno desapareciera entre la oscuridad de la habitación, en las tinieblas de los recuerdos.
-Te amo-susurro una voz en su oído, suavemente como arrullándolo, mientras asía del abrazo más estrecho, Sasuke levanto su mirada velada de lagrimas, observo el rostro borroso del rubio, aquel rostro que en aquel instante le regalaba una sonrisa, una sonrisa que no podía ser de una ilusión, una sonrisa que solo podía ser del real Naruto, y entonces respondió, cerrando los ojos, rindiéndose a la verdad y arrastrando aquellas dudas fuera de su pecho.
-También te amo, dobe-
"Te abro la puerta...a través de mi pecho."
Aquella pequeña flor, que un día se detuvo en su crecer, volvió a emprender, creció, creció y creció, y se transformo en la planta más bonita, en la mas resplandeciente flor, de un rojo carmín y pétalos de seda. Una flor marcada por el sufrimiento y cultivada por la felicidad. Una flor que jamás fue abandonada por el sol. Una flor producto del amor.
FIN