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...La Casa de los Llantos... por Yori

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Notas del capitulo:

Este es un fic que tenía hace bastante, pero que no me animaba a subir porque es muy complicado de hacer, por eso pido apoyo con este fic y ojala os guste!

                           …La Casa de los Llantos…


 

 

 

 

                                      Prólogo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

-        Señor Kouyou, su desayuno ya está listo- anunció la suave voz de la doncella, quien había entrado en mi dormitorio no sin antes llamar a la puerta.

 

-        Ahora mismo voy- respondí con un ademán de mano sin volverme a mirarla.

 

 

 

Me eché un nuevo vistazo en el delicado espejo, donde se reflejaba a un chico alto, de traje negro y camisa azul metálico de aspecto caro. Ese soy yo Takashima Kouyou, poseía una de las más famosas empresas de Tokyo. Se bañaba en dinero y tenía todo lo que podía desear y más.

 

Sonreí a mi reflejo y salí de la habitación para después de tomar el exquisito desayuno recién preparado por uno de los mejores chef del país, que tenía contratado para mi uso exclusivo. Una vez en la calle me monté en mi limusina y el chófer me dedicó un respetuoso saludo antes de llevarme al alto edificio, que era mi empresa.

 

 

 

Entré con aires de superioridad, con la cabeza bien alta y viendo como la gente me saludaba con respeto a la vez que me admiraban. Exacto, adoraban mi belleza, mis piernas, mi dinero, todo. Seguro que más de uno de las ratas que trabajaban para mí, venderían a su madre por ser yo. Encima hoy me encontraba de mal humor porque mi novia saldría con su mejor amiga de fiesta, lo que hacía que mis celos despertasen.

 

Iba en mi caminata hacia mi despacho cuando un mocoso castaño se me cruzó por el camino y se chocó contra mí, cayendo del culo al suelo junto con todos los paquetes y papeles que cargaba encima. El chico levantó la cabeza aturdido, aunque su expresión cambió ligeramente al verme.

 

 

 

-        Gomen nasai, Kouyou-sama- tartamudeó con una respetuosa inclinación de cabeza. Miré alrededor, todos los empleados nos miraban atentos de la escena, bien que mirasen.

 

-        Mira por donde vas o estarás vendiendo clínex en la calle en menos de cinco minutos- repuse fríamente, antes de pisar un paquete que intentaba recoger y haciéndolo inevitablemente también con su mano.

 

-        Ahg…- soltó un gemidito de dolor y no pude más que soltar una risita y seguir mi camino.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                                      ***

 

 

 

 

 

 

 

La noche había caído hace ya un par de horas, me encontraba nervioso, muy nervioso y es que lo necesitaba ya…Llevaba todo el día sin poder ir a comprar nada y es que no tenía una pizca de dinero, pero lo peor de todo es que sabía que mañana todo sería igual. Tendría esos horribles nervios, el mal humor y los ligeros temblores y sudores que me acompañaban cada vez que esa sustancia no estaba en mi organismo.

 

Metí la mano en el bolsillo de mi sudadera y apreté con fuerza entre mis dedos la navaja que tenía allí, el parque al caer la noche era la mejor forma de conseguir dinero y es que hace meses que me habían despedido de mi empleo al ver que cada vez iba peor.

 

 

 

Allí se acercaban un par de muchachas, iba arregladas con costosos vestidos de fiesta y tacones que elevaban su altura considerablemente, eran atractivas, pero hacía tiempo que me había dejado de interesar por ello…más ahora me fijaba en las telas que conformaban sus bolsos. Sus risas se detuvieron cuando me planté frente a ellas con la navaja al aire.

 

 

 

-        Dadme las carteras ahora mismo- ordené con voz tranquila, pero amenazadora. Las chicas entraron en pánico, mirándose entre sí, no había escapatoria.

 

-        V-vale…p-pero no nos mate- comenzó a lloriquear mientras que rebuscaba en el bolso.

 

-        N-no nos haga d-daño, por favor- dijo la otra comenzando a hacer lo mismo.

 

-        ¡Daros prisa!- exclamé, nervioso ante tanta espera así que terminé arrancándolas el bolso de las manos y tomando yo mismo los monederos.

 

 

 

Salí de allí corriendo y no me detuve hasta que encontré la parada del bus que me llevaría a mi lugar favorito, mientras que esperaba abrí los monederos con una sonrisa.

 

 

 

-        Kyo, eres el mejor. ¡Trescientos euros entre las dos!- exclamé feliz.

 

 

 

Me dio para comprar un poco de todo pero la noche era larga y sabía que mis suministros habrían desaparecido para cuando el sol hubiese salido. Me dirigí al pequeño terraplén donde había otros como yo, haciendo lo mismo que yo haría en unos segundos. Busqué un sitio limpio donde sentarme y saqué el instrumental necesario, con los dientes me aseguré la fina goma al brazo y tomé la aguja para comenzar a bombear la sangre…la droga en mi organismo ya no era lo de antaño, ya no me creaba esa sensación de éxtasis, pero calmaba mi nerviosismo.

 

 

 

Una noche más la pasaría enteramente allí, para que al llegar el amanecer todo comenzase a ser igual de gris que cada día.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                                  ***

 

 

 

 

 

 

 

-        ¿Shinya-kun, vienes a tomar algo con los compañeros?- me preguntó un chico joven y compañero de trabajo.

 

-        No, lo siento. Hoy no podrá ser, pero avisarme la próxima vez por favor- respondí haciendo una leve reverencia.

 

-        ¡Vale, entonces nosotros nos vamos ya! ¿Te importaría cerrar a ti?- dijo una de las compañeras con una adorable sonrisa.

 

-        No, no es problema Yi-chan. ¡Pasároslo bien!- exclamé, mientras me despedía con la mano del grupo de compañeros de trabajo que se marchaba rumbo a una noche de fiesta.

 

 

 

Recogí las cosas de mi escritorio dejándolo todo impecablemente ordenado para que el día de mañana todo fuese a las mil maravillas, y es que así era yo, un chico responsable con su trabajo de oficinista en una empresa de Tokyo.

 

Apagué las luces y al salir cerré con llave la entrada, viendo como el hombre de seguridad llegaba en ese mismo momento.

 

 

 

-        Que pases buena noche, Ryouku-san- me despedí del hombre.

 

-        Tú también Shin-chan- sonrió cálidamente.

 

 

 

Le dediqué una última sonrisa y me encaminé por las iluminadas calles de Tokyo, me encantaba esta ciudad, siempre viva, siempre despierta. Me embutí en las masas que pasaban por la calle, pensando en mí. Terachi Shinya, un chico de veintitrés años que mantenía una doble vida, sí, tal como los súper héroes pero a la vez muy distinta. Y es que por el día trabajaba en una empresa muy importante de Tokyo, pero mi vida nocturna era algo muy alejado del tranquilo y silencioso Shinya, yo era bailarín en un bar de striptease, no por necesidad ya que el trabajo diurno me daba lo suficiente como para sobrevivir. Yo creo que era más bien un hobbie oculto para calmar mi yo interno, no sería sincero sino reconociese que me encantaba que decenas de ojos clavasen su vista en mí con obscenidad.

 

Entré en el bar donde trabajaba, “Gatitas Lujuriosas”, saludando al enorme puertas y protector de todas/os chicas del bar cuando algún hombre se pasaba de la raya. En la barra metalizada del escenario ya se encontraba una de mis compañeras, distrayendo a los clientes con sus bailes insinuantes. Pasé al vestuario saludando a todos y colocándome en mi asiento, buscando el uniforme de colegiala que me podría para el espectáculo de hoy.

 

 

 

Una vez vestido y maquillado salí al escenario bajo las lujuriosas miradas de los hombres que se agachaban para ver debajo de mi diminuta falda estudiantil, comencé a bailar alrededor de la barra metálica colgándome de ella con mis brazos y piernas.

 

 

 

-        ¡Eh, eh, guapo, ven aquí que tengo algo para ti!- exclamó un moreno, agitando un montoncito de billetes.

 

-        Mmm, claro amor- respondí inclinándome a su lado con una seductora mirada.

 

-        Mi amigo anda algo deprimido, porque no le haces algún regalito- indicó el moreno, señalando a un sonrojado castaño que ni siquiera podía mirarle a los ojos de la vergüenza.

 

-        Eres muy guapo, por supuesto que te daré un regalito- contesté, tomando su barbilla entre mis dedos y acercando mis labios a los suyos en un exquisito contacto. Esos son privilegios que uno se podía tomar en su trabajo…

 

 

 

 

 

                                                                                                      ***

 

 

 

 

 

-        ¡Manabu! ¡Manabu! ¡Ve con cuidado o te chocarás con alguien!- exclamaba Yun.

 

-        Ja, ja, ¡tranquilo, soy el mejor repartidor del mundo!- reí alegremente, sonriendo a mi compañero cuando choqué fuertemente con algo relativamente más duró que yo. Haciendo que todos los paquetes que portaba entre mis manos saltasen por los aires y yo cayese al suelo de culo.- Oh…v-vaya faena, je, je.

 

 

 

Levanté la vista encontrándome con el ser más despreciable y odioso del mundo. Ese era mi jefe, Takashima Kouyou. Siempre me había considerado una persona alegre, todo el mundo me decía que era incapaz de odiar a nadie, así era hasta que entré a trabajar y conocí a este sujeto. Se creía tan superior, siempre entraba en la empresa mirando por encima del hombro a todos los trabajadores como si él fuese un dios. ¡Ja! ¡Como le odiaba! ¡Le aborrecía!

 

 

 

-        Gomen nasai, Kouyou-sama- tartamudeé con una respetuosa inclinación de cabeza. Miré alrededor, todos los empleados nos miraban atentos de la escena, me daba una vergüenza terrible.

 

-        Mira por donde vas o estarás vendiendo clínex en la calle en menos de cinco minutos- repuso fríamente, antes de pisar un paquete que intentaba recoger y haciéndolo inevitablemente también con mi mano.

 

-        Ahg…- solté un gemidito de dolor y él soltó una risita burlona mientras que se marchaba sin mirar atrás. Que asco me daba ese hombre…pensé mientras me sujetaba la mano adolorida.

 

 

 

 

 

                                                                                                 ***

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Me moví en la cama y sentí como sus asquerosos brazos se deslizaban tocando la piel de mi pecho, como sus dedos se enredaban y jugaban con mis pezones, mientras que sus labios atacaban mi cuello. Aborrecía ese tacto, pero no podía hacer nada, aquello me resultaba conveniente y era un precio bajo a pagar por la vida de lujos que llevaba.

 

 

 

-        Yuuki-sama, por favor…es demasiado pronto, hay que levantarse…- dije aparentando un tono cariñoso, mientras que quitaba las manos de mi pecho.

 

-        No, te deseo Ruki. Eres mi marido, quiero que me hagas tuya- gimió, apretándome contra su cuerpo igualmente desnudo.

 

 

 

Obligado a complacerla me volví y la acaricié la mejilla sin ninguna clase de amor antes de besar esos asquerosos labios. Una vez más estuve en la obligación de “hacerla el amor” hasta que quedó completamente saciada.

 

La dejé todavía respirando con dificultad en la cama para irme al baño, abrí el grifo del hidromasaje y me introduje en el interior para quitar la asquerosa sensación que habían dejado sus manos y labios por mi cuerpo.

 

Mi nombre era Takanori Matsumoto, pertenecí a una familia humilde hasta que un día un amigo y yo nos colamos en una fiesta muy lujosa, donde todos los asistentes eran gente millonaria. Fue en ese instante donde comenzó su obsesión, fue la primera vez que la vi. Una mujer de unos cincuenta y muchos años, llena de joyas y oro, vestido caro, zapatos igual de costosos. Ella me miró y a partir de ese momento no dejó de acosarme, cuando mi padre murió y me vi en la calle. Sin trabajo, sin estudios, sin dinero…Nada… Ella me ofreció una nueva vida, una mucho mejor…Solo debía casarme con ella y así hice. Estaba claro que me daba asco, de hecho ni siquiera me gustaban las mujeres…sino los hombres.

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                             ***

 

 

 

 

 

Estaba en la cocina preparando la pizza que debía entregar esta noche a un cliente que había llamado hace poco tiempo. Miraba el reloj nervioso, la noche había caído y sabía que Kyo ya estaría drogándose…Cuantas veces había tenido que ir con él al hospital por las sobredosis que le habían dado, los temblores o curar sus brazos pinchados con tanta brutalidad y ansiedad.

 

Saqué la pizza del horno y la introduje en el estuche para meterla en la parte trasera de la moto, miré una vez más la dirección y tomé rumbo hacia la vivienda. Llamé al timbre y un alto castaño, tapado solo con una toalla blanca alrededor de la cintura. Abrí la boca, examinando ese suave pecho.

 

 

 

-        Su pizza, señor. Son quince euros- indiqué.

 

-        Pasa.

 

 

 

No podía dejar de pensar en Kyo, ese rubio…ese drogadicto…Pero a pesar de todo, era mi amor oculto, siempre le había querido, desde que le conocí en la adolescencia hasta mis veinticuatro años de ahora. Pensando en eso, entré en el lujoso apartamento del más alto.

 

 

 

-        Tiene un apartamento muy bonito- dije, dejándolas pizzas sobre una mesa.

 

-        ¿Cómo te llamas?- preguntó con la cartera en la mano, buscando el dinero.

 

-        Die. ¿Usted?

 

-        Soy Takashima, pero…- dejó el monedero a un lado y se fue acercando a mi lentamente.- Para ti Uruha…- finalizó en mi oído.

 

 

 

Llevado por las ansias y tan solo por no pensar más en ese enano rubio, le besé apasionadamente. Llevé mis manos a la toalla y la desprendí de su cuerpo con simpleza y rapidez.

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                           ***

 

 

 

 

 

 

 

-        ¡Dame todo lo que haya en la caja! ¡Rápido!- grité con la pistola en la mano, apuntando al dependiente.

 

-        S-sí- tartamudeó llenando la bolsa.

 

 

 

Hacía años que llevaba haciendo esto, robando gasolineras para poder vivir, incluso cuando mantenía una relación con un estudiante a policía, yo, robaba. Toshiya, así me llamaba y era un ladrón ya conocido por mi velocidad, nunca me habían pillado, era un chico listo.

 

 

 

 

 

 

 

                                                                                                   ***

 

 

 

 

 

-        ¡Venga, Kai, no puedes estar deprimido toda la vida!- exclamé apoyado sobre el mostrador de nuestra tienda.

 

-        Aoi…solo quiero deprimirme más y más…Yo le quería- lloriqueó el castaño.

 

-        ¡Olvida ya a Miyavi! ¡Esta noche iremos a un bar de striptease!

 

 

 

Kai y yo teníamos una pequeña tienda de música en el centro de la ciudad, como era tan pequeña dependía de otras empresas mayores, pero nos valía para vivir y acercarnos más a lo que nos gustaba y eso era la música. Nos conocíamos desde el instituto y Kai había mantenido una relación con el solista Miyavi durante dos años, ahora este le había abandonado y cambiado por otra.

 

 

 

Cuando llegamos al bar “Gatitas Lujuriosas”, Kai estaba hecho un flan de los nervios y la vergüenza, yo era habitual por estos lugares pero para el menor era harina de otro costal. Nos sentamos frente el escenario donde bailaba un guapo rubio…

 

 

 

 

 

-        ¡Eh, eh, guapo, ven aquí que tengo algo para ti!- exclamé, agitando un montoncito de billetes.

 

-        Mmm, claro amor- respondió inclinándose a mi lado con una seductora mirada.

 

-        Mi amigo anda algo deprimido, porque no le haces algún regalito- indiqué señalando a un sonrojado castaño que ni siquiera podía mirarle a los ojos de la vergüenza.

 

Eres muy guapo, por supuesto que te daré un regalito- contestó, tomando su barbilla entre sus dedos y acercando sus labios a los de Kai.

 

 

 

 

 

                                                                                                 ***

 

 

 

 

 

Mi nombre era Byou, yo, era el heredero de una fortuna una persona superior al resto de la gente. Todo se puede comprar con dinero y yo lo poseía así que siempre conseguí lo que deseaba. Si quería una chica, le dejaba anonadado con mi belleza y dinero, si quería un chico, más de lo mismo. Todo, todo, se podía comprar con dinero y ese era mi lema.

 

Ese día Uruha no me llamó, supuse que se habría marginado para comer pizza como hacía cuando su novia se iba de fiesta.

 

 

 

Era plena noche y caminaba tranquilamente por un parque, mi guardaespaldas estaba detrás de mí, siguiendo mi paso con absoluto silencio como debía ser. Fue entonces cuando vi como dos chicas sollozaban.

 

 

 

-        N-no…nos hagas daño, por favor…- decía una de ellas. Estaba por mandar al guardaespaldas en su defensa, cuando una voz fuerte llamó mi atención.

 

-        ¡Daros prisa!- Volví la vista, allí un chico oculto bajo una ancha sudadera y capucha, pero algo me atrajo de él inexplicablemente. Cuando quise darme cuenta había salido corriendo.

 

 

 

 

 

                                                                                            ***

 

 

 

 

 

-        Reita, Kaoru, Kazuki- anunció la voz de nuestro tutor.

 

-        ¡Sí, señor!- respondimos los tres a la vez.

 

-        Son los más inteligentes y sobresalientes de la clase, por eso se os llevará a una isla preparada para acogeros y hacer vuestras prácticas allí. Podréis practicar como se resuelven los crímenes, como se hace un perfil psicológico del asesino y finalmente atraparle. Todo está listo- informó el profesor.

 

-        ¡Como un reality show!- exclamó Kazuki.

 

-        No seas tonto, es algo serio- inquirió Kaoru, dando un capirotazo a su amigo en la frente.

 

-        Mañana se os llevará a la isla, allí viviréis durante tres meses, preparándoos.

 

 

 

 

 

                                                                                               ***

 

 

 

 

 

 

 

Una isla perdida en medio del mar, preparada con todos los artilugios que un asesino puede desear. Todo listo para que la muerte, la sangre y el dolor corran. El juego comienza, ¿Quieres jugar? ¿Quién será el asesino?

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Si hay alguna duda o cosas por el estilo, no dudéis en preguntar.

Uff...me repito, pero como he dicho arriba, este es un fic que me cuesta mucho escribir porque es algo difícil, así que sino tiene bastante apoyo lo borraré sin compasión jajajaja

En fin, matta ne!!!^^


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