Rompecabezas
- Mamá, voy a casa de May a terminar algunas cosas de la escuela- decía Alex mientras se colocaba la chaqueta roja y se calzaba las zapatillas negras. Sujetó su larga cabellera negra en una cola de caballo que le hacía ver sus audífonos. Su chasquilla recta lucía aún más bella en ella con ese peinado.
- - Vale amor, pero no llegues tarde por favor, recuerda que me tienes que ayudar con la cena de aniversario de tu padre- dijo la madre, mientras frotaba los trastos.
- Claro, trataré - y la puerta se cerró.
Había comprado el rompecabezas la semana pasada en su tienda favorita. A May le gustaban sus ideas sobre los rompecabezas desde que era pequeña y siempre hacían uno los domingos, como una tradición.
Cambió la canción en su reproductor de música y éste empezó a tocar "No One's Gonna Love You" de Band of Horses*, y como era su canción favorita empezó a tararearla al ritmo de la guitarra.
Tocó el timbre de la casa 506 y esperó. Conociendo a su amiga, abriría cuando se le antojara.
- - ¡Vale, May, que no estoy aquí para pasar el frío!
- - Ya voy, ya voy - se escuchaba por dentro la voz de la castaña- por dios cuanto ruido haces- dijo, y se apareció por la puerta con la mano en las caderas.
- - ¿Ruido? - se revisó los bolsillos y apagó su reproductor- lo más seguro es que sea el reproductor, ya sabes que lo tengo con todo el volumen posible.
- - Claro, como para quedarte sin orejas- se rió.
May tenía un tez muy blanca y unos ojos verde claros muy grandes, siempre le habían apodado "porcelana" porque parecía una muñeca. En ese momento vestía unos jeans negros y una gran camisa cuadrillé azul.
- - Que miras, es mi camisa para gordos - se rió un poco más- ven, pasa y deja de quejarte.
El pelo de May era corto y revuelto, Alex podía ver claramente sus finas orejas perforadas y su cuello adornado con un collar que ella misma le había regalado. Al verlo se sintió feliz por pensar en que su porcelana pensaba en ella a diario. Al llegar a la habitación de castaña, Alex se quitó los audífonos y la mochila, los dejó en la cama y preguntó.
- - ¿Lista? -
- - Claro - respondió May.
Alex sacó de su mochila un rompecabezas con las palabras de "Vincent van Gogh" escritas en su caja. Éste era nuevo y pertenecía a la pintura "The Church At Auvers"*. May miró extasiada la caja.
- - Creo que ya le tomaste el gusto a las pinturas clásicas, Alex - le dijo
- - De eso ya me había dado cuenta, y esto costó una ganga. Lo tenían en remate porque nadie lo quería, ¿puedes creerlo?- decía abriendo sus ojos oscuros mientras golpeaba con fuerzas a la caja- como la gente desperdicia estas cosas...
- - La verdad, creo que eres la única que compra tres rompecabezas por semana en esa tienda...- dijo sonriendo.
- - Es nuestra tradición, así que no me culpes - dijo tajantemente y tiró las piezas al suelo.
- - Como no olvidarlo- May esbozó una media sonrisa mientras recordaba sus días de infancia, en como conoció a Alex y como comenzaron con esta singular tradición.
Alex y May habían sido compañeras de escuela desde el Kindergarten, y nunca se habían hablado. Un día la morena había escuchado a alguien llorar detrás de los lavabos, y al darse cuenta que era su compañera de clase, la ayudó.
- - Oye porcelana, ya terminé, y sigues ahí parada como una tonta - le dijo Alex
- - ¿Ah? Ah, si, el rompecabezas- recordó, y sus mejillas se tiñeron levemente de un color rosa.
- - Idiota - le dijo mientras le golpeaba suavemente la mejilla - okay, comencemos.
Llevaban ya media hora tratando de formar el cielo de la pintura.
- - Tienes 3 piezas en el pelo - dijo Alex, y las cogió con suavidad tratando de no palpar su delicada piel, que cada cierto tiempo le daba escalofríos y deseos de tocar- son de la ventana de la iglesia.
- - Alex... ¿Recuerdas lo que me dijiste hace 10 años? - le preguntó sin pensar - Eh... lo siento, sé que no te gusta recordar cosas así, olvídalo.
Se quedó en silencio un momento- ¿Si me acuerdo?- dijo y se cruzó se brazos- ¿cuando te caíste aquella vez?
- - Exacto - A cada momento May se ponía un poco más nerviosa por la respuesta de la morena. Ese recuerdo era especial para ambas, ese día May se dio cuenta que, más que hacer rompecabezas y puzzles con su amiga, la quería. Y mucho más allá de eso.
- - Claro, recuerdo que te dije que la vida era como un rompecabezas, y que a veces te iban a faltar partes de este para terminarlo, pero tu serías sabia y las encontrarías.
- - Si...-
- - Y también ese día te dije que nunca te dejaría ir. - le dijo Alex, mientras seguía armando el rompecabezas
May se quedó callada. No había olvidado esas palabras. Para ellas las palabras eran más que eso, eran promesas inquebrantables, y hasta ahora su amiga no la había abandonado.
- Sin embargo, creo que tendré dejarte ir de a poco, ¿no crees? - Sonrió - es decir, si alguna vez llegas a olvidarte de mí...
-¡No!- gritó mirándola a los ojos.
Alex dejó de hacer lo suyo y miró a la castaña, que la miraba temblorosa. Se había sonrojado nuevamente al decir semejante confesión.
- - ¿Acaso no quieres que te deje? - le dijo tranquilamente, mientras se acercaba de a poco hacia su amiga por encima del rompecabezas, desarmándolo un poco.
- - No me dejes, tu lo prometiste- le dijo con voz queda y frunció el ceño- no seas como todos los demás.
- - No lo seré- sonrió y le acarició la mejilla.
Se sintió el silencio y el corazón de May por encima de este, la proximidad de su amiga no la ayudaba y a cada segundo se iba sintiendo más débil frente a sus labios.
- - May...- susurró Alex mientras se acercaba lentamente hacia sus labios, olvidándose del tiempo y del espacio- yo no te voy a dejar sola, nunca-.
- - A-Alex- tartamudeó la castaña mientras sus brazos iban a parar automáticamente al cuello de su amiga. Con el pié desarmó lo que quedaba del rompecabezas y los brazos de Alex se posaron en torno a su cintura. Ya no podía guardar más el secreto: la quería, la deseaba, y sobretodo, la amaba desde hace demasiado tiempo.
Se fundieron en un beso tranquilo y sin problemas, como si no existiera un presente ni un futuro. May le quitó la cinta al pelo de Alex y los largos cabellos de ésta formaron una estela entre ellas. El brazo de la morena se había posado en lo que quedaba del rompecabezas tirándolo hacia todos lados, haciendo que las piezas cayeran sobre ambas.
Alex revolvió con cariño el cabello de la castaña, que ya había caído al suelo producto de su peso.
- - Tienes una pieza en tu cabello, Alex- dijo May, mientras se la quitaba con cuidado. Tiró la pieza bien lejos y luego acarició a la morena- no me dejes -.
- - No lo haré, eres la pieza de mi rompecabezas- dijo, mientras volvían a besarse. Quizás hoy no podría ayudar a su madre con la cena.
Fin.
