Love's Way

Ambos sonrieron. Kibum ya no estaba molesto, quizá por qué ya no había razón para estarlo. Y Minho no debía tratar de recordar cómo inició todo aquello, pues el desenlace era el mejor que podía darse. Tantas noches en vela, tantos pensamientos extraños, tantas preguntas a Jinki, habían valido la pena. Key ahora le miraba suavemente, de esa forma en que uno mira a la persona que le es especial, de la misma manera que él lo hacía cuando nadie parecía notarlo.

Kibum dejó de respirar en el momento en que sintió los labios de su compañero posarse sobre los suyos, en el que sería su primer beso. Su corazón saltaba violentamente dentro de su pecho, amenazando con escapar de un momento a otro. Se quedó quieto, notando que Minho tampoco se movía.

-No voy a disculparme.- susurró, un poco divertido por la sorpresa en el rostro de Kibum. –Cuando dije que te quería…- su compañero levantó la mano, dispuesto a abofetearlo de nuevo, pero el modelo fue más rápido y logró sujetarlo. –Cuando dije que te quería, no era ninguna mentira.- sus miradas se encontraron algunos segundos, y el mayor fue el primero en apartar la suya.

Minho lo sujetó por los brazos, frenando de esa forma el constante golpear de sus puños. Key se quejó y comenzó a elevar su voz, diciendo cosas sobre el respeto y la educación, mientras el menor sonreía divertido ante el creciente nerviosismo en su hyung.

-¡Suéltame!- gimió por fin, desviando la mirada y sonrojándose.

-No quiero…- y antes que pudiese decir algo, sus labios atraparon los suyos. 

Minho suspiró. No había forma de alejar esa idea de la mente de Key. Así que optó por acallar sus reclamos con sus labios. Después de todo, quizá era mejor que se mantuviera ensilencio.

El modelo se inclinó hacia él, y Key pudo sentir el aliento de Minho sobre sus labios. Cerró los ojos, esperando el siguiente movimiento, mientras un adorable tono carmín se extendía por sus mejillas.

-Te amo, Kibummie.- Para Key, aquellas fueron las palabras más hermosas que había escuchado. Y Minho pensó que no había mejor respuesta que los labios de Kibum sobre los suyos.

“Es un adicto a la moda”, había gritado su mente, al verlo entrar con aquellos ajustados pantalones negros, la camiseta rosada y los cientos de accesorios de colores. “Pero es demasiado lindo”, y el segundo pensamiento jamás dejó su mente. Incluso ahora, tres años después, su concepto de Key no difería mucho.

En aquel momento Minho se dio cuenta que la victoria sabía a fresa, y Kibum pensó que arriesgarse no era tan malo cuando se obtenía una caricia tan dulce como aquella.

-Tú eres lo más importante para mí.- repitió, depositando un beso en aquellos labios delgados. –Eres mi todo, Kibum, ¿qué debo hacer para que lo entiendas?-

Minho sonrió tiernamente, consciente del miedo de Kibum. Esa era una parte que amaba de él: su debilidad. Porque para todos era Almighty Key, el chico atrevido que jamás se rendía, que podía hacerlo todo; pero a sus ojos sólo era Kibum, su Kibum

Minho llevó inconscientemente sus dedos a los cabellos castaños, acariciándolos. Kibum se movió un poco, subiendo sus piernas al mueble y encontrando la forma de recostar su cabeza en las piernas del modelo, quien le miraba sorprendido. Kibum cerró los ojos de nuevo, sintiéndose cómodo de aquella manera, aunque más bien parecía un gato buscando atención; sonrió ante su ocurrencia, volviendo a sentir los dedos del deportista entre las hebras marrones.

-No deberías expresarte así, Minho.- regañó el mayor, sin poder ocultar su sonrisa. –Además, tú tampoco eres bueno eligiendo chicas.- el de ojos grandes le miró con la boca abierta. Pero pronto se encontró a sí mismo sonriendo malévolamente.

No importaba cuántas veces Minho se preguntara la razón, siempre sería la misma respuesta. Tampoco podía quejarse, porque Kibum también lo amaba. Y cada vez que lo escuchaba decir un te quiero, su corazón latía con fuerza. Porque sabía que aquella era la más pura de las verdades.

-Lo siento.- murmuró, depositando un suave beso en una de las enrojecidas mejillas de Kibum. -Te amo.- y esta vez fue Key quien dejó un beso sobre sus labios. Y Minho supo que esa era la mejor respuesta.

-No discutí con Jonghyun.- murmuró, buscando sus ojos. –Estoy aquí porque te extrañaba, porque necesitaba verte.- el modelo sonrió, mientras su corazón se aceleraba. –Vine porque necesitaba decirte que te amo, Minho.- cerró los ojos, temiendo la respuesta.

-Te amo, Kibum.- confesó en su oído, empleando el mismo tono que él. Y Key pensó que no había secretos más hermosos que aquellos.

-Hyung.- Minho toma su rostro con ambas manos, mirándolo por vez primera a los ojos, tan fijo que Kibum no puede ni quiere apartar la suya. –Te quiero.- confiesa tímidamente, depositando un casto beso en los labios delgados. No dijeron nada más, pues todo lo había dicho su mirada.

-Key.- el de mirada felina giró bajo las mantas, tratando de acallar a quien fuese que le llamara. Al fin había logrado dormirse un rato, ¿por qué venían a despertarlo? –Anda, gatito.- abrió los ojos de golpe. Sólo había una persona en todo el universo que le llamaba así: Choi Minho. Sus miradas se cruzaron y una enorme sonrisa apareció en el rostro del más alto. -¿Me extrañaste?-

Kibum apretó con un poco más de fuerza el teléfono, deseando escuchar cualquier señal de vida del otro, aunque sólo fuese un bufido cansado de su charla sin sentido, pero no había nada.Se mordió el labio, conteniendo su deseo de llorar. No podía permitirse tal acto, no después de que lograba que Minho respondiese una llamada suya.

-¿Y yo soy el celoso?- preguntó, riendo. –Eres una rana fea.- murmuró, abrazándolo.

-Y tú eres mi gatito celoso.- respondió, correspondiendo el abrazo. Todo parecía indicar que Kibum ya no estaba molesto.

-Realmente lo envidio.- susurró Jinki, revolviendo un poco los cabellos rubios de la umma. –Es un tonto por no darse cuenta.- negó con su cabeza, sonriendo con los ojos cerrados. –Me gustaría ser amado del modo que él lo es.- Kibum le miró con los ojos abiertos, sorprendido. –Minho tiene suerte de tenerte, Key.-

-Te amo, Bummie.- la voz grave del otro lado, la calidez en su pecho, el acelerado latir de su corazón. Minho. –Feliz cumpleaños, amor.-

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Capítulo dedicado con todo mi cariño a mi adorada Miku_shinee. ¡Feliz cumpleaños, bebé! <3

Key soltó una pequeña risita, captando la atención de todos. Minho alzó la ceja, tomando su mano bajo la mesa, pero el bailarín negó. No se atrevería a decir que le parecía gracioso que todo eso hubiese ocurrido por una simple camiseta.

-¿Lo sabías?- preguntó torpemente, abrazándolo también. –Onew te lo dijo, ¿no es así?- el menor se rió, avergonzado. –Siempre pareció molestarte que me gustasen los chicos. Cuando se los dije, lucías perdido. Y luego lo de Jjong…-

Kibum se levantó dignamente y le guiñó un ojo al muchacho, dejándose caer sobre su regazo. –Desde el momento en que vi tus ojos, ambos en el suelo, dejaste de ser un desconocido, bebé.- susurró, acariciando su nariz con ternura. –Porque en ese momento supe que pasaría contigo el resto de mi vida.-

-Bebé.- le llamó, acariciando esta vez su espalda. Kibum seguía llorando en silencio, aferrado a su camisa, oculto en el hueco de su cuello. -¿A quién debo matar esta vez?- preguntó entre bromista y serio. -¿Fue Jonghyun?- él mayor negó. -¿Jinki, acaso?- negó de nuevo. -¿Taemin?- no, incluso él sabía la respuesta.

- Cuando te vi la primera vez…- comenzó Kibum, sonriendo dulcemente. -Yo… Realmente dudé de todo lo que había conocido hasta ese momento. ¿Cómo una persona que nunca antes había visto podía hacer que mi corazón latiera de esa manera?- el menor estaba sorprendido por aquella declaración, sintiendo su propio ritmo cardiaco aumentar.

-Entonces, ¿ella te gusta?- cuestionó con simpleza, sin querer mirarlo a la cara. Kibum negó con la cabeza, acercándose aún más y ocultando su rostro en el pecho del más joven.

-Tú me gustas.- murmuró, avergonzado. –Idiota.-
 

Cuando la mesera regresó con sus pedidos, los otros tres ya se habían instalado en la mesa con ellos, prometiendo una tarde que sería difícil de olvidar para todos. Y a pesar de las burlas, los comentarios incómodos y la fotografía que pasaba de mano en mano, Kibum dejo de pensar que ese día había sido aburrido.

¿Qué era todo eso? Colocó la palma de su mano a la altura del corazón desenfrenado y sonrió tontamente, ilusionado ante la sola posibilidad de llegar a ese momento que por tanto tiempo había esperado. ¿Sería que Minho estaba interesado en él?

-¿Sabes algo?- sonrió tristemente. –Te he perdonado hace mucho, aunque mi orgullo no me permitía olvidarlo. Fui un tonto, Minho, así que ahora perdóname tú a mí. Perdóname por dejar que todo acabara de esta forma, por no haberte escuchado y haber sido tan terco.- 

-Pero ahora estoy aquí, y jamás me iré.- susurró, atrapando los labios del mayor entre los suyos, mordiendo sin delicadeza el labio inferior de Kibum. –No importa cuanto trates de alejarme, no me iré; porque eres lo mejor que me ha pasado en la vida.-

-No lo intentaría nunca.- afirmó, abrazándose a él. –Porque sin ti, me siento vacío; nada tiene sentido.-