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Paseando por la orilla del mar sin él por Paz

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"Paseando por la orilla del mar sin él"


 


Título: Paseando por la orilla del mar sin él


Resumen: Un corazón roto por la perdida de un amor


Autor: Paz


Pareja: Sakuragi Hanamichi y Rukawa Kaede


Disclaimer: Este fic está basado en Slam Dunk, los personajes pertenecen a Inoue Takehiko, no saco ningún beneficio utilizando sus nombres, solo me distraigo colocándolos en situaciones inverosímiles o dramáticas.


Aviso: Yaoi. Se trata de una relación chico/chico. G


 

Paseando por la orilla del mar sin él

 


 


Atardecer en Kanagawa.


Un solitario muchacho paseaba por la orilla del mar. Alto, delgado, con los cabellos rojos y una triste sonrisa en el rostro, que expresaba el dolor de su corazón.  


-Una vez más he hecho el tonto –pensó dando una patada a la arena húmeda y desperdigándola por delante de él- Toda mi vida buscando el amor, cincuenta y un chicas me rechazaron, supongo que un sexto sentido les advirtió que yo nunca iba a estar enamoradas realmente de ellas. Aún sabiendo que era mi rival en el basquetball y que deseaba por encima de todo demostrarle mi superioridad, comencé a verle  algunas tardes, me justificaba diciéndome que deseaba conocer sus tácticas de juego, y así sin que me diera cuenta pasaron los meses. Manteníamos una relación de amistad–rivalidad que culminó la noche que me declaró su amor y me pidió que fuera su novio. Demás esta decir que  asustado de mis propios sentimientos, salí corriendo de la cancha y me fui a mi casa. Durante una semana rechace sus intentos de aproximación, no atendía sus llamadas telefónicas y le evitaba todo lo más que podía. Pasado ese tiempo, acepté mis sentimientos y los suyos. Esos días sin él me sentía descentrado, perdido. Ahora sé que cometí el peor error de mi vida. Le llame y él se apresuró a venir a mi casa. Me ato a su vida y a su cuerpo. Me entregue por completo a ese amor, era ardiente por naturaleza, durante los primeros meses nuestras noches eran voluptuosas, me llenaba por completo, haciéndome feliz, sintiendo que a su lado lo tenía todo. ¡Iluso de mí! ¡¡Sus promesas!! ¡¡Sus palabras de amor!!  Todo falso, todo un engaño. Entonces era demasiado joven para darme cuenta, le ame con locura, entregándome noche a noche a ese amor que creía eterno. –En su rostro asomó un rictus amargo y sus ojos se empañaron con un vestigio de lágrimas- Para él solo fui como una de esas muñecas de goma a la que se puede desechar cuando es inservible. –esa idea consiguió que sus lágrimas rodaran por sus mejillas, dejo que la brisa marina las secará, sintiendo frió en el rostro. Se detuvo un instante mirando a su alrededor, los últimos paseantes ya se habían marchado, estaba solo, miró el mar donde la luna comenzaba a rilar en el agua, reanudó sus pasos y sus dolorosos pensamientos, necesitaba sacarlos fuera para poder olvidar, para iniciar una nueva vida- Cuando dejo de ser considerado y tierno para mostrarme su lado más violento, más inhumano? Estaba tan enamorado que accedí a todo lo que me pedía, si él me decía haz esto, yo lo hacia, ponte así, también, incluso admití cuando llegó al extremo de llevar a casa chicos desconocidos a los que tomaba con extremada violencia delante de mí, decía que le excitaba la expresión de mi rostro y cuando acababa con ellos, nunca antes de tomarles tres o cuatro veces para considerarse a tono para  seguir conmigo, me acostumbre a su brutalidad, llegando incluso a tener que faltar algunas veces a los entrenamientos, me veía imposibilitado de llevar a cabo el más mínimo esfuerzo. Nunca comprendió el horror que me producía verle, él se justificaba diciéndome que no quería lastimarme a mi, que por eso lo hacia con desconocidos, nunca era el mismo chico, siempre distintos, a veces me preguntaba como conseguía que aceptaran ser tratados así, yo daba como buenas sus explicaciones, aún sabiendo que no eran ciertas, porque también me hacia el amor de un modo violento, muchas noches me tomaba hasta la extenuación, dejándome con todo el cuerpo dolorido. Ahora lo se, nunca me amó, solo fui un capricho, me utilizo a su antojo, teniéndome a su completa disposición, me entretuvo mientras esperaba encontrar al adecuado, fui el tonto enamorado que le obedecía ciegamente. ¡¡Do’aho!! Esa palabra le golpeo con fuerza. Cuanta razón había en esa palabra!! …l se la decía a menudo y entonces se molestaba, sin comprender entonces cuanta razón tenía. Un idiota que lloró cuando supo que se marchaba a América, le contó que había aceptado una beca para formar parte de un equipo universitario, sin ni siquiera consultárselo o comentarle sus planes, nada,  se lo dijo dos días antes de marchar. Ahora esas lágrimas le resultaban patéticas, y él nuevamente renovó sus promesas, volvería a su lado, seguirían siendo novios a pesar de la distancia, podían hablar por teléfono y además escribir e-mail todas las noches, comprarían una casa en la playa y vivirían juntos siempre, nunca más dependerían de estar en uno u otro hogar. Fueron dos noches maravillosas, una vez más volvió a ser el chico dulce y considerado, una forma más de atarle a él, de tenerle sujeto a sus deseos. Espérame le dijo antes de dejarle solo en su lecho volveré contigo.  –Sonrió con tristeza, un año después de su marcha recibió una herencia de un familiar lejano- Una casita en la playa, junto con un pequeño negocio, que ironía, la acondicionó a su gusto y también pensando en las cosas que a él le gustaban. Cuando regresara encontraría allí la casa de sus sueños. ¡Qué ironía!!, la casa de sus sueños disponía de una docena de dormitorios con sus respectivos aseos, de criados alrededor para satisfacer sus menores deseos y de un hombre, que no era él y que podía darle eso y mucho más. Por ese entonces, una vez más se lesionó en la espalda, y tuvo que dejar el basquetball. …l ni siquiera le escribió para consolarle. …l cumplió, durante cinco años se mantuvo fiel a ese amor, demasiado tarde comprendió que  le entretuvo con un falso amor, con falsas promesas, con palabras mentirosas, para luego enviarle un e-mail diciéndole “He dejado de amarte, he encontrado otro amor que me da todo lo que tu no tienes” ni siquiera se molesto en poner su nombre, ni en disfrazar esas palabras con excusas, no satisfecho con robarle cinco años de su vida, le humillaba nuevamente, dando por sentado que sabía quien era. Claro que lo sabía, maldito embustero,  maldito seas mil veces. -Renegó el pelirrojo furioso, el dolor había quedado atrás, ahora solo quedaba la ira- nunca más –se dijo- nunca más volveré a enamorarme, no volveré a creer en las palabras mentirosas de otro hombre. -Volvió sobre sus pasos con intención de regresar-, allí le esperaba un baño caliente. –caminó de prisa para llegar enseguida. Entretenido en sus pensamientos se había alejado más lejos que de costumbre. Aminoró sus pasos cuando estaba a la vista de su casa- Su único hogar, entre aquella gente sencilla encontró su lugar. –una sonrisa asomó a sus labios- algo bueno había conseguido, ellos le dieron el calor humano que necesitaba. Su compañía le resultaba gratificante.


Era una noche de luna llena, el resplandor blanquecino permitía ver aún siendo ya muy tarde. Se sorprendió al ver una figura que se acercaba caminando por la orilla del mar, la distancia era mucha para distinguir de quien se trataba. Debía ser algún forastero, porque el único loco que se paseaba a esas horas por allí era él. Por la forma de andar era un hombre, no sintió miedo, era difícil que algo le asustara. Aunque hacia mucho que no peleaba, no había olvidado como defenderse.


Se detuvo esperando, tal vez estaba perdido y necesitaba ayuda. Vió que el hombre se detenía un instante, seguramente le había visto, y que retomaba sus pasos hacia donde él estaba. En ese instante, algo que flotaba le llamó la atención. Sin dudarlo se descalzó y se internó en el agua, estaba muy fría, pero era una molestia momentánea, siguió andando hasta llegar al objeto que había llamado su curiosidad. Se trataba de una muñeca, seguramente alguna de las niñas que esa tarde jugaban por ahí la había dejado olvidada y la marea la llevaba hacia alta mar, la rescató para guardarla, junto con otros objetos perdidos que guardaba en una vitrina para ser rescatados por sus dueños, si llegaba el caso de entrar en su pensión, ya que al mismo tiempo servía bebidas frescas para los turistas que apreciaban aquella playa, de fuertes oleajes.  


-¡¡¡¡HANAMICHI!!!!  


Al oír el desesperado grito, se volvió perplejo. Viendo sorprendido a Rukawa que se metía en el mar con un gesto de dolor en el rostro.  


-¡¡No…no lo hagas….!!! –pidió cuando estuvo próximo a él.


-Qué no haga que?  -interrogó sorprendido. Entonces se dió cuenta que el agua llegaba a la altura de sus caderas y las olas les salpicaban por completo al chocar contra ellos- Creíste que iba a… -ante su gesto asintiendo, una sonrisa triste asomó en su rostro y con un tono apagado añadió- Ya nadie muere de amor


-Yo si. Si tú mueres, yo muero –confesó al sorprendido muchacho.


-Rukawa… yo… –olvidó su anterior promesa y creyó, por una vez se quedo sin palabras, cuando quiso hablar no pudo hacerlo, unos labios tibios se posaron en los suyos presionándolos, pidiéndole permiso para entrar, entreabrió su boca y el beso se intensificó, se entregó por completo a la caricia, sintiendo que la esperanza de un nuevo amor estaba allí.  


Una ola más fuerte que otras les hizo perder el equilibrio y se vieron separados unos metros. Hana vió como la resaca llevaba a Rukawa hacia el mar quien mostró una expresión de terror. Nadó vigorosamente hasta él y le tomó en sus brazos.  


-Tranquilo…, déjate llevar.  


Algunos instantes después estaban tumbados en la arena, donde morían las olas.  


-Vamos… -se incorporó ofreciéndole su mano- No es bueno estar con la ropa mojada. Vamos a casa –al ver su mirada interrogante- es ahí mismo –señalo una casa de blancas paredes, rodeada de un primoroso jardín.


-Vives aquí? – preguntó aceptando su ayuda. No le soltó inmediatamente, se quedo sintiendo el calor de su mano en la suya- Gracias, Hanamichi. Me has salvado.


-De nada, Kaede. –rescató su mano y echo a andar hacia su casa.  


Ninguno de los dos pareció sorprendido por llamarse por sus nombres. Le siguió en silencio. Hanamichi no pasó directamente al interior de la vivienda, sino que la rodeó, un segundo edificio quedaba atrás, abrió una puerta haciéndose a un lado.  


-Pasa… nos vendrá bien un baño caliente –dijo.  


Kaede se sorprendió al ver el interior, una tina donde humeaba agua caliente. Estaba en un onsen.  


-La tenía preparada para después del paseo –explicó al ver su sorpresa, cerró la puerta para que no se fuera el vapor acumulado y comenzó a quitarse la ropa mojada que se le pegaba al cuerpo produciéndole escalofríos.


-¿Es aquí donde te escondías? –preguntó suavemente también él comenzó a desvestirse.


-Yo no me escondo. Vivo aquí. Trabajo aquí.


-Eres el encargado? –preguntó sorprendido.


-Bueno, puede decirse que si. -una sonrisa iluminó su rostro- Me levantó temprano para abrirlo, tengo algunos clientes muy madrugadores, mantengo la limpieza, me ocupo de que no falten toallas, jabones, tengo algunas clientes muy coquetas y para ellas necesito tener colonia y también cremas para el cutis, cremas de manos, cosas así, en fin que cuido que tengan suficientes existencias, soy el que tiene que cerrar al final del día. Me mantiene ocupado. Sin contar la pensión, tengo unos huéspedes muy agradables.


-Comprendo. -Kaede cerró los ojos, agradeciendo el calor del agua.


-¿Cuándo volviste? –preguntó curioso. Sabía que había triunfado en América.


-Hace un año. –dijo sin moverse. Se estaba a gusto allí- Me lesioné. -explicó.


-Lo siento. –Era sincero, por una vez sentía pesar por lo que pudiera haberle pasado- ¿Podrás volver a jugar? –preguntó esperanzado.


-Si.


-Me alegro por ti. -Hana en el otro extremo le observó en silencio, despacio se acercó a su lado- Gracias Kaede por rescatarme… –dijo suavemente.  


Kaede abrió los ojos y le miró.  


-Dijiste que no… -le miró preocupado, todos conocían la relación que Hana mantenía con el jugador estrella del Ryonan, Sendoh y que este a pesar de la distancia había alentado, jugando con los sentimientos de Hanamichi, sometiéndolos a su arbitrio con la promesa de un hipotético regreso. Hana nunca ocultó que amaba a Sendoh y que este le había prometido vivir juntos cuando regresara de América. Coincidió con ese desgraciado, algunas veces, y siempre estaba con el mismo hombre, su amante allí era un hombre de unos cuarenta años, aunque aparentaba menos y por lo que entonces supo se trataba de una relación que se remontaba a tres años atrás. La noticia del jugador de los Bulls, Sendoh Akira que se comprometía con el hijo de un multimillonario, Wayne Morrison era un rico playboy, fue un notición en el que la prensa se hizo eco, en una sonada y espectacular fiesta de compromiso pagada por el padre del novio, ante cientos de testigos.  


- … de la soledad –continúo.  


Kaede  no tuvo tiempo para expresar su alivio, Hana se inclinó sobre él apoderándose de sus labios, acariciando su espalda por su mano.  


-Te amo, Hanamichi… -murmuró cuando su boca fue liberada de ese beso turbador.


-Dame tiempo…., se que puedo amarte –acaso no era amor eso que sentía a su lado.


-Todo el que quieras, si he podido esperar hasta hoy sin esperanzas, como no hacerlo ahora que la tengo. –gimió cuando nuevamente unos labios se apoderaron en los suyos con fuerza y una boca ardiente succionaba sus sentidos. Su mano se apoyó en su nuca manteniéndolo bien sujeto, mientras la otra enredaba sus dedos entre los húmedos cabellos pelirrojos. Gimió estremecido cuando su mano se poso blandamente acariciándole íntimamente.


 


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Hana contemplaba arrobado al chico que dormía placidamente en sus brazos. No importaba la belleza de su rostro, sino su alma y Kaede poseía una hermosa alma puesta en la tierra para salvarle a él.


Estuvo ciego y sordo a los dictados de su corazón, se dejo engañar por una sonrisa y por palabras huecas de amor.   Al lado de Kaede tenía la certeza que nunca más iba a sentirse solo y supo la verdad de su corazón.  


-Te amo, Kaede. –y cerrando los ojos se quedo dormido.  


No vió pues, tres rostros satisfechos observándoles dormir en el suelo de madera, ni tampoco escuchó los menudos pasos que se acercaron hasta ellos, cubriéndoles con una manta sus cuerpos desnudos. Ni tampoco escuchó las palabras que intercambiaron entre ellos.  


-Ahora si es feliz –dijo la primera anciana, observando el rostro relajado del pelirrojo.


-Cuando esta tarde me preguntó por él, supo que él sabría hacerle olvidar a ese otro –dijo el hombre inclinándose para mirar más de cerca el rostro de Kaede.


-¿Cuándo le viste? –preguntó la segunda anciana.


-Fue esta tarde, estaba paseando por el pueblo cuando le ví descender del coche de línea…. –sus voces se alejaron en el interior de la casa. Por una vez, ellos fueron los encargados de cerrar las puertas de los baños.  


Fin


Tres Cantos, empecé y terminé el 22 de Octubre de 2003


Autora: Este fic estaba relatado desde el punto de vista de Hanamichi y el chico que le ha roto el corazón es Sendoh Akira a quien solo menciono superficialmente hasta el final del fic. Pronto subiré la segunda parte, cuyo protagonista principal es Kaede.

Paz

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