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Un amor que cicatriza heridas por gabbana

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Notas del capitulo:

aquiiii la continuaccion! espero les guste! *,*

les dejo un video que he echo de sengoku basara "Masamune x Yukimura" espero les guste *U*

http://www.youtube.com/watch?v=FoJ9FoPpjTE&context=C3eb5c5eADOEgsToPDskIweNiZ0XQnXVahr7lrJIUV

La noche ya se había hecho presente hace unas horas en las tierras de Kai, dando paso a un frío mayor que hacía que el Tigre estornudase un par de veces al estar algo desabrigado recorriendo la mansión.

Desde que dejó a Sasuke y los demás buscaba a Masamune por todos lados. En su habitación, en el baño, en la cocina, en lo que quedaba del dojo, en la sala principal, en los patios, en el techo, en los arboles y nada! Había ido a la caballeriza pero su caballo aun estaba ahí, indicándole que no había dejado Kai aun, pero ni siquiera los soldados que vigilaban lo habían visto.

Comenzaba a desesperarse al no saber dónde más buscar, teniendo sus pensamientos demasiado ocupados como para darse cuenta a donde le dirigían sus pies....

Una extraña corriente de aire helado frío azotó contra su cuerpo, haciendo que levantase su vista, encontrando frente a él una gran roca tallada, rodeada de tablas de maderas con sánscritos, ofrendas, jarrones de piedra con flores e inciensos.

Estaba parado frente a la tumba de Takeda Shingen.

Un espasmo recorrió el cuerpo del menor al estar nuevamente parado en ese lugar, recordando la manera en cómo se sintió la primera vez que estuvo ahí, lo perdido que estaba, lo desesperado que se sentía y lo desgarrada que tenía el alma.

- Si no fuese por Masamune-dono…-pensó el menor con nostalgia, mirando detenidamente lo bien conservada que estaba la tumba. Seguramente sus guerreros venían todos los días a dejar sus ofrendas y a rezar por él.

Se sintió mal. Desde el día del funeral de su señor que no se había atrevido a aparecer por ahí. Ni siquiera pasó por su cabeza acercarse, creía que sería demasiado doloroso ver el nombre de su comandante grabado en esa gran piedra… y a pesar de que sentía tristeza y angustia, la culpa por no haber tenido el valor de venir antes le golpeaba aun más.

- Oyakata-sama…- las lagrimas llegaron rápidamente a sus ojos y sin pensarlo mucho, se hincó en el suelo y apoyó su frente contra la nieve que aun ocultaba la superficie de tierra- Por favor perdóneme Oyakata-sama!!! Perdóneme por ser tan débil!!-las lagrimas caían sin cesar por sus mejillas al mismo tiempo que apretaba con fuerza sus puños sobre la nieve y cerraba sus ojos para retener el llanto.

Nuevamente aquel extraño viento comenzó a soplar, chochando contra el tembloroso cuerpo del tigre. A sus oídos un murmullo hizo que abriera sus ojos con asombro y de que su llanto se detuviese.

Yukimura…

Levantó rápidamente la vista al escuchar el susurro de su nombre y sus ojos quedaron clavados en la tumba frente suyo.

- O…Oyakata-sama…?

Pero ahí no había nadie, estaba él solo junto a aquel viento que lentamente se trasformó en una suave brisa helada que secaba con rapidez sus lagrimas.

A pesar de que no lo veía, sentía la fuerte energía de su señor frente suyo y aquella brisa helada era como la imponente presencia que nunca se iba.

- Oyakata-sama…

Se acercó a la tumba con unos pasos algo vacilantes y al estar lo suficientemente cerca, colocó su mano derecha sobre la escritura de la lapida donde salía el nombre del ex tigre de Kai.

 - Oyakata-sama…-susurró nuevamente su nombre con sumo respeto y admiración al mismo tiempo que cerraba sus ojos- …no sé si puede oírme, pero sé que su presencia está aquí a mi lado-llevó su otra mano hacia su corazón - Sabe por todas las dudas que he pasado desde su partida, sabe que no pude ser lo suficientemente fuerte como para asumir que usted ya no estaba a mi lado… pero, gracias a Masamune-dono… creo que he vuelto a encontrar mi sendero…-cerró su puño con fuerza sobre la piedra- Ese sendero que usted me enseñó con tanta pasión y tanto esfuerzo! Yo, Sanada Genjiro Yukimura, le prometo, ¡no! le juro…! que nunca más dudaré, no dejaré que mi corazón titubeé de nuevo! Por eso le pido que me ayude a encontrar a Masamune-dono! Si el destino lo sigue queriendo… yo… yo deseo… estar al lado de él… por siempre… por favor…!!!

La brisa helada volvió a convertirse en un viento descontrolado, azotando el cuerpo del menor y los arboles que parecían rugir al chocar sus ramas casi congeladas.

Y una pequeña gota cayó limpiamente sobre la mano derecha del joven tigre, haciendo que este levantase sus ojos para verla deslizarse por el dorso de esta con lentitud.

Levantó la cabeza hacia el ya oscuro cielo, viendo como densas nubes negras aparecían de un momento a otro. Una nueva gota calló sobre su mejilla, dando inicia una suave llovizna.

- Agua…-una idea llegó a la mente del tigre, sobresaltándolo- eso es! Las aguas termales!!!- Se giró hacia la lapida y sonrió emocionadamente con agradecimiento.- MUCHAS GRACIAS OYAKATA-SAMA!!!- dio una rápida y significativa reverencia pero al inclinarse se golpeó fuertemente la frente con la piedra, llevándose inmediatamente las manos a la zona herida.

Se restregó un poco la frente pero luego comenzó a reírse con ganas, sintiendo como sus ojos se aguaban de alegría.

Para él, ese había sido uno de los golpes de su señor, seguramente dándole ánimos y mostrándole que él siembre estaría apoyándolo.

Dio una última mirada a la tumba de su señor y salió corriendo hacia el sendero que lo llevaría a las aguas termales.

Poco después la lluvia comenzó a caer con fuerza, dando paso a una tormenta, pero ahora esta ya no le traía malos recuerdos ni dolor. Ahora lo único que deseaba era encontrar al dragón! Y quería verlo con toda su alma!

Al ir tan apresurado y exaltado no reparó en una roca que estaba en el camino y chochó contra ella, cayendo al barro que se mezclaba con lo que iba quedando de la nieve. Se quitó rápidamente la suciedad del rostro y siguió corriendo, no importándole en lo más mínimo su aspecto y que su ropa estuviese completamente empapada y embarrada.

- Ahí está!

A lo lejos podía ver la casita de las aguas termales, pero se detuvo súbitamente al ver salir de ella al hombre que tanto había estado buscando.

- Masamune-dono!

Al llamarlo, la mirada del dragó se clavó en aquellos vivos ojos y pareció sorprendido al ver su aspecto. Mojado, sucio, desabrigado y con un chichón en la frente, pero con una sonrisa tan radiante que su aspecto descuidado solo lo hacía ver más apuesto.

Las mejillas del dragón se sonrojaron al ver que se le acercaba corriendo.

Debía ser firme. Durante las horas que pasó en las aguas termales no izo nada más que pensar en su situación.

Había llegado a una decisión y no podía echar marcha atrás. Tenía que mantenerse firme y llevar su plan a cabo al pie de la letra si es que no quería ir matando a medio mundo, aunque eso significase intentar ignorar la radiante expresión que el cachorro le entregaba en esos instantes…

- Masamune-dono! Lo he estado buscando! Estaba preocupado, creía que se había marchado o que algo le había ocurrido o que tal vez…!-las atropelladas y angustiadas palabras del menor se vieron interrumpidas al ver como Masamune le veía directamente a los ojos con un extraño brillo en ellos.

- Yukimura, deseo hablar contigo en privado.

- Eh? S-si, claro- dijo algo confundido al escucharle hablar de esa manera tan cortante.

- Vamos a tu habitación- sin esperar respuesta, el dragón comenzó a caminar por el sendero del bosque, siendo seguido en silencio por el menor que pareció cohibirse un poco por aquella fría actitud.

Al llegar, Masamune deslizó el Shoji y entró con rapidez para después sentarse en completo silencio, viendo como Yukimura hacía lo mismo en frente suyo, mirándole con algo de preocupación y nervios.

- Deberías cambiarte, vas a enfermar- le dijo el dragón, aun con su semblante tenso, pero el menor, sin abrir la boca, negó rápidamente con su cabeza, demostrándole su terquedad. Masamune solo suspiró y se mantuvo callado, repasando una y otra vez las palabras que diría a continuación.

El joven tigre comenzaba a desesperarse frente a la mirada penetrante y el silencio del otro, por lo que comenzó a agarrarse los dedos nerviosamente a la vez que movía levemente su pierna derecha.

Nervioso por tanto silencio, el tigre no pudo evitar decir algo para tranquilizar sus ansias.

- Masamune-dono, aun está enojado con Maeda-dono? Por favor discúlpelo, se que no era esa su intención! Oh, pero si no desea hacerlo no lo haga, perdóneme por pedírselo, usted está en todo su derecho en estar enfadado, aunque realmente yo no sé por qué lo está, de todas maneras yo no tengo derecho alguno de pedirle algo así! de verdad lo siento, espero que no se sienta ofendido! Creo que todo esto ha sido mi culpa…!- a cada palabra que decía, se apretaba mas los dedos de sus manos y su pierna derecha se movía más rápidamente, demostrando con creces sus nervios.

Masamune sonrió internamente al escuchar al otro hablar apresuradamente.

- Además no debí golpearlo! Me siento responsable por todo! Si está enojado enójese con migo y no con Maeda-dono! Pero espero que por mi culpa no decida irse! Realmente me siento muy mal! Por favor reconsidere el quedarse por más tiempo en Kai! Yo realmente…!

- Yukimura…- el susodicho, al escuchar finalmente la voz del otro, cerró rápidamente sus labios con una expresión de angustia, creyendo seguro que el dragón confirmaría sus palabras al decir que se iría- Nada de esto es tu culpa… ni tampoco deseo marcharme de aquí. Realmente me descontrolé en ese momento y creo que hiciste bien al interferir “porque de haber tenido mis katanas las hubiese utilizado para cortarle el cuello a ese pervertido”- pensó al final. El tigre le miró con asombro pero con algo de esperanzas al escucharle que no se iría- Pero…-en su rostro regresó la angustia- Hay algo que deseo decirte, algo que me inquieta y que no puedo guardar por más tiempo, de lo contrario no sé de lo que sería capaz de hacer.

- Masamune-dono…!-apoyó ambas manos en el suelo y se inclinó en forma de disculpas-…por favor, si está enfadado conmigo yo…!

- Yo ya no puedo seguir con esto…

- Q-Qué?-levantó la cabeza para mirarle sin comprender. Masamune le miró con la misma expresión neutra, pero con un intenso brillo en su ojo grisáceo.

- Ya no puedo seguir pensando en ti solo como un amigo o un enemigo.

- ……..M-Ma….

Las palabras no pudieron seguir saliendo de sus labios; simplemente, se había quedado sin palabras. Su mente se puso en blanco y rápidamente su corazón comenzó a latir tan fuerte que sentía que llegaría a desmayarse en cualquier momento.

Estaba tan sorprendido por las palabras del dragón que ni siquiera era capaz de procesarlas adecuadamente en su mente; sus ideas se desordenaban y su cabeza se volvió un saturado caos.

Se quedaron viendo fijamente por largos minutos, sintiendo como afuera la lluvia parecía caer con mayor fuerza, acompañándose del murmullo de las hojas de los arboles chocando unas con otras por el fuerte viento que las azotaba.

El cuerpo del menor inevitablemente comenzó a temblar, fuese por su yukata mojada o por los nervios que estaba sufriendo.

Masamune cerró su ojo y dio un fuerte suspiro. Aquel simple cambio provocó que Yukimura se sobresaltara, sintiendo finalmente el calor subir por sus mejillas en cuento vio al otro levantarse para quitarse el Haoi, colocándolo sobre los hombres del menor para después sentarse aun más cerca de él, quedando uno frente al otro.

- Masamune…dono…

- Desde el día en que nos conocimos…-llevó su mano hacia el rostro de Yukimura, quitando restos de tierra y acariciando suavemente los labios del otro, impidiéndole seguir balbuceando palabras- …siempre sentí algo diferente por ti- susurró, mirando directamente al sorprendido rostro de su rival. Sonrió cálidamente, viendo como el rojo en las mejillas del tigre se intensificaba por sus palabras y su tacto- Siempre me pregunté, qué era este extraño sentimiento que despertabas en mi cuando te veía. Creí que era por la atracción que sentía por tus excelentes técnicas de combate, pero pensé que con el tiempo aquello se me pasaría, pero en cambio este sentimiento se acrecentó aun más.

Yukimura tragó saliva sonoramente, sintiendo como los nervios lo dominaban, como su estomago se revolvía, como las manos le sudaban y como su cuerpo comenzaba a sentirse demasiado acalorado a pesar de estar empapado, como si el fuego de su alma le estuviese consumiendo por dentro y evaporase el agua que se escurría de sus cabellos.

Estaba embobado, simplemente no podía terminar de creer las palabras que Masamune le dedicaba, no podía siquiera creer que le estaba diciendo eso.

- Ma…Masamune-dono…-tragó saliva nuevamente y sus labios temblaron al igual que su cuerpo- P-Por favor… sea c-claro conmigo…

El dragón sonrió con ternura mientras seguía acariciando la cara del cachorro.

- Me he enamorado de ti, Sanada Yukimura- los ojos del joven tigre se abrieron de par en par al oír sus palabras- Y me atrevo a decir que este amor que siento por ti es mutuo- la boca del menor quedo completamente abierta y ahora hasta sus orejas se colocaban rojas.

Y la sala quedó sumida en un inquietante silencio. Lo único que se escuchaba era la trabajosa respiración del tigre y la lluvia de afuera que azotaba la estancia, pero en el interior de ambos, sus corazones latían tan fuertes que pensaban que se podían escuchar mas fuerte que cualquier otra cosa.

Masamune bajó la mirada algo intranquilo al ver que el otro no le contestaba, sintiendo como su estomago se apretaba y su garganta se cerraba al caer preso de los nervios.

Si hubiese escuchado a alguien decir que se enamoraría y pasaría por todo eso, se hubiese reído en su cara, pero ahora lo último que tenía ganas de hacer era reír.

Levantó la vista y la enfocó en el rostro del tigre, que incluso parecía que había dejado se respirar involuntariamente.

No podía estar equivocado, sabía que el tigre sentía lo mismo por él, entonces, por qué no le decía nada? Había hablado muy pronto…? Quizás debió haber esperado más tiempo para decirle…?

- Yukimura… -vio que el otro daba un pequeño respingo sobre su lugar- si lo que digo está equivocado… yo…

No le dio tiempo siquiera a reaccionar cuando el joven tigre se tiró de un salto a sus brazos, impulsando ambos cuerpos hacia el suelo y provocando que la sorpresa en el dragón creciera al sentir los hambrientos labios de su antiguo enemigo devorando los suyos con ansias y pasión.

Le estaba abrazando con fuerza…

Le estaba besando con devoción…

… y le estaba diciendo con actos que sus sentimientos si eran correspondidos! Que tal vez Yukimura lo amaba tanto como lo amaba él, que le deseaba de aquella manera tan ardiente y salvaje como todo un tigre voraz!

Ahora su pecho ardía con esa pasión que el tigre le despertaba. Su cuerpo, a cada segundo, comenzaba a subir más de temperatura mediante que esos fogosos labios le besasen de cualquier forma, demostrando su poca experiencia, pero encendiéndolo más que cualquier otra persona en el mundo.

- Masamune-dono…

El cuerpo del dragón tembló bajo el otro al sentir la caliente respiración de su amado sobre sus labios diciendo su nombre cargado de pasión, tanta pasión que se sentía morir por dentro.

Lo estaba matando, lo estaba matando…! Ese tigre sabía muy bien como encenderlo y como despertar sus más bajos instintos.

- Yu-Yukimura…

No esperó a que el otro hablase otra vez y agarró los húmedos cabellos del menor para desamarrarlos y jalarlos para besarle con desesperación, iniciando una salvaje lucha entre esas dos lenguas que se probaban y exploraban con la misma torpeza al estar presas de los nervios y las ansias.

Esta vez fue el cuerpo del menor el que tembló al sentir las ágiles manos de Masamune recorriendo su espalda sobre su ropa humedecida y fue en ese momento de descuido que el dragón invirtió los papeles y se colocó arriba del otro, viendo como esos largos cabellos se esparcían sobre el piso, como sus labios entreabiertos estaban hinchados y húmedos por los besos, como sus mejillas estaban fuertemente sonrojadas, como sus ojos brillantes le miraban con amor y pasión, como su pecho, que se veía al tener la Yukata fuera de lugar, sucia y mojada, subía y bajaba forzosamente.

- Magnifico…-susurró Masamune, deleitándose con el ser bajo su cuerpo.

Todo en Yukimura era una salvaje sensualidad. Le encendía saber que, bajo ese carácter alegre e infantil, había un ardiente demonio listo para atacar y devorarle entero. Sabía que si no lo controlaba, esa contenida pasión se saldría de control! y su cuerpo tembló al pensar que realmente no quería controlarlo, quería que ese demonio se lo devorase sin misericordia.

- Ma…Masa...mune-dono- jadeó su nombre cargado de pasión, llevando sus manos hacia el pecho del dragón para comenzar a acariciarle los pectorales sin vergüenza alguna. La entrepierna del guerrero azul vibró por la simple estimulación.

- D-Demonios Yukimura- apartó esas manos y las sujetó con fuerza contra el suelo, para después inclinarse sobre su cuerpo y devorarle los labios- Que es… lo que me estás haciendo…?- le preguntó entre besos.

Pero ni siquiera quiso esperar su respuesta. Dejó los hinchados y mojados labios del menor tranquilos para deslizar su boca hacia ese delgado cuello, soltando las manos de Yukimura en el proceso, quien aprovechó su liberación para abrazarle con fuerza por la espalda en un inútil intento de controlar los espasmos y los temblores a los que era sometido su cuerpo al sentir al otro tocándole y besándole de esa manera.  

Todo esto era nuevo para Yukimura, toda esa sensación, ese cosquilleo, ese latido, esa respiración, ese cuerpo y esas manos sobre él…! Quería más y ni siquiera se sentía avergonzado de pensarlo como creyó que lo haría.

Ahora que el dragón le había finalmente despertado, no se detendría. Aprendería todo lo que Masamune le hacía sentir, para así él poder hacerle sentir lo mismo. Quería satisfacerlo y quería hacerlo tan feliz como lo era él ahora.

Cuando Masamune le dijo esas palabras, cuando le confesó sus pensamientos y le declaro su amor, simplemente no había sabido qué decir! Había estado seguro qué hacer, había estado seguro de cómo proceder, pero las sinceras y directas palabras del dragón expresaron lo mismo que él sentía, iluminando y aclarando su mente en tan solo unos segundos.

Estaba enamorado de Date Masamune, estaba enamorado de cómo le miraba, enamorado de cómo le tocaba en esos momentos, enamorado de sus labios, de su ojo, de su voz y su presencia. Enamorado de su espíritu de lucha, de su pasión, su seguridad y su fuerza. Lo amaba con cada célula de su cuerpo! Y al no encontrar palabras mejores que las de él, no supo qué otra cosa hacer mas que actuar. Y a pesar de que sus conocimientos eran casi nulos, su cuerpo respondió por cuenta propia.

- Estás pensando demasiado… Yukimura- le susurró el dragón en el oído, provocando que el menor se mordiese el labio.

- Estaba… pensando en ti- le confesó con sinceridad, haciendo que Masamune le mirase sorprendido y sonrojado.

- Pues deja de pensar- le beso tiernamente los labios- ahora solo siente…

- Ahh…s-si.

Regresó su boca al cuello del menor, pero al ver que ya estaba dejando demasiadas marcas rojas bajó sus labios por su trabajado torso, repartiendo besos y caricias entre los suspiros del otro, para después detenerse en sus tetillas, llevando rápidamente una a sus labios mientras que la otra era estimulada ávidamente por su mano.

- Ahh… Ma-Masamun...ne…AAhh!

Un nuevo temblor recorrió su cuerpo al escuchar los gemidos que el tigre soltaba entrecortadamente por su boca. Era sublime y excitante, pero si seguía provocándolo no podría ir con calma, ya que lo que más deseaba era conocer ese ardiente cuerpo, encontrar sus puntos débiles y hacerlo temblar bajo el suyo.

Una sonrisa adornó sus labios al ver que esa zona, a pesar de estar siempre expuesta, era una de las zonas sensibles del tigre. No dejaba de retorcerse mientras sus labios iban de un pezón al otro, mordisqueándolos, chupándolos, y acariciándolos con sus labios.

- M-Ma-Masamu…aaaahhh.

El dragón le miró de reojo al escucharle y sonrió para sus adentros. No dejaría de torturarlo, le daba demasiado placer como para dejar eso e ir al grano.

Sin contestarle y sin dejar de jugar con sus pezones, deslizó su mano derecha por el cuerpo del menor, sintiéndolo estremecer al llevar su mano hacia las trabajadas piernas del otro, subiéndole la yukata para poder tocarle el muslo, deleitándose al sentir lo firmes y suaves que eran.

Las manos de Yukimura se agarraron con mayor fuerza a su cuello y espalda. Podía sentir lo rígido que se colocaba al acariciarle ahí abajo y como su respiración se hacía más audible.

Debía controlarse, de verdad que debía controlarse!

- Ahh… Masamu… ne…dono- el menor respiraba con dificultad mientras no quitaba sus ojos de los de su amante, sintiendo como su cuerpo respondía por si solo y levantaba sus caderas contra el cuerpo del dragón en busca de un contacto mayor- … p-por favor…!

Si había estado intentando controlarse, aquel descarado y sensual movimiento de parte del tigre le había hecho temblar como una hoja. Su propia hombría palpitó con fuerza al sentir el estimulo y al oírle hablarle de aquella manera tan necesitada. Su propio cuerpo se puso rígido y no supo cómo continuar. Lo había desarmado por completo.

Al ver que Masamune había quedado completamente quieto, las manos del tigre se aventuraron a internarse entre las ropas del otro, paseándolas con claro nerviosismo por ese trabajando torso, bajándolas sin dudar hasta su bajo abdomen, para luego intentar quitar el estorbo que suponía el Obi para desarmar el traje por completo, pero antes de que las nerviosas manos del menor siguiesen con su cometido, Masamune se las apresó, llevándolas otra vez hacia el suelo, acercando después peligrosamente su cara hacia su rostro con un brillo diferente en su único ojo, entremezclando sus agitadas respiraciones.

- Estás seguro?-le preguntó Masamune, llevando una de sus manos a esas sonrojadas mejillas que acarició con amor- Estás seguro… de continuar con esto… Yukimura?

Los ojos del tigre estaban impregnados de puro deseo y decisión, haciendo que el dragón se sorprendiese al verle tan determinado con seguir, como si de un combate se tratase. Aunque aquello lejos de la realidad no estaba.

- Si- levantó levemente la cabeza del suelo, acortando el pequeño espacio que les separaba para así darle un suave y lento beso a esos entreabiertos labios que tenía el dragón.- Por favor perdóneme si no fui capaz de decirlo antes… pero yo lo amo Masamune-dono… lo amo con toda mi alma! y quiero permanecer el resto de mi vida junto a usted!

El ojo de Masamune se abrió hasta su limite al oír sus palabras, sintiendo, si es que era posible, como su felicidad crecía rápida y descomunalmente, siendo ahora él el incapaz de poder decir alguna palabra, siendo ahora él el que balbuceaba incoherencias.

Yukimura aprovechó su estado catatónico para deshacerse del agarre y levantarse lentamente del suelo, quedando parado frente al dragón que no dejaba de mirarle con devoción.

El rostro del menor se sonrojó mientras llevaba sus manos algo temblorosas hacia el Obi de su Yukata mojada, desasiendo el nudo con extrema lentitud para después terminar con el traje tirado en el suelo al deslizarse, para la vista del dragón, lentamente de ese escultural cuerpo.

- Masamune-dono…- su rostro estaba extremamente rojo por la vergüenza de verse expuesto de esa manera, pero sintiendo como su propio cuerpo le pedía a gritos de que el otro le siguiese tocando- Aun tengo… algo de frío…

No bastaron mas palabras para que Masamune le agarrase fuertemente el tobillo y lo tirase al suelo, agarrándole entre sus brazos antes de que cayera para luego besarle con des contenida pasión y amor.
Lo levantó, sin dejar de besarlo y caminó hasta el centro de la habitación en donde estaba el futón perfectamente doblado, desarmándolo de cualquier forma para luego apoyar suavemente al tigre en él.

- Te amo- le susurró Masamune entre besos y besos, mordiéndole el labio y recorriendo sin parar ese desconocido cuerpo con sus inquietas manos- Shit… te amo tanto!

- Ma-Masamune-don… AAHH!

La mano del dragón había rozado levemente el miembro del otro, quien tembló fuertemente por ese leve contacto, pero despertando en él el libidinoso sabor de la lujuria al pensar que quería que el dragón le tocase con mayor insistencia en esa zona.

Masamune pudo verlo en su expresión suplicante y quiso complacerlo de inmediato.

Bajó por su cuerpo, dejando un camino de húmedos besos que se mezclaban con lengüetazos. Se entretuvo un momento en su ombligo y en sus abdominales solo para torturarlo y torturarse él mismo por unos minutos, hasta que llegó a ese palpitante miembro que clamaba con urgencia las atenciones que necesitaba.

Se relamió los labios. Nunca antes había echo algo así con un hombre pero el aprender a hacerlo y con nada más que con Sanada Yukimura le despertaba un morbo inmenso. Necesitaba estar con él y necesitaba llevar a cabo ese combate cuerpo a cuerpo con su amado rival.

Miró con sus mejillas sonrojadas esa pieza entre sus manos y sin hacer esperar más al menor, se lo llevó a los labios, saboreándolo primero en la punta con cuidado, degustándolo, aprendiéndoselo, y sonrió con complacencia al ver como Yukimura cerraba con fuerza sus ojos y se agarraba como podía al desordenado futón bajo sus cuerpos.

- Mas aah…Masamune…dono!- no había dicho nada más que eso, pero sus caderas se movieron inconscientemente hacia arriba en busca de un contacto mayor, siendo para el dragón una clara señal de que continuase.

- A tus órdenes.

Y de una sola metida introdujo el miembro en su boca, mandando una intensa e inesperada ola de placer que recorrió sin misericordia todo el cuerpo del tigre, haciéndolo gemir y temblar sin control a cada embestida que hacia el dragón con sus labios.

Mientras le lamia y succionaba, su otro mano bajó hasta llegar a la entrada del tigre, acariciándola con cuidado al sentir los espasmos de su cuerpo, pero rápidamente retiró sus dedos al sentir que su propio miembro ya no daba para más.

Se separó del cuerpo de Yukimura, riéndose levemente al ver como el otro colocaba una tierna cara de reproche, pero que la quitaba a una avergonzada al ver como el dragón se desvestía lentamente, dejando ver su propia virilidad erguida.

- Mira como me tienes…- susurró sensualmente el dragón, tirando la yukata lejos y agarrando los brazos del menor con fuerza, volteándolo sorpresivamente sobre el futón- Yukimura…- se recostó sobre su cuerpo y levantó las caderas del menor, llevando a continuación una de sus manos hacia la boca del otro- Chúpalos…

- Q-qué…?- preguntó el tigre con el rostro rojo de la vergüenza, pero siendo tranquilizado al sentir unos tiernos besos repartirse por su cuello y oreja.

- Hazlo, confía en mí.

Sin dudarlo más, Yukimura introdujo los tres dedos del dragón en su boca, ensalivándolos y acariciándolos lo mejor que podía con su lengua, pero se detuvo súbitamente con un respingo al sentir algo caliente en su trasero.

Masamune se había acomodado de tal manera que su miembro quedó posicionado entre las nalgas del menor, haciendo una tortuosa presión que solo provocó encender aun más a los dos guerreros.

Retiró su mano del rostro del tigre y dirigió sus dedos hacia aquella entrada que le volvía visualmente loco. Le acarició son suavidad y lentamente fue introduciendo un dedo, sintiendo como el menor se tensaba.

- Tranquilo…-llevó su otra mano hacia el miembro del menor, acariciándolo lentamente para poder relajarlo y distraerlo de lo que vendría.

Al parecer sus otras caricias estaban surtiendo efecto al sentir que su dedo comenzaba a moverse con mayor facilidad dentro de esa cálida y apretada cavidad, por lo que se aventuró a llevar otro dedo adentro, repitiendo el proceso.

Yukimura apretaba con fuerza las sabanas ente sus puños y escondía como podía su rostro entre ellas para poder oprimir sus jadeos. Cuando el movimiento de esos dedos dentro suyo se aceleró, le izo soltar un gemido de dolor.

- Yukimura…- detuvo el movimiento abruptamente- Si deseas que me detenga….

- N-no…-le interrumpió y giró a penas la cabeza hacia un lado, mirando de reojo a su pareja- Masamune-dono… por favor no se detenga… quiero… sentirlo… quiero ser suyo.
 

El corazón le retumbó con calor y fuerza y su estomago se revolvió de los nervios solo por oírle decir aquello.

Veía como las mejillas del menor estaban completamente rojas y humedecidas por las lagrimas, fuesen de complacencia o de dolor, pero aquella visión solo le izo enloquecer más y amarlo con una pasión desmesurada.

- Entonces voy a continuar…-le susurró con su ojo entrecerrado, sonriendo al ver al otro asentir avergonzadamente.

Continuó con la dilatación con el mayor cuidado posible y sonrió al ver que después de una buena preparación los quejidos del tigre pasaban a ser tenues gemidos de placer, moviendo a penas sus caderas en busca de más.

Sonrió satisfecho al mismo tiempo que retiraba los humedecidos dedos, no dejando al menor quejarse al agarrarlo firme y sorpresivamente de las caderas.

Se inclino sobre él, le besó la mejilla y luego le susurró en el oído.

- Voy a entrar…

- … hágalo…

Con rapidez ensalivó la mano que uso para dilatar al menor y la llevó a su miembro para humedecerlo y sin poder contenerse más, se abrió paso en el interior de Yukimura con extrema lentitud, sintiendo como su miembro era apretado y consumido por aquel exquisito cuerpo que le hacía perder la lucidez.

- AAAhhhh!!- ambos gimieron al sentir el miembro del dragón completamente dentro.

Yukimura temblaba por el dolor y leves lágrimas luchaban por salir nuevamente de sus ojos, pero este las ahogaba contra el futón, obligándose a soportar aquel nuevo dolor por el inmenso amor que le tenía al Masamune.

- Yukimura…- el menor abrió los ojos al sentir el llamado y parte de su dolor se fue al conectar su mirada con ese ojo grisáceo que le transmitía tanta seguridad y devoción.- Voy a moverme…

- S-si…

Las lentas embestidas dieron inicio, provocando que el cuerpo de ambos se moviese tensamente, sintiendo uno la estreches y el otro el punzante dolor.

La estreches del menor comenzaba a ser deliciosamente insoportable, fue por eso que comenzó a acariciarle para relajar su cuerpo y su mente. Llevó una mano a su miembro y la otra hacia uno de sus sensibles pezones, provocando temblores en el otro que sabía que no eran de dolor.

Sus embestidas eran cada vez más fuertes mediante que el cuerpo del tigre se relajaba, y pronto los quejidos mal contenidos fueron transformándose en sonoros gemidos de placer.

Yukimura… Te amo locamente…

Deslizó su mano derecha de pecho del tigre, entrelazando sus dedos contra esa mano que apretaba fuertemente las sabanas. Seguido a eso, se inclinó hacia el tembloroso cuerpo del menor y le beso el cuello, recibiendo un nuevo temblor en respuesta, seguido de un jadeante y entrecortado llamado.

- M-Ma…M-Masamune…dono... aahhh!

Escucharlo decir su nombre de aquella manera le hacía arder en deseos, por lo que dio otra estocada aun más fuerte, haciendo que Yukimura tratase de hundir su rostro contra el futón al querer suprimir sus gemidos.

- No… aaahhh… no hagas eso…

El dragón salió súbitamente del interior del joven tigre para así poder darlo vuelta, quedando ambos cara a cara, viéndose los rostros rojos y los ojos brillantes de deseo y amor que había en ambos.

- M-Masamune-dono…-llevó una de sus manos hacia el rostro del mayor al ver que este no dejaba de mirarle intensamente, pero provocando con su contacto que finalmente despertara de su ensoñación.

Quiero abrazarte fuerte y protectoramente… durante toda mi vida…

No quiso retener mas el momento, por lo que se introdujo nuevamente en el otro de una sola estocada, provocando en el cuerpo de ambos una caliente honda eléctrica que les atravesó deliciosamente sus cuerpos.

- A-AAAHH….!!!-frente aquellas nuevas y fuertes estocadas, Yukimura llevó una de sus manos hacia sus labios para intentar callar sus gemidos, pero su mano fue rápidamente retirada de ahí por Masamune, quien la aprisionó con fuerza sobre su cabeza frente a la mirada sorprendida del otro.

- N…no te contengas… Yu-kimura…- se inclinó sobre su cuerpo y le beso vorazmente, dejando un hilo de saliva entre sus labios al separarse. El cuerpo del mayor no dejaba de embestir al tigre en ningún momento- Quiero… hhaah!... q-quiero oírte gemir… más fuerte!- y junto a sus palabras aumentó aun más el ritmo de sus caderas, escuchando el sensual sonido de su cadera chocar contra el cuerpo de su antiguo rival.

- A-AGG…AHH… M-MASAMUNE…D-DONO! AAHH…!!!

- A-Así es… AAAHHH… YU-YUKIMU…RA!!!

Agarró el cuerpo del tigre entre sus brazos y lo alzó, quedando ambos sentados, provocando ahora que Yukimura comenzara con el movimiento de sus caderas, levantándolas y bajándolas rápidamente mientras se abrazaba con desesperación al cuello y espalda del dragón.

Masamune estaba exquisitamente sorprendido por la iniciativa del más joven. Verlo saltar sobre su cuerpo de aquella manera tan sensual y ardiente le hacía arder por dentro. Ese tigre estaba lleno de pasión y lujuria y él había sido el primero y el único en experimentar ese ardiente y sofocante calor.

El comandante de Oshuu llevó ambas hacia las caderas del otro para ayudarle a dar un mayor impulso a las envestidas, provocando en ambos fuertes gemidos y jadeos mal contenidos.

El sudor de sus frentes y sus cuerpos se mezcló entre sí, sus desesperados besos no podían terminarse por la agitación del sube y baja de sus caderas y las manos de ambos iban de un lado a otro sin decidirse donde tocar o de donde agarrarse.

Afuera el frío comenzaba a ser insoportable, pero ahí dentro el calor los sofocaba deliciosamente, sintiéndose solo el aroma de esos dos jóvenes y apasionados cuerpos masculinos entregándose con un amor desenfrenado.

Masamune, con su mandíbula fuertemente apretadas y un gran sonrojo en su rostro, entre abrió su ojo y miró extasiado a su tigre que no dejaba de gemir y decir su nombre entre forzadas respiraciones y sintió como su cintura era aprisionada por dos esbeltas piernas que le rodeaban con fuerza, aumentando, si es que era posible, la cercanía de sus cuerpos. 

Yukimura… no quiero separarme nunca de ti…

- Ngh!!!

El comandante de Oshuu tuvo que concentrarse lo que más pudo para intentar no correrse dentro del menor al sentir como este apretaba su miembro dentro suyo cada vez que el llegaba a su punto sensible. A cada nueva embestida que daba al llegar a esa zona, la espalda del tigre se conmocionaba exquisitamente hacia atrás, dejando a la vista del dragón ese tentador cuello que parecía ofrecérsele sin piedad y sin importarle el dejarle más marcas ahí, se le acercaba con desesperación, le besaba y le mordía entre gemidos.

- M-M-asamu…ne…dono…. Y-ya, aaaahhh! Y... ahh no… puedo!

A pesar de las dificultades que tenía el menor para hablar, Masamune le entendió perfectamente, sintiéndose ya al borde de la locura al estar teniendo que contener tanto tiempo su orgasmo.

- Ha-hagámoslo… juntos…aaaahhhh!

Sin contenerse más, dio unas rápidas y fuertes envestidas dentro del menor, tocando su punto sensible una y otra vez, provocando en ambos fuertes gemidos difíciles de ahogar. El interior de Yukimura se contrajo con fuerza y seguido a eso el orgasmo llegó al mismo tiempo, uno derramándose entre ambos cuerpos y el otro en el interior de su amante.

Jadearon con fuerza en busca de aire, se abrazaron fuertemente y sus cuerpos temblaron por las secuelas del gran y exquisito orgasmo que habían compartido.

Aun con los espasmos y el cosquilleo en todo el cuerpo, se besaron lenta y cuidadosamente, repartiendo pequeños besos en sus rostros; como si toda aquella intensa pasión desatada diese paso luego a un infinito y cuidadoso cariño.

Masamune comenzó a sentir como el cuerpo de su tigre comenzaba a caer rendido al sueño, por lo que, lentamente, se retiró de su interior y le acostó en el futón con una cansada pero feliz sonrisa.

- Masamune-dono…- le llamó el menor a pesar de que estuviese quedándose dormido, levantando a penas su mano para poder agarrar el brazo del otro- Se quedará… verdad…?-el dragón le sonrió enternecido.

- Para toda la vida, Yukimura- se inclinó sobre él y le dio un casto y puro beso en aquellos labios que a duras penas le pudieron responder.

- Te amo…-susurró el tigre justo antes de caer completamente rendido al sueño.

La sonrisa en el dragón se ensancho al oír sus últimas palabras, sintiéndose pleno y completo por primera vez en toda su vida.

Así que Yukimura había sido aquel “algo” que le había faltado en su vida… y ahora que lo había encontrado no lo dejaría ir jamás.

El mayor se acostó a su lado y les tapó a ambos con las sabanas, agarrando el cuerpo del menor para que quedase recostado contra su pecho y dándole un suave beso en aquella frente desconocidamente herida, para luego susurrarle sobre sus cabellos.

- Yo también te amo… y te prometo que nunca más vas a sentirte solo- cerró su ojo con esa nueva sonrisa pegada en los labios- mi amado tigre…

Y con esas últimas palabras, Dokuganryuu se dejó vencer por el sueño, sintiéndose feliz como nunca antes, sabiendo que de ahora en adelante, su futuro había cambiado por completo. Que ese loco e ingenuo tigre, era solo suyo y de nadie más.

Afuera la lluvia caía con fuerza sobre las tierras de Kai, pero ya ni la lluvia ni nada podía perturbar el alma de aquellos dos guerreros que se habían profesado el más puro de los amores.

La verdadera tormenta en el interior de los jóvenes, por fin había cesado.

Notas finales:

buuuueeno, no se como ha quedado la parte... ejem.... ardiente XD espero que bien! le he puesto todo mi  "amor" XD

ESPERO COMENTARIOS! Q____Q

ya queda poquito para que se termine Q_Q

Haoi: es una especie de chaqueta que se colocan sobre la ropa en el invierno :)

y me parece q el otro es el Obi, que es la cinta o cinturon que usan para amarrarse la yukata!

 

http://www.youtube.com/watch?v=FoJ9FoPpjTE&context=C3eb5c5eADOEgsToPDskIweNiZ0XQnXVahr7lrJIUV


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