Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mi Corazón por apos

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Mi corazón está con mis amigos, está junto al de ellos…

 

Eso era lo que le había dicho la pelirroja al Cuarto Espada, ingenua, como si fuera algo tan obvio, como si estuviera escrito en las paredes, como si uno naciera sabiéndolo… pero Ulquiorra no lo entendía, no aún.

 

Por eso, cuando frente al moreno estuvo Kurosaki Ichigo, le hizo las mismas preguntas: “¿Qué es el corazón? ¿Qué significa tener uno? Y si existe… ¿Por qué no puede verlo?”

 

Esas palabras congelaron al shinigami, porque por más que sintiera que las respuestas a esas preguntas tan inocentes eran bastante obvias y de puro sentido común, no podía crear una respuesta clara que satisficiera la curiosidad del ojiverde. Porque ahora que lo pensaba, todo lo que había hecho, todo por lo que había luchado, lo que había protegido, todo, todo lo había hecho impulsado por una responsabilidad que él mismo se inculcó a la vez que aceptaba aquellos poderes sobrenaturales que obtuviese de Kuchiki Rukia. Eso era lo que englobaba su conexión con los demás, no sentía que fuese ese corazón. No era verdadero.

 

Lo había aceptado por obligación, porque los demás tenían muchas expectativas sobre él. Demasiadas.

 

¿Realmente había sentido que quería ser el salvador de todos?

 

¿Sinceramente?

 

Ahora lo dudaba.

 

Era un sentimiento que odiaba, lo desorientaba y le hacía sentirse débil, además de que siempre era provocado con más fuerza por aquel hollow de apariencia enfermiza, Ulquiorra.

 

Ulquiorra representaba para él un agujero negro que se tragaba cualquier intención humana, la tragaba, despreciaba y rechazaba. Él era un universo alterno imposible de comprender, una creación de Aizen pero que no dejaba de tener su esencia propia, una esencia extraña y absurdamente inteligible, pero a la vez interesante, atrayente.

 

Sólo como Él.

 

Por eso su voz enmudeció y sus labios se apretaron, incapaz de pensar una respuesta clara para Él y para si mismo, porque no sabía si Ulquiorra haría el intento de entenderlo o debatiría sus palabras como siempre había hecho con sus lógicas abstractas… y porque no sabía si lo que dijera sería sincero para con él mismo. Con Ichigo.

 

Quedó petrificado, como una estatua de carne (tal como había calificado al mismo Ulquiorra) cuando el moreno, curiosamente media cabeza más pequeño que él, dirigió sus pálido dedos hacia su pecho y con la punta de sus largas uñas negras señalaba aquel órgano palpitante y bombeador de sangre, su corazón, algo físico, algo que no era visto a simple vista pero que existía en la realidad, no el corazón metafórico del que hablaba Inoue, y ahora entendía un poco más la confusión del Espada.

 

— Si abro tu pecho… ¿lo veré? —palabras salidas de los labios negro y pálido de Él. Los ojos de Ichigo temblaron. Esta vez los blancos dedos pasaron delante de su rostro y se posaron en su frente, acariciando levemente sus mechones naranjas— Si parto tu cabeza en dos… ¿lo encontraré allí? —

 

Por supuesto que no lo encontraría, al menos no el corazón no físico. Precisamente eso era el motivo de, no digamos preocupación, tal vez curiosidad, confusión de Él. Porque sus ojos podían verlo todo, todo lo que existiera, todo lo que fuera materia, no algo surrealista que los humanos se inventan para encadenar sus lazos con otros, para sentir que son importantes para alguien, y que le dan algo importante a los demás… su corazón. No uno palpable unido al pecho y esencial para vivir, sino uno mental creado por las esperanzas e ilusiones humanas, también por sus propios miedos y temores.

 

Ese corazón del que los humanos alardean y la razón por la que se clasifican como superiores a los animales o cualquier otro ser carente de éste, como un vacío (hollow).

 

Desesperado por no tener una respuesta para Él y para si mismo, apretó con fuerza entre sus manos a Tensa Zangetsu y cortó el tenso aire que lo separaba de Ulquiorra.

 

Con su escasa ropa shinigami cubriéndolo a duras penas, Tensa Zangetsu clavado en el piso a su lado y cubiertos bajo el cielo oscuro del exterior de las Noches, Ulquiorra, con la apariencia tétrica de su Segunda Etapa, desaparecía ante sus ojos marrones.

 

El Espada de alas negras estaba a una distancia bastante prudente, aún así Ichigo veía cada uno de sus detalles como en zoom y slow-motion. Él se percató de que su ala derecha, la única que le quedaba, empezaba a deshacerse como la arena que arrastra el viento.

 

— ¿Llegué a mi límite? —se preguntó a si mismo sin ningún atisbo de susto o impresión.

 

Ichigo en cambio sentía las gotas de sudor recorrerle la piel, escociéndole en alguna herida abierta, pero incapaz de pestañar o hacer cualquier otra cosa que le impidiera grabar en sus pupilas aquella imagen del moreno.

 

Su ala se consumía tan lentamente, con torturante parcimonia, como si no quisiera irse.

 

— Mátame. —simple y directa petición, más bien orden. El shinigami sustituto seguía inmóvil— Apresúrate. —apremiaba el hollow— Ya no tengo fuerza para caminar. Nunca terminarás la pelea si no me matas ahora. —

 

Los dientes del menor rechinaban furiosos.

 

— No. —

 

— ¿Qué dijiste? —

 

— No lo haré. —al contrario del semblante entre enojado, confuso y nervioso del pelinaranja, Ulquiorra se mantenía imperturbable, a pesar de que estaba conciente de su próximo final— Yo… ¡no quiero ganar así! —por fin liberó en grito, agitado.

 

Al final, una expresión de asombro se reflejó en el gesto del Espada, y en cualquier otra situación Ichigo se hubiese burlado, pero no ahora. Los ojos del pelinegro volvían a ser verdes opacos y su alrededor dejaba de ser de un tono oscuro para pasar a su blanco habitual, las franjas debajo de sus ojos perdían grosor, siendo nuevamente delgadas líneas verdosas que descendían como lágrimas.

 

Ulquiorra cerró sus ojos, indignado.

 

Si conociera un poco más lo cabezota que era el quinceañero, hubiera suspirado en resignación.

 

— Nunca hiciste lo que yo pensaba, ni siquiera al final. —desaparecía, cada vez más. Miró por un momento a Inoue Orihime, “la mujer”, que observaba expectante con sus grandes ojos preocupados, cosa que siempre le molestaba. Su largo cabello agitándose en el viento le había llamado un poco la atención, nada más. Por eso volvió a centrarse en el shinigami— Justo cuando comenzaba a interesarme en ustedes… en ti. —Ichigo se vio reflejado en las esmeraldas de Él.

 

“— ¿Estás asustada? —” escuchó en su cabeza “— Te pregunté si estabas asustada. —”

 

“— No lo estoy. —” fue lo que le había contestado la mujer “— Ellos vinieron a buscarme. Mi corazón ya… está con ellos. —” absurdo… era lo que había pensado aquel entonces.

 

‘¿En verdad cree eso?’ se había preguntado a si mismo.

 

— ¿Qué es el “corazón”? — se dirigió al joven, volviendo a alzar su pálida y algo huesuda mano hacia él— ¿Estás asustado? —le preguntó esta vez.

 

— No estoy asustado. —sus ojos marrones se entrecerraron, casi enterneciéndose. Ulquiorra casi no existía, la mitad de su cuerpo estaba consumido— No lo estoy. —

 

— Entiendo… —

 

Los ojos de Kurosaki se abrieron un poco cuando la mano extendida hacia él empezaba a retroceder, por eso estiró la suya propia, para alcanzarla y tomarla… pero antes de sentir su piel con la suya, desapareció. Se consumía con rapidez, casi burlándose del shinigami.

 

‘Ahora lo entiendo.’ pensó el Espada mirando fijamente al pelinaranja con sus ojos rasgados, pasivos ‘Su corazón estaba…’

 

La esencia de Ulquiorra danzaba en el aire, desapareciendo sin dejar rastro, abandonándolo.

 

‘… en mis manos.’

 

En ese lapsus en el que todo se volvió oscuro, Ichigo captó un detalle interesante. De entre todas las escasas expresiones que había podido apreciar de Ulquiorra Schiffer, jamás lo había visto sonreír.

 

Ni tan siquiera una sonrisa altiva y orgullosa como la de Grimmjow, una burlona como la de Yammy, sádica como el mismo Nnoitra, o sarcástica como la de Szayel Aporro…

 

Nada.

 

Y eso le había representado un reto bastante curioso, ya que hasta el mismísimo Kuchiki Byakuya se había dado el lujo de curvar sus labios en una sonrisa que, por más diminuta y milimésima que hubiese sido, Ichigo la vio. Sintió un revoltijo de emoción cuando aquella nimia expresión se presentó en el noble Kuchiki, no como un enamorado, sino más bien sintió una grata dicha.

 

Y siendo Ulquiorra, a su parecer, un reto mayor, quiso saber qué le hubiese provocado una curvatura ascendente en sus labios negro y pálido.

 

Pero jamás tuvo la oportunidad.

 

Ulquiorra era un agujero negro incomprensible, carente de características tan humanas como sentir y expresarse, sonreír… era un hueco, aunque todos los hollows también lo fueran siempre tenían algo que los identificaba; una emoción, una forma de ser que no los apartaba por completo de los humanos, porque después de todo, en sus orígenes habían sido uno. Y aunque Ulquiorra fuera el hollow más extraño con el que se hubiese topado, tan vacío como su mismo nombre lo indicaba… se preguntó si tal vez, teniendo la oportunidad, hubiese sido capaz de rellenar con emociones ese hueco en el pecho de Él.

 

Y después de todo eso, un último detalle fue de su total interés.

 

Sonrió pesadamente.

 

Aunque lo hubiera dicho en sentido figurado, Él realmente se llevó en sus manos su amargo corazón.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).