Camina un hombre de Cabellos azulados por la calle, tratando de colmar su frio, abrigado con una de sus chamarras más gruesas, mientras sus dientes truenan un poco, lo único que desea es llegar a su casa, pues la temperatura está a casi 6 grados. Camina al lado de la carretera, la obscuridad de la noche lo quiere absorber pero la luz de un faro lejano aun deja algo de visibilidad, apresura su paso, hasta que una silueta frente a él atrae su vista.
Con un poco de miedo, se acerca más y se percata de que es un joven de cabellos igualmente azulados, que porta una camiseta delgada, cubierta por un poco de suciedad, un pantalón rasgado y unas sandalias.
-¿Qué haces aquí? – pregunto aun con sus dudas; el chico lo miro incrédulo.
-espero trabajo… - dijo entreabriendo sus labios, que comenzaban a ponerse morados por el frio, el mayor lo mira fijamente, pero ¿de qué hablaba? Qué edad tendría unos 16, 17 años, como para andar en ese tipo de pasos.
-¿qué edad tienes? –pregunto desencajado
-si me alquilas, la edad que quieras ¿te gustan grandes o chicos?
-¡¿pero qué cosas estas diciendo!? Será mejor que te vayas de aquí, está casi helando, además hacer ese tipo de cosas…
-¿Quién te crees policía? – El chico lo mira - anda anímate para ti… 80 por la boca, 100 por atrás y por 120 sin condón. – sus brazos temblaban como si fuesen de papel, el mayor abrió sus ojos abrumado.
-¡pero… si pides una miseria!! – el chico rio como pudo, se estaba congelando.
-¿Quién pagaría más…? – el mayor se sorprendió, medito la oferta, pero seguido sacudió su cabeza, se quitó la chamarra y la extendió al chico.
-toma… - el joven lo miro con desconcierto
-nadie renta un esquimal
-póntela o morirás de frio – el de ojos turquesa la tomo, se puso de pie y se la coloco, por unos momentos sintió esa sensación abrazadora. Para después jalar fuertemente al mayor y llevarlo hacia los árboles.
-¡¿Qué demonios haces!? – lo estrella contra el viejo tronco de un árbol.
-es lo mejor que puedo ofrecerte… - se inclina y bajo el cierre del hombre.
-¿qué estas…? ¡Ahh! – gimió sin pensar al sentir la húmeda y extrañamente cálida boca del chico, se sintió en el cielo unos segundos, intento alejarlo jalando un poco sus cabellos enredados; pero este aun así continuaba, el mayor se dejó hacer sintiéndose en el fondo culpable. Por el frio y el contacto termino en la boca del chico, ensuciándolo por completo, el menor trago lo que… sin preguntar casi lo atraganta.
-lo siento…
-descuida – se limpia la boca – al menos ya tengo algo en el estómago… - se pone de pie, por lo que el mayor sube su cierre.
-debo irme, aquí no pasara ni un auto, será mejor que me vaya al centro… - pensó en voz alta, para darse la vuelta, pero el hombre lo detuvo del brazo.
-espera… - el chico se asusta por lo que lo posa sus turquesas tintineantes en él, mirándole fijamente.
-¿cómo te llamas? – pregunto el hombre, por lo que el chico sonrió y se deshizo del amarre, para caminar unos pasos, antes de cruzar la calle lo mira de nuevo.
-milo… - menciona para cruzar corriendo, el mayor se quedó impactado, observando a la silueta que se perdía entre la niebla y la obscuridad, una vez que desapareció solo susurro por lo bajo.
-milo…