Pov. Deidara
Mientras la tormenta se acrecentaba corrí través del barco, hasta situarme frente a la puerta del capitán, una sacudida causada por una ola hizo que mi cuerpo se tambalease, sujetándome de la puerta logre abrirla, adentrándome así en aquella cabina.
Sumido en un profundo miedo me arrodille y apoye mis manos sobre la mesa de los controles, no quería ver la tormenta que arreciaba, y por dios que no quería sentir el vaivén de la nave, entonces en un acto reflejo volqué la mirada hacia él y quede absorto ¡tal serenidad, tal valentía! Y me di cuenta entonces que aquel hombre que despertaba en mí los sentimientos más grandes de amor era la razón por la cual íbamos a sobrevivir.
por otro lado, en un pueblo cercano a las costas maritimas se encontraban dos personas
-parece que se acerca una tormenta- fueron las palabras que dijo un hombre de gran tamaño, con un tono de piel azul grisáceo y un rostro masculino y rustico, dirigidas hacia una “joven” de piel blanca, cabello rubio en grandes rulos, ojos negros y serios que eran acompañados por unas largas pestañas, e unas marcadas ojeras, que, en vez de quitarle atractivo le aumentaba.
-se cancelara la fiesta- respondió aquella “joven”, en un tono serio
-posiblemente-
-hump-
- supongo que tienes otras cosas que atender, ¿no?, gracias por haberme hecho el favor de acompañarme-
-un barco-
- que dices?- pregunto aquel gran hombre, mirando desconcertado a su joven acompañante
-un barco, esta por hundirse, tenemos que ayudarlos- dijo aquella “joven” señalando un lugar en el océano que se situaba frente a ellos
-tienes razón, iré – dijo mientras se despojaba de su chaleco y sombrero- espérame, no quiero que arruines tu vestido.
Dicho aquello, monto un pequeño barco y se dirigió hacia el lugar señalado
mientras aquel pequeño navio se encaminaba, en el barco se podia apreciar un poco de panico entre los tripulantes
-¡puta! el barco se hundirá- gritaba un joven de piel blanca, cabello albino y unos ojos violáceos mientras se sujetaba del mástil
-sujétense, el capitán sabrá que hacer, esperemos- decía un hombre de piel bicolor, cabello verde y ojos de un color amarillo/dorado
-¡creo que tendremos que abandonar el barco!- expresaba un pelirrojo de ojos marrones sujetándose fuertemente de la baranda
-los botes de escape se han perdido, culpen a las olas- explicaba un individuo de gran tamaño, piel morena, ojos verdes y cabello largo castaño oscuro.
La tormenta azotaba fuerte contra el barco, que culpa de las múltiples olas comenzaba a desistir.
El capitán salió de la cabina de control, mostrando su imponente figura, cabello anaranjado, unos ojos llenos de decisión formados por una serie de círculos concéntricos en diferentes tonos grises, su cara, llena de tranquilidad y rectitud, con múltiples perforaciones (aros)
-tranquilos, un pequeño bote se acerca, haremos que nos lleve a la orilla, estamos cerca- las palabras salieron con una total serenidad.
Sujeto al marco de la puerta, se encontraba un joven rubio, ojos azul cielo
Pov. Kisame
Jamás logre entender a mi joven alumno, aquel pulcro y civilizado joven, pero, no creerle sería un error, las pocas palabras que dice son acertadas, como en este momento, desde mi posición puedo divisar un barco apresado por la furiosa borrasca, no puedo acercarme mucho, decido hacerles señas, necesito saber cuántos son, ha, por fin me vieron
-cuantos son?- cuestione
- somos seis- respondió un hombre que parecía ser el capitán, me sorprendió ver la calma que poseía, tendría que realizar dos viajes solo puedo llevar a tres
Pov. Normal
Los tripulantes del barco intentaban sujetar una cuerda que aquel hombre les lanzaba, una vez pudieron sujetarla comenzaron a descender al pequeño bote
El capitán ayudaba a sus tripulantes, el primero en descender fue el albino, el hombre bicolor le siguió, el capitán insistió en que aquel lindo rubio fuese el siguiente, pero este se negó, el se sentía seguro junto al capitán, no se iría todavía, pisaría tierra junto a su capitán.
Ante la negativa insistente del rubio, se decidió que el siguiente fuese el pelirrojo. En el momento que llego al bote, se pudo divisar una ola, que con total furia azoto el barco, causando que comenzara a hundirse, en ese momento, comprendieron, aquellos que aun se encontraban en el barco, no sobrevivirían.