Keiyuu abrió sus ojos totalmente sorprendido. No se podía creer lo que estaba pasando. Uruha se separó, y le sonrió.
-Uruha.. No tienes que hacer esto por lástima.. – le dijo el pequeño mirando el suelo
-¿Lástima? Vaya Kei-kei ¿Tan malo crees que soy? – preguntó haciendo un pucherito
-No, pero no creo que de verdad creas que me voy a tragar el cuento de que sientes lo mismo por mí, ni siquiera sabías que existía hasta apenas ayer – dijo con pesadez Keiyuu intentando ocultar las lagrimas que querían salir de sus ojos
Uruha lo abrazó apegándolo a él. –Déjame cuidar de ti – pidió dulcemente
El pequeño suspiró. ¿Era aquello una proposición? No la supo interpretar, más sin embargo sabía que quería que Uruha le cuidara. Era una persona tan dulce, era imposible negarse a eso. Sobre todo, porque era exactamente lo que él quería desde hacía ya tiempo.
-Hazlo, por favor – respondió aferrándose al cuerpo del más alto
El guitarrista sonrió. ¿Qué era todo aquello? ¿Se había dejado atrapar por los encantos de ese pequeñito que apenas había conocido el día de ayer? Era obvio. ¿Y Yuu? ¿Acaso había dejado de amarlo? No. Claro que no, pero ¿Por qué romper un corazón tan lindo, tan puro, tan sincero? Un corazón que le abría sus puertas por completo. Lo gustaba, pero amaba a Yuu. Pero después de todo, él tenía como pareja a Kai desde hacía un tiempo, y dudaba un poco si el correspondía sus sentimientos. Las posibilidades eran casi nulas, y ahí estaba Keiyuu. Esa ternurita con patas y sonrisa hermosa.
Iba a seguir amando a Yuu, de eso no había duda. Pero por ahora, se olvidaría de él, o eso intentaría.
Se separó del pelirrojo y lo miró con ternura.-Vámonos, no quiero que lleguemos tarde – dijo comenzando a caminar
Ambos iban sumergidos en sus pensamientos, Uruha con una agridulce lucha interna y Keiyuu con esto que no se lo creía para nada. Pero al fin y al cabo, los dos llegando al mismo punto al final. Sacarle provecho a todo aquello.
Llegaron al instituto después de algunos minutos, y el más alto se apresuro a llevar al menor a su salón de clases. Se despidió de él dándole un beso en la frente y le dijo que vendría a buscarlo durante el receso.
Se encaminó entonces a su salón. Apenas se acercó pudo ver a Aoi y a Kai comiéndose a besos en la entrada de su aula. Se le estrujó el corazón, pero entonces recordó que ahora tenía alguien que podía hacerlo sentir mejor, sonrió ante aquello.
Pasó por un lado de ellos, sin siquiera mirarlos. Siguió de largo hasta su pupitre y se dispuso a sentarse. Cuando lo hubo hecho, Ruki se le acercó con una velocidad impresionante. –Necesito contarte algo.. Ahora – dijo el rubio evidentemente nervioso
-¿Qué sucede? – preguntó el castaño
Ruki se sentó frente a él y respiró muy hondo. No sabía por dónde comenzar, ni siquiera estaba seguro de que significara algo, pero tenía que desahogarse con alguien, si no, definitivamente iba a explotar.
-Ayer.. Reita fue a buscarme a mi casa.. –
-Ajá –
-Y entonces.. –
-Ajá –
-Él y yo.. Él.. –
-Ajá –
-Él me besó –
- … -
Lo dijo muy bajito, estaba avergonzado por aquello, pero al mismo tiempo estaba contento. Estaba desbordándose de felicidad, sin mencionar sus 4 canciones ya escritas y listas para tocarse.
-¿QUE EL HIZO QUÉ? – preguntó Shima levantando la voz, no se creía aquello
-¡Cállate Shima! – gritó Ruki nervioso de que alguien, específicamente Reita, pudiera haberlo escuchado
-Lo siento, pero.. A ver, a ver.. Explícame Takanori Matsumoto. ¿Tú y él qué? – volvió a preguntar, esta vez en voz baja
-No sé qué sucedió, digo, me encantó. Tú sabes bien que yo.. Yo.. Pues.. ¡Argghh! Sabes lo que siento por él. Pero que él me buscara, y después me besara fue tan.. – intentaba explicar el rubio
-Dios mío – espetó el castaño con una sonrisita
-Ahora.. ¿Qué es eso de que conociste a alguien? – preguntó el más bajito queriéndose enterar
Uruha se sonrojó. –Pues verás, ayer pasaron cosas muy graciosas.. – intentaba explicar con una gran sonrisa
Ruki se moría de ganas por saber más, pero justo en eso entró su maestro. Maldijo por lo bajo, recordando que no había ni siquiera el mínimo intento por hacer su tarea de Estructuras Socio-económicas.
La clase comenzó, aburrida como siempre. No prestaba mucha atención a lo que su maestro le decía, estaba seguramente, como siempre, hablando de la sociedad, la economía y los principales lugares de riqueza en Japón, como en todas las malditas clases.
Suspiró, apenas y llevaban 10 minutos de clase, y el ya se quería morir de aburrimiento. Fue entonces que decidió ver si podía escribir alguna otra cosa en la parte de atrás de su cuaderno.
Comenzó haciendo unos rayones cualquiera, siguió “dibujando” por toda la página, escribiendo su nombre y otras cosas. De pronto, como si por impulso fuera, comenzó a escribir otra cosa.
“Reita” podía leerse en medio de todos aquellos rayones. Se maldijo por no poder controlar sus manos, y después, cuando comenzó a recordar lo que había pasado, maldijo también sus pensamientos.
Un ligero sonrojo cruzó sus mejillas de lado a lado, recordaba lo bien que se habían sentido los labios del bajista sobre los suyos. Sus suaves susurros en el oído, sus caricias por encima de la ropa. El simple hecho de tenerle encima, devorándolo. Se preguntó a sí mismo, ¿Y si hubiéramos continuado? -Seguramente hubiera detenido todo aquello – se respondió mentalmente a sí mismo
-Sí claro – le contestó su propia mente
-Lo hubiese detenido – se reprendió de nuevo
-¿Cuándo? ¿Cuando ya te estuviera haciendo gemir su nombre de las maneras más salvajes que se le ocurrieran? - Se burlaba de él su propio sub-consiente
Sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal. Lo pensó, no lo iba a negar. Reita haciéndole cosas indecentes, dios mío. Su sonrojo se hizo más fuerte, se maldijo por tener la mente tan creativa, pues ahora mismo figuraba aquella excitante escena en su mente.
Intentó poner atención en la clase pero no pudo. Seguía la puta película mental de él siendo despojado de su preciosa virginidad por el bajista que lo besaba y lo tomaba salvajemente mientras lo acariciaba con aquellas hábiles manos.
Sonrió para sí mismo. Podía leer lo que pasaba por la mente del rubio. Sabía que estaba recordando lo que había pasado ayer. Él también lo recordaba a la perfección, se había sentido tan bien, tan, pero tan, tan, tan, tan, bien.
Se reprendió a sí mismo por darle tanta importancia. Él no iba a caer en esos jueguitos de estar pensando todo el día en otra persona que no fuera él. Para comprobarlo iba a darse una vuelta por el patio apenas timbrara la campana del receso, para poderse follar a alguna zorrita y quitarse al enano de la mente, sí. Eso haría.
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Se estiró y respiró profundo. Vaya que se le había hecho larga la mañana, esas malditas clases de cálculo lo dejaban hecho trizas mentalmente.
Tal sólo quería salir y fumar un poco para relajarse.
Se levantó y se decidió a hacerlo, pero en cuanto llegó a la puerta vio a Kai parado esperándolo. Se acercó y le sonrió. -¿Cómo te fue con calculo? – le preguntó el batero
-No me quejo, pero preferiría no tener que seguir hablando de ello – respondió Aoi con una sonrisa y encaminándose al patio con su novio siguiéndole
-Voy a fumar – avisó Aoi dirigiéndose a las escaleras que llevan a la azotea
-Te acompaño – dijo firmemente Kai
Ambos subieron y cerraron la puerta. Se sentaron en el suelo, y el mayor se apresuró a sacar un cigarrillo y su encendedor.
Puso el tabaco en su boca, y se dispuso a prenderlo. Cuando lo hubo hecho inhaló todo lo que pudo, y se sintió relajado. –Ya lo necesitaba – explicó sacando el humo de sus pulmones
Kai no le dijo nada. Ni siquiera lo miró. Aoi no le prestó mucha atención, hasta que después de algunos minutos se cansó del silencio que había.
-¿Te pasa algo? – preguntó dándole una calada al cigarrillo
Kai guardó silencio unos momentos –Te amo – dijo mirándolo a los ojos
Se quedaron en silencio algunos minutos más y entonces Aoi prosiguió a hablar. –Yo también – dijo sacando otro cigarrillo
-¿Tu también qué? – preguntó Kai haciéndole ojitos al mayor
-Yo también te amo – respondió el guitarrista
El menor se abalanzó sobre Aoi y lo besó un largo rato. -¿Enserio? – preguntó mirándole fijamente
-Síp – respondió Aoi expulsando el humo de sus cigarrillos mientras miraba el cielo con algo de fastidio –Parece que va a nevar por la noche – avisó
-Aoi, ¿A quién carajo le importa el cielo? Ven acá y bésame – dijo el baterista con una sonrisita
-Vamos abajo mejor, ya me cansé de fumar – anunció levantándose del suelo
Kai le siguió un poco desanimado, esta vez, a pesar que estuviese fumando, tenía muchas ganas de besarle. Yuu no era muy expresivo con eso de decirse cosas bonitas, pero definitivamente se las decía de vez en cuando. Y cada vez que lo hacía, sentía su pecho inflamarse de emoción.
Bajaron juntos los escalones, buscando al resto de sus amigos.
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Salieron del salón juntos, Uruha, Reita y Ruki. Como de costumbre, Kai y Aoi se perderían por ahí para besuquearse. El más alto los dirigía, aunque no sabían muy bien a donde. Caminaron cruzando el patio y entonces Reita se animó a preguntar. -¿A dónde vamos pato? –
Uruha se giró para mirarlos –Ya verán – se limitó a decir con una sonrisita
-Andas muy raro – le reprochó Ruki con un puchero
-Él es raro – le atacó Reita
El guitarrista hizo un puchero –No soy raro – dijo para defenderse
Entonces iniciaron una pequeña y graciosa pelea, donde se atacaban mutuamente con apodos graciosos y estúpidos. No notaron cuando cierto pequeñín se les acercó.
Tosió un poco, y los tres se detuvieron.
-¡Vaya! ¿Quién es él? Es adorable – dijo haciendo ojitos de perrito
-Es más enano que tú – rió Reita
Justo antes que pudieran decir algo, Aoi y Kai se acercaron también.
-¿Quién es esta cosita? – preguntó Aoi picándole las mejillas al pelirrojo
-¿Es de juguete verdad? – dijo Kai sorprendido ante el tamaño
Todos comenzaron a mirar a Keiyuu como si se tratase de una maravillosa aparición.
-Basta, basta, déjenlo. Esta cosita adorablemente pequeña es MÍA – dijo Uruha haciendo énfasis en la última palabra mientras jalaba a Keiyuu hacia él y lo abrazaba posesivamente
Todos lo miraron atentamente.
-¿De dónde lo has sacado? – preguntó Ruki asombrado
-¿Te hizo brujería o algo? – preguntó por joder el bajista
Uruha hizo un pucherito.
Keiyuu sonrió –Es un placer conocerlos a todos – dijo haciendo una pequeña reverencia
-¿Verdad que no te he hecho nada malo Kei-kei? – preguntó el castaño para comprobarle a los demás que decía la verdad
-Para nada – se sonrojó el menor
-¿Y cómo te llamas? – preguntó por fin Kai
-Kousuke Uematsu – respondió –Pero pueden llamarme Keiyuu –
-¿Así que estas con Uruha? – intentaba asegurarse Ruki
No supo que decir. El más alto le había pedido cuidarlo, pero ¿Estar estar? De eso sí que no estaba seguro.
-Claro que está conmigo – dijo el primer guitarrista asegurándose que todos escucharan
-Con permiso – dijo Aoi excusándose mientras salía de ahí a toda prisa pero sin que se notara mucho
Kai quiso acompañarle, pero este le detuvo con la mano, diciéndole que quería estar un poco sólo, ya que no se encontraba del todo bien.