Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

DIARIO DE UN DROGADICTO por niky-cham

[Reviews - 45]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hulas. Ya estoy de regreso. Capitulo 3. Y siento que no he tardado nada. Esto tiene buen tiempo de publicacion ;)

Espero que les encante ;)

Edicion: 20-03-2016.

 

 

Capítulo 3: Los golpes que da la vida

Droga,
rosa de los vientos;
tu valía empuja,
sólo empuja,
sin preocuparse
del tal destino,
preciso,
decidido.

No,
droga,

impredecible eres
para la pantalla,
para cualesquiera
mente sabia,
erudita.

 25 de Julio.

Relato del día veinte,  del mismo mes.

Los últimos dias se me hizo difícil agarrar un lápiz. Lamento no haber escrito en tanto tiempo, al menos me siento libre de culpas, pues el verdadero culpable fue él.

Pasé toda la noche en esa asquerosa bodega, involucrado en asuntos que ni siquiera me concernían. Después de ser tocado infinidad de veces, de una manera tan grotesca y burda, no pensé volver a sentir miedo en mi vida, pero me equivoque. Aquella noche escondido en la bodega tuve miedo. Si esos tipos habrían la puerta, sería mi fin. Como dijo Abraham, me volarían la cabeza, y a ellos de paso, en ese momento me pareció espantoso, pero horas después creo sinceramente que puso haber sido lo mejor.

Me metí a hurtadillas a la casa, intentado no hacer ni el más mínimo ruido. El plan era meterme en mi cama, y hacerle creer a mi padre que él estaba errado, y que yo siempre estuve en mi habitación. Lamentablemente, y como de costumbre, la suerte no estuvo de mi lado. Plan fracasado, una vez más.

Ya había franqueado el reto más difícil, exhale el aire contenido en los pulmones, ya solo me queda un corto pasillo y todo acabaría. Pero ella salió de la habitación.

-¿Y tú? ¿Ahora te acuerdas de que tienes casa? –Pregunto reprochándome el que no hubiese estado en casa durante la noche. Claro, si ella era la madre más responsable y preocupada de todo el universo. Seguro no había dormido tranquila, por mi falta en el hogar.

-¡¿Llego ese mal nacido?! –Me tembló el cuerpo de pies a cabeza. Su voz se oía furiosa, pero no era más aterrado que el sonido metálico de la hebilla chocando contra el suelo. Su imagen aún no estaba frente a mí, pero ya podía imaginármelo, y cuando apareció, fue  tal como le veía en mi cabeza – ¿No te advertí ayer que no quería más chistes tuyos? –Inquirió severo.

Yo trague saliva un tanto atemorizado, me temblaba el cuerpo y no podía evitar clavar mi vista sobre la hebilla de su cinturón, ese extremo metálico, su sonido tintineante, chirriaba en mis oídos provocando aún más dolor y trauma.

-¡RESPONDE MIERDA! –Golpea la hebilla contra el suelo.

-¡ME LO ADVERTISTE! –Respondí aterrado.

-Entonces ¿Por qué? ¡¿POR QUE MIERDA TE EMPEÑAS EN NO OBEDECERME ME?! –

Tras eso vino el primer golpe, certero y doloroso. Empeñado em protegreme, hice un ovillo de mi cuerpo sobre el piso, cubriendo tanto como me fuera posible.

-¡PENDEJO, MALNACIDO! –Exclamo nuevamente.

Azotaba el cinturón grueso y de cuero contra el concreto del piso para provocar miedo, y cada cierto tiempo dejaba que uno de los azotes cayera en mi espalda. Ese juego de terror duro apenas unos minutos, pues de un momento a otro, dejo de golpear el piso, y se dio el lujo de acertar cada uno de sus golpes sobre mi cuerpo.

-¡Te enseñare, que a mí no me vuelves a desobedecer! –Dijo levantándome el rostro. A duras penas lograba sostenerle la mirada, aunque tampoco tenía muchas alternativas, mi padre me había tomado de los cabellos para asegurarse de que no le huiría a la confrontación.

Dejo que cayera al suelo, y una vez tendido en el concreto, quito el abrigo y la delgada camiseta. Pobre de mí nívea piel, que pue marcada por los rojizos azotes y violáceos cardenales. Las heridas sangrantes comenzaban a arder, mientras en mi garganta se atoraba la impotencia, allí preso de su poder, limitado a morder mi lengua y aceptar que esa era la vida que me había tocado. Dios me libre pronto de esta tortura.

-¿Dónde pasaste la noche? –Pregunto acercando el rostro, lanzando su apestoso aliento sobe la nariz.

La oleada de impotencia hizo juego con mi mente. Le sostuve la mirada con valor y luego escupí en su rostro, aun sabiendo que eso era casi un suicido. Quizás no podría defenderme, pero si a mí me hervía la sangre, también le sucedería a él.

-¡HIJO DE PUTA! -Grito el lanzándome de regreso al piso. Me ataco con sus puños, patadas y otra tanta de latigazos con el cinturón. Claro que era doloroso, pero de  alguna tonta manera, sentía que valió la pena.

Dio una patada en mi costilla y yo estuve tosiendo un buen tiempo, mientras él continuaba pateándome en el estómago con furia. Luego volvió a levantarme tomando el cabello pero esta vez me levanto con el único fin de lanzarme contra un mueble cuadrado, la cabeza me golpeo en una de las esquinas de la dichosa cajonera, y el sangrado no se hizo esperar.

Pensé que después de eso se acabaría todo, pero él no parecía conforme, se subió a horcajadas sobre mi cuerpo, y puso sus manos alrededor del cuello. Dios santo que acabara pronto. Yo jalaba el aire con todas mis fuerzas, pero cada vez era más difícil, cada vez más desesperante. Me soltó y sentí el oxígeno recorrerme como vapor caliente en los pulmones, tosí empapando el piso de saliva, y sin permitir que me recuperase un nuevo golpe se estampo en mi ojo, luego mejilla, partió mi labio, y repartió otro par más sobre la piel que antes no había tocado.

Cuando ya vio que mi rostro estaba lo suficientemente desfigurado como para sentirse conforme, se levantó y lanzo una última mirada.

-Eres un maldito, hijo de puta, que jamás debió haber nacido. –Con hiriente saña.

Gruño  dando una última patada que llego nuevamente a mi costilla, ese golpe dolió bastante más que el resto.

Desde entonces mi consciencia se vio perdida a ratos, veía el rostro de mi progenitor como si fuese una película antigua, cortada y borrosa, perdía el conocimiento con constancia, pero de vez en cuando uno de los golpes era lo suficientemente fuerte como para hacerme despertar. Al menos así fue hasta que la oscuridad me consumió por completo.

Desperté en la misma posición en la que me había “dormido”, sobre el suelo, tendido dolorosamente, pero esta vez, y gracias  a Dios, me encontraba solo. Lentamente comencé a levantarme, si tuviese que describir exactamente que partes dolían, yo soltaría sin duda que era todo el cuerpo, quizás había una mención especial las costillas. A duras penas logre ponerme de pie, sujetando mi espalda con la pared que estaba detrás de mí, y abrazándome el abdomen con el brazo libre.

Fui a paso lento hasta mi habitación, tome una toalla y pase directamente al baño.

Al atravesar esa puerta blanca me encontré con aquel patético reflejo. El artefacto mostraba cuan dura había sido la paliza de mi padre, mi labio estaba partido, bajo él un rastro de sangre seca, tenía otro corte cerca de mi ceja del cual también habían brotado algunas gotas, supuse que sería por el encuentro de mi frente con la cajonera, el ojo izquierdo se veía morado e hinchado, lo mismo mis mejillas, y ese es solo el relato de mi rostro, pues el cuerpo debía estar unas tres veces peor.

Entre en la ducha, decidido a olvidar la cruda imagen de mí mismo. Pero la tortura que vendría ahora no hacía más que recordar mi lastimosa situación. El agua fría me caló hasta los huesos, hizo arder cada uno de mis cortes, y acaricio con saña todos los cardenales que consiguió tocar. Era horrible pero tenía que hacerlo, frote el trozo de jabón que me queda, mordiendo mi lengua ante el doloroso escozor. Lavar mi cabello tomo un tiempo, estaba pajoso y enredado, tieso en algunas partes por la sangre regada sobre él. Termine el baño, envolviéndome en esa raposa toalla, y saque mis pies del resbaloso piso, con miedo a terminar una vez más en el suelo. Por suerte, no ocurrió.

Regrese a la habitación, agarre un poco de ropa del armario, unos pantalones de pijama azul marino, y una camiseta vieja y gastada que también ocupaba para dormir.

Mis heridas abiertas mojaban mi ropa y volví a sentirme frustrado al saber que no podía curarlas, en primer lugar porque no tenía materiales para hacerlo y en segundo lugar porque no tengo idea de cómo curar una miserable raspadura. Conforme pasaban los segundos mi cuerpo comenzaba a arder más y más, y el jersey se estaba manchando. En ese momento vino a mi mente Jesica.

Me explico. Jesica es mi amiga, según recuerdo la única amiga sincera que tengo. Ella siempre ha sido hermosa y muy alegre, tiene esa potencia impresionante, por eso me agrada, es como fuente de inspiración para cualquiera que está metido en la basura, incluso para los que no. Jesica y yo siempre hemos vivido en la misma población, siempre fuimos amigos, vivimos uno a un lado del otro, vamos al mismo grado y en la misma escuela, nos llevamos bien, así que no había de otra. Su familia es pobre, incluso más pobre que la mía, cuando ella era niña un hecho terrible sucedió en su hogar, su padre se quitó la vida, estando sus tres hijas en casa, la madre de ellas intento continuar con sus deberes, tenía tres hijas y estaba viuda a sus treinta años, no podía dejarse vencer, pero lo hizo, pues una día cualquiera desapareció, huyendo a las responsabilidades, dejando todo en manos de su hija mayor, Jesica. Alimentarse, pagar cuentas, encargarse de dos niñas y además de eso esforzarse en sus estudios. Yo siempre la he admirado como persona, porque ella es fuerte y puede con todo lo que se le cruza en el camino. Puede que yo este enfrentando situaciones peores, pero me quejo cada segundo de mi vida, soy consciente de eso. En cambio a ella nunca le he oído quejarse.

Estaba frente a la puerta de Jesica, la cual golpee y a los segundo ella me abrió.

-¡¿Qué te paso?! –Ese grito agudo fue lo primero que oí, luego de dar tres golpes en su puerta. Abrió sus ojos violetas con exageración.

-Mi padre otra vez –Le suelto un suspiro, sabiendo que ella comprendería el mensaje. Bajo la mirada y me agarro de la mano sin preguntar más. En cosa de segundos fui arrastrado al interior de su hogar.

-Ven hay que curar esas heridas –Dice mientras busca un botiquín de primeros auxilios. Con dos niñas en casa, ella tenía de todo para las emergencias, de hecho no era la primera vez que recurría a Jesica, con esta clase de problemas.

-¿Cómo estas Jesica? –Le pregunto tranquilo.

-Igual que siempre –Responde ella sin mucho afán – ¡Oh aquí esta! –Exclamo cuando al fin pudo encontrar el dichoso botiquín, en realidad era una caja de galletas vieja, pero sus hermanas la habían forrado de blanco y tenía una cruz roja en el frente, hecha con crayones. Vale como botiquín.

Le veo amarrarse los largos risos rubios en una coleta alta. Me clava sus ojos violetas y arruga su respingada nariz, con un poco de enojo.

-Vamos a hacer esto –Dice sentándose junto a mí, abriendo la caja – ¡Oh por dios, ese hombre es un animal! –Exclama al ver mi espalda –Un día de estos terminara por matarte – Yo niego con la cabeza, mientras ella pasa el algodón con alcohol sobre mi piel, consiguiendo que me estremezca un poco.

-No puedo hacer nada –Le digo resignado, encogiéndome de hombros.

-Ya te lo he dicho, ¡Vente a vivir aquí conmigo! –Exclama con naturalidad.

-¡Si claro! ¿En qué mundo vives Jesica? ¡Somos vecinos! Mi papá me va a ver y te juro que no pasare más de dos horas viviendo contigo. Sería una gran pérdida parar el viejo si me pierdo de casa –Murmure molesto. –Basta de esa propuesta absurda. Yo debería empezar a comportarme y nada más. Me gane tremenda paliza y como si fuera poco me di el lujo de provocarle. Pero valió la pena.

-Imbécil –Suelta con un golpe en mi nuca.

-¡Oye ahora me vas a maltratar tu también! –

Mi amiga siempre fue muy fiel a mí, ella conocía muchos de mis secretos y me aceptaba tal cual era, por eso le estaba muy agradecida. Sin embrago siempre temí decirle los trabajos que mi padre me obligaba a realizar, temía que ella sintiera asco por mí, y se alejara dejándome completamente solo. Creo que aún no soy capaz de contarle sobre eso.

-¡Qué horror Adrián, eres su hijo! –Exclama, después de haber terminado con mi espalda, esta vez encargándose de mi desfigurado rostro.

-“Solo me queda aceptarlo, esta es la vida que me tocó vivir” –Copie una de sus muy frecuentes frases, provocando que ella negara con la cabeza.

-Es diferente, yo tengo que trabajar, cocinar, limpiar y estudiar. En cambio tú tienes que aceptar que te golpeen hasta desfallecer ¿Qué hiciste para que casi te mate? Nada puede ser suficiente para matar a tu propio hijo –Espeto con rabia mal contenida.

-Es igual –Me encojo de hombros –Estoy acostumbrado. –

-No te acostumbres a estas cosas –Me suelta enojada. Luego coge aire y me mira un poco más tranquila –Mañana tenemos escuela –Cambió de tema.

-Nos encontramos en la esquina como todos los días, ¿Verdad? –Normalmente nos encontrábamos en la esquina de la calle para irnos juntos caminando hasta la escuela.

-Claro que si –Sonrío con encanto y acaricio mi mejilla.

Pasamos un par de horas conversando sobre cosas de la escuela, y bromeando un poco, el tiempo siempre se me pasaba volando con Jesica. Es como de esos pocos momentos en los que me siento “normal”. El sol comenzó a bajar, y fue como una alerta, para que sacara mi trasero de la cama.

-¡Me tengo que ir! –Anuncie –No quiero que me llegue otra paliza como esta, mi padre ya está lo suficientemente enojado conmigo. –Le digo a modo de despedida.

-Vamos te acompaño hasta tu casa. –

-No te preocupes, después de todo vivimos muy cerca, puedo ir yo solo. –

Por suerte ninguno de mis padres había llegado aún. Pase directo a mi habitación, sacando del bolsillo de la chaqueta aquello que no había usado el día anterior, una pequeña bolsita con hierba que había conseguido justo antes de retornar a mi hogar,  la preciada casi se me escapaba de los dedos temblorosos enrolando mi improvisado cigarro. Enciendo el extremo y pronto me dejo llevar. ¡Qué bien se siente! Ya le estaba echando de menos.

Notas finales:

Eso fue todo ;)

¿Que les parecio?

Ya vamos conociendo capitulos nuevos. Y la promesa de que pasar una noche afuera le traeria problemas Adrian se cumplio u.u

Espero que les haya encantado. Dejen comentarios, y nos vemos nuevamente en unos dos o tres dias ;)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).