Capítulo 1: Amor frustrado
Me encontraba sentada en mi cama, leyendo una revista cuando mi abuela me llamó. Salí a fuera de la casa, pensando en que encontraría a Sergi, un amigo de mi hermano, que siempre viene a buscarlo. Pero mi sorpresa al llegar fue encontrarme con Albert, en realidad es otro amigo de mi hermano i no tendría por qué sorprenderme, pero él me gusta i además pensaba que estaba en Barcelona.
En verlo perdí mis pensamientos i casi todo el mundo que me rodeaba, que no era más que mi escalera, no recordaba el porqué había venido hasta aquí. De repente me vino a la memoria: Él buscaba a mi hermano.
-Hola. Mi hermano dijo que se iba “para allá”. Pero no sé, dónde es “para allá”. Puede que esté a la Loc o puede que no. A lo mejor está en la Plaza España.
-Vale, adiós.
-Adiós Albert.
Y se fue. La conversación fue corta pero larga para mí, ya que con solo verlo mi mundo se volvía raro. Ya no tenía ganas de continuar leyendo la revista, en verdad no es que no quisiera, sino que no podía. Mi mente no me dejaba concentrar en nada que no fuera pensar en él, y mi corazón latía tan fuerte que no sabía cómo calmarlo.
Necesitaba hablar con alguien, con mi mejor amiga, por ejemplo, pero no podía. Ella estaba en Barcelona i no tenía dinero suficiente para hacer una llamada larga. La única persona con la que podía hablar era mi abuela pero no quería, porqué en esos momentos jugaba con mi abuelo a cartas. Así que me resigné i me quedé sin hablar con nadie.
Unos días después Albert volvió a casa para buscar a mi hermano, como siempre, pero él no estaba, también como siempre. Esta vez, como mi hermano se había ido con la bicicleta lejos, hacia Calella i San Pol, me dijo que bajará yo. Bajé y nos fuimos a la Plaza España a jugar a futbol. Mientras jugábamos Albert me hizo una pregunta que no quería que me hiciese.
-¿Yo te gusto? -me preguntó con tranquilidad, como si no le importase.
-Eh… sí -respondí después de pensármelo un poco.
-Pues tu a mí no. No me gustas porqué me gusta tu hermano. Cuando fui tu novio esa vez, la única cosa que quería era acercarme a tu hermano y a ser posible ponerlo celoso. Por lo tanto no hace falta que te quedes embobada mirándome. Eso me molesta. -me dijo completamente tajante.
No sabía si lo decía así para herirme, para hacerme llorar o para que supiera sus verdaderos sentimientos sin dejar dudas. Si quería hacerme daño la consiguió, sinceramente me dolió mucho, pero no dejé que él se diera cuenta. Mi orgullo no me lo permitía, así que ni bajé la mirada, ni lloré, aunque realmente tenía muchas ganas de hacer-lo. Solamente me limité a asentir con la cabeza.
-Está bien -respondí con la voz normal, o al menos la más normal que pude- ¿continuamos jugando?
-Sí.
Así continuamos con nuestro juego de balón, esta vez en silencio. No podía creer que a Albert le gustaran los chicos. Vale que las historias de homosexuales me gustan pero, que el chico que me gusta lo sea no. De todos modos yo ya no podía hacer más que creerlo i retirarme. Siempre era mi hermano el que ganaba, aunque yo no sabía si mi hermano era gay o no. Aunque en realidad sí que lo parece, muchas veces lo he pensado. De todas formas no sé si a él le gusta Albert. Ya que no podía hacer más que resignarme aprovecharía al máximo una relación gay tan cercana a mí.
-¿Y cuando le dirás lo que sientes? -pregunté haciendo un gran esfuerzo por qué no me temblara la voz.
-Se lo quería decir hoy pero no está. Intentaré decírselo en cuanto pueda.
-Está bien.
Al cabo de un rato me fui a mi casa. Aún pensaba en lo que me había dicho. ¿Mi hermano con Albert? No hacían buena pareja. Eran demasiado iguales. Tan física como mentalmente. Los dos castaños, aunque de ojos distintos. De complexión alta i delgada, aunque no sé cuál de ellos es más alto, en delgadez, gana mi hermano fijo.
¿Y su carácter? Uf. Los dos son dominantes, a los dos les gusta fastidiar y son unos insensibles. No sé si se aguantaran. Como amigos siempre están peleando, aunque Albert siempre acaba yendo detrás de mi hermano, pero esto es normal, porqué todo el mundo le va detrás.
Sus amigos, el chico que me gusta, mis amigas (las pocas que tengo), incluso los lideres de otros grupos van detrás de mi hermano. Al final los diversos grupos de Pineda de Mar se unen para estar con mi hermano. Yo no lo entiendo. ¿Que tiene mi hermano que no tenga yo? Carisma. Pero ¿por qué él? ¿Por qué tiene tanto carisma? Tal como trata a todo el mundo no se lo merece. Pero, aunque no lo conozcan siempre de una manera o de otra consigue privilegios sin ni siquiera quererlos. En cambio, yo para tener algún privilegio me lo tengo que currar. O como mínimo, intentar que esas personas no conozcan a mi hermano para que no lo prefieran a él. Tener un hermano así puedo llegar a ser una mierda, solo en este sentido, porque en el fondo es como un peluche, o al menos conmigo.
-Ya estoy aquí, abridme -grito des de la calle. No me gusta usar el timbre estando de vacaciones.
Me abren la puerta y cuando llego arriba encuentro a mi hermano sentado en el balcón. Le sigo la mirada i lo encuentro mirando a la misma persona que suelo mirar yo. Primero me enfado con él por robármelo, pero luego de pensarlo bien llego a la conclusión de que no sirve de nada. Y como ya estoy acostumbrada, simplemente me conformo con lo que hay.
-Marc, dice Albert que bajes, quiere decirte algo -digo mientras me aseguro de que Albert me escuche des de la Plaza donde vivo.
Albert me mira desconcertado pero al ver mi cara lo entiende y hace un gesto afirmativo con su cabeza. Mi hermano suspira por el hecho de tener que levantarse y bajar a la calle, pero lo hace. Entonces se alejan para que no escuchemos, ni mis padres ni yo.