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El asesino de la Muerte por Isaku Uchiha

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Notas del capitulo:

Bueno, esta vez actualizé muy rápido, y es que como ya voy a entrar a la escuela tal vez demore un poco más de lo habitual en actualizar, pero les aseguro que lo continuaré n_n


Personalmente, este es uno de mis capis favoritos, me gustó mucho cómo quedó, espero que sea de su agrado, o por lo menos que sea una conti más n_nU


A leer!!!


^o^

 

 

- Fue un terrible, terrible error que vinieras niño. Lo único que encontraste aquí fue tu muerte.

- “Qué ironía, supongo”- Se dijo Sasuke para sus adentros por las palabras de la chica. Los tres asesinos rieron como hienas ante su victoria; Konohamaru no entendía qué significaba todo aquello, mucho menos entendía la mirada de Sasuke sobre él.

- Creo que- Habló divertido Sarutobi.- por cortesía, deberíamos darte tu “pregunta final” Uchiha, ¿No lo crees así Danzo?

- Sería lo más correcto, después de todo, los modales nos diferencian del resto de los asesinos brutos y salvajes. Anko, por favor, aún no le vueles la cabeza.- La mencionada dio un bufido de resignación.

- Está bien, pero que no se tarde mucho. La tentación podría ganarme.- Los ancianos volvieron a reír. Sarutobi le indicó al azabache que hiciera su pregunta; Sasuke pensó detenidamente lo que iba a decir, al mismo tiempo que pensaba cómo zafarse del arma de Anko en su cabeza. Los pensamientos corrían veloces en su mente, hasta que se detuvieron de súbito. En ningún momento apartó la mirada de Konohamaru.

- Niño, ¿Alguna vez has matado?- Le preguntaba al pequeño en el regazo de su abuelo; esos pequeños ojitos cafés le miraban con desconcierto, ¿Qué significaba esa pregunta? Danzo y Anko rieron a carcajadas pero la de cabellos violetas no apartó el arma de Sasuke ni por un segundo, Sarutobi en cambio sí se había tomado muy en serio la pregunta, miraba en silencio al Uchiha mientras esperaba a que su nieto le respondiera.

- ¡Yo creí que sería algo más interesante!- Se burlaba la chica de ojos miel.- ¡¿Qué clase de estúpida pregunta es esa?! Diablos, de verdad te subestimamos niñato, no tienes la madera de asesino necesaria.

- Te equivocas.- Le respondió el azabache.- Hay que tener mucha madera de asesino… para matarlo.- Sus ojos negros parecían escudriñar el alma de Konohamaru como los de Itachi alguna vez hicieron con la suya.

- Abuelo…- Konohamaru alzó el rostro para verlo, ¿Esa persona era un amigo suyo? ¿Debía contestar a su pregunta? La respuesta le llegó con una mirada aprobatoria del mayor.- Yo… soy un buen niño, yo no he matado a nadie; ayer había una arañota muy fea en el baño y me dio miedo, pero no la maté… yo no sé matar.- Y eso era todo lo que Sasuke necesitaba saber. Objetivo fijado.

- Eres una vergüenza para la sangre en tus venas, niño.- Anko hablaba fríamente desde atrás del Halcón.- Pero en fin, para cuando acabe contigo, serás un digno compañero de trabajo. Lástima que no es algo que verás Uchiha, tu camino se acaba aquí.- Retrocedió unos cuantos pasos manteniendo la boca del arma pegada a la cabeza de Sasuke, después la sostuvo con una mano, estirando el brazo.

- Un placer, Halcón. Salúdanos a tus padres en el Infierno.- Danzo le dedicó una última burla. Anko disparó.

 

 

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Estaba agachado en el piso, inspeccionando los dos cadáveres en la entrada de aquella mansión, cada uno muerto por un disparo justo en el corazón. El agujero en la ropa indicaba que había sido un disparo a distancia, de frente; ese tipo de tiros eran extremadamente difíciles de realizar por el grado de precisión que significaban, especialmente en la noche, con un enfoque muy pobre en la visión gracias a la poca luz que había. Pero había algo más, él sabía perfectamente que ese tipo de tiros eran su especialidad. No había dudas, esto era obra de Sasuke.

Se incorporó y avanzó hasta la puerta principal que estaba abierta, vio el panel que había en la pared y abría mediante una contraseña aquella entrada; destruido. Había una bala atascada dentro, eso sin duda accionó el mecanismo de seguridad para abrir el acceso principal de la mansión. Se rascó la cabeza cubierta por sus cabellos dorados.

- Sasuke, Sasuke, Sasuke… espero que no seas igual de impetuoso que tus ancestros.- Un sórdido estruendo se escuchó entre las sombras, rebotando por el jardín de la casa. Venía de adentro.- ¡Sasuke!- Se apresuró a entrar, corrió entre los caros autos estacionados al interior, abrió de un golpe la puerta y recorrió el pasillo; estuvo a punto de tropezar con el cadáver de una mujer que yacía en el suelo, llegó al final del corredor y se detuvo unos pasos detrás de una chica con una escopeta. Lo que había pasado era difícil de describir. Sangre, un cuerpo con la cabeza reventada, un niño al borde de las lágrimas sobre las piernas de su abuelo en estado de shock, una chica con el rostro desencajado, el arma humeante entre sus manos, y Uchiha Sasuke de espaldas en el suelo, murmurando algo como: “Salúdalos tú mismo” Lo único que cruzaba por su cabeza era:- ¿Qué coños pasó?

Konohamaru empezó a llorar desesperado, unas gotas de sangre se habían prendado a sus mejillas; con su llanto de desconcierto liberó del “hechizo” a los dos asesinos restantes.

- Maldito…- Farfulló Anko recuperándose de la impresión.- ¡Maldito, te agachaste! ¡Estas muerto Uchiha!- Cargó de nuevo la escopeta y apuntó con ella al pecho del Halcón; Sasuke se adelantó y le disparó con la 45 directo al corazón. La chica de cabello violeta sintió su pecho colapsar, el aire se le escapaba junto con la vida, su cuerpo se tensó involuntariamente, los dedos se contrajeron, y sin pensarlo, disparó al torso del azabache que aún estaba en el piso. La fuerza del arma al dispararse la empujó hacia atrás, para cuando tocó el suelo ya estaba muerta. Sasuke, por otro lado, tenía un agujero en el pecho que lo atravesaba, la cercanía del arma hizo que la bala saliera por su espalda rozando apenas la columna, y se quedara incrustada en el piso de madera. Trataba de respirar, cada vez que lo hacía sentía como si no entrara el aire a sus pulmones, era desesperante y asfixiante, comenzaba a alterarse, ¿Y cómo no hacerlo teniendo una herida mortal de ese tipo? Seguro moriría… no, él no puede morir. En lo más profundo de su alma se reía a carcajadas de la realidad innegable: Por contrato, no podía morir. ¡Qué estupidez tan más perfecta! Sería aún más divertido si tampoco pudiera sentir el dolor agobiante en su cuerpo.

Por un segundo todo a su alrededor se detuvo; una extraña sensación reinó en su cuerpo.

…un rugido feroz hacía eco en su mente…

Sentía sus energías renovadas a la vez que el dolor se desvanecía.

…el grito de la bestia cantaba su dolor…

Su carne comenzaba a sanar a una velocidad increíble.

…lentamente el aullido se apagaba…dolor agonizante…y por contrato no tenía el consuelo de la muerte…

Estaba tomando el poder de Itachi para sanar, salvarse a sí mismo hundía cada vez más a su amor… se sentía tan despreciable y tóxica aquella sensación, ¿Qué no se suponía que iba a ayudarlo y no lastimarlo más? ¿Por qué no podía ser más fácil? ¿Por qué ninguno de los dos podía morir? Con la muerte de uno el otro se salvaba, era justo. ¿Por qué entonces no sucedía? Simple. Porque sentarse a llorar para arreglar las cosas dejó de funcionarle desde los cinco. Ahora todo se resumía a matar a un niño inocente. Puro. El tiempo volvió a su andar normal, su blanca camisa estaba teñida por la sangre que emanaba de su pecho, ahora completamente curado, podía verse por la abertura que tenía gracias al paso de la bala. Se incorporó como si nada hubiese pasado, apuntó la Colt al pecho de Konohamaru y estuvo a punto de disparar, pero alguien se interpuso entre el arma y el pequeño, lo tomó de los brazos y lo derribó nuevamente, quedando a horcajadas de él. Un hombre rubio de hermosos ojos azules; al principio creyó que era Deidara, pero al verlo con más detenimiento se dio cuenta que era alguien completamente diferente. La voz grave y serena del ojiazul llegó hasta sus oídos.

- Sasuke, no puedes matarlo, tiene a un niño con él.- Sintió algo apoyarse contra su pecho, después, un estallido en el corazón.

- Es al niño a quien más quiero matar.- Lo miraba sorprendido, no sabía si por el hecho de que había disparado con intención de matarle o por lo que acababa de decir. La sangre corría por la piel morena de su pecho empapando sus ropas, un abrigo azul marino y una simple camisa blanca. Estaba atónito, lo único en lo que podía pensar era en que de verdad quería matar al pequeño; el brillo rojizo en sus ojos le decía que iba en serio. Sasuke lo apartó de encima con una mano, cayó al suelo pesadamente, vio al azabache levantarse y apuntar de nuevo al frente; quiso decirle que se detuviera, gritarle que no lo hiciera, pero su voz se ahogaba en la sangre que inundaba su garganta; mil y una veces se preguntó a sí mismo cómo rayos había todo terminado así.

Sasuke lo tenía en la mira, esta vez nadie iba a interferir. Konohamaru veía asustado el arma, estaba aterrado y lloraba por eso, no sabía por qué le tenía tanto miedo a ese muchacho, Sarutobi apenas se había recuperado de la impresión cuando el Halcón volvía a apuntarle. Los cuatro allí presentes escucharon el arma disparar, fue un sonido ligero, apenas audible. Su fiel arma le había traicionado; estaba vacía. Minato, que estaba tratando de alcanzar al azabache, se dejó caer al suelo cerrando los ojos, estaba aliviado. Sasuke contó en su mente los disparos que había hecho, la capacidad del arma era de seis en el cargador y uno en el cañón, y en cuenta regresiva fue ese rubio, Anko, la chica de la servidumbre, el panel de la entrada y los dos sujetos resguardándola. ¡Le quedaba un tiro! ¿Dónde estaba?

 

“… joder esto duele…”

 

Ah, sí. En la columna de Deidara. Maldijo al rubio que tenía la llave de la prisión de Itachi incrustada entre sus vértebras, definitivamente le haría pagar por ello. Una puerta azotándose lo sacó de sus pensamientos; el viejo había tomado al pequeño y salió a toda prisa por la puerta del estudio que daba a otro jardín.

- Eso no.- Cargó de nuevo la Colt, y dando por muerto al rubio corrió detrás de los dos Sarutobi. Atravesó un pequeño pasillo y salió por una lujosa puerta de cristal a un inmenso jardín, más grande y bello que el anterior que había cruzado; había varias camionetas blindadas ahí, pero no vio por ninguna parte a quienes buscaba. Inesperadamente, el portón de acero que estaba  unos diez metros de él comenzó a abrirse lentamente. Levantó el arma y apuntó en aquella dirección creyendo que tal vez alguien entraría por ahí; se acercaba lentamente pasando entre los autos, entonces una camioneta negra detrás de él se puso en marcha e intentó arrollarlo, pero él se giró a tiempo y se apartó apenas del camino, su brazo se golpeó con el espejo lateral del lado del copiloto y como consecuencia disparó al cristal de la puerta. La ventana se astilló, pero al estar cubierta por una mica protectora los pedazos de vidrio no saltaron hacia el pequeño que estaba sentado en ese lugar. Sasuke disparó el resto de las municiones que tenía esperando acertar a las llantas pera detener el vehículo, pero su desesperación lo hizo errar de manera muy lamentable. La camioneta salió ilesa de la mansión y se perdió en el camino.

El azabache se quedó mirando el lugar por donde había escapado su preciosa alma, y por primera vez en su vida, sentía que no era él mismo; lo que en ese momento sentía era la codicia que sólo tiene ellos por las almas, el gran deseo de poseerlas y la ira irrefrenable de perderlas. Sí, finalmente se sentía como una Muerte… y tal vez era preciso que se convirtiera en una dadas las circunstancias. Porque estaba seguro de una cosa.

- Iría hasta al Infierno mismo a buscar un alma para Itachi.- Y no admitiría discusión ni con Madara, así que el hecho de que Konohamaru acabara de escapar de sus manos sólo era un pequeño “Medio tiempo”. No era como si fuera a renunciar a aquella alma tan fácil, ni tampoco era como si no tuviera auto. Al contrario; lo que tenía era la firme determinación de salvar a la Muerte de sí misma, y como un extra, tenía la terquedad de los Uchiha bien aferrada a su existencia para ayudarle a cumplirlo. Rendirse no era opción. Jamás lo fue.

Y con esa decisión en el pecho, inició lo que más tarde sería una carrera contra la naturaleza: vida para la Muerte. Porque estar en el estado en el que se encontraba Itachi era igual a no tener vida, era ser una criatura sin pensamiento y sin intención, sin deseo y sin pasión; era, en efecto, estar muerto.

Recuperó su calma habitual, giró sobre sus pies para volver a la mansión y asegurarse de que estaba hecha una parte del trabajo, y entonces pasó lo imposible. El rubio que había intentado detenerlo y que aún tenía el pecho cubierto de sangre lo recibió con un puñetazo en la cara. Sasuke cayó de espaldas al suelo, y antes de desmayarse la voz del ojiazul llegó hasta sus oídos como una suave bofetada de guante blanco.

- Siempre es lo mismo con los Uchiha…

 

 

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Abrió los ojos. De vuelta en la habitación de Madara, al menos esta vez tenía sus ropas y no aquél kimono, y mejor aún, no había nadie ahí mas que él. Se levantó de la cama y salió de la habitación, tenía que encontrar a Madara y hacerle responder a sus preguntas. ¿Qué rayos había pasado? ¿Por qué estaba de vuelta en ese lugar? ¿Itachi estaba mejor? Una pregunta estúpida en verdad pero muy necesaria, rápidamente sustituida por una más intrigante: ¿Cómo demonios pudo ser abatido por un muerto de bala en el corazón? Las cosas se volvían cada vez más extrañas, era como si el universo se juntara en su contra e hiciera todo lo posible para evitar que Itachi sanara. El único con el que se podía desahogar era Madara, él era parte del universo después de todo, y en primer lugar, todo había ocurrido por su culpa ¿o no? Entonces él también merecía ser recriminado por eso, y aunque él fuera un simple mortal tratando de encarar a La Muerte, no se iba a morir sin primero decirle al mayor una buena cantidad de insultos para medio desquitarse de la situación en la que los había puesto a ellos dos. Es justo y necesario.

Recorrió varios salones, por un minuto creyó que iba a terminar en los calabazos donde estaba Itachi, después de todo ese era el único camino que había hecho en la mansión y la lógica indicara que esa era la dirección que tomaría. Pero no fue así; llegó a una habitación parecida a un recibidor, con muebles muy antiguos y extremadamente lujosos, ahí encontró a Madara, bebiendo de una taza de té como si fuera toda una señorita refinada (debió pensar más bien en un caballero elegante, porque era hombre, pero en esos momentos la realidad era igual a su mente: un caos), y para adornar la bizarra imagen, frente al mayor estaba ese “inmortal” rubio de ojos azules acompañándolo con su habitual calma.

- Buenos días, Sasuke, me alegra ver que estás mejor. Ven y siéntate, una taza de este maravilloso té no te caerá nada mal.- Dijo el pelinegro sin siquiera abrir sus ojos y mirarlo. El rubio en cambio posó con gentileza sus bellos zafiros en él.

- Él tiene razón, este es un té preparado con lágrimas de demonio y sangre de cancerbero, muy difícil de conseguir. Te ayudará a sanar, además de que es delicioso.- Sonrió amablemente. Sasuke no sabía en qué extraña dimensión había despertado, pero nada podía hacer… bueno, sólo una cosa, que por cierto ni siquiera pensó.

- ¡¿QUÉ MIERDAS ESTÁ PASANDO?! ¡¿POR QUÉ COÑOS JUEGAN A "UNA ESTÚPIDA FIESTA DE TÉ"?! ¡TÚ! ¡ME GOLPEASTE! ¡¿QUÉ CARAJO HACES AQUÍ?! ¡MADARA! ¡¿QUÉ RETORCIDA BROMA ES ESTA?! ¡¿POR QUÉ BEBES TÉ COMO SI NADA CON ESE IDIOTA-GOLPEA ASESINOS?! ¡¿ACASO ES UNA DE TUS MUERTES?! ¡¿QUÉ DEMONIOS ESTOY YO HACIENDO AQUÍ?! ¡¿ITACHI SIGUE MAL?! ¡¿O ES QUE YA TODOS ESTAMOS MUERTOS?! ¡¡¡JODER, QUE ALGUIEN ME EXPLIQUE!!!- Los dos le miraron apenas por un minuto, después volvieron a tomar un trago de té al mismo tiempo.

- No te exaltes, siéntate y te lo explico.- La voz de Madara luchaba por no estallar en carcajadas.

- ¡No me digas que me siente! ¡NO ME DIGAS QUE ME SIENTE! ¡Joder, esto no me lo creo!- Se llevó las manos a la cabeza, no quería parecer un maldito loco desquiciado, pero ya lo era.

- Sasuke.- Miró al rubio, escuchó atento su voz amable.- Cálmate. Un asesino necesita de toda su cordura para vivir sin problemas. Ahora, siéntate.- Por alguna extraña e hipnotizante razón, obedeció a las palabras del moreno. En verdad había sido muy amable. Se sentó a un lado de Madara, con cara de idiota, y miró de la misma forma a la taza que el rubio puso en la mesita frente a él.

- Por favor.- Le invitó el ojiazul a beber y así lo hizo. Realmente, aquél era un té muy bueno.

- ¿Le haces caso a él, que te golpeó, y a mí que soy técnicamente tu mejor amigo, me ofendes con intención de lastimar mis sentimientos? Eres muy malo, Sasuke.- Madara se quejaba con fingida tristeza, pero el ojiazul respondió a sus palabras.

- Bueno, los Uchiha no suelen ser muy amables con otros Uchiha.- Sasuke escupió el líquido en su boca haciendo un verdadero desastre en el suelo y en los muebles cercanos; Madara y Minato sin siquiera mirar levantaron cada uno el plato donde se ponen las tazas y que estaba en la pequeña mesa para que no sufriera la “descarga” del menor, que comenzó a toser desesperado sintiendo cómo lo que quedaba de té se quedaba atrapado en su nariz.- Ahh… no recuerdo que los mortales fueran tan asquerosos.- Ironizó el rubio.

- ¿Quieres decir… cof… cof… que Madara La Muerte… cof… es Madara… Uchiha?- Se cubría la boca con el dorso de la mano, sus ojos lagrimeaban; el rubio no pudo más que sonreír por todo el espectáculo, así que Madara respondió en su lugar.

- Pues, antes era Uchiha Madara, después me convertí en La Muerte y… las cosas cambiaron. No es algo tan sorprendente en realidad.- Sasuke se recuperaba de la impresión, eso sí que no se lo podía creer. La Muerte no sólo era su esposo, también su pariente. Hermosa familia.

- La verdad que no… U-CHI-HA.- Después de decir eso el moreno rió bastante; nunca pensó que los Uchiha pudieran ser tan divertidos.

- Oh, pues ya que andamos con eso… Sasuke, te presento a Minato Namikaze, el padre de aquél crío escandaloso que vive con su tío pervertido… eh…

- Naruto.- Dijo con una venita el ojiazul.

- Naruto, sí, gracias. Mira, de algo sirves.- Sasuke no conocía bien a Minato, pero le pareció que esa mirada asesina que le dedicaba al otro no era propia de su carácter sereno.- Como sea, tú vengaste su muerte cuando mataste a Orochimaru, así que…

- Así que por eso me golpeaste en la cara. Tienes una linda forma de agradecer.- Minato relajó el ceño, acercó el puño al azabache y lo miró con su habitual calma.

- ¿Quieres que te agradezca por ese cumplido?

- No.

- Genial.- Sonrió y retiró la mano para tomar un poco de té.- La verdad es que creo que te debo el favor. Ya me he enterado de tu situación y sería un honor para mí ayudarte.- Los ojos azabaches del menor lo miraban incrédulos, ¿Iba a ayudarlo en serio? ¿Cómo pensaba hacerlo? ¿Acaso era una Muerte o algo así?

- Supongo que debo confiar en ti porque Madara lo hace y…

- Y porque soy un ángel.- Sasuke se giró lentamente a ver a Madara para confirmar que era cierto. Él asintió con la cabeza.

- El muy bastardo es un ángel hecho y derecho, se portó bien en vida. Felicidades.- Aplaudió con una cínica sonrisa. El menor trataba de ordenar sus pensamientos. Las cosas se parecían torcerse cada vez más. Miró la taza de té, seguro lo habían drogado.

- Entonces… vas a ayudarme…- Se tapó el rostro con las manos.

- Sí.

- ¿Cómo?- Preguntó con un tono de voz que decía no querer saberlo

- Dijiste… que irías hasta el Infierno mismo para ayudar a Itachi… ¿Todavía piensas igual?- Sostuvo su mirada.

- Por su puesto.

- Pues allá iremos.- El azabache lo desafió con la mirada.

- ¿Por qué mejor no tomar el alma del niño que no me dejaste matar?

- Sabes que no puedo, esa no es mi naturaleza.

- No pienso renunciar a su alma.

- Corrección, no piensas renunciar a Itachi, el alma del pequeño Sarutobi no es la única que puede ayudar.

- ¿Dices que es mejor ir al Infierno por un alma tremendamente oscura?

- Más oscura que las noches del Hades; sí, definitivamente.- Pensó con cuidado. Todo por Itachi.

- Está bien.

- Entonces vas a necesitar la hoz de Itachi.- Le sugirió Madara.- ¿Por qué no vas y se la pides?

- Estarás de broma.- Sasuke lo miró.

- No pensarás enfrentar a los demonios del Averno con una simple arma mortal… ¿verdad?- Le respondió la mirada con duda.

- Pues…

- Pues anda y ve. No te la va a dar, ni te va responder de buena manera, pero…

- ¡¿Entonces para qué jodidos me mandas si de todas formas no me la va a dar?!- Sasuke tenía una monumental vena en la frente y estaba rojo de ira.

- Porque él te va a escuchar.- Le respondió con serenidad haciendo que el menor se calmara un poco y lo viera extrañado.- Tal vez no lo parezca, pero Itachi sigue siendo un caballero y no dudará jamás en hacer lo que le pidas… normalmente no lo hará en el momento, sino cuando lo necesites. Por formalidades de cortesía y cosas así. Pero no podrá hacer nada si no sabe a dónde vas a ir.- Con esas palabras el menor se convenció definitivamente de que Madara era un Uchiha, sonaba igual de decisivo que su padre, pero era tan amable como su madre. Extraño.- Ya sabes cómo llegar a él.- Sasuke se levantó de su lugar y fue a donde Itachi un poco temeroso e indeciso. Cuando estuvo lejos, Minato habló con seriedad.

- ¿No sería más fácil si le dieras una de las almas de tu colección personal? Se supone que son las más puras y las más oscuras de todas, tanto que tuvieron el honor de ser tomadas por ti.

- Eso le quitaría algo de diversión.- Se miraron.

- Lo estás probando.

- Lo estoy  entrenando. Pueda o no pueda, este trabajo será sólo suyo, es mejor que se acostumbre… así que cuídalo bien.- El ojiazul dio un largo suspiro.

- Pues ya que.

 

 

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- Itachi…- La bestia intentaba con desesperación alcanzarlo, esta vez jalaba de sus ataduras con tanta fuerza que la cadena en su cuello le laceró la piel y lo hizo sangrar. Sasuke sabía perfectamente que mientras más usara el poder de Itachi más salvaje e irracional lo volvería. No podía dejarlo así por más tiempo, el dolor del mayor también era su dolor; ahora que había vuelto a su vida no podía perderlo.- Itachi.- Se armó de valor para continuar.- Voy a ir al Infierno para ayudarte.- La enorme criatura lanzó un rugido desesperado mientras seguía intentando alcanzarle.- Necesito… necesito tu hoz… por si algún demonio estúpido se mete en mi camino.- El lobo negro sacudió con fuerza la cabeza.- No te preocupes, un ángel me acompañara… volveré por ti, hago esto por ti.- Escuchó un gruñido desaprobatorio del otro lado de la reja.- Porque yo… te amo.- Todos sus movimientos de escape pararon ante esa pequeña lágrima en el rostro de porcelana de Sasuke. Bajar al Hades con la compañía de un Ángel no significaba que pudiera salir con la misma facilidad con la que se entra; Itachi lo sabía bien, pero el aspecto que tenía no lo ayudó mucho para decirle al menor que no lo hiciera, que su vida no valía tanto como para que él se arriesgara en ese lugar, todos esos gruñidos y movimientos desesperados de nada sirvieron para hacerse entender.

Sasuke limpió sus ojos con el dorso de la mano y salió de los calabozos con la mirada gacha, triste y vacía. Itachi comenzó a gimotear en su celda, no quería que Sasuke lo hiciera, era demasiado arriesgado… pero nada podía hacer; en un segundo, había vuelto a ser aquella bestia cruel y sanguinaria sin conciencia, ese pequeño momento de lucidez se desvaneció, pero la abrumadora tristeza aún permanecía en su corazón. Intentó nuevamente zafarse de su prisión, esta vez, derramando lágrimas escarlatas.

 

 

Notas finales:

¿Por qué soy tan cruel con Itachi? ¡Joder! TT^TT Ahora las cosas se han complicado, Minato es un ángel y se irá al Infierno con Sasuke... a quien creen que se encontrarán ahí???

Nos vemos en los reviews!!!


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