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El asesino de la Muerte por Isaku Uchiha

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Notas del capitulo:

Qué rápido volví a actualizar!!! o.O cortito pero hay que adelantar lo más posible mientras se tenga tiempo jeje n_n

 

Disfruten!!!

 

 

Finalmente estaban ahí, en el lugar más temido por los mortales, el más repudiado por los ángeles y el más divertido para los demonios… y las Muertes. Sí, Madara le había dicho antes de partir que el Infierno no era un lugar tan temible y siniestro como todos pensaban, al menos no para las Muertes como él, Itachi y todos los que alguna vez fueron La Muerte; era una forma de divertirse un poco extraña para Sasuke, Minato le había aclarado que ni siquiera los ángeles bajaban a matar a los demonios “Sólo porque sí”. Ellos los mataban cuando salían a la tierra de los hombres o cuando ocasionaban varios problemas que necesitaban un poco de Intervención Divina, pero el hecho de que ciertas Muertes hicieran semejante cosa lo asustaba un poco, eso demostraba cuán poderosas eran, aunque por otro lado, lo excitaba saber que Itachi era tan… perverso. Sacudió la cabeza para deshacer esos pensamientos, tenía que concentrarse no fantasear.

Dio una mirada rápida al vasto paisaje que se alzaba ante sus ojos: dunas de arena, rocas enormes que sobresalían de la tierra, antiguas construcciones arrasadas por el tiempo y grandes abismos que marcaban el camino, todo de un tono carmesí gracias al cielo rojizo. Era cierto, no se veía tan mal. Todo parecía estar abandonado, ni un rastro había de los demonios, quizá conseguir aquella alma no fuera tan difícil.

- Mantente alerta, y no sueltes eso ni por un segundo.- Le indicó Minato acerca de la katana que traía en las manos, Madara la había sacado de una inmensa colección de armas y se la obsequió diciendo que le ayudaría mientras aún no tuviera la hoz de Itachi; era un arma bastante hermosa, de hoja negra y bien afilada. Chokuto.

- ¿Tienes alguna idea de por dónde empezar a buscar? Porque todo se ve exactamente igual…- El rubio le sonrió.

- No hay por qué buscar, ya pensé que alma es la que necesitamos y sé bien dónde encontrarla. Madara estuvo de acuerdo con eso.

- ¿Ah, sí?

- Sí, y nadie sabe de almas más que él.

- Cierto.

- Entonces vamos para allá.- Señaló con entusiasmo hacia una vereda a un lado del abismo frente a ellos que bajaba, al parecer, infinitamente. Sasuke miró aquél lugar y vio cómo las sombras se volvían cada vez más densas mientras el camino bajaba hasta perderse en ellas, por un momento le pareció que se movían y reían.

- Qué lindo…- Susurró. Minato le dio una fuerte palmada en la espalda, haciendo que se estremeciera.

- Eres el primer mortal en venir vivo hasta aquí. ¡Felicidades! Ahora, no te detengas y sígueme, no hables con extraños, y si te da miedo puedes tomarme de la mano.

- ¡No digas tonterías!- A Sasuke le crecía una enorme venita en la cabeza, ese rubio era bastante idiota, con suerte su hijo no sería igual. Bajaron por aquél estrecho camino de roca, al final llegaron a la orilla de un lago de aguas negras, en donde vieron a una hermosa chica rubia con el cabello atado en una coleta, al parecer admiraba su reflejo en el agua. Minato agarró del brazo a Sasuke y le hizo un ademán para que no hiciera ruido mientras pasaban detrás de ella, pero la muchacha se giró y contemplo interesada a los dos hombres con sus misteriosos ojos azules.

- Estás muy lejos del cielo, angelito… y veo que traes una preciosa compañía viva… ¿No les gustaría algo de diversión?- La chica se levantó del suelo y caminó hasta donde estaban, iba deshaciéndose de su elegante vestido púrpura con las manos para mostrar sus pechos mientras miraba fijamente a Sasuke.- Eres tan hermoso…- La voz incitante de la rubia causó un efecto extraño en el azabache. Asco. Por alguna razón, lo que antes lo hubiera dejado ligeramente impresionado ahora le causaba repulsión. ¿Haber follado y sido follado por un hombre tendría algo que ver? El cambio no podía ser tan radical… ¿o sí? Vio las manos de la ojiazul acercarse a su rostro con avidez, pero antes de tocar su piel un filo azul las hizo caer al suelo.- ¡¡¡AAAAAHHHHHHHHHHH!!! ¡¡¡MALDITO ÁNGEL GUARDIÁN!!! ¡¡¡MIS MANOS, MIS MANOS!!!- Retrocedió rápidamente viendo con terror los cortes en sus muñecas y cómo la sangre negra escapaba de ellas.

- Súcubo… si en algo aprecias tu asquerosa existencia lárgate de aquí.- Sentenció Minato con una voz y mirada bastante serias, a la vez que blandía una kunai de tres hojas. Pero la rubia se abalanzó contra él con una mirada colérica.

- ¡¡¡ESTÁS MUERTO MALDITO!!!- El filo azul se hizo presente de nuevo entre ellos. La cabeza de la chica rodó por el suelo.

- Como quieras. Sasuke…- El aludido miraba con detalle el cuerpo inerte a sus pies.- Sasuke.

- Eh… ¿Qué?

- ¿Estás bien?

- Sí… es que yo… nunca había visto un demonio descuartizado.

- Es normal.- Asintió con la cabeza.- ¿Continuamos?- Retomaron su camino por la orilla del lago, hasta que finalmente llegaron a una especie de pueblo abandonado, con castillos del tipo medieval. Parecía no haber nadie, pero esa conclusión ya les había fallado antes. Se adentraron en el pueblo, pasaron por lo que parecía ser la plaza central, cruzaron entre los callejones que formaban las casas, se encontraron varias veces en unas plazuelas bastante extrañas para el azabache, parecían altares, arenas de batalla o quizá lugares de sacrificio; era difícil saberlo con tanta sangre.

- Minato, ¿De verdad sabes a dónde vamos?- Decía Sasuke mirando el cielo rojizo, en el centro de éste se encontraba el Sol, negro como un eclipse pero todo bajo él se veía carmesí; por su posición el menor dedujo que era medio día… quizá.

- Confía en mí. Éste es el camino.- El pueblo quedaba atrás, volvían a salir al misterioso desierto del Hades.

- Eso no es un “sí”…

 

 

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Los cuervos se arrojaban con devoción al vacío para zambullirse en la blanca y apetitosa carne esparcida por el suelo, mientras las sombras de los caídos se cernían sobre ellos y les arrebataban la comida a zarpazos. Demonios hambrientos, una molestia poco importante si se es como ellos.

- ¡Ya basta!- Una voz grave apartó lejos a los demonios asustados.- ¿Qué clase de burdo espectáculo es este?- Cuestionó con arrogante altanería, después dirigió la mirada al suelo y vio el platillo que degustaban aquellas criaturas. Gruñó con fastidio.- ¿Quién mató a esa idiota?- Los demonios murmuraron en un lenguaje extraño, sólo entendible por uno de los presentes.

- “Un ángel, su sangre sabe a arma de ángel”… eso es lo que dicen, hermano.- El hombre de cabellos blancos le devolvía la mirada al pelinegro, sus ojos marrones se veían desafiantes.

- Un ángel en el Infierno… ¿Qué buscará?- Un cuervo empezó a graznar llamando la atención del menor.

- Parece… que no viene solo.- El moreno lo vio extrañado.- Viene con uno vivo.

 

 

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Debían haber caminado por lo menos como 400 Km., según él, andaban por esos áridos caminos desde hace seis horas, matando a los demonios que se cruzaban en su paso y dirigiéndose a un lugar, literalmente, olvidado por Dios. Sus pies se sentían más pesados a cada paso que daba, pequeñas gotas de sudor resbalaban por su frente hasta la sien, y mientras más tiempo pasaba más débil se sentía, la fuerza se le escapaba. Una parte de él se sentía aliviada de que Minato se encargara de destazar a todos los demonios que se les ponían enfrente, pero otra parte, la que dominaba su honor y orgullo de asesino, se sintió avergonzada y retenida; es verdad que venían por un alma y debían causar el menor alboroto posible, pero si se le ponían enfrente algunos “habitantes” de la zona queriendo causar problemas tenía que mostrarse cortés, en términos homicidas, claro. Pero el rubio siempre se las arreglaba para acabar con ellos antes de que él siquiera pudiera desenfundar la espada; era bueno, lo reconocía, pero también era sobreprotector y eso lo incomodaba demasiado, quizá porque Minato fue un gran padre, o quizá porque el suyo nunca fue tan expresivo. De cualquier forma no le gustaba. Pero él sabía perfectamente que estando en tan peligroso lugar era sólo cuestión de tiempo para que se le presentara la oportunidad de usar la Chokuto, con o sin el permiso de Minato. Y eso sería exactamente lo que iba a suceder. El rubio caminaba un paso delante de Sasuke, se detuvo de pronto abriendo enormes los ojos y empuñando su kunai.

- ¡Sasuke, alerta!- Gritó al menor y ambos juntaron espaldas, listos para el combate. Varios demonios aparecieron de entre las sombras y los rodearon, se veían como personas comunes, pero ambos sabían que sólo eran disfraces de su verdadero rostro infernal. Sasuke vio entre aquella siniestra multitud algunos rostros familiares.

- Precioso muchacho.- Comenzó a hablar con voz ronca y enfermiza un hombre pálido de ojos dorados y largo cabello negro.- ¡Qué regalo! ¡Finalmente has muerto! No hay ningún otro sitio para ti además de este jeje.- Se relamió sus labios de serpiente.- Oh, no sabes las inmensas ganas con las que ansié que murieras y terminaras aquí, Sasuke. Vas a pagar lo que hiciste, y créeme, no te gustará.

- Orochimaru, no le adelantes detalles.- Decía con tono burlesco Danzo.- Ya lo sabrá con el tiempo.- Un brillo lujurioso se apoderó de sus miradas.

- Ustedes le destrozarán el culo por bastardo, pero yo sí lo voy a matar a la antigua.- Anko también estaba ahí al igual que Kabuto.- Sarutobi sensei te mató, ¿eh? Creo que al final fallaste como mejor asesino, idiota, y ahora lo pagarás.- Una sonrisa arrogante se colgó de los labios de Sasuke.

- Lo siento chicos, pero yo sólo estoy de paso aquí… de hecho, tal vez uno de ustedes sea el que necesito.- Miró por sobre el hombro a Minato buscando su aprobación, un gesto que le dijera que el maldito de Orochimaru o el infeliz de Danzo era el alma por la que habían venido. Su respuesta fue negativa. Eso lo impresionó, ¿Acaso buscaban a alguien más bastardo que ellos?

- Nadie está de paso aquí, Halcón.- Le aseguró Kabuto.

- Pues yo sí, y más si ninguno me sirve.- Dijo secamente mientras blandía la katana frente a ellos.

- Sasuke, no hagas algo estúpido.- Minato se inquietó un poco por la actitud desafiante del menor, después de todo, era un Uchiha.- “Tsk… joder con los Uchiha”- Pensó. Orochimaru soltó unas sonoras carcajadas y dio un paso al frente.

- Muy bien, si lo que quieres es jugar entonces… ¡Juguemos!- Los demás demonios se apartaron con rapidez ante el cambio de fuerza del pelilargo, Sasuke casi no podía creer lo que sus ojos veían, Minato por otro lado, trataba calmadamente de llegar a una solución para aquél problema. Orochimaru se había convertido en una enorme y blanca serpiente.

- Eso no… puede ser…- El azabache estaba perplejo. ¿De verdad sus ojos no lo engañaban? ¡Ese asqueroso asesino se había transformado en una maldita serpiente de 30 metros! El rubio simplemente se colocó delante de él para protegerlo.

- Demonios repulsivos.- Espetó con un poco de molestia, preparando su arma.

- ¡Vamos Orochimaru, destrózalos! ¡Arráncales los brazos y las piernas de una sola mordida!- Los gritos de aliento para su compañero atrajeron la atención de otros demonios que pronto llegaron al lugar para presenciar tan divertido encuentro. La gran serpiente se lanzó contra ellos; Sasuke salió corriendo hacia el demonio con la espada en alto, estaba listo para atacar, pero Minato lo sujetó del brazo y con fuerza lo sentó en el suelo detrás de él.

- Aquí te quedas que yo me encargo de esto.- Dijo con su típica calma, el menor no tuvo tiempo de objetar, pues el ángel ya había salido al encuentro de Orochimaru. Esquivaba con gran rapidez cada intento del demonio por atraparlo con sus mandíbulas, se movía con tanta gracia que hacía parecer al otro como un idiota, lento e incapaz de acertar un solo golpe; de hecho, esa sublime habilidad del rubio lo estaba desesperando, todos los golpes que el ojiazul hacía cortaban finamente su piel blanca de escamas, sangraba poco, pero estaba herido, ¡Y él no podía ni acercársele! Maldito ángel celestial, si acaso pensaba escapar de la batalla ileso y dejarlo a él como su saco de entrenamiento personal estaba muy equivocado, le iba a dar una buena paliza, más por humillarlo ante los otros demonios que por ser un ángel en sí. No lo podía dejar pasar.

Sasuke veía la batalla desde el suelo, tenía unas ganas enormes de lanzarse contra Orochimaru y matarlo de nuevo… y en cierto modo también a Minato; él podía cuidarse solo aunque estuviera en lo más profundo del Infierno, no había nada ahí que pudiera asustarlo o hacerlo retroceder, lo único que lo llenaba de terror era quedarse sin Itachi y eso no lo permitiría de ninguna manera. Había bajado hasta ese lugar por él, por su amor, y ese miedo inmenso de perderlo era también una inmensa valentía en su corazón, pensó que quizá sería estúpido, pero se sentía el hombre más fuerte del mundo con ese coraje en su alma, era como si pudiera hacer cualquier cosa en nombre de su nii-san, incluso enfrentar una horda de demonios y salir victorioso de ello, escapar con vida del Infierno o por lo menos con la suficiente como para volver a aquella celda donde estaba él y morir en sus brazos al encontrarlo recuperado, nuevamente en su estado normal, con ese bellísimo rostro de ángel; él era el único ángel que reconocía, era la única criatura que recibía su amor sin medidas y estaba dispuesto a morir en ese Pandemonio por él, por salvarlo, porque lo amaba… si tan sólo él correspondiera ese sentimiento…

Danzo y los otros se apiñaban detrás de él como lobos al acecho, sigilosos y letales; cómo querían destrozar cada parte del Uchiha, su cuerpo mortal, su alma y su mente, hacerlo que suplique por tanto dolor y humillación ¿Cómo se vería un asesino tan orgulloso en ese estado? ¡¿Cómo se vería Sasuke Uchiha así?! Ellos sabían la respuesta: simplemente hermoso, patético y desquiciante. Violable. Sus manos se tornaron en garras nefastas mientras se aproximaban a su cuello, queriendo estrujarlo con fuerza pero no la suficiente como para matarle, no aún. Los que alguna vez fueron dientes ahora crecían como colmillos feroces, sin duda arrancarían carne, sangre y gritos de aquél mortal. Minato estaba demasiado ocupado para notar el peligro que se acercaba a Sasuke y éste sencillamente estaba perdido en sus pensamientos. La oportunidad perfecta.

Chorros de sangre saltaron al aire seguidos por alaridos de cruento dolor. Los demonios retrocedieron asustados; de la afilada hoja negra de la katana corría un fino hilo de sangre obscura que terminaba en el suelo arenoso, formando un pequeño y siniestro río entre la suave tierra, rodeando las manos y dedos mutilados que alguna vez pertenecieron a aquellos confiados seres malditos. Sasuke estaba en guardia, arrodillado en el suelo y cubriéndose con la espada; por alguna razón, sabía lo que iba a sucederle, sabía de hecho la posición exacta de en dónde estaban todos esos demonios a sus espaldas… ¡Dios, hasta sabía perfectamente cómo sostener un arma que nunca había utilizado! Podía atacar, defender y usar la Chokuto con una facilidad extraordinaria, digna de un gran guerrero diestro con las armas de ese tipo… sí, un gran guerrero como lo era Itachi. Por un segundo sintió la duda apoderarse de su corazón. ¿Itachi estaría sufriendo de nuevo al usar sus habilidades de batalla? ¿O quizá esa destreza era la mitad del poder que del mayor adquirió por contrato? Cómo saber…

- Muy bien Sasuke, te crees un asesino muy bueno ¿verdad?- Las palabras de Danzo estaban llenas de ira.- De hecho, te crees el mejor y más bastardo asesino de todos los tiempos ¿no es así? ¡Pues te voy a demostrar tu error!- El azabache le había cortado un par de garras, con las que le restaban se arrojó al Uchiha dispuesto a atravesarlo. Minato esquivo un ataque más de Orochimaru sin problemas, volteó el rostro para asegurarse de que Sasuke estuviera bien, pero cuando vio cómo Danzo se acercaba peligrosamente hacia él perdió la concentración en la batalla.

- Sasuke.- Trató de aproximarse a protegerlo; la enorme y blanca serpiente aprovechó el descuido del moreno y le dio un golpe fulminante por la espalda con su cola, fue un terrible latigazo que lo lanzó lejos del Uchiha, tumbándolo estrepitosamente en el suelo. Se rompió varios huesos y quedó semiinconsciente. El azabache se asustó un poco al ver el tremendo golpe que le habían dado al ojiazul, no le caía tan bien como para llamarlo amigo pero eso no quería decir que no se preocupara por lo que le pasara. Miró con desdén a Danzo.

- No. Yo no soy el más bastardo asesino de todos.- Agarró con fuerza la katana, levantándola decididamente. Los demás demonios se dejaron venir detrás del demonio Shimura.- Yo, lo único que soy…- Los seres oscuros saltaron como fieras sobre él para caerle encima. Sus ojos negros se volvieron color sangre.- ¡Es su amante!- Su poder corrió a través de la hoja del arma y se convirtió en un brillo cegador; cientos de relámpagos iluminaron esa pequeña zona del bosque desértico del Hades, atravesando a las almas malditas que lo atacaban y reduciéndolas a cenizas negras. Los ojos dorados de Orochimaru vieron con sumo deseo al Uchiha; una vez recuperado de lo que había hecho, corrió hasta donde estaba Minato para ver qué tan mal estaba.

- Joder, resiste.- Dijo inútilmente al ver sus ropas manchadas de sangre. Antes de que pudiera pensar cómo iba a ayudarlo Orochimaru los rodeó con su gran cuerpo de serpiente. Sasuke empuñó la katana listo para lo que intentara esa colosal bestia. Una voz de detrás de la serpiente lo puso aún más alerta.

- Así que tú mataste a Ino… Vaya que han hecho un desastre aquí tú y tu amigo, pero tú eres algo excepcional ¿cierto?- El hombre de tez morena y ojos marrones lo miraba hacia abajo, con aire de superioridad; junto a él venía un hombre de piel un poco más clara, cabello blanco y ojos como los suyos. Sin duda eran familiares. Minato habló difícilmente a Sasuke pero él lo escuchó perfectamente.

- Él es al que buscamos… su alma, la más oscura de todas las que han caído aquí… Hashirama Senju.

 

 

Notas finales:

Hasta yo me quedé sin palabras n_nU

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