Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El asesino de la Muerte por Isaku Uchiha

[Reviews - 94]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

WIIIIIII he aquí la conti, jeje más pronto de lo que creí siiiiiii XD ya casi termino en la escuela, así que tendré más tiempo para terminar este fic, que la verdad ya le queda muy poco para acabar :3 y después podré continuar con algunos proyectitos que tengo por ahí pensados así que...

 

A LEER SE HA DICHO!!!! ^o^

 

 

- Has sufrido mucho… Nagato…- La pequeña y maltratada pluma carmesí se iluminó intensamente al ser tocada por el ángel, quien la acercó a su mejilla y la acarició con un gran amor. Sasuke le miró de pies a cabeza, muy atento a lo que hacían el par de alas blancas con el alma que había vencido, y todo lo que atinó a decir fue una cosa.

-… Konan…- La chica le dirigió una mirada cálida con esos ojos miel que poseía. Entonces el Ángel de La Muerte cayó en cuenta de lo que había dicho y se sorprendió.- ¿Cómo es que… te conozco? ¡Si nunca nos hemos visto!- La peliazul amplió un poco más su sonrisa ante la incertidumbre del menor, y con voz serena respondió dulcemente.

- Es por los recuerdos de Itachi, ahora son tuyos.

- ¿Itachi…? ¿Tú lo conociste? Ah, sí… ¡Ya recuerdo!- A través de su mente los recuerdos de su amado pasaban como una tira de película; todo lo que Itachi había hecho, lo que había dicho, incluso lo que había pensado y sentido, todo daba vueltas en la cabeza de Sasuke como si fuera su propia historia, reviviendo cada memoria con un detalle y nitidez precisos.- Sí… ya recuerdo…- Entonces su mirada correspondió a la de Konan; guardó la compostura y habló con prudencia.- Lo siento mucho, pero ya imagino a lo que has venido y mi respuesta es no. Esa alma me pertenece, debe ser castigada por sus faltas.- Los suaves ojos ámbar miraron con tristeza a los negros de La Muerte, pero aún conservaron aquella amable sonrisa.

- Precisamente… por eso estoy aquí.- Se aproximó hasta donde estaba el azabache con paso lento pero firme, éste no hizo ningún movimiento, pues sabía que no había peligro; cuando Konan estuvo frente a Sasuke se detuvo, lo miró por unos segundos, y después hizo algo que sorprendió al menor. Se arrodilló a sus pies en forma suplicante.- Si no desea concederle el perdón a esta infortunada alma, entonces… por favor, tome la mía también.- Alzó un poco el rostro para verle a los ojos y mostrar la verdad de su decisión.- Se lo suplico… Gran Ángel de La Muerte.- El asesino trató de mantener su rostro imperturbable, pero era algo sumamente difícil por la impresión que lo invadía; cuando lo logró, preguntó sin cambiar su semblante.

- ¿Por qué deseas acompañar a un condenado sin esperanza en su dolor?- La chica lo miró con una intensidad indescriptible en sus ojos, dándole la respuesta que menos quería oír; lo sabía, porque él mismo llegó a tener esa mirada.

-… porque lo amo…- Respondió sincera a la pregunta de La Muerte. El eterno silencio hizo su aparición entre ambos invadiendo el lugar alrededor; estaban lejos de la batalla, por lo que no serían interrumpidos. Después de permanecer un largo tiempo de esa forma, fue la voz de Sasuke la que cortó el silencio.

- Te recuerdo… a través de las memorias de Itachi, te recuerdo…- Sus orbes negras se prendaron fijamente en la nada, volviendo en el tiempo dentro de su cabeza y recreando ante sus ojos una imaginaria y antigua escena de lo que pasó.

 

 

////////////////Flash Back\\\\\\\\\\\\\\

 

 

La tarde moría lenta en el horizonte con un precioso atardecer, regando sus débiles y delicados ases de luz sobre los edificios en la tierra. Konan andaba de un lado a otro en el claustro, paseaba distraídamente en los pasillos del lugar que ahora se encontraban desiertos; todas sus compañeras se habían marchado a hacer sus deberes del día, pero ella los había terminado sin problema, así que tenía el resto de la tarde libre. Llegó al jardín donde conoció a aquél tierno ángel de La Muerte, su corazón se aceleró sin poderlo evitar por todos los recuerdos que la invadían; con cada día que pasaba, un sentimiento extraño pero a la vez imperioso se apoderaba de su corazón sin que supiera cómo reaccionar a él. Sabía bien lo que era, pero no podía permitirse sentir aquello, había hecho un voto de castidad, su amor ya tenía dueño en aquél encierro de religión, supuestamente. Pero aún así no podía negarlo, y no podía porque no quería.

- Konan-chan.- Una voz conocida la sacó de sus pensamientos, haciéndole levantar el rostro de su ensimismamiento y mirar a los ojos bermellón del apuesto azabache que le llamaba.

- Itachi-san… hola.- Respondió un poco sorprendida por la inesperada presencia del otro; el ángel estaba sentado en el mismo lugar en el que ella estaba la primera vez que vio a Nagato, con sus piernas cruzadas elegantemente y las manos sobre ellas, denotando un porte de majestuosidad. Entonces se levanto con delicadeza y se encaminó hasta la chica, tendiéndole caballerosamente la mano para invitarla a sentarse con él.

- Hay algo que deseo hablar contigo, por favor…- Se inclinó un poco para indicarle que la acompañara; ella aceptó. Conocía a Itachi desde aquella vez en que por su culpa se había revelado la amistad entre Nagato y ella, y aunque fueron pocas las veces en las que se veían por decisión de su pelirrojo amigo, Konan estaba segura de que Itachi era una muy buena persona, era amable y cortés, destacaba por su templanza, todo un caballero, por eso no entendía porqué Nagato parecía incómodo con su presencia, o porqué ahora Itachi parecía estar triste.

- ¿Qué ocurre, Itachi-san? ¿Acaso has venido por el alma de alguien?- Itachi le miró fugazmente con un aire de angustia que la chica no notó.- No he escuchado que alguien haya muerto… sabes que de ser así nosotras seríamos las primeras en enterarnos, todos los funerales del pueblo son aquí…

- No ha muerto nadie, no aún…- Su mirada roja se perdió en el suelo; la peliazul le imitó.

- Entonces… estás aquí para cuando suceda, ¿verdad?- El azabache asintió con la cabeza.

- No sólo eso… yo haré que suceda.- Dijo con un tono extraño en su voz que la de los ojos ámbar no pudo traducir más que como pesar.

-… ya veo…- Trató de cambiar un poco el aire tenso que de pronto se había formado.- Supongo… que vendrás por el señor Sabaku no; últimamente ha estado muy enfermo y pues, los años se hacen presentes…- Miró a Itachi por un momento, pero no pudo ver más allá de los mechones oscuros que cubrían el rostro del joven, así que volvió los ojos al suelo.- Sus tres hijos ya han venido a preparar todo… es muy triste verlos así de-

- He venido por ti.

Sintió como si su corazón se hubiera detenido. Por un instante, le pareció que las hojas que caían de los árboles se habían parado. La Muerte la había ido a buscar.

Por instinto se apartó lejos de Itachi.

-… por… mí… ¿Por… qué…?...- Dijo trémulamente con el miedo a flor de piel; el azabache se levantó de su asiento procurando no asustar más a la peliazul, sabía muy bien por lo que estaba pasando.

- Konan-chan…- La chica se tranquilizó un poco al oír su nombre; no teniendo más opción ante lo natural e inevitable se resignó, porque después de todo la muerte les llega a todos, y una simple jovencita de claustro no sería la excepción.

-… ¿Qué es… lo que me pasará?... ¿Algún… accidente?- El ángel negó despacio.

- Será… una muerte tranquila, lo prometo.- Los ojos miel se atrevieron a mirarlo; así fue como Itachi se dio cuenta de que Konan estaba al borde de las lágrimas. La dulce voz llegó hasta sus oídos inmortales en un hilillo apenas perceptible, pidiendo desconsoladamente una simple respuesta antes de quebrarse en el aire.

-… ¿Por qué?...- Irónicamente parecía que el alma se le había ido en el suspiro que exhaló para hablar. Los ojos bermellón le miraron con una tristeza mayor. Después de tantas muertes que había hecho, por primera vez sentía aquello llamado remordimiento asesino; y fue por eso que tardó en responder.

- Tu muerte ha sido adelantada… por órdenes de La Gran Muerte… el padre de Nagato, y el mío…- Habló con la verdad. Los ojos de ámbar se estremecieron al escuchar tan sorprendentes palabras, y haciendo trabajar velozmente a su cerebro dio con otra cuestión que el ángel debía responderle, ya por última voluntad, ya por lástima.

-… ¿Esto es… por Nagato?... ¿Es porque las Muertes no se pueden enamorar?... ¿Es… por eso?...- Itachi sabía poco sobre los sentimientos humanos, nunca sintió interés en un tema tan vano y a la vez complejo, pero no era como si hubiera decidido ignorar su existencia. Como Muerte, había visto millones de veces a los hombres caer aterrados al suelo y aferrarse a sus piernas pidiendo por una segunda oportunidad, rogando por un perdón a su mortalidad, incluso los hombres que parecían más nobles y llenos de entereza habían sucumbido ante la innegable realidad de su fin, claro, implorando una condición a cambio de su salvación. Y de la misma forma en que había ocurrido con esos hombres, se preguntaba irremediablemente, si ahora sería igual…

- Konan-chan…- La chica lo miró aún más atenta.- Si La Gran Muerte te concediera el perdón… a cambio de que abandones para siempre ese sentimiento hacia Nagato… ¿Aceptarías?- Los labios de la chica se abrieron un poco gracias a la impresión.- Realmente… ¿Podrías dejarle en el olvido, para salvarte a ti misma?- El silencio reinó en aquél bello jardín; sólo un leve soplo del viento se atrevió tímidamente a romperlo arrastrando unas hojas secas detrás de sí. La rojiza mirada inquisidora se perdía en la admirada de color miel, hasta que ella habló.

-… ¿De verdad… La Muerte perdona… así?... ¿En verdad…?- Itachi no mostró ningún cambio en su semblante, debía mantenerse imperturbable a los ojos de la mortal si quería que le respondieran con la verdad.

- ¿Aceptarías?- Volvió a decir con seriedad. Finalmente, obtuvo su respuesta.

-… por supuesto…- Bajó la mirada decepcionado. Había esperado más de aquella chica que logró cautivar a su hermano.- ¡Por supuesto que no!- Le miró con asombro ante el grito que dio; de pronto, pudo ver cómo la vivacidad había vuelto a la hermosa mirada ámbar.- Si esa es la única manera de que yo permanezca con vida entonces anda y toma mi alma, porque no pienso negar algo que siempre fue verdad. ¡Si La Muerte realmente es capaz de perdonar de esa manera, entonces es una maldita y cruel despiadada!- Itachi no dejaba de verla con cara de admiración total.- ¡Que me mate de todas las maneras que desee, pero jamás lograra que yo diga que no amo a Nagato! ¡Jamás!- El azabache sonrió muy levemente sin ser notado; unos segundos después, Konan se dio cuenta de lo que había dicho.-… yo… lo amo… dije que lo amo…- Se repitió a sí misma tratando de creer lo que había salido de sus propios labios.

- Sí, amor.- Le reafirmó el Uchiha ganándose una mirada extrañada de su parte. Él continuó.- El autosacrificio por otra persona es el más grande amor que puede existir entre los mortales, pero, si ese autosacrificio es por alguien que no es mortal entonces… estamos hablando de puro y verdadero amor.- La peliazul no podía apartar la mirada de fascinación que había puesto sobre Itachi después de que éste terminara de hablar, tan profundo y maravilloso fue lo que el ángel le reveló, que a pesar de la situación sintió una paz inmensa invadiéndola por completo. Unos minutos pasaron así sin decir ni una palabra más, ya no había más dudas o preguntas que responder por parte de ninguno.

El Sol se ocultaba lentamente a lo lejos; unos pajarillos revolotearon juguetones sobre el cielo que cubría el jardín del Claustro de la Redención, cantando inocentes y partiendo hacia otros cielos. Konan sonrió. Se acercó de nuevo hasta donde estaba Itachi de pie y le habló completamente libre.

- Itachi, tal vez no esté en tu poder hacer esto pero… prométeme que Nagato estará bien si yo me voy… al menos, dame una pequeña esperanza de que él se salvará…- Le tendió su mano al ángel; Itachi entendió todo.

- Aunque no esté en mis manos…- Tomó su mano y la abrazó con toda caballerosidad.-… te juro que Nagato será libre de su dolor… el destino no lo abandonará, y yo tampoco lo haré…- La peliazul amplió su sonrisa a la vez que cerraba los ojos, recargando su mejilla en el pecho de Itachi.

- Entonces… es hora…

- Sí…- Un frío escapó de los dedos de Itachi y recorrió el cuerpo de la chica, llegando hasta su pecho y corazón. La gélida ventisca que se colaba hasta sus huesos pronto se convirtió en una cálida sensación llena de tranquilidad, exhalando su último aliento en los brazos de la Muerte.

-… Nagato…

 

 

////////////////Fin Flash Back\\\\\\\\\\\\\\

 

 

La mirada oscura de Sasuke se quedó en la figura sumida a sus pies, recorriendo distraídamente su silueta.

- Levántate.- Dijo firme pero sin ser prepotente. Konan así lo hizo.- El ángel que se postra ante La Muerte, suplicando por un alma maldita, esa eres tú.- Sus ojos se apartaron de la mirada del ángel de alas blancas, no sabía bien cómo reaccionar ante lo que estaba por hacer.- Si te separo de esa alma, sin duda sufrirás… y si te castigo junto a ella, de igual forma sufrirás.- Hizo una pausa.- La Muerte es justa, y castigarte no sería justo, puesto que no has hecho nada para merecer una pena.

- Entonces…- Miró esperanzada a Sasuke, éste volvió su mirar a ella.

- Si te quedas con esta alma… ¿Qué harás con ella?- Konan pensó en lo que respondería, y sin mostrar miedo habló.

- La curaré, hasta que vuelva a ser una inocente.- El azabache asintió un par de veces ante la seguridad con la que habló la de ojos miel, bajando la mirada al pensar detenidamente en sus palabras. Respiró profundamente y contuvo el aire por unos segundos, luego lo soltó con desgano y le miró otra vez.

- Está bien, puedes quedárt- No había terminado de hablar cuando el ángel se le lanzó encima abrazándolo fuertemente, agradeciendo por su compasión.

- Gracias…- El Uchiha se quedó estático por unos momentos mientras su mente acababa de procesar lo que ocurría. Los brazos de Konan le rodeaban el cuello efusivamente, podía escuchar en su oído unos leves sollozos de felicidad que el ángel trataba de reprimir.-… gracias…- Volvió a oír su voz agradecida. Después de pensárselo bien, se dio cuenta que no habría nada de malo en corresponder el abrazo, y eso fue lo que hizo, rodeando con sus manos a la chica.

A lo lejos, ambos ángeles eran observados por Minato y Madara.

- Nunca pensé que Sasuke fuera capaz de hacer algo semejante.- Dijo el rubio un poco asombrado.- Mira que perdonar así de fácil a alguien que le causó tanto daño… bueno, es tan impropio de un Uchiha.

- Minato, sabes tan poco sobre nosotros…- Dijo burlonamente Madara a su amigo al voltearlo a ver; después volvió a posar su mirada en Sasuke.- En este mundo todo es posible… incluso ser perdonado por un Uchiha.- Sonrió.

Konan deshizo el abrazo con Sasuke y lo miró directo a los ojos mientras se secaba las pequeñas lágrimas que habían escapado por sus mejillas.

- Tomará tiempo, pero te prometo que cuando Nagato esté bien, ya no habrá ningún rencor entre ambos.- Dijo sonriente al menor.

- Sin duda que tomará tiempo.- La Muerte dio una mirada alrededor para encontrarse con las plumas negras que yacían esparcidas por doquier, algunas ya habían sido llevadas lejos por el viento, muy lejos de ese lugar. Regresó su mirada con el ángel- Tendrás que recuperar cada pluma que se ha ido, y será un trabajo difícil.- Konan negó despacio, y manteniendo su radiante gesto le explicó.

- No es necesario. Esas plumas son la esencia de una Muerte, son las ataduras que ya no necesitará más. La única que de verdad importa, donde están guardados sus sentimientos y esperanzas, es ésta…- Alzó la pequeña pluma carmesí ante La Muerte; Sasuke sintió una gran ilusión considerando aquella posibilidad.- Es todo lo que se necesita.- Pegó la pluma a su pecho con un inmenso cariño, y después se acercó hasta el distraído azabache para depositar un suave beso en su mejilla izquierda. El Uchiha se sonrojó quedando por demás sorprendido.

- Eh…

- Serás una gran Muerte, Sasuke, una muy amable.

-… gracias…- Dijo torpemente gracias al beso de la chica.

- Entonces me voy, pero nos volveremos a ver.- Le dedicó una inmensa sonrisa al azabache, éste correspondió con una pequeña, aunque para él hubiera sido igual de grande que la de Konan por la rareza de su frecuencia en él. Las alas blancas se abrieron y el ángel se elevó al cielo rojizo seguido por la atenta mirada de La Muerte; a lo lejos, Sasuke pudo ver a la chica unirse al resto de los ángeles que ya partían del Infierno.

- Buen trabajo Sasuke. Itachi estará orgulloso de ti.- Dijo Madara detrás de él; se giró para ver a los dos que habían llegado.

- ¿Qué ha pasado con los demonios?

- No te preocupes por eso, Sasuke; los que no murieron escaparon, pero no quedaron muchos que digamos. Las demás Muertes salieron a cazarles.- Le respondió Minato con su habitual alegría.- Parece que tanto las Muertes como los ángeles tendremos un trabajo muy tranquilo con las almas por una buena temporada.

- Ya veo… eso suena bien.- Dijo restándole importancia al asunto.

- Muy bien, de hecho. Con tan pocos problemas con las almas, tendríamos tiempo para, no sé, una… ejem… fiesta, quizá.- El ángel clavó sus ojos azules en Madara para hacerle entender la indirecta.

- Es cierto, una fiestecita no estaría mal para agradecer a todos por su ayuda… y para celebrar tu nuevo trabajo, Sasuke.- El Uchiha mayor apoyó a la causa.

- Olvida la fiesta Madara, ¿A mí qué mierdas me va a importar una estúpida fiesta? Ahora mismo me vas a decir cómo hago para que Itachi vuelva.- Tanto Madara como Minato se mostraron sorprendidos por lo que había dicho el menor, no pudieron más que intercambiar unas tristes, y cómplices miradas entre ellos, hasta que finalmente el Uchiha mayor respondió.

- ¿Sabes? Estoy casi seguro de que Nagato te lo dijo, lo de la “Muerte Eterna”, ¿verdad?- Lo miró con profundidad, pero Sasuke no entendió a donde quería llegar.- Pues resulta que lo que dijo… todo… es verdad.- El menor tardó un poco en reaccionar, pero sólo pudo decir con voz fría.

- ¿Y eso qué se supone que significa?- Madara respiró un poco forzado al mismo tiempo que miraba a Minato para que le ayudara. Era una situación bastante difícil porque Sasuke estaba demasiado encaprichado como para entender.

- Sasuke…- El aludido miró al rubio que le llamaba.- Itachi no va a regresar… la Muerte Eterna significa el fin absoluto; se deja de existir…

- ¿Dejar de… existir?- Repitió el Uchiha menor con un evidente enojo en sus palabras que hizo que apretara los puños y los dientes.

- En términos simples, los vivos están vivos porque poseen un alma, y las almas existen porque alguna vez estuvieron vivas; sólo un poder verdaderamente excelso e inconmensurable es capaz de crear algo tan complejo y hermoso como un alma… y me temo que ese poder le es ajeno a La Muerte.- Muy a su pesar, con una gran opresión en el pecho Sasuke comenzaba a atrapar el hilo del asunto.- No podemos crear vida, por lo tanto, las Muertes que engendramos carecen completamente de alma, sólo son meras existencias con un toque de personalidad; son seres vacíos.- El mayor contemplaba la desolada mirada que se había formado en el rostro del asesino tras la abrumadora verdad.- Itachi estaba vací-

- ¡No es verdad!- Gritó furioso el Uchiha menor. Ya no deseaba escuchar nada más de aquello, sencillamente le parecía una mentira cruel.- ¡No te atrevas a decir semejante idiotez! ¡Que ninguno se atreva!

- Sasuke…- Ambos ángeles estaban sorprendidos por la repentina actitud enfurecida del otro.

- ¡¿Crees que no lo conocía bien?! ¡¿Crees que me enamoré de un simple cascarón vacío?! ¡Itachi era un verdadero ángel! ¡Era mi vida y mi amor, así que no te atrevas a decirme que era un insensible hueco sin alma cuando él mismo me dijo que me amaba!... ¡Eso no se puede fingir!... maldición…- Sin poderlo evitar, unas gruesas y amargas lágrimas empaparon su rostro.-… él dijo… que me amaba… ¿cómo podría decir alguien sin alma una cosa así?... ¡Es mentira!...- Y entonces recordó lo que había pasado hace un momento.- Konan… ya veo… son los ángeles los que pueden crear a las almas, ¿verdad? Es por eso que Konan se llevó el alma de Nagato… ¿o eso… no era un alma en realidad…?- Estaba confundido, ahora ya no sabía qué creer. Por un lado la peliazul le había dicho que esa pequeña pluma roja era el alma de Nagato, por lo tanto, la pluma que él tenía de Itachi era su alma, pero si ahora Madara le decía que en realidad las Muertes no tienen alama entonces… entonces… ¿Qué mierdas se supone que debía pensar? ¿Qué era en realidad la pluma escarlata de ambas Muertes?- Las almas… y las plumas… ¡Joder, alguno responda! ¡¿Qué se supone que hará Konan con esa pluma si no es un alma?!- Su tristeza se tornaba desesperación; había creído por un momento que era posible revivir a su amado nii-san, pero ahora todo resultaba tan efímero y cruel que no podía encontrar consuelo en nada.

- Pues… con respecto a la parte de los ángeles, puedo decirte lo que sé.- Minato habló esperando tranquilizarle un poco con sus palabras, pues lo que iba a contarle no era muy prometedor. De cualquier forma, Sasuke se mostró interesado, y quizás hasta esperanzado en ello.- Nosotros no podemos crear almas tampoco, es una habilidad que nos supera, lo único que hacemos, y que es el propósito fundamental de nuestra existencia, es curar las almas heridas; repararlas con cariño y delicadeza, sólo eso. Así que creo… ese debe ser el plan de Konan con esa pluma.

- ¡Pero aún así, para hacerlo deberían tener un alma con la cual trabajar y si Konan se llevó la pluma de Nagato con ese fin entonces eso prueba que sí tienen alma y es la pluma!

- Eso suena lógico, pero no sé…- Madara se había llevado una mano a su mentón en forma pensativa, pero después de decir aquello Sasuke estalló.

- ¡¿Cómo mierdas que no sabes?! ¡¿No se supone que La Gran Muerte Madara Uchiha lo sabe TODO sobre las almas?! ¡¿Acaso me estás jodiendo?!

- Te recuerdo, niño, que ahora La gran Muerte eres tú, así que si alguien debería saber lo que pasa, ERES TÚ.- Se defendió astutamente el mayor pero conservando esa mirada fría y penetrante característica de un Uchiha.

- No te quieras hacer el chulo, Madara. ¡La verdad es que no sabes una mierda!

- No sé una mierda porque esto jamás había pasado, y en cualquier caso, ¡Que no se te olvide que soy más viejo que tú! Sin duda sólo eres un niñato en pañales comparado con lo que yo sé.

- ¿Ah sí?- Le respondió el menor cabreándose cada vez más.- ¡¿Y dime de qué carajo sirve que seas tan jodidamente sabio si no puedes hacer nada ahora?!

- ¡Ya te dije que algo así no tiene precedentes! ¡¿Cómo esperas que sepa qué hacer?!- Le respondió tan molesto como estaba el otro.

- Entonces no eres tan malditamente inteligente como crees, ¿verdad idiota?

- Si con todo lo que sé soy un idiota dime, ¿Qué serías tú entonces? ¡¿Un puto retrasado?!- La tierra bajo sus pies comenzó a sacudirse de una forma extremadamente violenta, siendo sólo notado por el rubio que presenciaba un tanto asustado la pelea entre ambos Ángeles de La Muerte.

- ¡Este puto retrasado te va a hacer pedazos, imbécil!

- ¡Quisiera ver que lo intentaras, mocoso!- Ambos convocaron sus guadañas y se prepararon para dar un golpe mortal; un instante antes de que chocaran armas, la pluma escarlata de Itachi comenzó a brillar intensamente haciendo que las dos Muertes se detuvieran.

- ¿Y esto…?- Sasuke bajó la hoz de Itachi y sacó de la bolsa del abrigo la incandescente pluma mirándola embelesado.- Itachi…- Pronunció su nombre con gran tristeza; Madara bajó también su arma y miró interesado el último trozo que quedaba de su hijo sobre la palma del menor. En ese momento Minato fue testigo de una de las cosas más sorprendentes que pueden llegarse a ver en la vida: dos asesinos consumados compartiendo una gran tristeza. De todo el tiempo que conocía a los Uchiha, nunca había visto tanta expresividad en ellos, jamás los había visto permitirse expresar su dolor tan abiertamente, como si se encontraran solos. Era extrañamente cautivador; como ver a una feroz bestia portarse noble ante un precioso tesoro.

Pero no podía distraerse más; la historia aún no terminaba, no hasta cumplir con el final.

Aprovechando la guardia baja de ambos Uchiha, tomó de un fuerte movimiento la pluma y la guardó entre sus ropas blancas. Tanto Madara como Sasuke se sorprendieron en el acto, pero fue éste último el que reaccionó con mayor fuerza.

- ¿Qué demonios estás haciendo, Minato? ¡Devuélveme esa alma!- El rubio se mantuvo sereno ante la furia amenazadora de La Muerte, y así pudo contestar con elegancia.

- En realidad no sabemos si ésta es un alma…- El asesino hizo un ademán de desprecio con la boca y empuñó de nuevo la guadaña de su aniki, pero antes de que pudiera lanzar su ataque el ojiazul continuó.- Ya que La Muerte no es capaz de determinar la naturaleza de este asunto, será el Reino de los Cielos el que determine cómo ha de procederse al respecto.

- ¿Qué dices…?

- Me llevaré esta pluma. Será estudiada para descifrar su existencia, y cuando lleguemos a una conclusión, yo mismo les informaré sobre el reporte hecho.- Sentenció finalmente. Sasuke no se lo podía creer. Estaba convencido de que esa pluma era el alma de Itachi, y no lo iban a apartar de él otra vez.

- ¡Te llevarás a Itachi sobre mi cadáver!

- Lo siento mucho, Sasuke, pero no tengo el tiempo.- Sin más, el ángel desplegó sus blancas alas y se elevó hacia donde volaban sus últimos hermanos que salían del Hades. El abrigo de Itachi se convirtió en el par de alas negras y éstas se abrieron para seguir al rubio.

- ¡No te dejaré ir!

- No deberías ser tan impulsivo.- Le sugirió Madara con un tono de voz que lo hacía parecer indiferente a lo que pasaba, y desde luego, Sasuke lo ignoró por completo. El menor dio un salto al aire para emprender la persecución contra el ángel, y cuando estuvo en el aire ordenó a sus alas seguir con fuerza hasta su objetivo, pero al momento en el que éstas se extendieron una debilidad aplastadora invadió su cuerpo, desfalleciendo irremediablemente y cayendo de igual forma a la arena. La hoz desapareció en una neblina negra al mismo tiempo que las alas de cuervo regresaban a su forma de abrigo. Madara se acercó hasta él y lo miró, lanzando un suspiro cansado al aire.- Te lo dije… el poder de La Gran Muerte es agotador.

 

 

Notas finales:

Jejeje Sasuke no aguanta nada XD nos leemos en los reviews!!! :3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).