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Secreto Nocturno por Marieene

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Notas del capitulo:

Adoro esta pareja, pero no me salio como yo queria el fic -.-

Secreto Nocturno

 

Siempre que miraba el cielo nocturno, veía su rostro en el. No debía buscarlo, cada vez que miraba hacia arriba en una noche despejada y oscura, veía la constelación de aquella persona a la que amaba, brillando más que las otras, incluso, más que la suya propia, o eso le parecía a él.

Cada noche podía pasar horas mirando hacia arriba, observando aquellos puntitos brillantes en el basto cielo exento del gran y poderoso sol. Apreciando esa figura que se formaba ante sus ojos. Le parecía tan bello el paisaje que no podría pasar una noche sin verlo por lo menos unos segundos.

Amaba las noches… porque también amaba a la persona que siempre iba al caer el sol.

Como cada medianoche, ni bien se desocupaba de sus obligaciones y de sus encargos, se sentaba en las escaleras de la entrada a su templo. Esperando.

No recordaba exactamente como había sido que acordaron encontrarse luego de terminado cada día. Varias veces se había puesto a pensar en aquello, aunque nunca había conseguido una respuesta. Pero de algo estaba seguro, y era de que jamás había faltado a uno de sus encuentros, y él jamás había dejado de sentarse en aquel mismo lugar. 

Estaba algo fresco, cada vez que el fuerte viento lo golpeaba, un escalofrió recorría su espalda haciendo que se acurrucara aun mas. Pero ni el peor de los inviernos, ni la pero de las tormentas evitaría que no lo esperase en aquel lugar.

No importaba que tan cansado se encontrara, o que tan adolorido por alguna pelea estuviera, le había prometido que siempre lo esperaría y eso haría.

Escuchaba atentamente el canto de los insectos, el aleteo de las aves.

Esa noche se sentía ansioso, hacia varios meses que una misión lo había alejado del santuario y por ende, lo había alejado de aquella persona a la cual no podía dejar de esperar. Deseaba verlo, tocarlo, sentirlo. Hoy mismo había regresado con éxito de la misión y estuvo esperando que se hiciera la hora de sentarse en el frio mármol de la escalera.

En ese momento cruzó una estrella fugas, y sonrió. Nunca había apreciado tanto el cielo como hacia desde que él aparecía cada noche.

Y entonces escucho pasos acercándose lentamente. Sonrió entusiasmado. Allí venia a su encuentro. ¿O era él que se encontraba allí afuera, sentado, esperando encontrarlo?

La figura lejana y oscura comenzó a tomar forma y color. El andar lento y firme de un joven se aproximaba cada vez más y con cada paso su ansiedad aumentaba al igual que su sonrisa.

Apresúrate decía en un suspiro sabiendo perfectamente que el otro no lo escucharía.

Sin moverse del lugar, esperó a que aquel muchacho estuviera frente a él. Viéndolo desde arriba. El joven, permaneció quito en la base de la escalera, sin poner un pie aun en el primer peldaño. Encontrando sus miradas.

Impaciente, le hizo una seña con la mano, incentivándolo a que continuara. Y el otro no dudo, comenzó a subir las escaleras, un escalón a la vez.

Y cuando hubo llegado al escalón donde el mayor lo esperaba sentado, sonrió por primera vez. Haciendo suspirar al otro ante tal brillante sonrisa.

Separo las piernas e hizo un movimiento suave con la cabeza, a lo cual el más joven entendió y se sentó entre las piernas del otro, siendo inmediatamente abrazado con anhelo y desesperación.

-  Te he extrañado, pequeño.- dijo susurrándole en el oído, mientras lo abrazaba con más fuerza. - no sabes cuanto te he añorado. – con delicadeza, tomó la barbilla del que se encontraba entre sus piernas, y acercando su rostro le dio un pequeño beso, cargado de ternura y amor. Consiguiendo que el más joven cerrase los ojos, disfrutando aquel pequeño gesto.

Al separarse del pequeño beso que fue casi un rose, contempló el rostro juvenil de aquel, con sus cabellos de un castaño claro y pequeñas ondas, con su piel blanca y endemoniadamente suave, sus labios rojizos y carnosos que tentaban a pecar. Todo su ser, su cuerpo era como algo prohibido.

Con cuidado se puso de pie, haciendo que el otro también lo imitara.

- ¿Vamos? – preguntó sabiendo cual seria la respuesta. Y un leve asentamiento de cabeza por parte del otro lo confirmó. Sin esperar nada más, caminaron hacia el interior del templo de sagitario. Cogiéndolo de la mano.

Y una vez en la habitación del mayor, abrazó con deseo al muchacho que correspondió ese cálido gesto. Para luego, también corresponder un beso, que a diferencia del anterior, este fue profundo y ardiente. Sus labios chocaron con fuerza y la lengua del mayor pidió permiso antes de ingresar y recorrer cada parte y rincón de la boca del joven castaño, jugueteando luego con la lengua de este.  

Sin despegarse de los labios del muchacho, tomó entre sus brazos el cuerpo liviano y notoriamente más pequeño del otro. Para trasladarlo y depositarlo con un cuidado extremo sobre la cama de sabanas blancas, donde se acomodó enzima, besando cada vez con más pasión y deseo. Sin poder evitarlo por más tiempo, sus manos ávidas por tocar, comenzaron a introducirse por las ropas de aquel que se encontraba debajo de su cuerpo.

Pero eso no era suficiente, deseaba tocarlo completamente y ver su cuerpo por completo. Fue así que comenzó a quitarle la ropa, empezando por la remera celeste que terminó en algún lugar del suelo, tocando cada parte de aquel pecho. Al cruzar sus dedos con algo pequeño, no pudo impedir separarse de los labios del joven y dirigirlos a las rosáceas y duras tetillas, las cuales lamió con paciencia, disfrutando de los suspiros y gemidos que escapaban sin ninguna restricción de la boca del más pequeño. Mientras con una mano acariciaba la otra tetilla apretándola de vez en cuando como así también mordiéndola delicadamente, con la otra mano comenzó a desprender el botón y bajar el cierre del pantalón del castaño.  

Se estiró hacia atrás para poder quitar completamente aquella prenda que en ese momento molestaba, y volvió a ponerse sobre el cuerpo del menor, ubicando sus caderas a la misma altura, para hacer pequeños movimientos que lo estimulaban y que, por los gemidos ahogados del otro, también le daba placer al mas joven. Frotándose despacio, acaparó nuevamente los labios rojizos del castaño quien cerró sus ojos verdes, dejándose llevar por el lento movimiento del cuerpo enzima suyo y por la lengua que se introducía y jugaba con la suya.    

Al notar que el muchacho comenzaba a acariciar su espalda, se separó y en un solo movimiento se quito la camisa para dejar ver su formado abdomen, su pecho y su ancha espalda. Y completamente ansioso, dejo de moverse para poder quitarse su pantalón.

Los ojos verdes brillaron ante tal vista. Con ambas manos, empujó suavemente el cuerpo del mayor, para que este se sentara. Entonces, arrodillándose ante el, y dándole un rápido beso, bajó su cabeza hacia la entrepierna del mas grande, quien al sentir como el otro depositaba pequeños besos a su ya notoria erección sobre la tela de la ropa interior, tiró hacia atrás su cabeza dejando caer sus cabellos de un castaño mas oscuros que los del menor, y cerró sus ojos azules abriendo la boca levemente.

El mas joven, dejo de besar, para dar un delicado mordisco a la punta y luego meter en su boca el miembro del otro, aun sin quitarle el bóxer. Ante esto, el cuerpo del mayor se estremeció en placer, y una sola vez hizo un movimiento de caderas.

Los ojos verdes observaron el rostro del otro, sintiéndose complacido por el placer que le daba al otro, y queriendo escuchar gemidos mas fuertes del otro, procedió a quitarle la ropa restante, dejándolo, ahora, completamente desnudo ante él.

Nuevamente se inclino ante aquel miembro completamente erecto y rosándolo con una mejilla, comenzó a absorber uno de los testículos del otro, metiéndoselo en la boca y lamiendo.

Gemidos, eso era lo que quería, escucharlo suspirar de placer.

Dejo de jugar, rosándole el miembro varias veces sin tocarlo, para comenzar a lamer la base de este. Pero de improviso, metió en su boca la punta completamente, sacando del mayor, un gran gemido, y al empezar a succionar rápidamente, el otro arqueó la espalda quedando sin aire.

Sintió la mano grande del otro sobre su cabeza, entonces, dejo la punta para volver a concentrares en la base, lamiendo desde allí y subiendo poco a poco, hasta que hubo humedecido con su saliva todo el miembro. Un pequeño apretón de pelo, le indicó que el otro quería mas, y sin pensarlo metió esta vez, todo el miembro del mayor, haciendo movimientos hacia arriba y hacia abajo, que con cada segundo iban aumentando. 

Ya no solo era una mano la que se enredaba entre los cabellos de color castaño claro, sino que ahora, el mayor se había acostado completamente y había llevado la otra mano también hacia la cabeza del mas joven, haciendo que el movimiento y el placer que le estaba dando el otra aumentara, haciéndole acelerar el ritmo.

- ¡Regulus! – gritó el mayor entre jadeos y suspiros, con la respiración errática.

Entonces supo que aquel estaba cercano al clímax, por eso, detuvo sus movimientos. Y ágilmente se quito él la ultima prenda que le quedaba para quedar completamente denudo, así como su maestro se encontraba.

Y el de sagitario se deleitó ante semejante vista, ante tan hermoso ser, celestial. Recorrió con sus manos su cuerpo sin tocarlo, y luego de repente, lo abrazó con fuerza.

- Eres hermoso, Regulus. Oh, por los Dioses que lo eres. – Dijo besándolo fogosamente, desesperado por beber aquel elixir exquisito y exclusivo para él.

Tomándolo por la cintura, colocó al menor sobre sus caderas. Aguantando las ganas de poseerlo de inmediato, tomo el miembro del menor y comenzó a masajearlo, deslizando la otra mano libre, por la espalda de este, siendo guiado por la columna vertebral, bajó y bajó. Al llegar a las nalgas donde apretó delicadamente una y siguió su camino, metiendo un dedo entre ellas y rozando la pequeña entrada, la que tanto deseaba.

Un fuerte escalofrió recorrió todo el cuerpo del joven, y jadeos escaparon ante las caricias que el mayor le regalaba y aquel dedo curioso que tocaba lugares peligrosos.

Y con cuidado, luego de dar pequeños masajes de forma circular, lentamente comenzó a introducir su dedo. Sacando del otro un pequeño jadeo de dolor, y sintió como los músculos del interior de aquel muchacho rodeaban y apretaban su dedo. Una vez completamente dentro, empezó a mover su dedo, haciendo círculos y luego sacándolo y metiéndolo repetidas veces. Buscando en el interior, encontró un punto en particular, aquel punto que cuando lo tocó, Regulus gimió intensamente e inconscientemente movió sus caderas. Fue entonces cuando un segundo dedo acompañó al primero, haciendo los mismos movimientos. Y masturbando al joven mas velozmente introdujo un tercer y ultimo dedo.

Viendo que el muchacho ya estaba preparado. Sacó su mano de aquel lugar y agarró su propio miembro aun humedecido con la saliva del castaño de ojos verdes. Frotó varias veces su erección contra la entrada preparada.

El menos, movió sus caderas al sentir la punta en la entrada. Y con cuidado y despacio, el de sagitario comenzó a empujar hacia adentro. Una vez que hubo introducido la primera parte, quedo quieto, para empezar a besar el pecho del joven, subiendo por su cuello lamiendo, chupando y mordiendo en distintos lugares, hasta alcanzar sus carnosos labios.

Esperó unos segundos y comenzó a empujar nuevamente, continuando con la masturbación del joven. Y se detuvo cuando su miembro estuvo completamente dentro.

Un nuevo quejido escapo de la boca del pequeño, tensando sus músculos y apretando la erección dentro de él.

El de sagitario, gimió al sentir la estreches y la apretada cavidad.

- Relájate, Regulus. No quiero hacerte daño. – susurró algo preocupado al ver como el menor cerraba los ojos fuertemente y se mordía el labio inferior aguantando un nuevo jadeo de dolor. – Si te duele, lo saco. – digo dispuesto a retirar su miembro del interior del menor.

- No Sisifos, Hazlo. – Los ojos verdes se abrieron para mirar al que se encontraba debajo, sonriéndole tiernamente. Y fue él el que comenzó a moverse, sacando gemidos de autentico placer del otro.

Sisifos tomo de la cintura al menor y comenzó a embestirlo lentamente, buscando, ahora con su miembro, aquel lugar especial donde antes habían alcanzado sus dedos. Y grande fue su sonrisa y su placer al escuchar un fuerte jadeo del menor cuando empujó más profundamente su miembro.

Y entonces, Regulus pidió mas, mas placer, moviéndose al compas de su maestro, alcanzando una y otra vez aquel punto que lo hacia gritar de goce.

Los movimientos se aceleraron alarmantemente y los gemidos se hicieron más fuertes, las gotas de transpiración caían por sus cuerpos, y las envestidas eran cada vez más fuertes y profundas.

Ante tal deleite de vista y de sensación, Sisifos estaba a punto de llegar al orgasmo nuevamente, pero esta vez no se detendría. Al sentir que pronto terminaría, tomó el miembro de su amado aprendiz y continuó masajeándolo.

El menor sintió un temblor en el cuerpo de su maestro y luego vio que su espalda se arqueaba, estirando hacia atrás su cabeza. Entonces se agachó y tomo los labios de este, quien abrió los ojos sorprendido al sentir como de golpe el menos sacaba su miembro de su interior.

Confundido, Sisifos miró al más joven. Este solo sonrió, para luego darle la espalda. Fue entonces que el mayor entendió y también sonrió deseoso y complacido a más no poder.  

El joven apoyó las rodillas y se inclinó hacia adelante, entonces el mayo tomo las caderas de este y con una mano guió su miembro nuevamente hacia el interior de Regulus. Viendo al muchacho en cuatro, completamente entregado llenó de un fuego el interior del de ojos azules, casi desesperado por entrar nuevamente en la estrechez de su aprendiz, empujó fuertemente su miembro.

Mas gemidos, más envestidas y mas placer. Regulus mantenía la cabeza apoyada sobre una almohada mientras levantaba sus caderas para que el mayor entrara hasta lo más profundo.

No tardó mucho mas en comprobar que pronto terminaría, envistiendo fuerte y rápido, Sisifos tomo el miembro desatendido del menor y comenzó a masturbarlo. Quería que ambos llegaran al orgasmo juntos. Pero el menor no pudo mas al ser envestido de forma tan salvaje y placentera, tocando a cada golpe el punto de sensibilidad para él.

- ¡Sisifos! – Grito Regulus entre gemidos, cuando luego de una fuerte envestida, llegó al clímax. Aun siendo penetrado por Sisifos, quedo exhausto, con la cara pegada a la almohada, y un hilillo de saliva en su mentón. Agarrando fuertemente las sabanas.

El mayor sintió el temblor del menor y luego su mano humedecida por el semen de este. Dejo el miembro y se llevo la mano a la boca, lamiéndose los dedos, y saboreando aquel liquido blanquecino. Luego con ambas manos agarró firmemente la cintura del menor y con unas últimas y más fuertes penetraciones, aun sintiendo como los músculos apretaban su miembro dándole mas placer, terminó en el interior de Regulus. Dejándose caer sobre el menor, quien deslizó sus rodillas y bajó su cadera, para quedar completamente acostado y así también, el mayor sobre él.

Sisifo, con la respiración acelerada y errática, buscó los labios del menor, lamiendo aquel hilito de saliva y luego atrapando sus labios en un beso pasional.

El mayor se movió hacia un costado, acostándose junto al castaño para así poder abrazarlo posesivamente. Mientras este, apoyaba su cabeza en el pecho grande de su maestro.

- Te amo, Regulus, mi pequeño. – Le dijo sinceramente y sonriéndole tiernamente. El menor le respondió con una sonrisa similar, sonrojado por la acción, y con el cabello alborotado, los labios mas rojos y sus ojos hermosos, siendo para Sisifos, tremendamente sensual aquel muchacho.

- Y yo te amo a ti, Sisifos, mi maestro. – contestó el menor, cerrando los ojos agotado.

- Duerme mi pequeño – y Regulus se acomodó mejor entre los brazos de aquel hombre, quedando dormido pocos minutos después. – Deseo que la mañana no llegue. – le dijo a un Regulus dormido, o tal vez se lo dijo a si mismo, pues era algo que deseaba realmente, porque… odiaba el día. Sisifos odiaba lo que el día significaba. Y algo angustiado, abrazó con fuerza a su pequeño amante, deseando que aquella noche nunca terminara, hasta que el sueño le llegó y la conciencia lo abandonó.

Ambos durmieron sin dejar de abrasarse. Pero por mas que Sisifos no quisiera, la mañana pronto llegaría, y eso significaba que…

***

Antes del amanecer, aun cuando la oscuridad predominaba, Sisifos despertó levemente, aun cansado y con sueño quiso abrir los ojos para ver lo que había causado su despertar prematuro. Y vio algo borroso por la ensoñación la espalda vestida de Regulus, que al girar la cabeza para mirar a su maestro antes de irse, vio los azules ojos de Sisifos semi abiertos.

Luego de regalarle una sonrisa cargada de amor, Regulus abrió la boca y habló, pero de ella no salió ningún sonido. Luego se fue de allí sin hacer ni decir nada más.

Y lo último que vio de Regulus fue su espalda alejándose y perdiéndose en la oscuridad. Extendió una mano hacia él, dispuesto a rogarle que se quedara con él, que no le importaba nada, solo quería estar con él. Le importaba un bledo el santuario, no quería tener que seguir así, no podía. No soportaba tener que despertar solo, cuando sabia que podía hacerlo con la persona a la que amaba, no soportaba tener que fingir que aquel joven prodigio era solo su aprendiz, cuando era algo mas que eso.

Deseaba ser libre, poder besar, abrazar y tocar sutilmente a Regulus en cualquier momento, pero solo se lo podía permitir cuando la noche llegaba. Cuando nadie podía ver ni escuchar.

Y le dolía tanto ver a Regulus, parlotear y bromear con sus compañeros de entrenamiento, jóvenes de su misma edad. Mientras él tenía que morderse los labios cada vez que Regulus era abrazado por Yato o por algún otro compañero, después de todo Regulus era muy querido. No era un niño soberbio, ni tampoco alardeaba, después de todo, el joven a tan corta edad había recibido el titulo de Regulus de Leo, guardián del templo de Leo. 

Sisifos se sentía enormemente orgulloso. Pero cada vez que el joven le mostraba su afecto delante de los demás, sufría al tener que aguantarse y debía hacer un esfuerzo sobrehumano para no tocarlo mas de lo necesario. Porque, el joven era demasiado cariñoso con todo el mundo, y sobre todo con él.

Entonces recordó como había sido su primer encuentro. Recordó como había sido su primer beso, y como habían pactado un secreto.

Un secreto que solo ellos sabían, porque era de ambos, uno que cuando la noche oscureció todo, ellos lo crearon, crearon su mas preciado tesoro y lo único que compartían ambos cuando era de día:

Un secreto nocturno que nadie debía saber.  

 

 

 

Notas finales:

y? que tal?? 


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