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Nuevo Colegio por AkikoYaoi

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12.- El arte del placer


 


Hanamichi, Kaede y Mitsui se dirigían juntos al gimnasio. Llegaron justo a la hora.


—¡Chicos, vengan! —gritó el entrenador.


Todos se plantaron al frente del profesor en cuestión de segundos. El pelirrojo buscó con la mirada a su último amante y no lo encontró. Decidió poner atención a lo que decía el hombre frente a ellos.


—Fukuda amaneció enfermo y se le dio licencia, por lo tanto no estará en el entrenamiento del día de hoy. Eso es todo. Pueden comenzar.


Hanamichi miró alrededor. Podía preguntarle a Sendoh o Koshino pues eran sus compañeros de Ryonan. Lamentablemente con Sendoh prácticamente no había vuelto a hablar después de su encuentro y con Koshino no se llevaban muy bien. La otra opción era Sawakita, que era compañero de Fukuda y seguramente sabía más. Tendría que aguantarse el hecho de que aún le tuviera cierto rencor al muchacho por ser mejor que él.


—¿Sawakita? —habló con calma.


—Dime, Sakuragi —¿qué querría el chico? Nunca hablaba con él.


—¿Qué le pasó a Fukuda? ¿Está muy mal? —no es que le preocupara, solo le causaba curiosidad el cómo lo había dejado.


—Pues, exactamente no sé qué es lo que tiene. Cuando llegó ayer del entrenamiento se acostó de espalda al techo y no se movió hasta hoy en la mañana para ir con la enfermera. Tenía fiebre. Cuando volvió se acostó nuevamente y no se movió más.


—Ya veo, ¿qué crees que le pase? —quería saber si sospechaba de algo.


—No lo sé. La fiebre puede ser indicio de alguna infección o resfriado, tiene la costumbre de bañarse acá y las corrientes y cambios de temperatura son favorables para eso. En cuanto a que se lo haya pasado en cama, casi sin moverse, pues tal vez alguna lesión muscular. Solo son teorías. La verdad no lo sé —contestó con sinceridad.


—Bueno. Le das mis saludos.


—Sí, se lo diré, Sakuragi.


El cometario del pelirrojo fue en cierto modo irónico. Quería que el chico supiera que había preguntado por él sin el más mínimo cargo de conciencia, lo de los saludos era como recordarle lo que le había hecho. Se dio cuenta que Sawakita no había notado el chupón que debía de ser más que notorio a estas alturas, pero no importaba, ya lo haría alguien cuando volviera a clases.


Decidió dejar sus pensamientos de momento. Tenía un largo entrenamiento por delante.


 


˜*˜


 


Al día siguiente no pudo evitar buscar con la mirada a Fukuda durante el almuerzo, no lo vio. No importa, se dijo, ya lo vería durante el entrenamiento. Pero cuando estaba a punto de empezar su comida vio entrar a un grupo de chicos: Sendoh, Koshino, Sawakita y Fukuda. Este ultimo caminaba más atrás, de forma lenta, como si le doliera algo y él sabía perfectamente qué. Lo vio sentarse y cambiar el leve rictus de dolor de su rostro por uno un poco más sereno.


No podía evitar las ganas de picarle otro poco en la herida. Se disculpó con los muchachos y se levantó de la mesa para ir a la del grupo que acababa de llegar.


—Chicos, buen provecho —saludó en general, luego miró a Fukuda—. ¿Cómo estás? —dijo irónico.


—Bien —dijo el chico con dolor en su voz, pero desafiándolo con la mirada.


Sakuragi no pudo evitar notar la pequeña marca en su cuello y esbozó una leve sonrisa que alguien más vio e interpretó de forma correcta.


—Vaya, Sakuragi, ya lo notaste ¿cierto? —dijo Sendoh.


—Si —contestó con un brillo divertido en los ojos.


—¿Qué cosa? —preguntó Fukuda.


—Tu chupón —contestó Koshino.


—Eso significa que… —dijo el pelirrojo.


—Que estuvo con un chico después del entrenamiento del martes y al parecer se les pasó la mano. Debe de haber sido muy pasional como para dejarle así de lastimado y con fiebre —completó Sendoh.


—Wow —dijo el pelirrojo.


—Yo creo que eso es quedarse corto —dijo divertido Sendoh.


—Bueno, los dejo. Solo quería saber si estabas bien, no esperaba enterarme de tanto —y se alejó riendo.


Ver la cara de Fukuda cuando Sendoh contó lo que había pasado fue un buen pago. Su venganza estaba saldada, ya no le interesaba molestar más al chico. Ver en su rostro lo humillado que se sentía fue suficiente. El chico podría decirle a los demás que fue él con quien estuvo, pero eso implicaría decir que fue prácticamente violado, pero que no lo detuvo porque a pesar del dolor que sintió, tuvo igual cantidad de placer. Y eso tal vez sería más humillante.


Al llegar junto a Mitsui, Rukawa, Kyota y Jin les contó a lo que había ido a la otra mesa y lo que había descubierto gracias a las palabras de Sendoh. Por supuesto ninguno de los chicos sospechó que era él quien había causado eso en Fukuda.


 


˜*˜


 


Nuevamente era fin de semana y estaba solo, necesitaba el tiempo y el silencio para estudiar y ahí era perfecto.


Se dedicó toda la mañana del sábado a estudiar y luego del almuerzo estuvo practicando en el gimnasio. Últimamente se había vuelto muy bueno, ya no solo tenía el talento natural, sino que había adquirido la técnica que tanta falta le hizo durante su primer año de preparatoria. Aún seguía siendo el rey de los rebotes, pero ahora también tenía una alta efectividad en cuanto a sus tiros a canasta. Actualmente se encontraba practicando los tiros de tres puntos.


Volvió y se bañó para luego bajar al comedor a cenar. Después de eso ya no tenía nada que hacer. No quería estudiar, pero era demasiado temprano para dormir. Buscó una revista deportiva que tenía por algún lado guardada y luego de encontrarla, la leyó. De pronto cayó en la cuenta de que ya era bastante tarde, pero él seguía sin tener sueño.


Miró por la ventana, la noche estaba hermosa, despejada y llena de estrellas. Vio el jardín y pensó que se veía mucho más bonito de noche. Decidió salir, aunque sabía que no se podía, lo intentaría y lo conseguiría. Salió sigiloso del cuarto, bajó las escaleras y cuando estaba por tomar la manilla de la puerta de salida del Internado, fue descubierto.


—Hanamichi… ¿a dónde se supone que vas? —se escuchó la voz de una mujer.


—Ichi —atrás de él estaba Ichika Ryusaki, la Coordinadora del Internado.


—La misma. Entonces, ¿a dónde ibas?


—Yo… solo quería salir. Desde mi ventana me pareció que el jardín de noche era demasiado hermoso como para contemplarlo solamente desde ahí.


—Cariño, sabes que no puedes salir.


—Si, por eso intenté hacerlo a escondidas.


—¿Sabes? —suspiró—. A mí también me gustaría ver el jardín de noche —dijo con una sonrisa.


La mujer sacó un juego de llaves y abrió la puerta. Salieron juntos y comenzaron a caminar mientras Ichika le preguntaba al pelirrojo sobre cómo le estaba yendo con todo esto de estar lejos de su familia, encerrado, con el deporte, las notas y todo tipo de cosas. Sakuragi le contestaba sin problemas, la mujer era demasiado dulce y le agradaba.


Sakuragi había descubierto hace unos días un lugar apartado del Internado, cerca del límite de la propiedad. Era una especie de jardín secreto. Estaba detrás de unos grandes árboles, lo que le daba privacidad y el pasto era tan verde como en el resto del Internado. Era un espacio de aproximadamente unos 3 x 3 metros donde se filtraba la luz de la luna y las estrellas dándole un toque muy peculiar. Hacia allá se dirigió Hanamichi siendo seguido de cerca por Ichika.


Se sentaron al pie de un árbol mientras continuaban hablando. Lo hicieron por aproximadamente una hora, sobre todos los temas que le parecían posibles. De pronto el pelirrojo vio a la chica producir un ligero temblor. Se acomodó pasando una pierna por detrás de su espalda, quedando con ella entre las piernas para poder darle calor.


«La vida es demasiado corta, no la pierda estando molesto por algo o con alguien. Goce el momento presente, actúe de acuerdo a lo que sienta, no se reprima de sus deseos y sufra del placer de estar vivo. La oportunidad perdida no vuelve, por eso no la pierda… hágalo todo y no se arrepentirá de nada.»


Llevó su boca al oído de la muchacha y comenzó a respirar ahí, cuando sintió que Ichika se tensaba y empezaba a agitarse se atrevió a lamerle el oído y morder el lóbulo mientras una de sus manos se dirigía a su entrepierna y la otra a uno de sus senos.


La chica no pudo resistir esa sensación de placer que le daba el pelirrojo y quería más. Desesperada buscó su boca para besarlo, él correspondió con pasión y a la vez delicadeza. La chica estaba gozando tanto de ese apasionado beso que ni cuenta se dio cuando el pelirrojo le había sacado la blusa y el pantalón hasta que sintió que sus manos tenían contacto directo con su piel. Un par de dedos con sus pezones y uno con su vagina simulando una penetración hasta que consiguió meter tres de sus dedos. En todo ese tiempo no había dejado de besarla ni siquiera para recuperar un poco el aliento.


Llevó la mano de su pecho hasta su pantalón para desabrocharse el cierre y poder sacar su miembro que ya dolía bastante. Continuó con la tarea de su boca y de una de sus manos con aún más pasión que antes para poder meter uno de sus dedos por su ano, ella ni siquiera lo notó. No por lo menos hasta que una leve puntada de dolor la recorrió, pero ahora que recobraba un poco de cordura era ya demasiado tarde.


Hanamichi le estaba otorgando el placer que nunca jamás nadie le había dado. Mientras su pene estaba en su ano y la embestía con cierta brutalidad, una de sus manos se encargaba de masturbar y penetrar su vagina y la otra de pellizcar sus pezones. La besaba apasionadamente mientras su lengua recorría su boca  desde sus labios hasta su garganta, luego comenzó a besar sus orejas y su cuello, dejándole una bonita marca en el hombro derecho, consciente de que tendría problemas si alguien más la veía.


Suspiros escapaban frecuentemente de su boca y Hana los tragaba todos, no gemía porque su boca había estado ocupada desde el principio, pero eso no significaba que no hubiese llegado al orgasmo. De hecho lo había hecho en tres ocasiones y en sus 27 años y no pocos hombres, solo uno había conseguido de ella un orgasmo en una ocasión. Ahora estaba con un chico 11 años menor y la estaba llevando al cielo… o al infierno. Aún no lo tenía muy claro, pero por ahora no importaba.


Luego de un tiempo que a ambos les pareció eterno, Hanamichi no pudo resistirlo más y terminó. Lentamente dejó lo que había estado haciendo a la chica para verla a los ojos. Ella, que acababa de volver a la Tierra, estaba roja como el cabello de él.


—Ichi, nadie lo sabrá, tranquila —dijo besándola nuevamente.


—No sé por qué lo hice —dijo culpable.


—Eso es simple. Porque lo querías. Arrepentirte no va a cambiar lo que ha pasado, así que no te canses con eso. Además no me puedes decir que te arrepientes, lo gozaste, lo sé.


—Como nunca en mi vida lo había hecho —le confirmó.


—Entonces no te arrepientas. Fue un placer para ambos, nadie se enterará y no se repetirá. Así que no tienes nada de qué preocuparte —dijo acariciando su vientre.


—Está bien —dijo convencida por las palabras de Sakuragi.


—Deberíamos entrar, está haciendo frio.


Hanamichi dijo esto último poniéndose de pie y tendiéndole una mano a Ichika para que se levantara. Luego recogió la ropa de la chica y se la pasó para que se vistiera. Cuando estuvieron listos se besaron apasionadamente de nuevo. Sabían que era la última vez y realmente ambos lo habían pasado bien. Finalmente volvieron.


—Gracias por todo el placer que me diste, Hanamichi —dijo suavemente una vez en la puerta del Internado.


—Es un arte —dijo fanfarrón.


—Fue un gusto que me lo enseñaras —dijo coqueta.


—Ichi, si el hombre que amas no te hace sentir como mínimo eso —dijo apuntando al jardín— entonces no te merece —agregó con una sonrisa.


—Lo tendré en cuenta.


—Descansa —sabía que después de todo estaba cansada.


—Lo haré. Hazlo tú también.


—Sí, buenas noches, Ichi.


—Buenas noches, Hana.


 


˜*˜


 


En su habitación el pelirrojo no podía dejar de pensar en lo sucedido. Comparaba a Ichi con Hazuki. La enfermera no había conseguido de él una respuesta satisfactoria, solo había sido un desfogue, como pudo serlo cualquier desconocida o incluso una prostituta. Con Ichi había sido distinto, le había gustado. Se había encargado básicamente de darle placer a la chica y sabía que lo había conseguido y con eso, él mismo se había excitado, estimulado y alcanzado el orgasmo junto a ella.


Después de cada amante que tenía, parece que le gustaba más esto del sexo. Pero seguía siendo eso. Pensó en Mitsui de nuevo. ¿Por qué diablos no podía gustarle el chico? Después pensó en Fujima que se declaró a su amor luego de haberse acostado con él.


¿Cuándo sería el día que dejaría de tener sexo con cualquiera para hacer el amor con alguien? Pues no lo sabía. Pero lo que si tenía claro es que mientras eso no ocurriera, él no pensaba dejar de hacer lo que estaba haciendo por ningún motivo. Por lo menos, de momento el sexo se encargaba de desestresarlo, relajarlo, motivarlo, complacerlo y muchas otras cosas más. Era mejor tener eso a no tener nada, se dijo. Y con esa idea, finalmente se durmió.


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