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Nuevo Colegio por AkikoYaoi

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17.- La tormenta después de la calma


 


Faltaba poco para el fin del semestre, por tanto los entrenamientos habían dejado de ser tan exigentes para dar paso a la perfección de la técnica. Con la exigencia académica ya tenían suficiente.


Acababan de terminar el entrenamiento del jueves y ahora se encontraba en su dormitorio intentando estudiar luego de bañarse. En un par de días tenía su último examen de Lenguaje y necesitaba ayuda. Pensó en Mitsui que tanto lo había ayudado en Historia, quizás podría hacer lo mismo con este condenado ramo que tanto lo aburría.


Sin pensarlo demasiado, salió de su habitación y subió las escaleras. Golpeó la puerta seguro de que si podía ayudarlo, su amigo sin duda lo haría. A veces sentía que se aprovechaba un poco de él, por lo menos esa impresión darían a cualquiera. Pero ambos sabían que no era así.


—Sakuragi.


—¿Esta Michi?


El pelirrojo estaba algo turbado, al parecer Jin acababa de salir del baño, pues llevaba solo una toalla alrededor de la cintura y su cabello húmedo lo delataba.


—Pasa —se movió para permitirle el paso.


—Gracias —dijo una vez adentro.


—Pensé que eran amigos —dijo con un extraño tono.


—Y lo somos —no entendía las reacciones del chico.


—¿Y cómo es que no sabes que se iría a Kanagawa después del entrenamiento? Mañana temprano tiene dentista.


—Maldición, olvidé que era jueves —dijo revolviéndose los cabellos.


—¿Qué querías? —aunque no estuviera su compañero quería saber la razón de que el pelirrojo lo buscara.


—Necesitaba ayuda en Lenguaje y…


—Te aprovechas de él —le interrumpió.


—No es así.


—Claro que sí. Cada vez que vienes es a pedirle ayuda —comenzó a elevar un poco el volumen de su voz.


—A la habitación, puede ser. No sabes nada de lo que pasa entre nosotros fuera de aquí —lo vio fruncir el ceño ante su comentario.


—Déjalo en paz —dijo entre dientes.


—No hasta que él me lo pida. Y como no lo hará… —dijo burlón.


Vio como Jin se lanzaba en su dirección con la clara intención de golpearlo. Su mente le dijo que era inútil, él era un pandillero y el otro chico alguien demasiado tranquilo como para haber dado un golpe en su vida. Pero para su sorpresa, luego de esquivar el primero golpe vino otro que por poco le da de lleno en el rostro, no lo vio venir.


Antes de que aquel inocente muchacho lograra asestarle un golpe lo giró para tomarlo de las muñecas y sostenerlo de cara hacia la pared. No entendía su reacción, pero eso era lo de menos ahora. Entretanto forcejeaban, a Jin se le había caído la única prenda que cubría su desnudez y eso Hanamichi no podía ignorarlo.


«La vida es demasiado corta, no la pierda estando molesto por algo o con alguien. Goce el momento presente, actúe de acuerdo a lo que sienta, no se reprima de sus deseos y sufra del placer de estar vivo. La oportunidad perdida no vuelve, por eso no la pierda… hágalo todo y no se arrepentirá de nada.»


Sin soltarlo de su agarre comenzó a lamer su oído y morder el lóbulo de la oreja. Sentía al chico temblar bajo sus estímulos y eso lo complacía, ya se encargaría de sonsacarle qué es lo que tanto le molestaba de él, ahora su tarea era otra. 


Se encargó de tomar ambas manos del chico con solo una de las suyas, para poder así masturbarlo con la que le quedara libre. Su miembro al parecer había reaccionado ante su primera provocación, porque ya comenzaba a alzarse orgulloso.


Desde que empezara había sentido la resistencia del chico desaparecer. Incluso ahora podía notar como había separado levemente las caderas de la pared, dejándole así más espacio disponible para que jugara con su miembro. Aún no lo escuchaba gemir, pero si lo veía morderse los labios y sentía su agitada respiración.


Comenzó a jugar nuevamente con su lengua y sus dientes en su oreja para, sin dejar de masturbarlo, comenzar a soltar lentamente sus manos y voltearlo poco a poco para dejarlo de frente a él. Una vez que lo tuvo de espaldas a la pared lo besó con ansias y con pasión.


Antes de que el pelirrojo pudiera reaccionar, se encontró en la misma posición en que antes tuviera a Jin, que ahora había metido mano dentro de sus pantalones para acariciar su sexo, aunque por ser más bajo no podía jugar con su oído, por tanto solo se dedicó a respirar en su nuca, lo cual erizaba los pelillos del pelirrojo.


Sakuragi solo se dejó hacer. Incluso terminó en su mano, eso era lo de menos, aún no terminaba la tarde y el chico tras él aún no se satisfacía. Rápidamente se volteó para comenzar a besarlo y empujarlo hasta la cama más cercana, donde lo dejó sentado mientras se sacaba la polera y los pantalones, quedando solo en bóxer frente al chico desnudo.


Volvió a besarlo hasta que lo dejó de espaldas en la cama y antes de que el chico pudiese reaccionar, el pelirrojo ya había engullido su sexo de un solo movimiento, provocando en el más bajo oleadas de placer que lo hacían arquear su espalda en busca de más contacto. Aprovechando la distracción comenzó a jugar con un dedo en su entrada, metiendo y sacando hasta conseguir que sus esfínteres se abrieran al mínimo contacto. Justo en ese momento, luego de tanto presionar con su lengua, morder con sus dientes y succionar con su boca, lograba que Jin expulsara su semilla.


Bebió un poco, dejando que el resto resbalara por su miembro hasta llegar a su ano y utilizarlo como lubricante. Estaba nuevamente excitado y subió para besarlo mientras se ubicaba entre sus piernas, pero antes de que su glande llegara hasta su ano, fue fuertemente volteado, quedando de espaldas en la cama mientras veía como Jin se montaba sobre él y ubicaba su pene en su entrada, bajando poco a poco.


El pelirrojo no podía creerlo, ese tranquilo chico estaba haciendo lo que ningún otro había hecho, la forma en que se movía y cabalgaba sobre él era genial. Su rostro era otro, y estaba bastante lejos de asemejarse al que estaba acostumbrado a ver, tan calmo y con sus emociones controladas siempre.


Escuchaba a Jin gemir mientras lo veía arquear la espalda y buscar una penetración más profunda. El chico aumentaba el ritmo y volvía a disminuirlo cuando sentía que ambos iban a acabar. Sakuragi estaba encantado con este muchachito que era un mar en calma, pero una vez en la cama se volvía una tormenta. Lo dejaba llevar el control y él solo lo disfrutaba. Cuando creyó que estaban a punto de terminar alzó levemente las nalgas de su compañero para poder así tomar el control al último minuto, embistiendo varias veces en poco tiempo, alcanzando la próstata de su amante, lo que logró hacerlo terminar para acompañarlo segundos después.


Lo vio sacar su miembro lentamente de su interior y arrojarse a su lado de espaldas a la cama mientras ambos intentaban acompasar su respiración.


—Ándate —dijo rudo.


—¿Qué?


Sakuragi creía que definitivamente el muchachito salía de lo común. Era bastante contradictorio que lo echara de la habitación apenas se calmara lo suficiente como para hablar luego de todo lo que hiciera.


—Eso. Que te vayas —repitió Jin.


—¿Cuál es tu problema?


—Que esto no debió pasar.


—Pero pasó. Y no fue solo gracias a mí, no creo que sea necesario recordarte todo lo que hiciste, pues acaba de pasar.


Lo vio cubrirse el rostro rojo de la vergüenza. Se dedicó unos segundos a pensar que es lo que podía haber pasado. Miró la cama y vio que era la de Mitsui. Luego recordó cómo lo había tratado cuando llegó. Y su último pensamiento, la confesión de Jin de que le gustaba otro chico. Siempre pensó que era Kyota, pero al parecer se había equivocado.


—Te gusta Michi —dijo seguro.


—¡¿Qué?! —su rostro pasó de rojo furioso a un preocupante pálido.


—La forma en que reaccionas cuando vengo o cómo lo hiciste cuando llegué… no reaccionas así en la mesa o cuando hay más gente, pero puedo ver que estas molesto conmigo.


—No estoy molesto contigo, solo que no quiero que te aproveches de él —dijo girándose.


—Sientes celos de nuestra amistad.


—… —silencio.


—Ya admítelo. Podría ayudarte.


—No lo harás —contestó apenas.


—¿Por qué piensas eso? Es mi amigo, quiero verlo feliz.


—Pues yo creo que te gusta. Y si estuvieras diciendo la verdad, precisamente por eso no me ayudaras. Acabo de acostarme contigo, no creo que quieras a tu amigo con alguien como yo.


—Bah, no seas tarado. Solo fue una calentura, todos las tenemos. Esto no se volverá a repetir y él no lo sabrá a menos que tú quieras decírselo. En todo caso no te lo recomiendo.


—¿Por qué?


—Si llegan a tener algo serio no tiene porque saber con quién te acostaste o con quién dejaste de hacerlo antes de estar con él.


—¿En serio me ayudarías?


—¿Qué tanto te gusta?


—… —se colocó rojo nuevamente y desvió la mirada.


—¿Y desde cuándo?


—Desde que nos enfrentamos el año anterior —dudó un segundo—. ¿Sakuragi? ¿Tú sabes con quien se acostó Mitsui? Dijo que lo había hecho con un hombre.


—Sí, lo sé.


—Y no me lo dirás —fue una afirmación.


—No —dijo con una sonrisa.


—¿Qué tengo que hacer? —preguntó tímido.


—Solo dile lo que sientes, irá a contarme y yo me encargaré de abrirle los ojos desde ese momento.


—Bien.


—Bien, ahora me retiro. Nos estamos viendo —besó sus labios por última vez—. Lástima, me gustaron tus besos y el sexo fue buenísimo.


Vio como el chico se colocaba nuevamente rojo y se cubría con las sabanas. Rápidamente se vistió y salió de la habitación.


 


˜*˜


 


El pelirrojo estaba en su cama, listo para dormir, solo que antes debía pensar un poco más.


Su último encuentro sexual había sido genial. Su amante de turno lo sorprendió gratamente. El Jin que él y todos conocían era un chico tranquilo, calmado, relajado, incluso en la duela era un pacifista, concentrado solo en jugar, pero deberían de verlo en la cama. Sakuragi era apasionado y Jin, a su manera, también lo era, quizás por eso mismo cuando se encontraron dieron paso a una tormenta. Lo lógico era que ambos reaccionaran chocando en caracteres, incluso de manera algo violenta. Ambos quisieron llevar el control de la situación y si él lo había logrado era solo porque estaba más preparado y tenía más experiencia.


Ahora sabía por qué las reacciones de Jin cada vez que iba a la habitación o cosas por el estilo. Estaba celoso de que Mitsui fuera su amigo. Se preguntaba cómo era posible que no lo hubiese notado antes, pues ahora que lo sabía le parecía incluso algo obvio, se apreciaba claramente en la mirada del chico.


Podría ser una buena pareja para su amigo. Tendría que esperar a su llegada. Por ahora y desde la distancia no podía hacer mucho.


 


˜*˜


 


Hanamichi se sorprendió. Demasiado.


Acababa de despertar para darse cuenta de que estaba completamente solo en la habitación. El Zorrito no era una persona que destacara por ser madrugador. Era siempre él el que tenía que despertarlo a riesgo de recibir como saludo un golpe por su atrevimiento. Pero hoy se había despertado como cualquier otro día para ver la cama de su compañero vacía.


Luego de bañarse y vestirse bajó a desayunar para darse cuenta de que tampoco estaba ahí. ¿Dónde demonios estaba Rukawa? ¿Y qué le había pasado para desaparecer así y evitarlo? No importa, ya lo encontraría y encararía.


 


˜*˜


 


Estaba frustrado. Rukawa había llegado al salón a la vez que el profesor y no tuvo posibilidades de hablarle y durante toda la mañana lo evitó. Llegó a comer esperando encontrarlo, pero nada. Y al subir a su habitación se percató que el muchacho ya se había ido.


 


˜*˜


 


Se aburrió durante todo el fin de semana. Ni siquiera pudo estudiar pensando en qué le habría pasado al Zorro para comportarse así. Ahora se encontraba tendido en su cama esperando a que su compañero de habitación llegara para hablar con él. De pronto escuchó la puerta.


—Hasta que llegas, Zorrito —intentó ser amable.


—… —nada.


—Te extrañé, te fuiste sin despedirte —siguió intentándolo.


—No tenía porque hacerlo.


—¿Qué te pasa, Zorro? —perdió la compostura con el comentario anterior.


—Nada que te interese, Torpe. Déjame en paz.


—Pues no lo hare…


—Haz lo que quieras —le interrumpió—, solo hazlo lejos de mi —se metió en el baño.


El pelirrojo de verdad no entendía que pasaba con Rukawa, pero decidió que él no le rogaba a nadie y si el otro chico quería arreglar las cosas ahora estaba en sus manos.


 


˜*˜


 


—¡Hey! Hana ¿podemos desayunar juntos?


—Por supuesto, Michi.


—Quería contarte algo… —dijo luego de unos minutos— y quería saber tu opinión.


—A ver… —esperaba que se tratara de lo que creía.


—Anoche… Jin se me declaró.


—¡Eso es genial! —exclamó—. ¿Qué le dijiste?


—Pues… que necesitaba tiempo —dijo bajando la cabeza.


—¿Por qué hiciste eso? —lo regañó.


—Porque no sé qué es lo que siento por él.


—Sea lo que sea sientes algo por él, esa es la razón por la que le pediste tiempo en lugar de solo decirle que no te gustaba.


—Puede ser.


—Es así, no seas tarado. ¿Qué acaso no has visto como te mira? ¿Y cómo me mira a mí?


—¿Cómo nos mira?


—Pues a ti con adoración y a mí con recelo. Supongo que cree que entre nosotros hay algo. Es un buen chico, supongo que lo sabes. Y si me dices que nunca lo has mirado en las duchas o en la habitación empezaré a pensar que en realidad no eres gay y me engañaste.


—Yo no… —se calló mientras se sonrojaba. Había recordado algo.


—¿Ves?


—¿Y qué hago?


—Yo no puedo darte una respuesta, pero puedo darte mi opinión. Se nota que te quiere y creo que harían una linda pareja. La decisión es tuya.


Fue su último comentario antes de levantarse de la mesa y salir hacia su salón. Creía que debía darle un poco de espacio a su compañero para que meditara su decisión. Lo que le había dicho era verdad. En realidad sabía que el muchacho ya tenía su decisión tomada, solo necesitaba que alguien lo apoyara y él lo acababa de hacer.


Esa noche Mitsui golpeó la puerta de su habitación para que fuera el primero en enterarse que estaba de novio con Jin.


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