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Nuevo Colegio por AkikoYaoi

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Notas del capitulo:

Una aclaración que olvidé hacer en el capítulo anterior...


Midori: verde

2.- El Colegio


 


Ese lunes se levantó temprano y con muchas energías. Tomó su bolso y sus documentos y partió a la estación para tomar el tren a Tokio.


Durante todo el trayecto meditó sobre su decisión. Y mientras más lo pensaba, más seguro estaba. Además de ser una buena oportunidad, como lo creía el profesor Anzai, él lo consideraba como una nueva aventura y eso le gustaba. Era un muchacho impulsivo y le agradaban los desafíos y las cosas nuevas, pero no arruinaría su futuro por una mala elección y si el Gordito lo apoyaba, era suficiente.


Apenas fue consciente de su llegada a Tokio. Se bajó y se dirigió automáticamente a casa de su tía. Había ido un par de veces antes y se orientaba lo suficientemente bien como para no perderse.


Llegó a una casa pequeña, pero lo suficientemente grande como para albergar a una familia de tres personas. Tocó el timbre una vez y esperó a que alguien le abriera. Lo primero que vio fue a una niña de aproximadamente 5 años, ojos color chocolate y cabello café claro en el umbral de la puerta.


-Hola -dijo la pequeña que lo miraba de forma analítica-. Eres mi primo ¿cierto?


-Si -recordó que la última vez que la había visto tenía unos 3 años, era imposible que se acordara de él.


-Pasa -dijo haciéndose a un lado-. Mi mami dijo que vendría mi primo que era alto y pelirrojo -se explicó la pequeña.


-Ese soy yo. ¿Sabes cómo me llamo?


-Mmm -la pequeña lo meditó un segundo-. No lo recuerdo -dijo apenada.


-Hanamichi Sakuragi, dime Hana. Y tú ¿cómo te llamas?


-Airi Ochida -se presentó la pequeña.


-Me gusta tu nombre.


-Gracias -dijo con una sonrisa-. Mami, ya llegó Hana -dijo entrando a la cocina.


-Hana, cariño. Tanto tiempo sin verte -dijo la mujer mientras dejaba lo que hacía.


Kokomi Ochida, Kokomi Sakuragi de soltera, se acercaba a abrazarlo. Era una mujer de unos 1.60 de altura, hermosos ojos café y largos cabellos negros.


-Así es tía. Pero me alegro de poder verte, al igual que a Airi, hace dos años que no la veía.


-No nos habíamos visto nunca -le rebatió la pequeña.


-Claro que nos habíamos visto. Solo que tú eras muy pequeña como para recordarlo -dijo Hanamichi dulcemente. Su temperamento se apaciguaba cuando estaba con niños, le encantaban.


-¿Es cierto, mami?


-Sí, cariño, se vieron hace 2 años.


-¡Wow! -a Airi eso le pareció una eternidad.


-Por cierto ¿dónde está el tío Ren?


-En el trabajo, cariño. Que tu estés en vacaciones no significa que los demás también. Recuerda que es lunes.


-Lo había olvidado. Sin las clases siempre parece fin de semana -se justificó.


-Estoy dejando todo preparado para el almuerzo, falta poco -habló después de un momento Kokomi-. Luego tendremos toda la mañana para hacer tus cosas. A todo esto ¿a dónde vamos?


-A 20 Km de Tokio por la salida norte. Ahí se encuentra el Internado.


-¿Los fines de semana te quedarás aquí?


-Si no te molesta.


-Claro que no me molesta.


-Aunque de vez en cuando debo volver a Kanagawa. Mis amigos no me perdonarían si no los visito cada cierto tiempo.


-Entiendo.


Luego de contarse sobre las últimas noticias de las cuales no habían tenido tiempo de ponerse al corriente, Kokomi terminó lo que hacía y salieron.


Tomaron un bus que los dejó donde debían ir: a 20 Km de Tokio. Aún así, las instalaciones del Internado estaban por lo menos a 500 metros de la entrada. Hanamichi miró todo alrededor. Con razón se llamaba Internado Midori: ¡todo era verde!


El camino principal estaba bordeado de Cerezos en flor, lo que lo hacía un paisaje muy bonito. Al final del recorrido se veía un edificio de tres pisos, atrás del mismo otra edificación un poco más alta y a los costados lo que supuso eran gimnasios. Había una gran distancia entre todos estos edificios y los árboles más cercanos, pero desde que empezaban a aparecer no se detenían hasta varios metros después, en lo que supuso el límite del Internado. La zona que estaba despejada de este "bosque" tenía una serie de pequeñas plazas con bancas de distinto tipo y árboles que les daban sombra.


-¡Wow! -dijo Airi-. Mami ¿puedo estudiar aquí?


-Lo siento, cariño. Es un colegio para hombres deportistas.


Comenzaron a caminar hacia el despacho del secretario, donde el guardia de la entrada les indicó que debía matricularse. En el camino, Kokomi no pudo evitar apreciar los árboles que ahí crecían.


-Castaños, hayas, tuyas, abedules y fresnos en los alrededores. Arces, magnolios, cerezos y ciruelos blancos y rojos en los parques. Realmente es un lugar muy bonito -dijo Kokomi.


-Así es. Da cierta... tranquilidad -contestó Hanamichi.


 


˜*˜


 


Se encontraban en una oficina en frente del señor Taishi Etsuko, el mismo hombre de la presentación.


-Bien, joven. Dígame su nombre.


-Hanamichi Sakuragi -contestó mientras lo veía hurgar entre una carpeta llena de papeles.


Recibió un formulario que estaba casi rellenado y comprobó que todos los datos estuvieran correctos. Mientras su tía leía un documento que hablaba de las cláusulas de la beca, el Secretario revisaba los documentos que se le entregaron.


-¿Está todo bien, joven Sakuragi? -preguntó el hombre.


-Sí, está correcto.


-¿Señora Ochida? -miró a Kokomi.


-Todo bien, señor Etsuko.


-Bien. Necesito que ambos firmen aquí, aquí y aquí -dijo mientras les indicaba en los documentos que acaban de leer-. Estos son para ustedes y estos quedan aquí -dijo extendiéndoles una copia de los documentos y guardando la otra en una carpeta diferente de la original de donde las había sacado-. Creo que eso es todo. No se arrepentirá, joven Sakuragi. Nos vemos el próximo año.


-Nos vemos, señor Etsuko -contestó inclinándose.


-Un placer -se despidió Kokomi.


Al salir de la oficina se encontraron con Rukawa y una copia de Rukawa, que el pelirrojo supuso era su padre.


-Zorro -saludó Hanamichi.


-Torpe -contestó Rukawa.


-¿Es tu amigo? -preguntó Airi.


-Es un compañero del equipo de basquetbol -evadió su pregunta.


-Eres guapo, me gustas -Airi se dirigió al Zorrito que se ruborizó.


-¡Jajajajajajaja! Vaya, Zorro. Hasta las niñas te siguen. Apuesto que tus animadoras matarían por conseguir de ti un sonrojo como lo hace una niña de 5 años -se burló.


-Torpe -dijo Rukawa mientras entraba al despacho del secretario seguido del hombre con el que iba.


 


˜*˜


 


Hanamichi pasó el resto de la semana, y por tanto del año, en Tokio. Se divertía conversando con su tía como lo haría con una amiga. Tenían la cercanía suficiente de ser familiares y la distancia precisa que les daba el hecho de que no fuera su madre. También se entretenía jugando con Airi, que estaba encantada de tener un primo que le prestara tanta atención y la sacara a pasear.


Fueron unas fiestas distintas a las de otros años. Solía pasarlo en Kanagawa con sus amigos, pero no era lo mismo, ellos tenían a sus familias. Ahora las había disfrutado con sus tíos y su prima. Fue una experiencia distinta, pero buena al fin y al cabo.


 


˜*˜


 


Se encontraba en el Danny's con su Gundam. Les contaba sobre su visita a Tokio, sobre sus tíos y Airi y sobre el Instituto.


-Chicos, eso era... una especie de parque -dijo Hanamichi- o de paraíso, si quieren ser más fantasiosos.


-Lástima que no vayan a haber chicas -dijo Takamiya- con tanto árbol era el escenario ideal para...


-Aún así -interrumpió Ookusu- puede llevar a algunos chicos a los matorrales y...


Todos recibieron de regalo un cabezazo de parte de Sakuragi. Ahora los cuatro descansaban cómodamente encima de la mesa con sendos chichones donde habían sido golpeados.


-¡No sean estúpidos! -gritó Hanamichi tan rojo como su cabello- a mí me gustan las chicas.


-Nadie ha dicho lo contrario -dijo Yohei.


-No es necesario que te gusten los chicos -agregó Noma.


-Una cosa no quita la otra -lo picó Ookusu.


-Pueden gustarte las chicas y aún así salir con chicos -resumió Takamiya.


Una nueva ronda de cabezazos. Ahora, todos lucían dos hermosos y llamativos chichones en sus frentes.


-Sigan hablando estupideces de ese tipo y ya verán cómo llegan a sus casas con dos cabezas -dijo apuntando sus chichones.


-Tranquilo, Hana -dijo Yohei-. Son bromas, tú lo sabes.


Luego de este incidente estuvieron conversando sobre temas más superfluos hasta el momento de partir cada uno a su casa.


 


˜*˜


 


Días después decidió visitar al profesor Anzai para contarle cómo le había ido en Tokio y lo que había visto del Internado. Si bien no llegó a conocer el interior de las instalaciones, con solo haberlas visto por fuera ya tenía bastante que decir.


Prometió visitarlo en los dos meses de vacaciones que tendría. Y por supuesto, ir a despedirse de él y de su esposa antes de partir a su nueva preparatoria. A pesar de parecer irrespetuoso, apreciaba mucho al Gordito y también a su amorosa señora.


 


˜*˜


 


Ese 14 de febrero decidió declarársele a Haruko sin que su Gundam se enterara, no quería que festejaran a costa suya. Sentía que la muchachita ya no le provocaba lo mismo de antes, aún así decidió hacerlo para no dejar nada pendiente en Kanagawa.


-Haruko, yo quería decirte que... me gustas.


-Yo...


-...


-Lo siento Sakuragi. A mí me gusta Rukawa.


-Lo sé. Espero que podamos seguir siendo amigos


-Claro, Sakuragi. Cuando vengas a Kanagawa nos tenemos que juntar.


-Sí, vendré a visitarlos cada vez que pueda.


Luego de eso Hanamichi acompañó a Haruko a su casa. Acababa de comprobar que la chica ya no le gustaba. No le molestó ni sintió nada como aquellas 50 veces anteriores en que fue rechazado. Es más, ni siquiera se molestó con Rukawa. Después de haber entendido un poco más sus sentimientos se preguntó que hubiese hecho si Haruko le hubiese correspondido. No tenía respuesta, por suerte, eso no había pasado.


 


˜*˜


 


Ese año las vacaciones se le habían ido como el agua entre los dedos. Quizás en gran parte debido a que sería la última vez que vería a sus amigos tan seguido. Estando en Tokio no podría viajar todas las semanas, si tenía suerte, tal vez lo hiciera una vez al mes.


Había cumplido con el profesor Anzai y con su esposa y se había ido a despedir el día anterior. Ellos lo llenaron de recomendaciones de todo tipo. El Gordito le había alentado para que aprovechara su estadía en el Internado, le habló seriamente sobre la posibilidad de un futuro en la NBA, él lo creía perfectamente posible si Sakuragi se esforzaba sabiendo aprovechar bien su talento. Ese hombrecillo bajo y rechoncho tenía más confianza en el pelirrojo de la que él mismo se tenía, por eso el gran aprecio que sentía por él.


Ahora se encontraba en la estación esperando en tren que lo llevaría a Tokio junto a todos sus amigos que habían ido a despedirlo.


-¡Hanamichi! No te vayas... ya no creo que sea una buena idea -dijo Takamiya.


-Gordo, no seas llorón. No pienso morirme, vendré a visitarlos.


-Lo sabemos -dijo Noma.


-Solo cuídate ¿sí? -completó Ookusu.


-Chicos, dejen a Hana en paz. No lo están haciendo más fácil. Esto es tan difícil para él como lo es para nosotros -les reprendió Yohei.


-De hecho, creo que es más difícil para mí -dijo Hana-. Ustedes cuatro se quedaran aquí y se tendrán unos a otros. Yo estaré solo y con personas que no conozco.


-Vamos, Hana. No seas melodramático -se burló Yohei-. Lo dices cómo si te costara un gran esfuerzo hacerte de amigos.


-Seremos nosotros los que nos quedaremos sin nuestro líder -habló Ookusu.


-No tendremos a nadie que nos defienda -secundó Noma.


-Ni que nos alimente -completó Takamiya.


-¡Jajajajajajaja!


Los cuatro muchachos de la Gundam rieron a la vez, hasta que fueron callados por Hana y uno de sus reconocidos cabezazos, quizás el último en mucho tiempo.


-También extrañaré eso -dijo Yohei.


El pelirrojo se emocionó al ver como los demás asentían con la cabeza al comentario de Yohei.


-Los pasajeros del tren de las 9.30 con destino a Tokio, favor de abordar -se escuchó por un altoparlante.


-Chicos, creo que este es un hasta luego -dijo Sakuragi-. Yohei, quedas a cargo. Gordo, no comas tanto. Noma, no te metas en problemas. Ookusu, estudia un poco más.


Dedicó a cada uno de sus amigos una última instrucción. Les regaló abrazos y palmadas en la espalda y luego subió al tren. Perdiendo de vista sus amigos.


 


˜*˜


 


Hanamichi se encontraba sumergido en sus pensamientos. No sabía muy bien cómo explicarlo, pero tenía la leve impresión de que una nueva vida acababa de comenzar para él. Todo sería nuevo y tenía la posibilidad de enmendar los errores del pasado no volviendo a cometerlos. Era como hacer borrón y cuenta nueva.


Estaba ansioso como nunca antes lo estuvo por comenzar el curso escolar. Este año iría a segundo de preparatoria y si se mantenía en rendimiento físico y mejoraba un poco sus notas podría conservar la beca deportiva para el próximo año.


Esperaba no arrepentirse de su decisión. Su Gundam había sido siempre su punto de apoyo. Especialmente desde la muerte de su madre y mucho más aún desde la muerte de su padre. Ahora no los tendría y eso era quizás lo único que lo mantenía un poco nervioso.


Era domingo y debía internarse el día lunes aunque las clases comenzaran el miércoles. Supuso que esos dos días libres eran para que conocieran el Internado y a sus compañeros y se ambientaran al lugar.


Solo se percató de su llegada a Tokio porque accidentalmente un hombre le pasó a llevar un brazo con su bolso. No se molestó como lo hubiese hecho otras veces, a fin de cuentas, aunque inconscientemente, el hombre lo había sacado de su trance para que notara donde estaba. De no haber sido por él hubiera seguido en el tren hasta que el guardia pasara a comprobar su boleto indicándole que debía pagar hasta la estación siguiente. Y demás está decir que no andaba con dinero de sobra para darse esos lujos.


Tomó sus maletas y salió del tren y de la estación en dirección a la casa de su tía donde pasaría la noche para partir a primera hora de la mañana a su nueva preparatoria: el Internado Midori.

Notas finales:

Sigue siendo algo así como introductorio. Prometo que el próximo capítulo empezará la historia de verdad. Nos leemos :D


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