Si fuera un cuento
Miro a mí alrededor mientras que numerosas gotas caen de mi cabeza llegando a la ropa y finalmente al suelo, como si una lluvia densa de color negro recorriera mi piel, es fría y algo incomoda. Respiro sintiendo una opresión en mi pecho, y me quedo estática en el lugar.
Si esto fuera un cuento, me digo mientras continúo allí, quieta, observando el rostro de la persona que tanto amo, seguramente sus ojos castaños estarían fijos en mí, y una tenue sonrisa se dibujaría en sus deliciosos labios, los cuales son fuente de inspiración a las fantasías más locas y apasionadas en mis noches de vigilia. Seriamos cómplices de este amor tan puro y a la vez tan fuerte que hasta cierto punto es asfixiante. Nuestras manos se rosarían accidentalmente, mientras que fingimos que nada sucede entre nosotras.
Si esto fuera un cuento, como las numerosas novelas que reposan sobre mi escritorio, libros enormes y pesados que inspiran a un amor tan cautivador, tan fuerte que trasciende las barreras del tiempo, la sociedad hasta incluso la propia muerte, entonces las palabras y las miradas llenas de amor y adoración que te dedico, llegarían a lo más profundo de tu alma y serias consciente de lo mucho que te quiero y deseo que seas feliz, de lo mucho que me pesa este sentimiento y tal vez me sonreirías, y tal vez nuestros labios se encontrarían en un roce suave y tierno, porque no sería necesario que nuestros cuerpos se encontrasen, ya que con el simple hecho de contemplar tu rostro, escuchar tu voz o incluso el saber que existes, me basta para ser inmensamente feliz.
Si esto fuera un cuento la manera en que me fije en ti sería más romántica, como un encuentro casual en la universidad cuando me perdí el primer, tú con una sonrisa me hubieras guiado hacia el salón, o si en los pasillos se te hubiera caído algo y te llamaría para devolvértelo, o simplemente cruzar nuestras miradas y ese toque de magia hubiera surgido.
Si esto fuera un cuento, la confesión implícita que acabas de escuchar llegaría a tu corazón el cual esta tan rodeado de paredes impenetrables, y por escasos segundos me permitirías habitar en el, quizás no corresponder mis sentimientos, lo sé, sería demasiado pedir ya que este amor es tan grande que ninguna persona seria capaz de sentir una milésima de él sin sufrir una inmensa agonía. Oh, pero vieras lo masoquista que es mi corazón, el cual soporta cada día y cada segundo este inmenso amor, que quema, me enloquece y duele como el mismo infierno, pero que me hace tan feliz y tan desdichada, y quiero vivir y quiero morir por este mismo sentimiento. Así… como también quiero olvidar.
Si esto fuera un cuento, la risa que recorre tu garganta llenando el ambiente seria una llena de alegría y no de burla. Y las palabras que pronuncias serian suaves y no llenas de crueldad impregnadas de malas intensiones, y el refrescos que sostenías hace unos segundos en tus hermosas y largas manos, seria ofrecido con gentileza y no arrojado con tanta furia y odio derramándose sobre mi cabello y ropa.
Oh, pero esto no es un cuento…
Y la manera en que me enamore de ti fue bastante tonta, de hecho al principio ni siquiera me di cuenta de tu presencia incluso cuando te parabas a delante a dar algún anuncio, o cuando caminabas por los pasillos, o nos encontrábamos casualmente en el baño. Cuando me fije por primera vez en ti, fue cuando tu hombro choco conmigo provocando que perdiera el equilibrio y cayese bruscamente, y en vez de ayudarme te enojaste, gritándome que tuviera más cuidado. Desde ese momento fui más consciente de tu presencia, poco a poco este sentimiento fue naciendo, hasta llegar a este fatídico momento en el que me encuentro perdidamente enamorada.
Y la dulzura con la que te imagine en mi mente… no existe.
— ¡eso te pasa por tocarme! Asquerosa lesbiana—dijo antes de largarse a reír junto con todos sus amigos, allí nos encontrábamos en medio del pasillo más concurrido de la universidad.
Me sentía humillada, simplemente fui a informarle acerca de las pruebas que el profesor había dejado en secretaria para que las entregara, ya que ella era la ayudante de la asignatura, pero al no hacerme caso toque su hombro, ella gritó enfadada antes de arrojarme el refresco que bebía.
—Seguramente estas enamorada de mi ¿no? –continuo con crueldad.
—El profesor de metodología dejo las pruebas en secretaria, ese es el mensaje—moví un poco mi cabello sintiendo los voces a mis espaldas y las risas, intentaba estar calmada, pero realmente lo único que deseaba era llorar—además es cierto, soy lesbiana, pero no me enamoraría de ti aunque fueras la última mujer del mundo, no te creas tanto.
Iba a continuar, deseaba herirla como ella también me había lastimado, pero sabía que mi voz se quebraría.
—di lo que quieras, pero se te nota, y el solo pensarlo hace que se me revuelva el estomago, a la próxima no te atrevas a tocarme que me darán ganas de vomitar.
Me voltee sin prisas antes de caminar hacia el baño para lavarme, la siguiente clase ya estaba por comenzar.
Si esto fuera un cuento, las lagrimas que ahora bajan por mi mejilla y el llanto ahogado que me invade seria por la alegría de tenerte en mi vida. Pero esto no es un maldito cuento. Me digo con rabia sintiendo como mi pecho se estruja y me cuesta respirar.
Claro que no es un puto cuento tonta, es la vida real y duele.