Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Acoso por Ariisa

[Reviews - 36]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Personajes míos, historia mía :)

Notas del capitulo: Pues... nada, una cosa rara que salió de mi cabecita.
Típica de mí: historia sencilla, no demasiado drama, final predecible.


Aún así, ¡espero les guste! :D
Mi hermana pequeña siempre ve series, telenovelas o películas con alto contenido dramático. La mayoría de ellas me parecen ridículas y muy improbables.
Es extraño darme cuenta que mi situación actual va más allá que el peor de los libretos…
Enamorado del ex de mi, ahora, ex-novia… malditas vueltas del destino.

ACOSO


Las cosas con Diana comenzaron a decaer desde el preciso momento en que empezamos la relación. Tan sencillo como apretar un interruptor, desde el momento en que nos convertimos en “novios”, su personalidad cambió.
Al principio era una chica simpática, no demasiado inteligente, pero de verdad agradable y… sí, sumamente guapa. No lo voy a negar, la primera vez que la vi fue su ropa provocativa lo que llamó mi atención.

Pero ahora da lo mismo tener a la muchacha más hot de la universidad en mis manos, si no puedo soportarla por más de 20 minutos.
Me controla: me pregunta dónde he estado, con quién, por qué…
Me utiliza: me presenta a sus amigas, se galardona de MIS logros y los exhibe frente a todos, “León ganó anteayer una medalla por el primer lugar en natación, ¿no crees que tengo al novio más sexy y fascinante del mundo?”.

A veces incluso creo que ella tenía una especie de lista con el nombre de varios muchachos ‘talentosos y guapos’ con los cuales podría salir para verse superior ante sus amigas y, aún más, frente a sus enemigas. Y en realidad no le importaba quién fuese mientras cumpliese con esas características.

Como sea, la relación ya no da para más, por lo que decidí hablar con ella para terminar. Incluso pensaba ofrecerle que dijese a todo el mundo que ella me había pateado a mí y no al revés, puesto que así no se sentiría tan humillada y, en el mejor de los casos, no desataría su ira en una escena-súper-melodramática montada en pleno campus.

Sin embargo, las cosas no siempre se dan como uno las planea.

- ¡León!.- Me giro y es Franco.
- ¿Qué sucede?.- pregunto.
- Nada importante. Sólo quería saber… ¿vas a hablar con Diana hoy?
- Eeh… eso pretendo.- respondo sin mucho ánimo.
- Amigo.- Hace una pausa mirándome con lástima.- Te esperaré con hielo y una aspirina, porque esa cachetada y ese dolor de cabeza no son canjeables.- Franco comienza a reírse y yo sólo niego con la cabeza.
- ¿En verdad vas a burlarte de mí?.- Cuestiono tranquilo, porque por mucho que Franco lo intente, fastidiarme o hacerme enojar es demasiado difícil.
- No… es sólo que yo te advertí como era la chica. ¿O no?
- Ya. Lo sé.
- ¿Al menos era buena en la cama?
- …- Lo miro esta vez con el semblante más serio y pongo los ojos en blanco.- Oye, debo irme. Tengo práctica, y luego hablaré con ella.
- Está bien, ¡suerte!.- Me sonríe y hace amago de irse.
- ¡Ah!, y una última cosa.- Franco se vuelve para mirarme.- Ya que estamos con esto de sacar en cara lo que nos advertimos mutuamente y no escuchamos… ¿cuándo vas a hablar tú con Demian?
- …- Mi rubio amigo guarda silencio mirando el piso.- Sabes que es diferente.
- No lo es. Y, créeme, él no va a estar solo eternamente.
- León…- Dice, comenzando con el discurso de siempre.- Mis problemas los soluciono yo. Además… NO, no es lo mismo involucrarte con una chica guapa con un carácter del demonio a confesarte a uno de tus amigos sin saber si éste es siquiera homosexual o no.
- Como digas, Franco, pero no te demores mucho más, ¿quieres? Que luego eres tú el que se desespera por su propia situación y soy yo el que ando escuchando tus reclamos y lamentos todo el día.
- Cállate y mejor ándate a tu entrenamiento.- Me dice, frustrado, y comienza a andar.

Sonrío.
La piscina olímpica me espera.

El nadar siempre me ha tranquilizado. Me da una falsa sensación de completa libertad. Me olvido del mundo y solo puedo oír el ruido del agua. Además, todo se vuelve más liviano, incluso lo que podría estar ocupando lugar en mi mente.

Cuando termina el entrenamiento casi siempre voy directo a las duchas y me largo lo antes posible. Sin embargo, ahora me siento en las gradas más cercanas. Indiscutiblemente, aún admitiéndolo o no, estoy haciendo tiempo. OK, tal vez Diana sí me da algo de miedo cuando se enoja.

Miro a mi alrededor para observar las caras de los que están en el lugar, cosa que nunca hago. Alcanzo a ver a Maira a la distancia, la amiga de Franco. Veo a Adolfo, Cristóbal, Clarissa… a los demás los he visto, pero no sé sus nombres. También hay un grupo de estudiantes que van a sólo a observar, como si fuésemos algún tipo de mercancía en exhibición. A mí me molesta, ya que me tomo el deporte en serio, pero hay otros a los que les agrada el sentirse observados y “deseados”.

Esta vez me sorprende un ratoncito de biblioteca. Sé que es uno porque está en la última grada, lo más lejos posible del agua. Lleva un montón de libros que, seguramente, siente pánico de que se mojen. Pero está algo lejos, así que no lo distingo bien. Es bastante probable que no lo haya visto nunca antes.
¿Qué hará aquí?
Me descubre observándolo y, al parecer, decide marcharse.
¿Se habrá sentido demasiado observado?

Dejo mis divagaciones para después.
Más vale que me enfrente a mis problemas; no me puedo pasar toda la vida junto a la piscina.

Veinte minutos más tarde voy a reunirme con Diana, que me mira algo molesta.

- León, ¿dónde estabas?.- Mal comienzo.
- En la práctica de todos los martes, eso ya lo sabes, ¿no?
- Pero te demoraste más que los otros días…
- Sí, bueno, se me pasó la hora, lo siento.- Creo que percibe que no estoy de humor para sus celos. Es más, podría asegurar que sabe por qué le pedí que habláramos.- Diana… debo hablarte de algo importante.
- …- No me mira, mas sé que de alguna forma ya se esperaba esto. Pero me sorprende con su respuesta.- Yo tengo también algo importante que decirte.
- ¿Si?.- Pregunto algo confundido.
- Y, de hecho, necesito que me dejes decírtelo antes.
- Está bien…- Mira el piso y luego me observa directamente con un semblante ensombrecido. Comienzo a asustarme.
- Me están acosando.- Dice, seria.
- ¿Qué?.- No puedo evitar la sorpresa.
- Te digo que me están acosando, y…- Mueve nerviosa sus manos y mira alrededor con desconfianza.- Me da algo de miedo. Me manda mensajes de texto, me llama constantemente, me detiene en los pasillos, me manda mails, ¡y lo peor es que sabe todo lo que hago y dónde!
- …- Ni siquiera sé qué responder.
- León, tengo miedo…- No puedo evitarlo, la abrazo.
- Pero… ¿sabes quién es?
- Sí.- Confirma.- Es mi ex-novio. Uno con el que terminé hace muchos años, como 5, cuando íbamos en el colegio. Creo que nunca superó el quiebre.
- Pero… ¿cómo se atreve?.- Empieza a molestarme el hecho de que un tipo se sienta con el derecho de hacerle eso a otra persona. Da lo mismo si es Diana o cualquier otra chica, ¡me enferma la gente así!
- De hecho él me repite constantemente que te deje, que te deje por él. Y que si no lo hago, que me atenga a las consecuencias…
- ¿Quién es? ¿Dónde está?.- Exijo, molesto.
- No, no importa… sólo necesitaba tu abrazo. No pasará nada.- Me dice, nerviosa.
- Claro que no. Dime ya quién es para ir a hablar con él.- Reclamo.
- No, no te diré. Puede ser peligroso…- Insiste.
- Diana, dímelo ya.- La miro muy seriamente, como nunca.
- El… él…- Hace una pausa y se mueve nerviosa.
- Diana, deja de encubrirlo, ¡respóndeme!.- Se asombra antes el tono de mi voz y responde.
- Le dicen Edu.
- Y…- Necesito saber más.
- Estudia Leyes.
- Dime cómo es físicamente.
- Pero, León, no… no hables con él.
- ¡Diana!
- Bueno… él… es alto y pelirrojo.- Mira el piso y cuando ve que me pongo en marcha, sostiene mi brazo.- No, León, no vayas… Prometo que sola solucionaré mi problema. Déjalo, no te acerques a él… Por favor, te lo pido.
- Olvídalo.- Le digo, y salgo prácticamente corriendo.
- ¡León! ¡LEON!

Oigo sus gritos y los ignoro.
Le enseñaré una lección al tal Edu.
No se trata de que intente molestar a mi novia, sino que se aproveche de la situación y deje en un estado de desesperación a otra persona. Nadie tiene el derecho de hacer sufrir a alguien más…
Además, retener a alguien, “obligarlo a amar” a través del miedo, todo eso me recuerda a mi padre… y no hay nadie a quien deteste más que a ese tipo de gente.

No demoro mucho en ubicar al tipo, que al parecer está en la biblioteca. Cuando lo veo salir, me impresiono. Es el ratón de biblioteca del entrenamiento…
No lo puedo creer. Me parece casi imposible.
Su cabello es más naranja que rojo, sus ojos son de un suave marrón, es bastante delgado y, aunque alto, sé que le gano unos centímetros.

Su mirada se encuentra con la mía. Casi instantáneamente la desvía, nervioso.
Y ahí está la prueba de que sí es culpable. Su reacción es lógica.

Me acerco a él con paso firme y mi mirada más fría.

- ¿Eres Eduardo?, O como sea que te llames…te dicen Edu, ¿no?.- Pregunto, despectivo.
- Sí.- Responde en voz baja y sin mirarme.

Observo un poco la situación antes de proceder: Está junto a una muralla y no me observa, sino que mira sus zapatillas. Se ve bastante inofensivo, pero la gente como él suele ser manipuladora y dar la impresión de ser lo que no son.
Entonces siento la furia crecer en mi interior… asco…

Lo empujo contra la muralla y agarro la tela de su polera con fuerza, obligándolo a mirarme. Me mira sumamente sorprendido, incluso distingo rasgos de temor en su mirada. A ver si esto le enseña…

- Escúchame bien, Edu, te quiero LEJOS de Diana, ¿entendiste? Si te atreves a hacerle algo más, te juro que te rompo la cara a golpes.

Lo alejo sólo un poco para verlo a la cara y mostrarle mi cara más enojada.

- ¿Qué?.- Apenas logra articular palabra, pero poco a poco su ceño se frunce.- ¡Déjame!.- Me aleja de un empujón, con poca fuerza. Me muevo de igual manera.
- Debería darte vergüenza…- Lo miro con desprecio.
- No tengo idea de qué hablas…- Dice, enojado, con su rostro rojo de ira.- ¿Me podrías explicar quién mierda te crees para hablarme así?

Por fin saca a relucir su personalidad y deja de hacerse el inocente.

- No me creo nadie. ¡Y te hablo del modo en que te mereces que te hablen, nada más!
- ¡No tengo idea de lo que estás diciendo! Pero si necesitas practicar tus diálogos demenciales, ¡búscate una muralla! Porque yo no tengo tiempo para hacerle caso a imbéciles como tú.- Me grita, mientras intenta escapar.
- ¡Maldito idiota!.- Alcanzo a agarrar su manga, pero se escabulle y sale corriendo.- ¡¡Cobarde!!.- Grito fuertemente.

Aunque podría perseguirlo, no vale la pena.
Intento recuperar mi calma habitual, ¡pero me cuesta!
Respiro profundamente… me iré a casa, antes de que haga alguna estupidez.

Al entrar en casa veo a Franco trabajando en su laptop en la mesa.

Ambos vivíamos en una pequeña ciudad al norte, donde no hay universidades, y tuvimos que venirnos a vivir aquí para poder estudiar, ya que cuatro horas de viaje diarias iba a ser demasiado duro. Yo no tenía problemas debido a que mi madre decidió comprar una casa aquí, porque a pesar de lo mucho que odio a mi padre, él nos provee del dinero suficiente como para vivir incluso con lujos, tal vez pensando que el dinero remedie en parte todo el daño que nos hizo. Pero Franco sí tenía problemas; no tenía cómo pagar el alquiler de una habitación más todos los otros gastos que representan el estudiar en otra ciudad. Por eso le dije que viviera conmigo. Es mi amigo y esto lo menos que puedo hacer por él. Por otro lado, así es más divertido.

Pero ni siquiera puedo pensar en cosas divertidas en estos momentos.
Franco me mira expectante de mis primeras palabras.

- Fue un puto día.- Digo, lanzando la mochila al sillón y yendo al baño para mojarme la cara.

Cuando vuelvo a la sala, el rubio me lanza una lata de cerveza, que agradezco con un asentimiento de cabeza.

- Ok. ¿Fue aún más escandaloso de lo planeado?.- Pregunta, sorbiendo de su propia lata.
- No, es decir… no le dije nada.
- ¿¡Qué!?.- Me mira impresionado y luego hace un ademán de desesperación.- ¿¡Pero qué pasó ahora!?
- Es que… me contó algo que la tenía muy preocupada, no le podía salir yo, además, con el tema de que termináramos.
- ¿Pero qué te dijo?.- Indaga.
- Hay un chico, uno de sus exs, que la está acosando… pero acosando en mala, prácticamente amenazándola y todo.- Digo, mientras aprieto los puños.- Y, claro, fui a hablar con él.
- ¿Hablaste con él?.- Repite en voz baja, mirándome con grandes ojos.- ¿Por eso vienes furioso, tú, el que nunca se enfada?
- Sí…. ¡argh, qué tipo más desagradable! ¡Y cobarde!.- Exclamo.

Franco me observa muy atento.

- ¿Puedes creer que se atrevió a negarlo? ¡Se hizo el desentendido!
- …-Franco me sonríe, tal vez le hace gracia mi cara molesta, ya que no es habitual en mí. Mientras bebo, él me pregunta algo que yo ni siquiera había pensado considerar.- ¿Qué tan fiable es la versión de Diana?
- ¿Qué?.- Lo miro directamente y él sostiene la comunicación visual mientras se encoge de hombros.- ¿Piensas que lo inventó? ¿Por qué haría eso?
- No lo sé, pero es que ESA chica, no te hablo de todas, sino ESA… es un poco loca, ¿o no?
- Pero… es que inventarse algo así sería… digo, es muy grave.- Lo analizo un poco. No, definitivamente no se atrevería a inventar algo así.

Suena el timbre y el de ojos verdes se levanta para abrir la puerta.
Vuelve junto a Maira.

- ¡Hola, León!.- Me saluda efusiva.
- Hola.- Respondo.
- Oh…- me observa atentamente y luego se gira hacia Franco.- ¿Le sucedió algo?
- Jajaja… sí, yo también me impresioné cuando lo vi. Creo que nunca había visto sus dos cejas tan juntas, jajaja.- Me mira con una sonrisa y yo le respondo con un movimiento de cabeza, aunque igual sonrío.
- Pero, ¡cuéntenme!.- Maira se sienta también en la mesa y me mira inquisidora.
- Haaa.- Suspiro.- Hay un tal Eduardo o Edwin, un tipo que estudia Leyes, que ha estado acosando a Diana, no la deja tranquila… y ahora tiene el descaro de negarlo porque es un cobarde.
- Espera… ¿Hablas de Edu?.- Cuestiona ella, sorprendiéndonos a ambos.
- Sí.
- ¿Lo conoces?.- Pregunta Franco.
- Claro. Es amigo mío de la escuela.

Se hace un silencio algo incómodo.

- ¿Dices que persigue a Diana?
- Eso me dijo ella.- Respondo.
- Sí que es maldita esa zorra.- Dice la muchacha frente a nosotros.- ¿Sabes por qué eso no tiene sentido?
- No.- Franco y yo nos miramos y le prestamos atención.
- Escuchen, en primera: yo lo conozco y sé que Edu es gay. Y, en segunda, aunque es cierto que salió con Diana, fue hace muuuchos años y porque ella no lo dejaba en paz. Creo que, de hecho, fue ella quien le quitó el gusto por las mujeres.

Seas bienvenido, sentimiento de culpa.
Notas finales: Espero les guste :)
Si puedo, subiré el siguiente capítulo mañana mismo -^^-

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).