Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Acoso por Ariisa

[Reviews - 36]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: ¡Hola!
Qué bueno que les haya gustado, aquí la continuación:
Hablar con Diana, que aceptara la verdad. Que termináramos y armara un show… todo eso sí que cansa, pero aún queda lo peor: disculparse.

Ahora estoy sentado en la escalera que está al lado de la sala en la que él se encuentra en este momento. Esperándolo… para disculparme.

Veo que comienzan a salir los alumnos de la sala, todos pasan por el pasillo al que da la escalera sin darse cuenta de mi presencia. Los nervios me asaltan de pronto. ¿Qué se supone que le diga? ¿Cómo debería empezar?

Entonces pasa él. Y no puedo evitar analizarlo detalladamente mientras continúa caminando.
Lleva jeans oscuros y una camisa azul. Su pelo casi-rojo está desordenado y su mirada denota su cansancio. Camina casi con… elegancia. Lleva un bolso al hombro y un par de carpetas en las manos. Al sol, su piel es extremadamente blanca y puedo notar pecas, aunque pocas, en su rostro.
Pero para entonces él ya va algo lejos y yo aún sigo como atornillado al piso.

Ehh… le hablaré mañana.

Pero se pasó el jueves y, a pesar de haberlo estado observando a una distancia considerable, no me atreví a acercarme, de nuevo.

Llega entonces el viernes y sé que es el momento de hablarle, porque sino tendré que sentir el remordimiento todo el fin de semana.

Por casualidad o gracia divina, me lo topo en una esquina de un pasillo del ala norte. Lo miro sorprendido y él me observa de igual modo. Pero reacciona antes y, más rápido de lo que me doy cuenta, comienza a alejarse.

- ¡Espera!.- Grito.

Hago un trote ligero hasta alcanzarlo. En cuanto me ve a su lado, me mira molesto. A pesar de su enojo, me doy cuenta de que su rostro tiene facciones muy lindas. Espera… ¿qué?

- ¿¡Qué quieres!? ¡Déjame en paz!.- Me grita de vuelta, sin parar de caminar.
- Espera… ¡debo hablar contigo!.- Insisto, mientras cada vez avanzamos más rápido.

Me ignora olímpicamente, lo que hace que me moleste.

- ¡Escúchame, por favor!.- Vuelvo a gritarle.
- Ni ‘por favor’ ni nada, ¡quiero que te alejes, pedazo de bruto!
- ¡Hey!.- Esta vez sí me molesto. Así que lo tomo por el brazo y lo paro, lo que no me cuesta nada.

Me mira serio, enojado y retador.

Y se me va el alma a los pies. ¡Acabo de hacerlo de nuevo!:
Lo abordo en un pasillo, él no sabe por qué, le grito, utilizo la fuerza…
¡Demonios! ¿No era justamente eso lo que quería evitar, más bien, por lo que me quería disculpar?
Pero es que logra que me fastidie demasiado rápido…

Lo suelto e, intentando demostrar todo mi arrepentimiento, lo miro a la cara, con vergüenza.

- Lo siento.- Casi murmuro.
- ¿Qué?.- Me mira desconcertado.
- Que… lo siento. De verdad, discúlpame.

Me mira con desconfianza. ¿Pero qué creerá? ¿Qué le estoy tendiendo una trampa o qué? ¿¡Por qué me mira así!?
Entonces me doy cuenta de que son sus ojos los que me ponen nervioso y hacen que reaccione de mala manera. Mucho más agresivo y enojado de lo que soy…

- Yo debo pedirte perdón… por lo del otro día.- Evito a toda costa el contacto visual.
- …- El guarda silencio, pero al menos no sale corriendo, otra vez.
- No quiero justificarme, pero… también fui engañado. Es decir, yo… lamento muchísimo mi comportamiento, sé que no tengo justificación.- Levanto un poco la vista para verlo. Está algo confundido, ¿y cómo no iba a estarlo?
- Pues…- Acomoda el bolso en su hombro.- Supongo que fue un error, pero ojala no se repita.- Es todo lo que dice y luego de esperar unos segundos, me da la impresión que pretende irse.

¿Es todo? ¿Ni siquiera preguntará cuál era el problema?

- ¿No te interesa saber por qué me equivoqué?.- Pregunto serio, sin habérmelo propuesto.
- Pensé que no era de mi incumbencia.- Responde, con un hilo de voz, mirándome con cautela a una distancia prudente, ¿por qué hace eso? ¿¡Le doy miedo o qué!?
- Fue Diana. Me dijo que la acosabas, que la amenazabas…
- ¿Ah? Esa loca… ¿dijo qué?.- Mira a cualquier cosa menos a mí.- Escucha, no debería meterme, pero yo que tú buscaría otra novia. Esa muchacha sólo trae problemas. Y hay miles de chicas guapas e inteligentes…
- Pues no, no es asunto tuyo.- ¿Pero qué digo? No me lo propongo y cada vez soy más fastidioso. Intento arreglarlo.- Pero, gracias.

Pasan un par de segundos, por lo que agrego:

- Y sí, de hecho, ya terminamos. Lo que hizo fue de muy mal gusto y bastante grave, por lo demás.
- Mejor así.- Asiente con la cabeza.

Pero no quiero que se vaya aún.
Me siento muy culpable, a pesar de que ya escuchó mis disculpas.

- Bueno, yo… aún tengo remordimientos por cómo te traté. Y… no sé muy bien qué hacer para “compensarte” de algún modo. Así que…- Intento ser claro.- Si te pudiera ayudar de algún modo, sólo dime.- Me observa y luego desvía la mirada, de nuevo.
- No necesito nada por ahora, gracias.- Sí, es tan autosuficiente… por supuesto, ¿cómo iba a necesitar algo de mí?

Me descubro enfadado con mi propia reacción, pero ¿¡por qué!?
¿Pero… qué es esto? ¿Por qué me enojo por todo lo que hace o dice? Me enojo porque habla y porque no habla, porque me mira y porque no me mira, ¡pero principalmente porque me ignora! O intenta mantenerse lo más lejos de mí que puede…
Es como si estar cerca de mí le provocara alergia, ¿¡qué diablos le pasa!?

- Debo irme.- Menciona.
- Sí. Amn… que te vaya bien.- No sé qué más decir.
- Igual a ti.- Y se marcha rápidamente.

No pensar. No pensar. No pensar.

En toda la clase siguiente no me puedo concentrar. No dejo de pensar en él. Y aunque intento encontrar qué es específicamente lo que me fastidia de él, ¡no hay nada!
No me entiendo…

Me dirijo al casino y veo a Franco en una mesa cerca de la puerta. Me siento frente a él y descargo mi estrés.

- ¿¿Por quéeee??.- Pregunto, dejando mi cabeza sobre la mesa.
- León… ¿estás bien?.- Me pregunta Franco.
- Nooo. ¡Demonios, no!

Levanto un poco la cabeza para mirarlo. El rubio me mira expectante.

- ¿No pudiste hablar con él, de nuevo?
- Sí pude.
- ¿Y entonces?.- Pregunta confundido.- ¿Cuál es el problema?
- Cada vez que hablo con ese chico… quedo mal.
- ¿Pero qué pasó ahora?.- Cuestiona, sin entender.
- Nada…- Suspiro y me siento derecho.- ¿Esperas a Demian?
- Sí, su clase termina en diez minutos.- Cierra el notebook frente a él.- Pero termina de decir lo de antes…
- Nada, no pasó nada, de verdad.- Digo, calmándome y mirando alrededor. Llegan Adolfo y Clarissa a nuestra mesa.
- ¿Nos podemos sentar?.- Pregunta ella.
- Por supuesto.- Responde Franco.- Y tú, dime entonces, ¿qué pasó para que llegaras así?

Miro a los dos recién llegados, pero ellos están en su mundo de corazoncitos voladores en las dos sillas del final de la mesa.
Pienso en la pregunta de Franco.

- No lo sé. Ojala lo supiera.- Hago una pausa, mientras él me incita a continuar.- Es que… aceptó mis disculpas, escuchó todo lo que tenía que decirle y… eso. Pero, ¡no sé por qué! Todo lo que él hace, ¡me molesta! Aún estando consciente de que tuvo un comportamiento 100% normal.
- Pero, ¿te molesta o es otra cosa?
- ¿A qué te refieres?.- Pregunto.
- Bueno… más que enojado, yo te veo “afectado”. Es como… que sobrerreaccionas a todo lo que él hace o dice, ¿no?.- Me sonríe de pronto, lo que me asombra.- Pero debo admitir que sí que es extraño encontrar a alguien que genere una reacción así en ti, porque durante esta semana te he visto en más facetas que en todos los años anteriores.
- Pero eso no es bueno.
- ¡León!.- Franco abre grandes ojos y se queda mirando un punto fijo tras de mí.

Giro mi torso y cabeza y veo a Edu hablando con Demian cerca de la puerta. Ambos se sonríen y el pelirrojo incluso ríe. ¡Ríe!
¿Por qué están hablando y de qué hablan?
Se nota que se llevan bien… ¿pero de dónde se conocen?
Veo al castaño pasarle algo al otro, tal vez un pendrive.
Se despiden… cariñosamente.
Luego Demian busca algo con la mirada, observa hacia esta mesa y se encamina a ella.

Vuelvo rápidamente la vista al frente y nos observamos con Franco.

- ¿Edu y Demian?.- Pregunto.
- No. Imposible.- Dice él, simulando una tranquilidad que no siente.- Pero… ah, conque “Edu”, ¿eh? Qué sorpresa… dejó de ser el “pelirrojo”.
- Cállate.

En este instante Demian se acerca y nos saluda, también saluda a los otros dos.
Se sienta junto a Franco y comienzan a conversar.

- ¿Quién era el chico?.- Pregunta Franco, haciéndose el tonto.
- ¡Ah, Edu!.- Dice él.- Es un amigo. Es mayor que nosotros, eso sí, pero lo conocí cuando tuve que conseguirme un libro rarísimo para una clase. El me lo consiguió.
- Ah.- Franco me mira, ahora sí con calma.
- Además, ve las mismas series que yo, así que nos llevamos bien.- Demian sonríe y el rubio le responde de igual manera.- ¿Por qué querías saber?
- Ehh…- Franco me mira.
- Yo voy a comprar algo para comer.- Digo y me levanto.

Y ahora resulta que no me puedo sacar al chico de mi cabeza, ¿por qué?
¿Aún tengo remordimiento por lo que hice?
No, creo que no.

Lo que me molesta es… que incluso antes de conocerlo, ya intentaba ignorarme.
Cuando me vio observándolo en la piscina, huyó de mi mirada, incluso cuando no hice nada más que verlo.
Luego, antes de enfrentarlo por la falsa acusación de Diana, volvió a mirar a cualquier cosa menos a mí e intentó no toparse conmigo a toda costa.
Después del suceso no sería anormal que no me quisiera cerca, ¿pero por qué no soportaba que me aproximara a él desde antes? Simplemente no tenía razones.
A menos que me esté olvidando de algo.
Tal vez ya lo conocía, tal vez le hice algo…
Pero no, ¡estoy seguro que nunca antes lo había visto!

Como sea, al menos ya sé exactamente qué es lo que hace que me irrita: me ignora, me evade y pareciera que siente algún tipo de repulsión hacia mí, porque no me quiere a menos de una cuadra de distancia, al menos.
El problema es que saberlo, entenderlo… no cambia nada.

- ¡Excelente tiempo, amigo!.- Me felicita Esteban, cuando salgo de la piscina en busca de la toalla.
- Gracias.- Respondo sonriendo.

Miro alrededor. Ninguna cara nueva.
¿Esperaba acaso encontrármelo a él, resguardando sus libros del agua en la última grada, como la primera vez?
Lo admito, esto no es para nada normal. Pero... ¿ahora qué?
Notas finales: Bueno, me comentaron que no les gustaba el cabello casi-naranja de Edu. Yo me lo imagino como el de Simone Simons, pero si lo encuentran muy zanahoria, yo no puedo editar su imaginación, así que tienen permiso de imaginárselo como quieran xd




Sé que puede que les parezca corto, ¡pero vamos! Son 6 hojas de word o.o!



Además, descuiden, mañana viene el otro.

Nos leemos pronto :)

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).