Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Acoso por Ariisa

[Reviews - 36]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: Bueno, aquí continúa la historia :D


Y disculpen de antemano los errores técnicos que pueda tener xd
Ha pasado una semana, quizás, desde la última vez que lo vi.
Me topé otra vez más con él desde mis disculpas, pero ni me miró. Aunque existe la posibilidad real de que no me haya visto, podría asegurar que, en realidad, no quiso verme.

Debo admitirlo: se ha vuelto una obsesión el saber algo más de él.
Ya sé su nombre completo, que estudia con una beca, que es de los mejores de su clase, que nunca se le ha visto salir con nadie, al menos no de la universidad, que generalmente no almuerza y que, podría llegar a apostar, su color favorito es el azul.
Pero, ¿de qué sirve?
Me siento un psicópata al averiguar estas pequeñas cosas y me frustra el que, sin embargo, eso no me acerque a él ni un poco.

Quisiera tener la oportunidad de conocerlo personalmente, de yo mismo ir descubriendo lo que le gusta y lo que no, y enterarme de su vida, pero si él no me da la oportunidad ni de tenerlo cerca, ¿qué se supone que haga?

Lo más sensato sería olvidarlo. Porque esta obsesión no tiene ningún argumento válido.
Aún así… aunque no fuese más que un capricho mío, el querer tener justamente a la persona que no me quiere, no puedo simplemente olvidarlo.
Creo que de verdad me gusta.

¡Estúpido sentimentalismo!
Todo esto es culpa de mi hermana, que me obliga a ver con ella esas películas románticas chillonas y exageradas, ¡seguro de ahí saqué la inspiración para tanto drama sinsentido!

El punto es… si él me aceptara, ¿dejaría de gustarme?
Más bien creo que si él me diera la oportunidad de acercarme… eso me alegraría.

Salgo del mundo paralelo que he creado cuando casi choco con la puerta de la sala de computación en la que estoy. Está bien, acepto también que últimamente me distraigo demasiado.

Abro la puerta y me quedo quieto antes de salir.

Sus ojos me observan unos segundos antes de bajar a las hojas que lleva en sus manos.

- ¿Me vas a ignorar por completo, de nuevo?.- Pienso. Pero me sorprende.
- Hola.- Me saluda, sin mirarme demasiado, y aún apoyado en la muralla opuesta a mí.
- Hola.- Respondo, igual de quieto.

Me demoro como diez veces más de lo normal en cerrar la puerta, como para darle tiempo de que continúe hablando. De lo que sea, no me importa, pero que hable.

Se endereza y, aunque no se acerca, me mira a la cara para hablar.

- ¿Recuerdas que me ofreciste un favor como “compensación” por el malentendido?.- Pregunta, con voz neutral.
- Claro.
- ¿Aún puedo pedirte algo?.- Observa nuevamente las hojas en sus manos.
- Siempre y cuando pueda ayudarte con lo que me pidas, no hay problema.- Digo, con el mismo tono ‘impersonal’ que ocupa él.

Como dos desconocidos, que es lo que en realidad somos.

- Bueno… eh, no sé si lo sabes, pero la Universidad ya planeó una Exposición de Carreras para los posibles nuevos alumnos del año entrante.
- Sí.
- Como soy parte de la directiva de la Federación de Estudiantes y la Universidad nos encargó toda la organización a cambio de ciertas peticiones que les hicimos, a mí me delegaron todo lo relacionado con la disposición de los stands.- ¿Es parte de la directiva de la Federación?

Me sorprende en parte, porque no es como si no estuviese lo suficientemente capacitado para ser incluso el presidente, pero no lo sabía. En realidad, ¿en qué pienso?
No sé nada.

Intento no expresar reacción alguna mientras habla, para que no se entere de cuánto en realidad me interesa todo lo que dice.

- ¿Y en qué te puedo ayudar?.- Cuestiono, no entendiendo en qué parte entro yo en la historia.
- ¿Conoces a alguien de esta lista?.- Me pasa una hoja, aunque evita a consciencia el llegar a tocarme. Comienzo a enfadarme… ¿no debería al menos intentar disimular más su aprensión conmigo?
- Sí, a la mayoría, de hecho.- Lo observo.
- Pues… yo, con suerte, creo que conozco a dos.- Se permite medio-sonreír. Y a pesar de que no me esté sonriendo a mí, no puedo evitar pensar que, al menos, las cosas van mejorando. Justo cuando menos lo esperaba.
- ¿Entonces?
- Entonces, ¿podrías entregarle este intento fallido de plano a cada uno de ellos?.- Me pasa el resto de las hojas.
- Está bien, no hay problema.

Observo un poco las hojas. Son las ubicaciones de los stands.

- Sé que es una molestia.- Me dice, y yo lo observo con detenimiento.- Pero a mí me llevaría siglos encontrar a todos ellos o averiguar quiénes son. En cambio tú… ya conoces a casi todos y, de no ser así, al menos no te costará hallarlos.
- ¿Por qué pensaste en mi para esto?.- Pregunto, con sincera curiosidad.
- Porque… bueno…- Ya puedo hasta sentir su urgente necesidad de salir corriendo y acabar pronto la plática.- Tú eres, amn…, muy conocido, ¿no? Quiero decir, casi media universidad sabe quién eres.
- ¿Sí?.- Me calma el saber que, por lo menos, algo sabe de mí. Pero…- ¿Y cómo sabes eso? Pensé que…
- ¡León! ¡Qué bueno que te encontré!.- Judith, una compañera de carrera, se acerca rápidamente.

Siento ganas de ahorcarla. No es precisamente el mejor momento para que se acerque tan campante. Por fin estoy manteniendo una “conversación” con Edu, y ella llega para arruinarla.
Ya veo como el chico de ojos marrones se siente incómodo, aún más incómodo que lo que ya lo hago sentir yo, con mi simple presencia.

- Oye, sobre el trabajo que nos dejó el enano, ¿lograste encontrar la información?.- Ella me mira con sus grandes ojos celestes, mientras yo le respondo con una mirada atenta, que camufla mi frustración en estos momentos.
- León…- Es su voz… y mi nombre… juntos. Instantáneamente se vuelve el foco de mi atención.- Gracias.- Me dice, y comienza a alejarse.

Lo que Judith me pregunta después, ya ni sé qué es.

Sólo horas después caigo en cuenta de que Edu no me ignora tanto como yo pensaba, o al menos no me desprecia tanto. De alguna forma ya sabía mi nombre, ¿no?
Aunque es cierto, tal y como él dijo, que conozco a muchas personas.
De algún modo, Franco y yo terminamos siendo muy conocidos en toda la Universidad, desde los estudiantes de Pedagogía hasta los de Tecnología Médica nos reconocen.
Tal vez ya había escuchado algo sobre mí.

La tarea que él me encargó fue aún más fácil de lo que pensé; en un día ya le había entrado el plano a todos los de la lista.

Entonces, para cuando me di cuenta, el día de mi cumpleaños había llegado.
Afortunadamente Franco se había encargado ya de organizar la fiesta, invitar a la gente y hacer una lista de cosas que fuimos a comprar.

- Pensar que estabas tan entusiasmado con la fiesta, y la terminé organizando yo solo.- Me saca en cara el rubio.
- Sí, y tú la organizaste con gusto. No te hagas.- Le sonrío maliciosamente.- Muy despreocupado estaré, pero ya sé que estás planeando algo.
- ¿Ah, sí?.- Enarca una ceja, mientras sigue empujando el carrito del supermercado y yo echo un par de botellas.
- Creo que te escuché hablar con Maira algo de… ¿qué era? ¿Confesión? ¿Amor? ¿VELAS?.- Voy subiendo la voz, mientras me divierte su cara.
- ¡Cállate maldito!.- Me grita, pero luego sonríe mientras imagina su noche perfecta.
- Y yo soy el que vive en las nubes.- Reclamo, sarcástico, al sacarlo de su ensoñación.
- Oye, por cierto, ¿y no lo invitaste a él a la fiesta?.- Pregunta de pronto.

Lo observo detenidamente, con grandes ojos.
Ni siquiera se me pasó por la cabeza.
Y, por como es Franco, seguro que muchos ya sabían de la fiesta. Le debió hacer casi publicidad y todo.
Entonces él podría interpretarlo como que yo simplemente no quise invitarlo a la fiesta, si es que llega a saber de ella.

En resumidas cuentas, no importa cómo, el destino quiere dejarme mal ante él una y otra, y otra vez.

- Mierda.- Es la mejor expresión que se me ocurre.- Pero… ya no puedo, ¿cómo me comunico con él ahora?
- Puedo pedirle su número a Demian.- Ofrece mi amigo.
- Sí, sería… no, ¡NO! Imagina qué es lo que creería de mí. ¿De dónde saqué su número? ¿Por qué lo llamo? Y luego pensaría que lo estoy acosando o no sé qué… después de todo, no puede tener una muy buena impresión de mí, ¿o no?.- Pido una respuesta con una mirada desesperada dirigida a mi amigo. Franco me mira detenidamente, para luego intentar (fallidamente) aguantar la risa.
- Lo siento, es que…, yo sé que SI lo estás acosando.- Se ríe un poco y luego agrega.- Y es extraño verte poner esas caras y verbalizar todas tus preocupaciones. Dios, ese chico de verdad te afecta.
- Tu apoyo, amigo, y en especial tu consideración, son mi fuente de tranquilidad, Franco.

No puedo evitar molestarme un poco. Pero este tonto amigo mío pronto logra que termine riendo con él, simplemente porque irradia su felicidad como una puta estufa. Es imposible no reírse con él.


Empieza la fiesta temprano porque es invierno y oscurece temprano, y claramente todos desean aprovechar la ocasión.

Es extraño, cumplo 20 años y, aunque la fiesta es mía y para mí, no la disfruto tanto como debería.

Bien, es momento de fumar.
Busco en mi bolsillo la cajetilla y la hallo vacía.
Instantáneamente siento pereza. El lugar más cercano donde venden cigarrillos está como a doce largas cuadras. Sí, mi madre sin duda compro la casa más alejada de todas, la más alejada de la civilización.

- Iré a comprar cigarros, ¿quieres algo?.- Le ofrezco a Franco.
- Nop. Pero vuelve pronto, ¿quieres?
- Seeeh… iré en la moto. No tardo.

No tengo auto. La moto me basta y sobra, en realidad.
Hasta me conformaría con una bicicleta.

Al salir me topo con Demian y, aunque se nota que no quiere quedarse, lo obligo a entrar a la casa. Franco me degollaría si lo dejo ir.
Agradezco su presente antes de empujarlo al interior.
Demian es un chico lindo e inteligente, así que espero que las cosas le resulten a mi amigo con él tanto como lo desea.

Como sea, cuando estoy ya cerca del mini-market, lo veo a él.
¡De verdad es él! ¡Por fin las coincidencias están de mi lado!

Pero antes de llegar a estar lo suficientemente cerca, para un auto cerca de él.
El chofer abre la puerta del copiloto. Claramente una invitación a subir. Edu parece rechazarlo en un principio, pero termina por subir.

No sé cuándo, cómo, ni por qué comencé a seguirlos.
Mantengo una distancia prudente para que no me vean.

Quizás fue el hecho de observar que el chofer era un hombre y recordar lo que dijo Maira; “Edu es gay”.
Pero… no es lo que yo imagino, ¿no?
No puede serlo.
Notas finales: Ehh... eso :P
Mañana actualizaré también, para que revisen -^^-
¡Nos leemos! :D

Adioz.-!

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).