Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Inmensa Felicidad por Marieene

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

No se porque pero me encanta Sagitario x Leo, ya sea Aioros x Aioria o Sisifos x Regulus

Espero que aprecien este fic tanto como yo.

Disfrute un monton escribiendolo.

 

Notas del capitulo:

Por el momento he decidido dejarlo en un unico capitulo.

Disfruten!!

Inmensa felicidad

 

 

 

Aioria para mi era la persona mas importante de mi vida, era el ser por el cual yo daría todo y mas. Nada ni nadie se comparaba a la sonrisa hermosa y brillante de él, o a sus cabellos que, castaños, a la luz del sol parecían dorados. El era el motivo de mi existencia y por el cual lucharía hasta la extenuación. Él si me pidiese que le bajara miles de estrellas, yo gustoso lo haría. Porque él era todo para mí, era mi amigo, mi compañero, la persona a la que amaba, y también mi hermano

 

Amaba a mi hermano de una manera equivocada, lo amaba y lo deseaba todas las noches. Mas de una vez me he despertado a mitad de un sueño, agitado y húmedo, sintiéndome avergonzado por las ideas pervertidas que mi inconsciente me mostraba.

 

Estaba mal, pero no podía hacer nada para evitarlo.

 

Actualmente vivo con él. Entre los dos alquilamos un departamento en el centro de la ciudad.  Siempre quise compartir con él el mismo techo, y no me arrepiento, pero cada vez mis impulsos se hicieron mayores, cada vez lo deseé más.

 

Me alegré tanto cuando me propuso irse a vivir conmigo que lo abrasé tan fuerte y lo levante del suelo conteniendo mis ganas de besarlo, mientras él riendo me pedía que lo soltara porque no lo dejaba respirar.

 

Ay de mí, que me quedé atrapado en mi propia trampa.

 

Aioria siempre fue extremadamente cariñoso conmigo, y yo con él, pero mi cariño se transformó en algo más. Y ahora que lo tengo completamente para mí, mi desesperación se convirtió en mi martirio.

 

Tenerte tan cerca y no poder tocarte más allá de las caricias que un hermano puede dar.

 

Pobre de mí.

 

Me sentí feliz, pero avergonzado por ello, cuando viniste a mis brazos llorando desconsoladamente al a ver terminado la relación que tenias con otro hombre. Claro que te consolé, te abrazaba con ternura, te acaricié los cabellos castaños y limpié tus lágrimas.

 

Un haz de esperanza brotó en mi, no solo porque ahora te encontrabas sin pareja, sino que también comprendí que a ti te gustaban los hombres.

 

Pero desgraciadamente esa esperanza se veía opacada por el lazo de sangre que compartíamos. De no haber sido por eso, te aseguro querido hermano mío, que ya te hubiese hecho mío con el amor mas profundo de este mundo.

 

Una noche viniste a mi habitación y me pediste que te dejara dormir conmigo.

 

Hermanito de mi alma, no sabes cuanto sufrí esa noche. Tú necesitabas abrazarte a algo y fue mi cuerpo ese algo. Tú necesitabas sentir el calor de alguien, y fue mi calor el que te calentó. Tú necesitabas sentirte querido y yo te entregue todo mi amor. Pero… me tuve que morder los labios para no dejarme llevar. Y esa noche no pude pegar ojo, teniéndote en mis brazos, rozando tu cuerpo y diciéndote palabras de consuelo.  

 

Desde esa noche, las que siguieron fueron igual. La única diferencia era que ya no buscabas consuelo por haber perdido a tu pareja, sino que simplemente te avías acostumbrado, o eso es lo que pensé yo.  Ya no volviste a llorar por su nombre, ni tampoco a sentirte solo. Y me alegré. Pero mi amor creció infinitamente y mi cuerpo reaccionaba ante el tuyo.

 

Aioria, amado hermano mío, como me hacías arder en deseo, transpirar de pación y excitarme de amor, por ti, por tu hermoso cuerpo. Era una locura. Una dulce, y abrazante locura.

 

Y conviví contigo, con tu cariño, tus sonrisas deslumbrantes, tu bien formado cuerpo, tus hermosos ojos y tus labios…oh, si, esos labios que con tantas ansias tenia de tocarlos con mis propios labios.

 

Que cruel es la vida.

 

Te tenía solo y exclusivamente para mí, podía apreciarte mientras dormías, te deseaba desnudo… cuantas veces tuve que esconder mi excitación cuando te veía salir del baño luego de una ducha completamente desnudo y húmedo por el agua.  

 

¡Dios! ¡Aioria, eres hermoso! ¡Y mío!     

 

Y yo, junto con mi cuerpo, comenzábamos a llegar al límite soportable.

 

Lo lamento hermano, pero no pude aguantarlo más, y no tuve mejor idea que embriagarte con la inocente excusa de que festejábamos un año de haber comenzado a vivir juntos.

 

Te embriague con el mas fino de los vinos, y cuando te hubiste perdido en alcohol, me aproveché de ti.

 

No me arrepiento, porque pude tenerte, pude abrazarte y por fin pude alcanzar tus labios, no podía detenerme, no podía separarme de sus bellos labios que se entregaban a los míos.

 

No me importo nada mas, el mundo podría haberse derrumbado, el cielo haberse caído, que yo no me hubiese enterado.

 

Te hice mío, te poseí.

 

Me volví loco, me quemé por dentro cada vez que gemidos salían de tu boca, cada vez que tocaba tu cuerpo desnudo bajo él mío, cada vez que me correspondías los besos, y aun más, cada vez que te penetraba.

 

Me sentía en el mejor de los paraísos, y hubiese dado mi vida por tenerte así el resto de nuestros días. Pero comprendía que eso no pasaría.

 

Te hice el amor tantas veces, que perdí la cuenta. Y ambos quedamos completamente rendidos, respirando con dificultad, empapados en sudor, y con la garganta seca de tanto gemir.

 

Aioria, fuiste mío.

 

A la mañana siguiente, intenté por todos los medios hacer como si no hubiese pasado nada. Pero tus ojos me miraban distintos, sospechando. Pero no dijiste nada, no te animaste a decir nada.

 

Yo sabía perfectamente que tu cuerpo tenía mis marcas, pero aun así tú las escondiste y las ignoraste.

 

Y cuando una nueva noche llegó, tú no volviste a mi habitación.

 

Y yo derrame lágrimas de completa tristeza. Ahora no podría volver a tenerte a mi lado. Tal vez no fueron simples lágrimas, tal vez lloré sin pudor alguno, porque me escuchaste desde el otro cuarto. Te vi entrar a mi habitación inseguro, mirándome los ojos enrojecidos y las mejillas húmedas.

 

No dije nada y tú tampoco, pero volví a llorar fuertemente cuando tus brazos me rodearon, y esa noche fuiste tú el que me consoló. Me aferré a ti, y no te solté pidiéndote perdón con la voz temblorosa.

 

Y tú, querido hermano, me besaste la frente y me perdonaste, diciendo luego, que no tenías nada que perdonar.

 

Y toqué el cielo cuando me levantaste la barbilla para depositar dulcemente un beso sobre mis labios.

 

Aioria ¿tú me amas de la forma que yo te amo?

 

No tuve el valor para preguntártelo, pero tus ojos respondieron mi pregunta. Y te aseguro amado hermano, que me hiciste la persona mas feliz del mundo. Te bese, te bese toda la noche y tú a mí.

 

Te amo, Aioria, hermano mío

Notas finales:

Diganme que les parecio?

espero que les guste mucho =)

Saludos

Gracias por leer =)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).