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El Ultimo Sueño por sofica

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El Ultimo Sueño

 

 

En mis sueños lo veo siempre, a pesar de que constantemente está a mi lado, la única forma de sentirlo junto a mí es al cerrar los ojos y liberar mi mente. Es absolutamente hermoso con sus cabellos color ébano y su piel clara y pura como el alabastro, que pareciera brillar en la eterna oscuridad que continuamente le rodea. Sus fríos ojos siempre me han seguido, desde que tengo razón de ser y en las mañanas su suave tacto es lo único que me impulsaba a despertar. Si no fuera por él mí mundo entero se habría desmoronado en soledad; él es todo lo que me mantiene con vida y la mayor causa de que desee la muerte.

 

Nadie me ve, no desean hacerlo, no me hablan, no se me acercan; conocen el mal que acarreo. Dicen que soy la misma muerte, y les creo; dicen que no debería existir, y no saben cuánta razón tienen. A cada paso que doy la muerte camina a mi lado, me ama y me protege de mí mismo; es la razón de mi dicha y mi llanto. Le amo tanto y este amor me mata, me aísla y es tan toxico como adictivo; si de algo estoy seguro es que me llevara a la tumba de la que tanto me cuida. Él acaba con quien se atreva a verme, a tocarme, a hablarme; la muerte esta celosa de los vivos que pueden sentirme como él jamás me sentirá, y se ensaña en ser el único a pesar de saber que no tengo ojos para nadie más.

 

Cuánto puede resistir un alma en soledad sin corromperse, el escapar de la locura parece imposible cuando tu única compañía solo existe para ti y solo te quiere para sí. Alguna vez escuche que todos tenemos un tiempo y que la muerte no puede eludirse, que un alma que permanece en este mundo se pudre con el tiempo, se trastorna hasta llegar a lo irreconocible; te conviertes en un demonio en vida y arrasas con todo aquello que amaste. Quizá solo sean palabras, meras supersticiones; pero mi alma sigue atrapada en mi cuerpo a pesar de que la muerte me ha tocado. No deseo causar más mal ni sufrimiento, pero no tengo el valor y la voluntad para librarme de etas cadenas de amor que atan mi ser. Deseo ser libre, no le temo a la muerte, pero me aterra alejarme de ella.

 

–Llegas tarde– susurré con extraña alegría al ser que apenas se vislumbra en la penumbra de mi habitación. Todo está oscuro, o casi todo, la luz de luna se cuela por la ventana dando un toque ilusorio al mundo que me rodea y lo más irreal en mi vida camina lentamente hacia mí. Algo jamás visto se refleja en sus infinitamente oscuros ojos, algo similar a la tristeza y muy cercano al dolor. Por un instante creí ver al brillo de una lagrima formándose en los ojos del único ser que me supo amar, el mismo que me impidió querer a nadie más.

 

–Mi mundo no gira a tu alrededor ¿Sabes?– Con tu grave y firme voz intentas sonar indiferente, calmado y frio; pero jamás había oído tanto sentir en tus palabras. No es extraño que me sorprendas siendo quien eres. Yo que te amo, no pretenderé conocerte, en tus infinitas facetas, en todo lo que significas; estaría la vida que no tengo solo para comenzar y no hay tiempo suficiente en el mundo como para acabar de entenderte.

 

–Mentiroso– mi sonrisa se ensancha y extiendo mis brazos para recibirte, sentado en el alfeizar de la ventana con la rubia melena siendo despeinada por el frio aire nocturno –Si yo sé que no ves las horas para poder sentirme al fin– amaba hacerle enojar, molestarle con mis palabras sabiendo que solo lograba causarle gracia –Siempre me he preguntado que viste en un simple mortal– rodeo su cuello con mis brazos, rosando suavemente sus oscuros cabellos. Aquella blanca piel es tan suave y cálida que ínsita a jamás soltarle, es que la muerte no necesita atraparte; una vez que la sientes eres tu quien no quiere alejarse.

 

–¿Qué vi?– sonríes de lado y yo quedo embelesado con las sombras que produce en ti la luna al acariciarte con su frio fulgor, hipnótico e irreal ¿Cómo no amarte? –Vi el sol en cada mechón de cabello y el claro cielo de verano en tus bellos ojos– tus manos no dudan en acariciar mi morena tez con una delicadeza extraña en ti. Nada es normal esta noche –Vi la vida escapando de tus labios y ya no pude ver a nadie más– tu pulgar se posa en mis labios y yo lo lamo con una inocencia, que a pesar de todo lo que en mis sueños hicimos, jamás perdí– Te vi a ti, eso es todo.

 

– ¿Me extrañaras cuando me vaya? –mi voz hace eco en las mudas paredes y puedo ver en ti la respuesta antes de que la pongas en palabras. Morirás, esta parte de ti dejara de existir conmigo; lo sé porque puedo ver la tristeza romperte en mil pedazos.

 

–Desearía poder seguirte hasta las profundidades del averno– ambos sabemos mi destino, solo que tú no temes ponerlo en palabras. Cómo temerle a algo que jamás conocerás– Sabes que solo rijo entre los vivos, el más allá me es inalcanzable. Estoy sujeto por las cadenas del castigo que se me impuso– una eternidad en soledad es lo que sin dudas le esperaba y es lo que me sujetaba a la vida. Su dolor es infinitamente peor que el mío, pero yo no pude soportarlo. Sus palabras calan profundo en mi interior pero la sonrisa no me abandona, no quiero lágrimas para él.

 

–Me olvidaras, sólo seré polvo en el viento y en un tiempo ya no evocaras mi recuerdo al escuchar mi nombre en labios de alguien más– Cerré los ojos y besé sus labios transmitiendo el incondicional amor que sentía hacia él; sintiéndolo más cerca que nunca, tanto como siempre hubiera deseado estar. Mis manos recorren con meditada lentitud tus hombros y tus brazos, en un suave roce que busca rizar cada sensible nervio de éste cuerpo que creaste para estar junto a mí. –¿Me perdonaras por ser tan egoísta?– tomé sus manos, estirando tranquilamente los blancos dedos antes de enredarme en ellos sin querer soltarte nunca mas. –No me odies– susurré suplicante, tan seca de sus labios que podía sentirlos rozar con cada palabra, perdido en la profunda oscuridad de tus ojos; deseando no pensar en lo que nos depara a cada uno.

 

–Sería imposible odiarte– tus facciones se suavizan y una solitaria y negra lágrima escapa de tu ojo, surcando tu mejilla y disolviéndose en el aire como si jamás hubiese existido. La muerte no debe llorar por una vida que se ha perdido, pero segar el alma del ser que amas debe ser terrible incluso para ti, aunque no seas humano… Aunque solo fueras una dulce fantasía, un fantasma de una mente retorcida que ya no puede distinguir el mundo en el que vive. –Sólo es un sueño más– susurraste con una voz que no había sentido antes en ti, como el silbar del viento entre los arboles y la briza del océano; mas etéreo y mas real de lo que nunca podrás ser.

 

–No… Es el último sueño– sentencie y roce sus fríos labios, el beso de la muerte. Entonces como negro humo te disolviste en la habitación llevándote la luna y la luz, arrancando mi alma mientras llorabas mi nombre sin soltar otra lagrima; simplemente abrí mis ojos par ver el duro cemento acercarse a una velocidad alarmante. Sonreí una ultima vez antes que la misma tierra se tragase la vida que me había dado y deje de existir.

 

Y todo fue oscuridad.

 

 


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