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(BBC Sherlock) La Tercera Ley por Lizzy_Vernet

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Notas del fanfic:

Mi primer fanfic de BBC Sherlock para ayudarme a pasar el tiempo entre el horroroso presente y el dia del estreno de la tercera temporada.

Pero... oh Godtiss! el tiempo pasa tan lento.

Luego de la muerte de mi mejor amigo Sherlock Holmes, tenía que comenzar mi vida desde cero. No, no realmente, tenía que comenzarla desde mucho más abajo. Pero para eso debía subir.

Durante el tiempo que el que estuvimos juntos él se convirtió en mi familia, en mi trabajo, en mi mejor amigo y en mi única preocupación.

Durante ese tiempo, ni si quiera vi la necesidad de trabajar en un hospital, no solo porque las pagas de sus casos superaban de manera astronómica lo que yo podría llegar a ganar, sino porque era más útil para él sí dedicaba el 100% de mi tiempo a asistirlo, acompañarlo a través de Inglaterra, estar donde él no quería estar y decirle que tenía que decir cuando las cosas entraban en terrenos desconocidos para él como las costumbres y los sentimientos de las personas normales.

Por eso, el pequeño hecho de tener que volver a trabajar en una ordinaria consulta me causaba pánico.

Usar mi tiempo en algo que no tuviera que ver con Sherlock Holmes ya no era una práctica a la que estaba acostumbrado, era un retroceso, era una tortura.

Pero lo hice, tenía que hacerlo, al igual que debía que seguir los consejos de prácticamente todos los que me conocen:

“Sigue con tu vida”, “múdate del apartamento”, “conoce una buena mujer, cásate y vive una vida feliz, es lo que él habría querido”.

Pero yo sé… sé que lo último que Sherlock habría querido es que yo llevara una vida aburrida, no después de todas las cosas que pasamos juntos.

El me habría dicho...ni si quiera quiero imaginármelo. Quiero verlo, tengo tantas ganas de verlo.

Por su puesto eso es ridículo, lo más cerca que puedo estar de él es cuando voy una vez  la semana al cementerio.

Aun es raro saber que va a estar ahí cada semana, dentro de mi algo piensa que un día llegaré y la tumba estará abierta y no habrá nadie dentro. Quien sabe, quizás se irá a resolver algún misterio, ese lugar debe estar lleno de muertes extrañas.

- ¿Cómo estas, Sherlock?-  La misma pregunta, siempre.

No llevo flores. No existe en mí el deseo de volver su tumba un lugar colorido ni agradable.

Pero no es en el cementerio, junto a su lápida donde me siento más cerca de él. Si no en el techo de St. Barts.

He ido tres veces, dos de ellas a pleno día con Lestrade (quien apenas me miró a la cara) y con Molly.

La tercera vez, es decir, hoy, fue de noche.

Recorrí los pasillos que conozco tan bien sin dejar que nadie me viera antes de llegar a la azotea. El viento se arremolinó a mi alrededor y me cerré la chaqueta.

La primera vez que había estado ahí fue un par de horas después de su muerte. Ni si quiera me había acercado a la orilla, estuve 10 segundos y me fui.

La segunda fue 15 días después de que Sherlock decidiera mentirme por teléfono y hacer de mi vida un infierno.

Esa vez me acerqué a la orilla y cuando miré hacia abajo, me pareció ver el cuerpo aplastado de mi amigo, desfigurado contra el pavimento y a mí mismo, cayendo hacia él. El mismo sueño que tenía cada noche. Si no hubiese estado Molly conmigo me habría desmayado en ese mismo lugar.

La tercera vez... bueno, esta vez fue casi la mejor.

No lloré, ni me sentí angustiado, ni tuve visiones, porque esta vez no iba ni a investigar ni a revivir, esta vez iba a una cosa puntual. Iba a ponerle un alto a todo el asunto.

Me acerqué a la orilla. Todo estaba en silencio y oscuro.

Si lo hacía, nadie se daría cuenta hasta la mañana, era una buena manera de asegurar que estaría muerto antes que llegaran los paramédicos. Les llevaría un par de horas de ventaja, como los meses que Sherlock me llevaba a mí.

Pensé un momento en él, aunque en realidad no había dejado de hacerlo jamás y miré hacia adelante, no había nada más que un edificio a lo lejos, el viento  soplaba fuerte y estaba malditamente alto.

-¿Sentiste miedo?, Si hubiese estado contigo, si te hubiese podido alcanzar, estoy seguro que no te habrías lanzado-.

Estaba sobre ese techo, de pie en la delgada línea de ladrillos al igual que él ese día.

-¿Qué pasó por tu cabeza?, no estabas bien, estabas llorando, tu jamás lloras... me estabas mintiendo ¿por eso llorabas? ¿O  por qué sabias que ibas a morir? ¿Por qué lo hiciste, Sherlock? ¿Suicidio? Eso va contra todo lo que se de ti. ¿Por qué me llamaste? ¿Por qué no me enviaste un mensaje? ¿Querías que te viera? ¿Necesitabas que te viera? ¿Por qué me torturaste de esa manera antes de...? -  Abrí los brazos y cerré los ojos.

Todas esas preguntas que habían rondado mi cabeza durante los últimos meses tratando de alcanzar inexistentes respuestas, en un par de minutos ya no significarían nada.

- Necesito saber qué fue lo que sentiste.

 

Ya no habían más lágrimas que llorar y no había nada que decir, excepto: - Sherlock

-¿John?- Una voz, pero no era su voz.

- Molly- bajé lentamente.

-John, creí que estabas...  ¿qué estás haciendo aquí?.

- Estoy teniendo un ‘momento’- Dije mirándola fijamente, pase por su lado camino a la salida.

- Y ¿tienes muchos momentos como este?

Claro que no tenía muchos momentos como ese, en realidad solo había habido uno, un solo momento que había comenzado con Sherlock diciéndome adiós  y al cual pretendía ponerle fin esa noche.

- No tienes que preocuparte, Molly, si quisiera matarme ya lo habría hecho- No me cree. No la culpo. Ambos sabemos que estoy mintiendo.

- ¿Necesitas ayuda?

- Ninguna que tú puedas darme-  Molly miró al suelo - Lo siento, no... eso fue muy descortés.

- Está bien, has pasado por mucho... te entiendo.

- Tengo que irme- Cuando estaba en la puerta Molly habló de nuevo.

- Yo sí creo en él.

No me detuve a decirle nada ¿qué iba a decir? ¿Gracias? Al final el único que se mantuvo a su lado había sido yo y no pude hacer ninguna diferencia. Los demás son solo traidores.

Aprendí muchas cosas mientras vivía con Sherlock, más que nada a desarrollar mi paciencia pero una de las cosas que aprendí sin si quiera pretenderlo fue a prestarle atención a los detalles, todo lo que las personas hacían o decían tenia una razón de ser: “Me referí a su marido en pasado...”

Por esa razón, cuando Molly se refirió a Sherlock en presente me causó extrañeza, pero duró solo un par de segundos, después de todo, yo también seguía refiriéndome a él en presente.

Pero, pensé ¿qué más daba lo que pasara esta noche o todas las noches anteriores a esta? Al fin todo se acabaría y ya no habrían más dudas. No habrían más tardes de paseos en los que siento que alguien me sigue (probablemente algún esbirro de Mycroft) ni tener que poner cara de nada en las consultas de mi terapeuta, ni cara feliz a la señora Hudson ni esquivar las llamadas de Lestrade y de Molly, basta de creer estar viendo su silueta cada vez que paso por fuera de Baker Street, basta de no poder regresar al departamento a buscar mis cosas porque ahí va a estar todo lo que lo hacia él, menos él.

Cuando una persona muere no solo deja atrás sus pertenencias, también deja atrás sus creencias, incluso si no tienes ninguna como Sherlock, cuya única fe residía en lo que podía ver y comprobar.

En su caso me dejó a mí.

El violín, los equipos de química, el sofá, solo son cosas, la sensación de que sigue viviendo dentro de mi es casi demasiado grande para soportarla.

¿cómo hablar de pasado y deshacerte de recuerdos cuando tienes la constante sensación de que se aparecerá cubierto de sangre de cerdo? ¿O con cinco parches de nicotina en el brazo y uno en la frente?

Cuando dije que iba a tener que comenzar desde mucho más abajo... en verdad lo creo así.

Pero tengo que estar mucho más arriba.

No tengo donde quedarme, de verdad no tengo donde ir.

Estuve con Harry un par de semanas pero tuve que salir de ahí, incluso Sarah se enteró de lo que había pasado y me ofreció quedarme en su casa, Mycroft ofreció pagarme un hotel por tiempo indefinido hasta que encontrara un lugar estable, pero preferí salir por mis propios medios.

Nadie sabe dónde me estoy hospedando.

Es un lugar lejos de todo lo que conocí cuando estaba con Sherlock, porque a donde vaya, siempre está él sentado en una mesa o saliendo por la puerta de atrás, atraviesa corriendo la calle persiguiendo a alguien o está bajo un puente con los sin techo, recogiendo información, repartiendo dinero como el magnate que no era, a cambio de los detalles más sórdidos del bajo mundo criminal londinense.

Todos los rostros y todos los lugares me lo recuerdan, no hay ningún rincón de esta ciudad que no haya recorrido con él y ahora me dirijo al lugar más oscuro, apartado y elevado que he podido encontrar por mí mismo, a donde ni si quiera van los sin techo.

 

Entro a la fábrica abandonada y subo por la escalera de fierro hasta llegar a una pequeña terraza con piso de malla de acero, es una cosa improvisada y a punto de desmoronarse.

El silencio se hace insoportable, una gruesa capa de polvo lo cubre todo.

Te pedí que no estuvieras muerto.

Esta vez no aparecerá Molly ni nadie más. Solo yo y una caída de siete pisos.

- Pero lo estabas. Puse un pie sobre la barra oxidada. Claro que lo estabas... fractura de cráneo y cuello, tres costillas rotas, una de ellas clavada en un pulmón, contusión en la muñeca derecha, rodilla izquierda dislocada, tímpanos reventados, rotura de dedos indice y anular de la mano derecha y meñique, indice, anular y medio de la mano derecha, dislocamiento de hombro izquierdo, rotura de clavícula en tres partes, fractura de fémur...

Mientras subía a la baranda, iba repitiendo el reporte de la autopsia. Se lo había pedido a Lestrade y el me lo había enviado por fax, siempre supe que no tendría las agallas de volver a verme, no después de lo que le hizo a Sherlock.

- Órganos interiores: un pulmón atravesado por una costilla, estómago lleno de sangre, corazón reventado, cerebro... te pedí que no estuvieras muerto... Sherlock - Repetí hacia la nada, hacia el viento, hay un leve aroma picante en el aire.

Todo el tiempo tengo la sensación de estar perdiendo el tiempo, es como si mi cerebro se negara a aceptar que está muerto a pesar de haberlo visto caer, es como si estuviera atrapado dentro de algún lugar y no pudiera escapar.

Hay días en los que tengo un sueño extraño en el que alguien le cubre la boca y no lo deja hablarme.

Hay días en los que despierto y sé que está muerto y que tengo que continuar con mi vida.

Hay días en los que incluso puedo ir a ver ala Señora Hudsony tomarme un té con ella, hablamos, reímos.

Hay días en los que desearía no haber arrojado mi arma al Támesis.

Hay días en los que no puedo respirar, miro mi lado de la cama aunque el jamás estuvo ahí y lo extraño a mi lado a pesar de que nunca vivió aquí conmigo.

Pero no son todas las cosas que no fuimos y las que no hicimos lo que hacen que este día, entre todos los malos días que he tenido desde entonces, sea aquel en el que le pondré un punto final.

Es el hecho, el terrible hecho, de que jamás le dije que mi vida era mucho mejor porque él estaba en ella. Que mi mundo era blanco y negro hasta que él llegó y entonces hubo color. Que era feliz, tan feliz cuando estaba conmigo como ya no puedo ni quiero serlo. Y ahora ya no está.

Abro los brazos y cuando miro hacia adelante una luz brillante me llega directamente a la cara.

Está parpadeando: Luz, nada, luz, luz, nada, luz, nada.

La miro fijamente durante unos segundos. Mi cerebro funciona en automático.

U.M.Q.R.A.

No significa nada para mí, probablemente no signifique nada para nadie.

Vuelvo a mirar hacia abajo y mi cuerpo se inclina hacia adelante.

Espera un momento. La emoción me hizo resbalar y estuve a punto de caer. No puede ser.

Casi me rompo el cuello mientras corría edificio abajo.

-  U.M.Q.R.A. ¿quién más lo sabe? Nadie, nadie más... Sherlock, por favor, Sherlock... No puede ser una coincidencia, no existen las coincidencias...te pedí que no estuvieras muerto...

Cuando llegué al edificio, 10 minutos después, me costó dar con el lugar desde donde la luz se había proyectado.

No había nadie, solo oscuridad, polvo y una pila de ceniza en un rincón. Alguien había estado fumando.

Un exhaustivo registro de la fábrica no entrego ningún resultado, no había nadie más allí.

¡¡¡Sherlock!!! - le grité a la oscuridad, a las maquinarias abandonadas, pero quien fuera que hizo brillar esa luz se había ido hacia tiempo.

Regresé a mi departamento.

Dos intentos de suicidio sin éxito era sin duda la vida tratando de decirme que aquella noche no era la adecuada y aquella señal en morse me había dejado confundido.

No había descansado en tres días, así que apenas llegué al hotel me dejé caer en la cama y me quedé dormido.

Y esa es la historia de por qué no pude ir contigo hoy.

Sé que allá arriba debes estar muy aburrido, pero espérame, yo lo arreglaré.

Perdóname.

Te extraño.

John H. Watson.

Notas finales:

Cualquier comentario es bien recibido ^_^

 

I BELIEVE IN SHERLOCK HOLMES!!!


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