—¡Ya basta, Elle! ¡Quítame la cadena! –Se quejó Light después de un largo rato tratando de sacarse el mismo aquel objeto que lo unía a su compañero de las muñecas.
Lawliet lo observó algo sarcástico, habiendo corrido su mirada de la pantalla del televisor. Habían estado casi dos horas apresados y el otro muchacho comenzaba a perder la paciencia.
—¿Cómo es que quieres quitártela? —Preguntó con serenidad mientras volvía a mirar la pantalla del televisor—. Perdiste en el juego de cartas, y tienes que aceptar mis reglas. ¿Te las repito? Deben ser dos días, dos días —repitió en voz más alta—, de esta forma, viviendo en mi departamento.
—No seas ridículo, ¡ya es suficiente! —Gritó Light—. Debo ir a la universidad.
—Iremos juntos.
—¡¿Encadenados uno al otro?! —La mirada furiosa de Yagami no afectó a Elle, quien volvió a mirarlo a los ojos con indiferencia. Entonces indagó:
—¿Qué problema hay?
—¡Es bochornoso!
—No lo es para mí —respondió y volvió la vista hacia el televisor.
Light trató de tolerar un tiempo más. Su compañero no hacía más que comer dulces y mirar la televisión, sin siquiera mostrar una sonrisa de sadismo ni voltear la mirada hacia él. Pero Elle parecía disfrutar del sufrimiento de Light en ese entonces, aún sin manifestarlo.
Al ver hacia la ventana, Yagami se dio cuenta que estaba oscureciendo, entonces se levantó del sofá y dijo:
—Me voy, dame la llave de esta cosa —alzó su mano mostrando la cadena.
Elle, indiferentemente lo observó al rostro. Extendió los brazos hacia la mesa y tomó un plato con un trozo de pastel que comenzó a comer mientras volvía a mirar televisión.
—¡Elle! ¡La llave! —Insistió Light.
—Qué molesto resultarás ser… —Se quejó el otro muchacho con voz tranquila.
Al ver que Elle no se movía del sofá, Light comenzó a buscar dentro de los cajones de los muebles de la sala, debajo de la alfombra, bajo los almohadones del mismo sillón donde habían estado sentados largo rato y cuando quiso buscar en lugares en los que no podía llegar, pese a estar aferrado a su compañero por la cadena, comenzó a tironear de ésta con fuerza.
—Me lastimas —expresó Elle con calma, sin despegar su mirada de la televisión.
—¡Maldito seas, Elle! ¡Levántate! ¡Debo ir a casa ahora!
—No te preocupes por ello. Ya me encargué de avisar a tu familia que te quedarás en casa de un amigo a estudiar. Después de todo eres un alumno excepcional y nada hará que pierdas dos días sin tus carpetas.
—¿Qué idioteces estás diciendo?
Lawliet volvió a mirarlo con tranquilidad y mientras golpeteaba a su lado, en el sillón, dijo:
—Ven, relájate, Light. No te vendrán mal unas horas de descanso. Te noto siempre tan… Precipitado.
Light se tomó el entrecejo con enojo.
—¿No vas a darme la llave? —Preguntó.
—Pasado mañana te la daré.
Light se acercó con brusquedad a su compañero y lo tomó de los brazos obligándolo a pararse. Entonces comenzó a hurgar dentro de los bolsillos de la camisa y el pantalón.
—Light… —Elle abrió los ojos con sorpresa—. No tengo la llave conmigo. Ten cuidado… A donde pones tus manos…
—¿Qué dices…? —En ese momento Yagami tenía sus manos en los bolsillos traseros del pantalón de Elle y en vez de hurgar desde atrás, lo había hecho por delante, de forma que parecía estar abrazándolo.
Elle se hizo un poco hacia atrás y alcanzó a observar que su comentario había hecho sonrojar apenas las mejillas de Light. Automáticamente a él le pasó lo mismo y sonrió notoriamente hacia su compañero. Pero Light no toleró la idea de haber sido descubierto y abofeteó a Elle.
—Eso… Eso fue… Inesperado… —Expresó Lawliet borrando la sonrisa de su rostro y pasándose una mano por su mejilla agredida.
El rostro de Light seguía sulfurado y sus pómulos ruborizados. Elle volvió a sonreír con picardía y agregó:
—Este golpe te costará un día más encadenado a mí.
—¡Ni lo sueñes! —Light estuvo a punto de abalanzarse contra el otro muchacho, pero éste se le adelantó y lo detuvo con un golpe de puño en el estómago.
—Está bien, serán sólo dos días, ya desconté lo que te debía. Pero tranquilízate.
Yagami cayó al suelo de dolor. Pero eso no lo tranquilizó, por el contrario, lo hizo enfadar más de lo que estaba. Entonces, se levantó con prisa y con su puño le dio en el rostro a Elle que cayó al suelo, atrayéndolo por la cadena, y haciéndolo caer encima de él.
Lawliet se tomó la nariz con una mano y observó con sus ojos bien abiertos a quien tenía encima, mirándolo con pasmo.
—Eso fue… Doloroso… Realmente doloroso… —Expresó Elle y los ojos parecieron aguársele.
Yagami pareció sorprendido. Se aparto un poco de él y se arrodilló bien a su lado. Luego, al ver que Elle esquivaba la mirada a un costado, entendiéndose ofendido, estiró su mano para apartar la de su compañero de su nariz y ver el daño que había causado.
—Permíteme… —Pidió y pudo quitar la mano de Lawliet de su propio rostro, sin que el otro se resistiera. La nariz le sangraba—. Oh, lo siento, Elle. No pensé que iba a lastimarte así. Dime dónde hay un paño para limpiarte.
—Olvídalo —expresó con voz cortante—. Yo me limpiaré solo. La llave está bajo aquel florero. Búscala y vete a casa.
Light quedó en silencio. No podía dejar tirado a Elle de esa forma. Se sentía tan mal que ignoró lo de la llave y se esforzó por llegar al baño, arrastrando a su compañero hasta allí, abrazándolo por el torso, sin decir palabra alguna. Entendía muy bien que Elle se había resentido con él.
Yagami buscó en un botiquín un poco de algodón y gasa y en un vaso colocó un poco de agua. Al salir del baño vio a Elle sentado en el piso, apoyado contra la pared, aún con su mirada ausente ante su agravio. Las cejas estaban fruncidas en un gesto de enojo, pero aún persistía ese brillo de lágrimas en sus ojos negros.
¿Qué he hecho? Se preguntó Light en silencio, arrepentido, y se agachó para comenzar a limpiar la sangre que brotaba de la nariz de Elle y que comenzaba a manchar de a gotas su pantalón azul y su camisa blanca.
—Ya casi termino… —Le dijo suavemente, mientras pasaba con delicadeza la gasa por debajo de la nariz de su compañero. En ese entonces, Light se dio cuenta que Elle estaba temblando.
—¿Qué te pasa? —Le preguntó. Pero Lawliet continuó ignorándolo—. Dime si necesitas algo, por favor —comenzó a impacientarse, asustado ante el estado en que se mostraba el otro chico.
—La llave está debajo del florero… vete… —Susurró Elle.
Pero Light no quería irse ya. Se sentía tan culpable que necesitaba hacer algo para resarcir su falta. Mojó otra gasa y terminó de limpiar el rostro de Elle.
—Listo —le dijo y le sonrió para que lo perdonara.
No obstante, Lawliet seguía enojado:
—Bien, ya puedes irte entonces…
—¡No! —Exclamó Light y lo tomó del rostro para sorprenderlo con un beso en los labios.
Elle abrió los ojos con sorpresa y dejó que el beso acabara para continuar mirando a Light de esa forma. Yagami lo contempló con cariño y lo tomó de las manos. Elle temblaba más que al principio.
—No me iré, Elle… recuerda que tengo que quedarme dos días —Light se incorporó y ayudó a su compañero también a levantarse—. Seré un buen huésped.
A Elle el rostro pareció iluminársele y querer sonreír.
Light, aún reteniéndolo de una mano añadió:
—Vamos a cambiarte esa ropa manchada…
Elle sonrió, agachó la mirada. Sus mejillas ardieron y se adelantó para conducir a Light a su habitación.